Premio Nobel Paúl
Krugman recomienda subir los sueldos para aumentar la productividad.
Poder
y sueldos
http://economia.elpais.com/economia/2015/04/06/actualidad/1428330385_452605.html
Las subidas
de sueldos de Walmart y McDonald’s nos dan una
pequeña idea de lo que podría ocurrir a una escala inmensamente mayor
PAUL
KRUGMAN
6 ABR 2015 - 16:26 CEST
Trabajadores
de McDonald's reclaman sueldos más altos frente a un restaurante de la cadena
en Nueva York. / SETH WENIG (AP)
El
miércoles, McDonald’s —cuyos empleados llevan un tiempo protestando por sus
bajos salarios— anunció que les subiría el sueldo a los trabajadores. La subida
no supondrá mucho en sí misma: el nuevo sueldo mínimo está solo un dólar por
encima del salario mínimo nacional y, además, esta medida solamente afecta a
los restaurantes que son propiedad directa de McDonald’s, no a los muchos
establecimientos cuyos propietarios son franquiciados. Pero, al menos, es
posible que esta última declaración, como la que realizó Walmart hace un par de
meses al anunciar una subida de salarios mucho mayor, sea el presagio de un
cambio importante en las relaciones laborales estadounidenses.
A lo mejor
no es tan difícil subirles el sueldo a los trabajadores de EE UU, después de
todo.
Seguramente,
la mayoría de la gente estaría de acuerdo en que el estancamiento de los
salarios y, en términos más generales, la reducción del número de puestos de
trabajo capaces de mantener a la clase media son dos grandes problemas para
Estados Unidos. Pero la actitud general ante la disminución del empleo de
calidad es fatalista. ¿No es una cuestión de oferta y demanda?
¿No es
cierto que la competencia mundial y la tecnología que ahorra mano de obra han
imposibilitado que se paguen sueldos dignos a los empleados, a menos que estos
tengan mucha formación?
Por extraño
que resulte, sin embargo, cuanto más sabe uno sobre la economía del trabajo,
menos inclinado se siente a compartir ese fatalismo. Para empezar, la influencia de la competencia mundial
sobre el mercado laboral está sobrevalorada; sí, la manufacturación se
enfrenta a mucha más competencia que antes, pero la gran mayoría de los empleados estadounidenses trabajan en el
sector de los servicios y no les afecta el comercio internacional. Y la
prueba de que la tecnología está reduciendo los salarios está mucho menos clara
de lo que se podría deducir de todos esos comentarios sobre el "desfase
formativo".
Y aún más
importante es el hecho de que el mercado laboral no es como el mercado de la
soja o el de la panceta. Los trabajadores son personas: las relaciones entre
los empresarios y sus empleados son más complejas que una simple relación entre
oferta y demanda. Y esta complejidad hace que exista mucho más margen para
fijar los salarios de lo que generalmente se cree. De hecho, podemos subir los
sueldos considerablemente si queremos.
¿Cómo
sabemos que el mercado laboral es diferente?
Empecemos
por las consecuencias del salario mínimo. Hay muchas pruebas sobre los efectos
que tiene: cada vez que un estado sube el salario mínimo pero los estados
vecinos no lo hacen, está, de hecho, llevando a cabo un experimento controlado.
Y la inmensa mayoría de las veces, la conclusión que se extrae de esas pruebas
es que el efecto que se podría esperar —que la subida del salario mínimo
destruya empleo— es débil o inexistente. Subir el
salario mínimo mejora la calidad del empleo; no parece que lo haga más escaso.
¿Cómo es eso
posible? Al menos una parte de la respuesta radica en que los trabajadores no
son, de hecho, materias primas. A una fanega de soja no le importa cuánto
paguemos por ella; pero unos empleados con un sueldo digno tienden a trabajar
mejor - por no mencionar que es menos probable que se marchen y haya que
sustituirlos - que unos trabajadores que reciban la cantidad mínima que un
empresario pueda pagar impunemente.
En consecuencia, la subida del
salario mínimo, aunque encarece la mano de obra, tiene ventajas que tienden a
reducir los costes, lo que compensa el posible efecto negativo sobre el empleo.
Hay factores
similares que explican otro de los enigmas del mercado laboral: el hecho de que
distintas empresas que aparentemente se dedican a lo mismo, puedan pagar
sueldos muy diferentes. Se suele comparar a
Walmart (con sus salarios bajos, el escaso
entusiasmo de sus trabajadores y su elevada rotación de personal) con
Costco
(que ofrece sueldos más altos y mejores prestaciones, y compensa la
diferencia con más productividad y una mayor lealtad de los trabajadores).
Es verdad que ambos minoristas prestan servicio a mercados diferentes; los
productos de Costco son superiores y sus clientes tienen más dinero. Pero, no
obstante, la comparación indica que pagar sueldos más altos le cuesta al
empresario mucho menos de lo que se podría pensar.
Y esto, a su
vez, indica que no debería ser tan difícil subir los sueldos de forma
generalizada. Imaginen que les diésemos a los trabajadores cierta capacidad de
negociación aumentando el salario mínimo, haciendo que les resultase más fácil
organizarse y, lo que es fundamental, aspirando al pleno empleo en vez de
buscar razones para estrangular la recuperación a pesar de la baja tasa de
inflación.
Teniendo en
cuenta lo que ahora sabemos sobre el mercado laboral, los resultados podrían
ser sorprendentemente notables; porque quizás un pequeño empujón sea todo lo
que necesiten muchas empresas estadounidenses para alejarse de esa estrategia
de sueldos bajos que se ha impuesto en nuestra sociedad desde hace ya muchos
años.
Hay
precedentes históricos de este tipo de subida salarial. La sociedad de clase media que ahora vemos reducirse y perderse en
la distancia no surgió de manera espontánea; nació en
gran medida gracias a la "gran compresión" salarial que se produjo
durante la Segunda Guerra Mundial y cuyos efectos se prolongaron durante
más de una generación.
¿Podríamos
repetir ese logro? Las subidas de sueldos de Walmart y McDonald’s —que se ha
materializado gracias a un mercado laboral más tenso y a la presión de los
activistas— nos dan una pequeña idea de lo que podría ocurrir a una escala
inmensamente mayor. No hay excusas para el fatalismo salarial. Si queremos,
podemos subirles el sueldo a los trabajadores estadounidenses.
Paul
Krugman es profesor de
Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel
de Economía de 2008.
© The New York Times Company, 2015.
Traducción
de News Clips
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