Moises
Nain analiza el futuro de la tecnología en Silicón Valley
Nota del autyor del blog: Dice que los futurologos inventores ni reparan en Europa.
Una
visita al futuro
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/11/01/actualidad/1414874393_202407.html
En Silicon
Valley se percibe que grandes como Google o Facebook
se sienten inseguros
MOISÉS
NAÍM
1
NOV 2014 - 21:41 CET
Acabo de
pasar unos días en Silicon Valley.
Desde este
valle de California emanan con frecuencia nuevas
tecnologías que cambian la vida de millones de personas en todo el mundo.
Estuve
conversando con inventores,
emprendedores e inversionistas, así como con los jefes de las empresas
donde trabajan.
Muchas de
ellas generan cuantiosas ganancias y otras aún no, y quizás nunca lo hagan. Las
más sorprendentes son aquellas que son adquiridas por montos enormes a pesar de
que sus ingresos son relativamente bajos.
WhatsApp, una empresa que ofrece una
aplicación para enviar y recibir mensajes, fue creada en 1999 y cuenta con 55 empleados y 20 millones de
dólares de ingresos.
En febrero
fue comprada por Facebook por 19.000 millones de
dólares (15.000 millones de euros).
Una tendencia que se ha acelerado es
la de empresas basadas en Internet con enorme éxito y sin fines de lucro; sólo
quieren hacer el bien.
Una de las
más destacadas es la Khan Academy, creada por Salman Khan, un joven emprendedor que está revolucionando la educación a escala mundial.
Otro ejemplo
lo aporta Vint Cerf, uno de los creadores de
Internet, que junto con sus colegas renunció a monetizar su creación.
Hablar
de cambio en Silicon Valley resulta como hablar de pan en una
panadería: es lo que allí se hace.
De eso viven, sólo en eso piensan, y
a eso dedican el inmenso talento que allí se concentra y la inimaginable
cantidad de dinero listo para apostar por las ideas más audaces.
Es la cultura inherente a Silicon Valley: la ambición, la búsqueda de grandes números de usuarios, la propensión al
solucionismo, es decir, la
suposición de que todo problema tiene solución y que muy probablemente esa
solución implica el uso de Internet.
Es una
cultura de jóvenes, de gente que viene de todas partes del mundo, donde lo que
importa es lo que uno sabe o lo que uno puede inventar, no dónde nació, su
color de piel, su acento, cómo viste o quiénes son sus padres.
Es la meritocracia más intensa que he visto.
También es
una cultura que desdeña al Gobierno, las
organizaciones jerárquicas y centralizadas.
En cambio, venera la
informalidad, la agilidad, la movilidad, la inteligencia y sobre todo la
propensión al riesgo y, más concretamente, el no tenerle miedo al fracaso.
Mientras que
en otras culturas un fracaso deja una marca negativa e indeleble en la
reputación de una persona, en Silicon Valley el
fracaso es visto como un valioso aprendizaje que ayuda a evitar errores en el
futuro.
Cabe también
destacar que Silicon Valley se podría llamar el valle de los hombres: el número de mujeres es sorprendentemente bajo.
En esta
visita detecté algunos cambios.
Hay
más empresas,
más
tecnologías,
más iniciativas,
más
incursión en nuevos sectores —de automóviles a energía o exploración espacial—;
hay más dinero disponible para la inversión y
más ganas de tener clientes fuera de Estados Unidos.
Muchas de
las compañías recién creadas son micromultinacionales:
desde el inicio nacen con la ambición de operar mundialmente. Lo normal en
otras partes del mundo es que las empresas se creen con la vocación de
funcionar en una ciudad o en una región y, si tienen éxito, se expanden al
campo nacional y luego a otros países.
Silicon
Valley no funciona así.
Otra tendencia que detecté es que, aunque no
lo reconozcan, los gigantes se sienten
inseguros. Google, Facebook y otras de las
empresas más grandes sienten la presión de consumidores que se rebelan ante
algunas de sus prácticas y de Gobiernos dispuestos a endurecer las
regulaciones.
Finalmente,
¿cuáles son las principales sorpresas que nos llegarán de Silicon Valley en los
próximos años?
Imposible saberlo.
Pero me
arriesgo a señalar tres sectores que
aportarán innovaciones muy transformadoras.
Uno es en el campo de la energía, donde habrá interesantes inventos
relacionados con el almacenamiento y la mejora de baterías de gran tamaño, así
como tecnologías más limpias y a menores costos.
La segunda es “el Internet de las
cosas”, es decir, la
creciente interconexión de todo tipo de aparatos y objetos a través de la Red.
Se espera que muy pronto Internet esté conectando entre sí más objetos (desde
electrodomésticos a reservas de farmacias) que personas.
Un tercer sector es la salud: me llevé la impresión de que veremos
interesantes avances en tecnologías que mejoran la calidad de vida de los
ancianos y otras que aumentan
drásticamente la eficiencia y abaratan la prestación de servicios médicos y
hospitalarios.
Y muchas
más: de la popularización del dinero virtual como el Bitcoin
a la exploración del espacio o la proliferación de robots de todo tipo.
Y finalmente
me parece interesante y muy revelador destacar algunos temas que nadie mencionó
en mis conversaciones en Silicon Valley: el ébola, el
Estado Islámico o Europa no parecían tener mayor interés para mis
interlocutores.
Estoy en Twitter: @moisesnaim
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