El
gen mutado que protege el corazón (meta análisis de la función del gen APOC3)
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/06/19/actualidad/1403191139_284139.html
Alteraciones en el APOC3 reducen los
triglicéridos y disminuyen un 40% el riesgo de infarto.
Dos grupos de investigación de EE UU
y Dinamarca publican el hallazgo conjuntamente.
JAIME PRATS Valencia
19 JUN 2014 - 17:18 CET
El 30%
de los fallecimientos que se producen en España se deben a enfermedades
cardiovasculares.
De forma
independiente y por caminos distintos, dos grupos de investigadores –uno estadounidense, otro danés- han rastreado el ADN de miles de pacientes hasta dar con
el gen APOC3 y llegar a una misma conclusión: las mutaciones en este gen protegen el corazón y las
arterias.
Las alteraciones detectadas no solo reducen
significativamente los niveles de triglicéridos –un tipo de grasa que circula
por la sangre cuyo exceso se asocia a lesiones vasculares-, sino que disminuyen el riesgo de sufrir lesiones coronarias (infartos,
ictus) hasta en un 40%, como publican en
el New England Journal of Medicine.
En las
sociedades occidentales, estas enfermedades son la principal causa de muerte,
en buena medida, por la mala alimentación y el estilo de vida.
En España,
el 30% de los fallecimientos se deben a procesos cardiovasculares, por encima
de la suma de los tumores.
Buena parte de la responsabilidad es del
colesterol malo (LDL, lipoproteínas de
baja densidad), al adherirse a las paredes de las arterias, endurecerlas y
estrecharlas. Aunque existe una familia de fármacos, las estatinas, que se ha mostrado eficaz a la hora de
combatir estas grasas.
Nota del autor del blog : una vez leí
que el resveratrol natural disuelve el
colesterol malo.
Sin embargo,
frente a los triglicéridos –otro de los agentes causantes de
arterioesclerosis-, los fármacos existentes (fibratos,
niacina, ácidos grasos omega 3) no han alcanzado el mismo nivel de
resultados.
Solo ayudan
moderadamente a reducir los niveles en sangre y no aportan beneficios sensibles
en cuanto a paliar el riesgo cardiovascular.
Por ello, estos dos trabajos han despertado el
interés entre los investigadores y médicos que velan por la buena salud de las
arterias.
“Son unos estudios muy buenos, importantes”, explica Fernando
Civeira, presidente hasta hace un mes de la Sociedad
Española de Arteriosclerosis. “Puede señalarnos el camino de futuras
dianas terapéuticas de las que estamos huérfanos”, añade, "Eso es lo más relevante, la
detección de posibles dianas", coincide Luis Masana, catedrático
de Medicina de la Universidad Rovira i Virgili
(Tarragona) e investigador de la Unidad de Investigación de Lípidos y
Arteriosclerosis del centro educativo. “Pero estamos hablando de un
plazo largo”, apunta Civeira.
El
gen APOC3 es especialmente
activo en el hígado, donde produce una proteína (la
apolipoproteína C3) que transporta
los triglicéridos a través de la corriente sanguínea hasta su destino.
Al llegar a los tejidos, estos
lípidos se degradan y se transforman en ácidos grasos, es decir, en energía.
Este proceso
es posible gracias a una enzima.
El problema es que la apolipoproteína anula la
actividad enzimática,
por lo que, si abunda, los triglicéridos no se metabolizan, se acumulan en la
sangre y lesionan las arterias.
El trabajo
de los científicos de la Universidad de Pensilvania y
del Hospital General de Massachusetts analizó los exomas (la
parte más activa del genoma, la que fabrica proteínas) de 4.000 personas en busca de mutaciones que se pudieran
asociar con los niveles de triglicéridos en la sangre.
Tras un
complejo proceso de selección y descarte, los investigadores advirtieron que cuatro mutaciones diferentes en el APOC3 no solo
comprometían la fabricación de la proteína, sino que se relacionaban con una
caída del 40% de la tasa de triglicéridos.
Mientras la
presencia habitual ronda los 150 miligramos por
decilitro, entre estas personas la cifra bajaba hasta los 85.
La
mutación les ayudaba a tener poca apolipoproteína C3.
Una de las
mutaciones es especialmente frecuente entre la comunidad amish de Lancaster (Pensilvania), como detectó un
estudio previo en 2008. Uno de cada 20 de estos granjeros anabaptistas cuenta
con la protección natural que confiere esta alteración genética frente al
exceso de consumo de grasas.
En la
población occidental el grupo beneficiados por la mutación es más reducido, “está
en torno a 1 por cada 150”, apunta Civeira, responsable de la unidad
clínica y de investigación en lípidos y arteriosclerosis del hospital Miguel
Servet de Zaragoza
Una vez
comprobado que cambios en las bases (las letras
que componen el alfabeto genético accttgga…) del gen
APOC3 se traducen en un menor nivel de
triglicéridos quedaba por determinar si, además, estas personas eran
menos sensibles a desarrollar enfermedades cardiovasculares. A partir de 110.000 muestras de pacientes, los investigadores
estadounidenses analizaron los perfiles genéticos y compararon aquellos que
tenían las mutaciones identificadas con sus historiales clínicos.
El resultado
fue que la alteración genética se asociaba a una caída del 40% de la posibilidad de tener un infarto, ictus, isquemia crónica y el
resto de lesiones coronarias.
En Europa,
los beneficiados por la mutación frente a los triglicéridos son aproximadamente
uno por cada 150 personas
Investigadores
de la Universidad de Copenhague llegaron a una
conclusión similar tras analizar las mutaciones en dos de los análisis
poblacionales más extensos del mundo (el Estudio del
Corazón de la Ciudad de Copenhague y el Estudio General de la Población de Copenhague)
que han seguido a 75.725 personas a lo largo de
35 años.
La reducción del riesgo de
arteriosclerosis observada en este caso es prácticamente la misma: del 41%.
Este es el
aspecto que más destaca Civeira del trabajo: evidenciar que la reducción de los
niveles de la apolipoproteína C-3 en sangre se traduce en una mejora de la
salud del paciente, lo que no sucede con los medicamentos que se usan hasta
ahora para tratar el exceso de triglicéridos.
Alex Reiner,
uno de los firmantes del trabajo estadounidense insiste en esta idea:
“A partir de nuestros
hallazgos, podemos predecir que si bajamos los triglicéridos mediante la
inhibición del gen APOC3 habrá una reducción del riesgo de patología
coronaria”.
El reto
consiste ahora en conseguir replicar los efectos protectores naturales que
tiene la mutación a través de un fármaco.
Una posible
estrategia podría consistir en bloquear en la sangre a las proteínas que
produce el gen APOC3 de forma que no se
unan a las enzimas e impidan que desempeñen su función de degradar los
triglicéridos.
De momento,
ya hay ensayos clínicos en fases iniciales relacionados con la apolipoproteína
C-3, ya que los laboratorios hacía tiempo que habían puesto los ojos en este
gen, a pesar de que las evidencias de los efectos que tienen las mutaciones
sobre el riesgo de infarto no se conocían.
Habrá que
esperar años hasta que lleguen a las farmacias fármacos de este tipo, en el
caso de que superen todas las etapas de desarrollo.
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