Inglaterra
se dispone a estafar a los ilusos escoceses.
Las
promesas de Cameron a Escocia son un dilema para el Reino Unido
Por
Simon Nixon
lunes,
22 de septiembre de 2014 13:18
EDT
Bloomberg
News
Para gran
parte de Gran Bretaña, lo ocurrido en las últimas semanas ha supuesto una
profunda conmoción.
La
mayoría de los británicos habían dado por sentado que Reino Unido era una isla
de estabilidad en un continente atribulado. Muchos pasaron los últimos
cinco años prediciendo el inminente desmembramiento de la eurozona. Pero pocos
imaginaban que la unión entre Inglaterra y Escocia podría acabar antes.
La decisión
de Escocia de permanecer en Reino Unido por un margen del 55% al 45% puede haber eliminado ese riesgo... de momento. Pero las ondas expansivas seguirán reverberando no
sólo por Reino Unido, sino por toda Europa.
La unión se
ha preservado, pero también se ha debilitado. El precio de mantenerse unidos
fue el compromiso del primer ministro, David Cameron, y los líderes de los
otros dos grandes partidos políticos británicos de dar
sustanciales competencias nuevas a Escocia en materia de impuestos y políticas
sociales.
Las encuestas posteriores sugieren
que esta promesa a la desesperada no era necesaria. Pero ahora que ya está todo dicho,
no se puede dar marcha atrás. Reino Unido debe idear un nuevo acuerdo
constitucional basado en una estructura
más federal.
Eso se dice
más fácil de lo que se hace. Reino Unido no es el país idóneo para una
estructura federal dado el abrumador predominio de
Inglaterra, que aporta el 85% de la población.
¿Cómo puede decidirse qué temas son
puramente ingleses?
Muchas
decisiones en Inglaterra tendrán inevitablemente importantes efectos contagio.
En un sistema 100% federal, un
Parlamento inglés probablemente sería un poderoso rival para el Gobierno
federal. Eso no sólo
desestabilizaría a la nación, sino que dejaría a Escocia, Gales e Irlanda del
Norte en una posición aún más débil en relación con Inglaterra.
Pero incluso
aunque no haya respuestas fáciles para este viejo problema, Reino Unido no
puede seguir ignorando "la cuestión inglesa". Los votantes ingleses y galeses están disgustados con la oferta
de competencias nuevas para Escocia: el 71%
de los votantes se oponen a la promesa del Gobierno de mantener un acuerdo de
financiación de hace 40 años --la llamada fórmula
Barnett-- que garantiza a Escocia una porción
mayor del gasto público británico per cápita, según un sondeo realizado
por Survation para el diario Mail on Sunday. El 65% de
los encuestados consideran que los parlamentarios escoceses no deberían
poder votar en el Parlamento británico las leyes que sólo afectan a los distritos
electorales ingleses.
La respuesta
de Cameron ha sido vincular la cuestión de las nuevas competencias para Escocia
a un acuerdo para excluir a los parlamentarios escoceses de las votaciones en
la Cámara de los Comunes relacionadas
exclusivamente con Inglaterra.
Desde el
punto de vista de su partido conservador, fue una política inteligente, ya que
bloqueaba el intento de la formación derechista Partido
por la Independencia de Reino Unido de arrogarse el manto del
nacionalismo inglés, al tiempo que tomaba por sorpresa al principal partido de
la oposición, el Partido Laborista, que actualmente posee 41 de los 56 escaños de Escocia en el Parlamento.
La propuesta
de Cameron podría reducir las
probabilidades del laborismo de formar un Gobierno, e impedir de hecho a los escoceses ocupar ciertos puestos en la
Administración. Pero su triunfo táctico conlleva riesgos a más largo
plazo. Cameron asegura que Escocia no
obtendrá sus nuevas competencias antes de las elecciones de mayo del próximo
año y, al introducir este nuevo escollo para alcanzar un acuerdo, ha alimentado
las sospechas de los escoceses de que los políticos
británicos incumplirán su compromiso.
Si no se
cumple la promesa, el resentimiento escocés aumentaría. El Partido Nacionalista
Escocés ya está registrando un incremento de sus miembros y confía en poder
mantener el impulso. Al mismo tiempo, la decisión de Cameron de jugar la carta
nacionalista inglesa está ejerciendo una inevitable presión sobre los políticos
de todo el país y todos los partidos para que declaren sus lealtades.
Pero sería
injusto culpar a Cameron por abrir esta caja de Pandora. No ha tenido más
opción, ya que combate con poderosas tendencias históricas. La historia europea está plagada de reinos que desaparecieron
y movimientos de fronteras.
El
nacionalismo escocés se ha alimentado de lo que podría llamarse el Sueño
Europeo, en el que los pequeños estados soberanos pueden coexistir
pacíficamente bajo el paraguas de la Unión Europea.
En muchos
aspectos, esto se basa en una noción de soberanía europea mucho más antigua. Durante siglos, la soberanía de Escocia
estuvo garantizada por el pontificado. La UE de hoy en día refleja
conscientemente el antiguo Imperio Romano, una confederación amplia que dominó
gran parte de la Europa occidental y central durante más de 1.000 años.
Este sueño
europeo está alimentando a los movimientos separatistas de la UE. Pero una
Europa balcanizada sería una Europa aún más débil, una en la que los Estados
más grandes tendrían aún más poder, sobre todo el mayor de todos: Alemania, el
único país de la UE que ha aumentado su territorio en los últimos 25 años.
Nota del autor del blog:
¿Y que pasara con Irlanda, y Gales? ¿Pedirán más autonomía y más PBI per cápita
como Escocia para no separarse?
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