El gobierno cubano se queda con el 75% de los sueldos que aporta la OMS a los médicos
cubanos en misiones humanitarias al exterior, así el régimen se beneficia con
un equivalente de US$ 7600 millones al
año.
El
comercio de esclavos de doctores cubanos
http://lat.wsj.com/articles/SB10877712750594503597504580267243112576292?tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10877712750594503597504580267243112576292.html
La Habana obtiene casi US$8.000
millones al año a costa de los trabajadores de la salud que envía a países
pobres, dice nuestra
columnista Mary O’Grady.
Por Mary Anastasia O’Grady
Actualizado lunes, 10 de noviembre de 2014 13:28 EDT
Funcionarios
les toman la temperatura a los profesionales de la salud de Cuba a su llegada
al aeropuerto de Monrovia, la capital de
Liberia. Reuters
Las culturas
de Occidente no aprueban la trata de personas, una actividad del “crimen
organizado en la que seres humanos son tratados como posesiones para ser
controlados y explotados”, según la definición del diccionario. Sin embargo,
cuesta encontrar a un periodista, político, burócrata de desarrollo u otro
activista sindical en cualquier parte del mundo que siquiera haya pestañado
ante el amplio negocio de trata de personas que lleva a cabo La Habana. Esto
merece más atención en momentos en que los doctores cubanos son alabados por su
trabajo en África durante la crisis del ébola.
Cuba está
recibiendo elogios por su “diplomacia de doctores” internacional, por la que envía profesionales médicos temporalmente
al exterior, aparentemente para ayudar a países pobres a combatir la
enfermedad y mejorar el cuidado de la salud.
Sin embargo,
los doctores no son un regalo de Cuba.
La Habana
recibe pagos por sus misiones médicas ya sea del país anfitrión, en el caso de Venezuela, o de los países donantes que envían fondos
a la Organización Mundial de la Salud.
Se supone
que el dinero se destina a los salarios de los trabajadores cubanos, pero ni la
OMS ni ningún país les paga directamente a ellos. En cambio, los fondos son
abonados en la cuenta de la dictadura que, a decir de todos, se queda con la
mayor parte de los fondos y le da al trabajador un estipendio para vivir con la
promesa de un poco más a su regreso a Cuba.
Es el crimen
perfecto: al enviar a sus súbditos al exterior a ayudar a personas pobres, el régimen se gana la imagen de un
contribuidor desinteresado a la comunidad global pese a que explota a
trabajadores y se enriquece a costa de ellos.
Según DW, la cadena internacional de televisión alemana,
La Habana obtiene cerca de US$7.600 millones al año por
la exportación de trabajadores de la salud.
Este es un
gran negocio, que si no fuera realizado por marxistas mafiosos seguramente
ofendería a los periodistas. En cambio, se lo tragan. En una entrevista el 24
de octubre con Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, la presentadora de CNN Christiane Amanpour se animó cuando habló
sobre los trabajadores de la salud cubanos en África. “Cuba claramente tiene
algo que enseñarle al mundo con su rápida respuesta, ¿no?”, dijo efusivamente
Amanpour. Kim concordó, calificándolo como un “gesto maravilloso”.
Lo que
cobran los trabajadores cubanos en las trincheras del ébola sigue siendo un
secreto de Estado. Sin embargo, la trata de personas no es algo nuevo para La
Habana ni se limita a la profesión médica. En octubre de 2008, un juez federal
en Miami falló a favor de tres trabajadores cubanos que afirmaron que habían
sido enviados, junto con otros 100, por el régimen a Curaçao para trabajar a
cambio de la deuda de Cuba con Curaçao Drydock Company.
Los demandantes describieron condiciones de trabajo horrendas por el que les
pagaban tres centavos por hora.
El diario
estadounidense The Christian Science Monitor
informó en su momento que la compañía “reconoció que los pasaportes de los
trabajadores cubanos fueron incautados y que sus sueldos impagos fueron
deducidos de la deuda que La Habana debía a la compañía”. Tomás Bilboa, del Cuba Study Group en Washington, dijo
al periódico que “estos tipos de violaciones no son fuera de lo común para el
gobierno cubano”. El abogado de los demandantes indicó al diario que después de
que se quejaron, sus familiares en Cuba perdieron empleos y acceso a la
educación y sufrieron el acoso de pandillas.
Hacer de los
profesionales médicos un producto de exportación está generando una escasez de
doctores en Cuba, que exacerba la extensa carencia en el cuidado de la salud.
Un gobierno humanitario podría volcar su atención a esta miseria nacional, pero
no hay dinero allí. En cambio, Cuba vende la mano de
obra de sus profesionales de la salud al exterior incluso en medio de
persistentes brotes de dengue y cólera en la isla.
Los doctores
cubanos no son obligados a punta de pistola a convertirse en esclavos
expatriados, pero reciben propuestas que no pueden rechazar. Como contó el
doctor cubano Antonio Guedes, quien ahora vive en el exilio en Madrid, a DW, quien
no coopere puede perder su empleo o, como mínimo, su posición, o su hijo no
tendrá cupo en la universidad. En cuanto al caso de Curaçao, el régimen
mantiene a los trabajadores de la salud bajo constante vigilancia y confisca
sus pasaportes. Algo de eso no suena voluntario.
Cuando han
tenido la oportunidad, muchos de los traficados han huido. Sólo en los últimos
dos años, casi 3.100 cubanos han aprovechado un programa de visado especial de
Estados Unidos que reconoce la explotación de profesionales médicos cubanos
enviados a terceros países. Como castigo, el
régimen les prohíbe a sus familias irse de Cuba para verlos. Obtener
certificación para practicar medicina en EE.UU. puede ser largo y arduo.
Grupos de
doctores en Brasil han presionado al gobierno brasileño para que exija a Cuba
elevar el suelo de esclavos que pagaba a algunos de los 11.000 trabajadores médicos cubanos en ese país.
Sin embargo,
la fiscal federal ¬Luciana Loureiro Oliveira dijo que hay evidencia de que La Habana aún se queda con al menos 75% del dinero asignado
por los donantes como salarios. Ella calificó esto como “francamente ilegal”
porque viola las leyes laborales brasileñas y dijo que los cubanos deberían ser
pagados directamente.
Eso sería el
fin de las buenas obras de Cuba en Brasil.
Escriba a O’Grady@wsj.com
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