La inflación asusta a los alemanes
La demanda de los consumidores, la escasez y otros factores relacionados con la pandemia se combinan para hacer subir los precios. Pero todavía no hay razón para entrar en pánico, opina Henrik Böhme.
Si quiere saber cómo funciona la devaluación de una moneda, dele un vistazo a Venezuela. Allí, el dinero vale prácticamente nada. Hasta el jueves de esta semana, 1 euro equivalía a 4,8 millones de bolívares.
Esto puede darle una idea de lo que los venezolanos tienen que pagar actualmente por un pan. Según cálculos del Fondo Monetario Internacional, es probable que la tasa de inflación anual en el país sea de 5.500 por ciento.
En agosto, Venezuela anunció que recortaría seis ceros a su moneda golpeada por la inflación e introduciría el "bolívar digital" como medio de pago a partir del 1 de octubre, cosa que efectivamente ocurrió.
En comparación con la hiperinflación desenfrenada en Venezuela, el aumento de 4,1 por ciento mensual de los precios en Alemania parece insignificante. Pero sigue siendo el mayor en 28 años. Y eso es suficiente para llegar a los titulares en los medios del país y plantear preguntas existenciales como "¿está mi dinero aún seguro?" o "¿puedo todavía pagar mi vida actual, mi casa?"
Términos económicos casi olvidados como "inflación importada", "peligrosa espiral de precios-salarios" e incluso "estanflación" (una economía estancada con inflación simultánea) de repente se están usando mucho. Un fenómeno que se creía muerto ha vuelto.
Miedo a perder los ahorros
Es importante proporcionar contexto. El miedo de los alemanes a que su dinero pierda valor está profundamente grabado en la memoria colectiva. Incluye las amargas experiencias de hiperinflación en 1923 como resultado de la Primera Guerra Mundial, la reforma monetaria después de la Segunda Guerra Mundial en 1948 y la reunificación en 1990, que dejó especialmente a muchos alemanes del este incapaces de convertir todos sus activos en marcos alemanes.
Además, en 2002 los alemanes tuvieron que lidiar con la pérdida del querido y fuerte marco para adoptar el euro, que tuvo que ser compartido con países como Italia o Grecia, que tenían una actitud comparativamente relajada hacia la disciplina fiscal.
Las razones de la alta inflación actual son obvias. La lista es larga y tiene que ver principalmente con la pandemia del coronavirus. En primer lugar, está la tasa de inflación extremadamente baja del año pasado, el retorno a la tasa de IVA anterior, que se había reducido debido a la crisis del COVID, y un aumento inmenso en la demanda en todo el mundo para ponerse al día con las inversiones que se cancelaron debido a la pandemia.
El crecimiento mundial ha provocado que los precios del petróleo y el gas suban exponencialmente, y en Alemania el nuevo impuesto al CO2 encarece aún más los precios de la energía. Como si fuese poco, una interrupción en las cadenas globales de suministro significa que hay escasez de bienes y eso también está aumentando los precios.
Las cadenas de suministro se han complicado en todo el mundo, lo que aumenta los costos de transporte
Los precios más altos están golpeando todo el sistema
Como resultado, todo lo que Alemania tiene que importar también se está volviendo drásticamente más caro. En comparación con el año pasado, los precios del gas natural aumentaron 178 por ciento, el mineral de hierro 97 por ciento y los precios del café un tercio. Eso es lo que hay detrás de la "inflación importada". Si no quieren sufrir pérdidas, las empresas se ven obligadas a trasladar los precios más altos a sus clientes.
La inflación sigue golpeando el sistema económico y no se vislumbra un alivio, a pesar de que los guardianes monetarios del Banco Central Europeo (BCE) se esfuerzan por hablar de un "fenómeno temporal".
Sin embargo, es obvio que la transición a una economía climáticamente neutral en Alemania, por ejemplo, será ante todo un proyecto enormemente costoso que definitivamente no conducirá a ninguna flexibilización de los precios en aumento. Tampoco lo hará la reorganización de las cadenas globales de suministro, lo que muchos están pidiendo. Por el contrario, esto también llevará en última instancia a un aumento de los precios si el proveedor ya no es el más barato sino el más confiable.
Otra razón del brinco en los precios es la gran cantidad de dinero que los bancos centrales han inyectado a los mercados en los últimos años. Por supuesto, esto también ha ayudado a las economías en crisis a mantenerse a flote.
Pero ahora el BCE se enfrenta a un dilema. Si aumenta las tasas de interés, lo que tendrá que hacer en algún momento para combatir la inflación, para los países afectados por la crisis será mucho más costoso reducir su deuda. ¿O están los banqueros centrales incluso permitiendo deliberadamente que la inflación aumente para devaluar la gran deuda?
¿Qué se puede hacer?
Lo que se necesita ahora son decisiones correctas en el momento adecuado. Es trabajo de los bancos centrales encontrar precisamente este momento, incluso si inicialmente es solo a través de palabras (¿recuerda el "lo que sea necesario" del exjefe del BCE, Mario Draghi, durante la crisis de la deuda del euro?)
Pero también depende de los legisladores mantener un sentido de proporción con su llamado a un salario mínimo más alto. Eso haría subir toda la estructura salarial y pondría en movimiento una temida espiral de precios-salarios que es difícil de detener.
La situación sigue siendo complicada. Los mercados se han vuelto ahora tan adictos a la dulce droga del dinero barato que es probable que la abstinencia sea difícil. La gente, por otro lado, debe ser capaz de confiar en los banqueros centrales, porque incluso la inflación percibida puede desencadenar una inflación real.
Entonces, todavía no hay razón para entrar en pánico. Pero hay motivos para estar especialmente alerta. (rr/dzc)
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