El
negocio del momento es comprar acciones de Rusia cuyo PER esta en 6,7 : las sanciones comerciales contra
Rusia esta reindustrializando el país con una población educada y calificada e incluso se desentiende de Arabia Saudita de disminuir la producción de petróleo para subir los precios.
Nota del autor del blog: la emisión monetaria de Europa se podría ir a Rusia
Rusia
olvida las sanciones del petróleo
http://www.eleconomista.es/firmas/noticias/6627625/04/15/Rusia-olvida-las-sanciones-del-petroleo.html
MATTHEW
LYNN 8:07 –
14/04/2015
El rublo es
la moneda que mejor ha rendido en los últimos meses
MATTHEW
LYNN
Director
ejecutivo de Strategy Economics
Una ronda de
sanciones punitivas diseñadas para tullir la economía. El hundimiento del
precio de su gran materia prima. Una moneda en caída libre y un banco central
que sube los tipos hasta niveles de urgencia mientras un gobierno corrupto y
autoritario se embarca en aventuras extranjeras con un coste potencialmente
inmenso. Durante todo 2014, la economía rusa ha sido la
más tóxica del mundo, con una calamidad detrás de otra.
Y
de repente ocurrió lo que nadie esperaba.
En el primer trimestre de este año, a
Rusia le va mejor de lo que todos pronosticaban.
La semana pasada supimos que la economía logró crecer un 0,4% el último trimestre,
frente al crecimiento cero o la recesión pura y dura que la mayoría auguraba.
El
rublo es la moneda de mejor rendimiento de los últimos tres meses.
Hasta el
índice bursátil de Moscú se recupera.
Las
sanciones y la caída del precio del petróleo tal vez sean lo mejor que le podía
haber pasado a Rusia desde la invención del doble acristalamiento, porque el problema de un
país rico en recursos y con una población cualificada y creativa ha sido la
sobredependencia de la energía y una cleptocracia cerrada que
distribuye la riqueza que genera. No ha conseguido
crear su propia economía industrial. Ahora que las sanciones impiden las
importaciones y la riqueza del petróleo se seca, podría verse obligado a
hacerlo y, paradójicamente, eso podría conducir a una recuperación más fuerte.
Un
mal año
2014 ha sido
el peor año para la economía rusa desde la crisis del rublo de los noventa. La
temeraria anexión de Crimea por Vladimir Putin y sus aventuras en Ucrania han
conllevado una ronda de sanciones firmes de Europa
occidental y Estados Unidos. La red de empresas alrededor del presidente
ha sido el objetivo especial y las sanciones han complicado mucho que las
empresas rusas aplacen sus deudas.
Una
caída del 50% en el precio del petróleo, del que Rusia depende para gran parte de sus
exportaciones e ingresos fiscales, ha causado una estampida de la moneda. El
pasado diciembre, el banco central subió los tipos de interés hasta el 17%.
En la primera quincena de diciembre, el índice RTS perdió el 30% de su valor.
Y aun así,
las sanciones económicas son quizá el arma de política exterior menos efectiva
jamás creada. Se impusieron durante años a países como Sudáfrica,
Irak, Irán y Corea del Norte y no cambiaron prácticamente nada para sus
gobernantes. Cuando hubo cambios en esos países fue mucho tiempo después del
inicio de las sanciones y por otros motivos. Están pensadas principalmente para
que los líderes políticos parezcan duros sin hacer nada. Así ha pasado en
muchos otros países y así está pasando también en Rusia.
Los
pronósticos del colapso han resultado estar lejos de la realidad.
Putin
sigue al poder y en posesión de Crimea.
Tampoco hay
muchos signos de nada más que daños a corto plazo.
Un
índice de crecimiento trimestral del 0,4% no es fantástico pero es mejor que el
de Francia y casi igual que el de Alemania o Japón.
Ninguno de
esos países se enfrenta a un hundimiento inminente. Es cierto que los
pronósticos apuntan a que el PIB baje este año (el FMI sugiere que se contraerá
más del 3%) pero podrían equivocarse también. De lo que no hay duda es que la economía no está desolada.
Lo interesante es que pudiera salir
fortalecida. Quizá
suene raro, pero el principal problema de la economía rusa en la pasada década
ha sido la sobredependencia de los ingresos del petróleo y una
cleptocracia dirigida por el estado que ha ahogado la aparición de
una economía nacional productiva.
El contraste
con Polonia, otro gran país ex comunista que
heredó montones de industrias pesadas inútiles y nada competitivas, es
chocante. Mientras Polonia, que apenas
tiene un poco de carbón como recurso natural, se ha transformado gradualmente
en una economía cada vez más vibrante y moderna, Rusia
se ha quedado atrapada en el túnel del tiempo.
Por
supuesto, hay muchas explicaciones. Sufrió bajo el comunismo mucho más tiempo y
no es miembro de la Unión Europea (aunque los beneficios de serlo están
sobrevalorados puesto que la mayoría de los países tienen acceso estos días a
los mercados globales). Aun así, el gran país podría padecer lo que los
analistas llevan años llamando "la maldición del petróleo". La
materia negra genera mucho dinero fácil y llena las arcas del estado de
efectivo, y hace posible que un régimen corrupto y
autoritario se atrinchere en el poder. Así ha ocurrido en países como Arabia Saudí, el Irak de Saddam Hussein y la Venezuela de
Hugo Chávez. La Rusia de Putin no iba a ser distinta.
Sin
petróleo, Rusia tendrá que desarrollar su propia industria y, con las
importaciones reducidas por las sanciones, los emprendedores podrán ocupar ese
espacio.
El Estado perderá poder porque tendrá menos
ingresos del petróleo y lo mismo pasará con los oligarcas. Rusia tendrá la oportunidad de reemplazar gradualmente el
capitalismo nepotista con otro competitivo.
A
medio plazo, solo podrá ser para mejor.
Por
supuesto, que pueda suceder no significa que vaya a hacerlo. Hay que remontarse
más de un siglo atrás para ver a Rusia como una economía emergente en
funcionamiento. Tal vez nunca lo fue. Pero sería erróneo descartarlo.
Tengamos
en cuenta que es uno de los mercados emergentes más cualificados, con mucha
infraestructura fiable, bajos impuestos y deudas, y una mano de obra barata y
formada.
Si
Varsovia y Praga han
podido elevarse a los estándares de vida de Europa occidental en menos de dos
décadas, no hay ningún motivo por el que Moscú o San Petersburgo no puedan
hacerlo.
Pensemos que
es uno de los mercados más baratos del mundo. El índice
moscovita se comercia a un PER de 6,7, más bajo incluso que el griego.
Para una economía solvente y creciendo al 0,04%, es todo un chollo.
Las
sanciones y la caída del petróleo estaban pensadas para torpedear a Rusia, pero
podrían acabar haciéndole un favor.
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