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miércoles, 29 de abril de 2015

Shinzo Abe pide disculpas a EEUU por haber practicado el canibalismo con los prisioneros norteamericanos capturados y utilizados como ganado humano al final de la II guerra mundial. // por Guillermo Altares, encontrado en el diario español El País y en Euronews.

Shinzo Abe pide disculpas a EEUU por haber practicado el canibalismo con los prisioneros norteamericanos capturados  y utilizados como ganado humano al final de la II guerra mundial.

Nota del autor del blog: se nota que eran más ingeniosos que el Estado Islámico.




Los prisioneros eran ganado humano.

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/12/actualidad/1347478479_303840.html



El Ejército japonés practicó el canibalismo como “una estrategia militar organizada” al final de la II Guerra Mundial, concluye Antony Beevor en su último libro
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GUILLERMO ALTARES

Madrid

13 SEP 2012 - 01:33 CET238

 




Prisioneros estadounidenses de los militares japoneses durante la II Guerra Mundial, en mayo de 1942. / GETTY IMAGES


La II Guerra Mundial todavía esconde secretos. Durante la investigación de su nuevo libro, una historia global del conflicto que publicará la semana que viene en España la editorial Pasado y Presente, el prestigioso historiador Antony Beevor se topó con una desagradable sorpresa. El Ejército estadounidense y el australiano prefirieron no divulgar una atrocidad japonesa al final del conflicto: el canibalismo y el uso de prisioneros de guerra como “ganado humano”, que eran mantenidos con vida solo para ser asesinados de uno en uno con el objetivo de ser devorados. Esta salvajada formó parte, según los datos recogidos por el escritor británico, de “una estrategia militar sistemática y organizada”.

“Las autoridades aliadas, comprensiblemente, por temor al horror que esto podría causar en las familias de aquellos que murieron en campos de prisioneros, decidieron ocultar los hechos totalmente”, explica por correo electrónico Beevor, que se encuentra promocionando en Australia su libro, publicado en junio en inglés. “Por ese motivo, el canibalismo no formó parte de los delitos juzgados en el Tribunal de Crímenes de Guerra de Tokio de 1946”.

Como sucedió con el resto de sus libros anteriores, la búsqueda de nuevas fuentes y documentos produce sus frutos. Hasta ahora, este historiador británico, que encontró un filón en los archivos soviéticos que comenzaron a abrirse tras la perestroika, había hecho minuciosas descripciones de las batallas de Stalingrado, Berlín, Creta y el desembarco de Normandía (todos ellos publicados en España por Crítica, todos ellos best sellers).

 En La II Guerra Mundial, un volumen de más de 1.200 páginas, traza un relato global del conflicto, que no empieza con la invasión de Polonia, sino un mes antes y en el otro lado del mundo, en agosto de 1939, en el río Khalkin-Gol. Aquella batalla en la que el Ejército Rojo derrotó a los japoneses en Manchuria demostró que Zukhov era uno de los grandes generales soviéticos y significó una gran lección para Tokio, que abandonó su intención de abrir un segundo frente en Siberia. Si Stalin hubiese tenido que proteger su retaguardia en Extremo Oriente, el conflicto hubiese sido muy diferente.

La II Guerra Mundial es una fuente infinita de historias y horrores y Beevor rescata muchas en este volumen, desde cómo los nacionalistas chinos sobornaron a las tríadas de Hong Kong para evitar matanzas de extranjeros hasta la guerra bacteriológica en Italia.

Tras el desembarco aliado, los nazis inundaron grandes extensiones de terreno en Pontino, introdujeron el mosquito anofeles y confiscaron la quinina. Unas 55.000 personas contrajeron la malaria al año siguiente.

En su historia sobre el final de la guerra en Asia, Némesis. La derrota de Japón 1944-1945, Max Hastings explica que los relatos de las atrocidades que sufrieron muchos prisioneros a manos de los japoneses fueron censurados para evitar que se produjese una espiral de venganzas.

De los 132.134 prisioneros de Japón, murieron 35.756, un 27%. Tanto Hastings como Beevor describen todo tipo de crueldades contra prisioneros de guerra aliados, desde vivisecciones sin anestesia hasta palizas mortales o ejecuciones a bayonetazos, además de trabajos forzados. Sin embargo, el canibalismo organizado va más allá de lo imaginable.

“No fueron casos aislados: existió un patrón similar en todas las guarniciones de China y el Pacífico que se quedaron sin suministros por la Marina estadounidense”, explica Beevor, que visitará España a finales de mes y que estará en el Hay Festival de Segovia. No existen datos sobre el número de prisioneros que pudieron sufrir esa suerte, aunque sí que la mayoría de los casos ocurrieron al final del conflicto, en Nueva Guinea y Borneo. Las víctimas fueron locales y soldados papuenses, australianos, estadounidenses y prisioneros indios, que se negaron a combatir con los japoneses. “Los informes lo dejan muy claro: ‘No fueron incidentes aislados perpetrados por individuos o pequeños grupos en condiciones extremas”, explica Beevor, de 66 años, militar reconvertido en historiador.

La revelación del canibalismo en el Pacífico se suma al redescubrimiento de las violaciones masivas por parte del Ejército soviético en su avance por Alemania, que describió en Berlín. La caída, 1945. Existían muchos testimonios, incluso una de las obras fundamentales sobre la II Guerra Mundial, Una mujer en Berlín (Anagrama, 2005), lo relataba con una pavorosa mezcla de horror y resignación. Este libro, anónimo, había sido publicado en inglés en 1954. Pero esa atrocidad no entró a formar parte del acervo de conocimiento popular sobre el conflicto hasta que el ensayo se convirtió en un éxito de ventas.

Un profesor de la Universidad de Melbourne, Toshiyuki Tanaka, había descubierto en los años noventa documentos que describían casos de canibalismo, pero, según su versión, se trataba de una orgía de muerte de tropas fuera de control, algo similar a lo que ocurrió en circunstancias extremas en el sitio de Leningrado, donde 600.000 personas murieron de hambre o a manos de prisioneros rusos que no recibían ningún tipo de alimentos. Los documentos que ha encontrado Beevor describen algo muy diferente, una nueva vuelta de tuerca en el horror infinito de la II Guerra Mundial.

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Shinzo Abe presenta su pésame por las víctimas de la II Guerra Mundial delante del Congreso de Estados Unidos sin decir una palabra sobre las esclavas sexuales.


http://es.euronews.com/2015/04/29/shinzo-abe-presenta-su-pesame-por-las-victimas-de-la-ii-guerra-mundial-delante/

29/04 19:21 CET

 


Shinzo Abe no se sale del guión marcado por sus predecesores. Pese a que su presencia en el Congreso estadounidense marca un hito, sus excusas oficiales por el pasado militar de su país en vísperas del 70 aniversario de la derrota de Japón en la II Guerra Mundial han sido tachadas de “insuficientes” por algunos congresistas.

En inglés, ha expresado su más profundo respeto y su eterno pesar “por las almas de todos los estadounidenses que perdieron la vida durante la II Guerra Mundial.”

Su discurso ha durado 46 minutos.

Desde las filas demócratas se ha criticado el que no haya pronunciado ni una palabra sobre la dominación colonial ejercida sobre sus vecinos asiáticos y la explotación sexual a la que fueron sometidas 200.000 mujeres por parte del Ejército japonés.

Antes de ser ovacionado por los congresistas, Shinzo Abe ha rendido homenaje a las víctimas estadounidenses de la II Guerra Mundial.


El líder japonés ha venido a Washington para ultimar el acuerdo de libre comercio que incluye a otros diez países asiáticos y que excluye a China.

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