Yarmuk,
la puerta de los yihadistas hacia Damasco
Nota del autor del blog: del mapa diría que ya entraron en Damasco.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/04/07/actualidad/1428427184_620021.html
La guerra
entre régimen e integristas amenaza con destruir el barrio palestino
NATALIA
SANCHA
Beirut
7
ABR 2015 –
Un hombre
inspecciona un edificio destruido de Yarmuk. / YOUSSEF KARWASHAN (AFP)
Hace ya
tiempo que Yarmuk dejó de ser un campo de refugiados para convertirse en un
barrio más de la periferia de Damasco, la capital siria. Hace tan sólo cinco años, el bullicio de los comercios y de los 160.000 refugiados palestinos que lo habitaban
saturaba diariamente las calles principales del campo.
El bajo coste
de los alquileres atrajo a muchos sirios
trabajadores que durante el día realizaban el trayecto de los ocho
kilómetros que les separan del centro de Damasco. Hoy, en la entrada del campo,
la reciente embestida de los grupos yihadistas Frente
Al Nusra y Estado Islámico, en una batalla
abierta con milicianos palestinos y el Ejército regular sirio, ha
convertido lo que fueron inmuebles de cinco plantas en una montaña de
escombros.
A diferencia
del Líbano o de Jordania, los palestinos
disfrutan en Siria de los mismos derechos y obligaciones que los ciudadanos
sirios. El acceso a la educación o a la
salud pública hacían de Yarmuk una miniciudad, donde las nuevas
generaciones seguían mirando hacia Jerusalén y clamando su derecho al retorno,
pero viviendo una vida plenamente integrada junto a los sirios.
Incluso los varones palestinos son llamados a realizar
el servicio militar regular. Esa vida como ciudadanos de pleno derecho es
lo que empujó a cerca de medio millón de palestinos de
Siria a mantenerse neutrales
durante el conflicto.
Pero la
estratégica situación geográfica de Yarmuk ha acabado por precipitar al campo y
condenarlo a las dinámicas del conflicto. El campo corta la autopista que
circunvala Damasco. Transcurrido el primer año de guerra, cuando los rebeldes
se hacían fuertes a las puertas de la capital y amenazaban con llegar al
corazón del régimen, esta autopista sirvió de cortafuegos.
El
16 de diciembre,
ignorando todos los acuerdos previos con las diferentes facciones palestinas, centenares de rebeldes islamistas
entraban en masa por el empobrecido barrio de Hajar el Asuad, al sur de Yarmuk
y feudo rebelde conservador. La aviación siria respondía bombardeando el
campo.
Al igual que
otros frentes entre tropas regulares sirias y rebeldes, este quedaba estancado
con esporádicos intercambios de tiros y ataques de francotiradores. Pero las
condiciones de vida dentro se deterioraban. “Ya no queda arroz, ni lentejas.
Comemos hierbas hervidas, y hasta la carne de los gatos”, relataba a este
diario Baraa, una habitante de Yarmuk en enero de 2014.
El lunes
pasado, el cerco se cerraba de nuevo sobre los 18.000
civiles que permanecen en Yarmuk. Unos 200 lograban huir por la plaza de
la Batija y a través de los controles de combatientes palestinos y del Ejército
sirio. Al Nusra traicionaba a sus hasta entonces
aliados combatientes palestinos que permanecen en el campo, al abrir el camino a los hombres del Estado Islámico.
Los dos millares de milicianos palestinos
estimados se ven aprisionados entre las tropas sirias apostadas en la entrada
norte de Yarmuk, y el empuje de los yihadistas por el
sur. “Ya no les queda munición apenas, y el campo está cerrado a cal y
canto”, afirma Salah, del Frente Popular para la Liberación de Palestina, en
una conversación telefónica.
Según los
voluntarios, el Ejército sirio permanece apostado en la
entrada norte del campo, con tanques y tropas en los edificios más altos
que rodean Yarmuk.
El régimen sirio no permitirá un avance yihadista a tan sólo
ocho kilómetros a las puertas de su Palacio presidencial, y del corazón
de la capital leal al régimen. Por este motivo, la
comunidad palestina teme una destrucción total del campo a manos de la aviación
siria. Aquellos que simpatizan con los rebeldes y los opositores al
régimen sirio no entienden cómo los yihadistas arriesgan una condena de la
comunidad suní internacional al atacar a los “hermanos
palestinos” en Siria. “Si los yihadistas avanzan, Yarmuk se
convertirá en un nuevo Naher al Bared”, repiten descorazonados un grupo
de jóvenes palestinos en un café de Beirut. Hacen alusión al campo de
refugiados palestinos de Naher al Bared, en el norte
del Líbano, destruido por completo tras tres meses de combates en 2007
entre facciones yihadistas y el Ejército libanés.
Las
viviendas de 30.000 personas fueron reducidas a escombros. Siete años más tarde, tan sólo un
tercio del campo ha sido reconstruido.
La sombra de
Naher al Bared planea sobre muchos palestinos de Yarmuk que temen ser
refugiados por segunda vez, esta vez de un conflicto ajeno, y perder todas las
ventajas que les dio ese campo convertido en un barrio más de las afueras de la
capital siria.
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