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lunes, 22 de septiembre de 2014

Inglaterra se dispone a estafar a los ilusos escoceses. extraido del WSJ


Inglaterra se dispone a estafar a los ilusos escoceses.

Las promesas de Cameron a Escocia son un dilema para el Reino Unido


 

Por

Simon Nixon
lunes, 22 de septiembre de 2014 13:18 EDT

 


Bloomberg News

 

Para gran parte de Gran Bretaña, lo ocurrido en las últimas semanas ha supuesto una profunda conmoción.


 La mayoría de los británicos habían dado por sentado que Reino Unido era una isla de estabilidad en un continente atribulado. Muchos pasaron los últimos cinco años prediciendo el inminente desmembramiento de la eurozona. Pero pocos imaginaban que la unión entre Inglaterra y Escocia podría acabar antes.

 

La decisión de Escocia de permanecer en Reino Unido por un margen del 55% al 45% puede haber eliminado ese riesgo... de momento. Pero las ondas expansivas seguirán reverberando no sólo por Reino Unido, sino por toda Europa.

 

La unión se ha preservado, pero también se ha debilitado. El precio de mantenerse unidos fue el compromiso del primer ministro, David Cameron, y los líderes de los otros dos grandes partidos políticos británicos de dar sustanciales competencias nuevas a Escocia en materia de impuestos y políticas sociales.

 

Las encuestas posteriores sugieren que esta promesa a la desesperada no era necesaria. Pero ahora que ya está todo dicho, no se puede dar marcha atrás. Reino Unido debe idear un nuevo acuerdo constitucional basado en una estructura más federal.

 

Eso se dice más fácil de lo que se hace. Reino Unido no es el país idóneo para una estructura federal dado el abrumador predominio de Inglaterra, que aporta el 85% de la población.

 

¿Cómo puede decidirse qué temas son puramente ingleses?

 

Muchas decisiones en Inglaterra tendrán inevitablemente importantes efectos contagio.

 

En un sistema 100% federal, un Parlamento inglés probablemente sería un poderoso rival para el Gobierno federal. Eso no sólo desestabilizaría a la nación, sino que dejaría a Escocia, Gales e Irlanda del Norte en una posición aún más débil en relación con Inglaterra.

 

Pero incluso aunque no haya respuestas fáciles para este viejo problema, Reino Unido no puede seguir ignorando "la cuestión inglesa". Los votantes ingleses y galeses están disgustados con la oferta de competencias nuevas para Escocia: el 71% de los votantes se oponen a la promesa del Gobierno de mantener un acuerdo de financiación de hace 40 años --la llamada fórmula Barnett-- que garantiza a Escocia una porción mayor del gasto público británico per cápita, según un sondeo realizado por Survation para el diario Mail on Sunday. El 65% de los encuestados consideran que los parlamentarios escoceses no deberían poder votar en el Parlamento británico las leyes que sólo afectan a los distritos electorales ingleses.

 

La respuesta de Cameron ha sido vincular la cuestión de las nuevas competencias para Escocia a un acuerdo para excluir a los parlamentarios escoceses de las votaciones en la Cámara de los Comunes relacionadas exclusivamente con Inglaterra.

 

Desde el punto de vista de su partido conservador, fue una política inteligente, ya que bloqueaba el intento de la formación derechista Partido por la Independencia de Reino Unido de arrogarse el manto del nacionalismo inglés, al tiempo que tomaba por sorpresa al principal partido de la oposición, el Partido Laborista, que actualmente posee 41 de los 56 escaños de Escocia en el Parlamento.

 

La propuesta de Cameron podría reducir las probabilidades del laborismo de formar un Gobierno, e impedir de hecho a los escoceses ocupar ciertos puestos en la Administración. Pero su triunfo táctico conlleva riesgos a más largo plazo. Cameron asegura que Escocia no obtendrá sus nuevas competencias antes de las elecciones de mayo del próximo año y, al introducir este nuevo escollo para alcanzar un acuerdo, ha alimentado las sospechas de los escoceses de que los políticos británicos incumplirán su compromiso.

 

Si no se cumple la promesa, el resentimiento escocés aumentaría. El Partido Nacionalista Escocés ya está registrando un incremento de sus miembros y confía en poder mantener el impulso. Al mismo tiempo, la decisión de Cameron de jugar la carta nacionalista inglesa está ejerciendo una inevitable presión sobre los políticos de todo el país y todos los partidos para que declaren sus lealtades.

 

Pero sería injusto culpar a Cameron por abrir esta caja de Pandora. No ha tenido más opción, ya que combate con poderosas tendencias históricas. La historia europea está plagada de reinos que desaparecieron y movimientos de fronteras.

 

El nacionalismo escocés se ha alimentado de lo que podría llamarse el Sueño Europeo, en el que los pequeños estados soberanos pueden coexistir pacíficamente bajo el paraguas de la Unión Europea.

 

En muchos aspectos, esto se basa en una noción de soberanía europea mucho más antigua. Durante siglos, la soberanía de Escocia estuvo garantizada por el pontificado. La UE de hoy en día refleja conscientemente el antiguo Imperio Romano, una confederación amplia que dominó gran parte de la Europa occidental y central durante más de 1.000 años.

 

Este sueño europeo está alimentando a los movimientos separatistas de la UE. Pero una Europa balcanizada sería una Europa aún más débil, una en la que los Estados más grandes tendrían aún más poder, sobre todo el mayor de todos: Alemania, el único país de la UE que ha aumentado su territorio en los últimos 25 años.

 Nota del autor del blog:

 ¿Y que pasara con Irlanda, y  Gales? ¿Pedirán más autonomía y más PBI per cápita como Escocia  para no separarse?

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