Siria, cansada de la guerra, se verá aún más afectada por la tasa arancelaria del 41% de Trump, la más alta del mundo. EEUU ordena a Siria que se subordine a Israel, por eso los altos aranceles y además que también pone altos aranceles a los países que comercializan con Siria, por eso Qatar pide permiso a EEUU
- La administración Trump ha impuesto a Siria la tasa arancelaria más alta de cualquier país del mundo: 41%.
- Apenas unos meses antes, el presidente Trump había anunciado el levantamiento de todas las sanciones estadounidenses contra el país devastado por la guerra.
- Los aranceles podrían ser una forma de presionar a Damasco para que normalice las relaciones con Israel, que ha estado atacando y ocupando partes de Siria, sugirió un analista.
En mayo, hablando ante una multitud entusiasmada en el Ritz-Carlton Riyadh, el presidente estadounidense Donald Trump sorprendió a los oyentes al anunciar que ordenaría el levantamiento total de las sanciones estadounidenses contra Siria, muchas de las cuales habían estado vigentes durante décadas.
“Ahora es su momento de brillar... Buena suerte, Siria”, dijo Trump.
Menos de tres meses después, la administración Trump impuso a Siria la tasa arancelaria más alta de cualquier país del mundo: 41%.
Siria mantiene un comercio muy limitado con Estados Unidos debido a las sanciones impuestas desde hace tiempo, pero sí existe cierto comercio entre ambos países. En 2023, Siria exportó bienes por valor de 11,3 millones de dólares a Estados Unidos, según el Observatorio para la Complejidad Económica, e importó productos estadounidenses por valor de 1,29 millones de dólares, lo que técnicamente genera un déficit comercial para Estados Unidos con el empobrecido país de Oriente Medio.
Trump afirma que los gravámenes que impone su administración —basados en un cálculo ampliamente criticado aplicado a cada país en abril con cifras de déficit comercial— buscan abordar los desequilibrios comerciales. No ha comentado específicamente sobre el caso de Siria.
Pero, mientras enfrenta el espectro de reconstruir su estado devastado después de 13 años de guerra bajo un nuevo gobierno con un control muy inestable del poder, el país necesita toda la ayuda que pueda obtener, dicen los analistas regionales, no más castigo.
“Después de años de una devastadora guerra civil, el país necesita urgentemente una importante inversión extranjera directa para iniciar el largo y difícil proceso de reconstrucción y desarrollo”, dijo a CNBC Giorgio Cafiero, director ejecutivo de la consultora de riesgos Gulf State Analytics.
“Si bien el reciente levantamiento de muchas sanciones de Estados Unidos, el Reino Unido y la UE fue un avance positivo para las ambiciones económicas de Damasco, la imposición de elevados aranceles por parte de Washington ahora amenaza con restringir cualquier potencial de comercio significativo con Estados Unidos”.
Un estado colapsado
Siria había sido designada como estado patrocinador del terrorismo por el gobierno de Estados Unidos desde 1979. Se impusieron sanciones estadounidenses al país en 2004 y nuevamente en 2011, después de que el régimen del entonces presidente Bashar Assad lanzó una brutal represión contra los levantamientos antigubernamentales.
En los aproximadamente 14 años transcurridos desde entonces, el país ha sido devastado por una guerra civil, violencia sectaria y brutales ataques terroristas, con el Estado Islámico tomando control de partes del país en 2014 y una posterior campaña de bombardeos liderada por Occidente para erradicar al grupo extremista.
El derrocamiento del régimen de Asad durante una ofensiva de choque de milicias antiasad en diciembre de 2024 conmocionó a la comunidad internacional y abrió la posibilidad de un nuevo comienzo para el devastado país. El nuevo presidente de Siria, Ahmed al-Sharaa —exmiembro de Al Qaeda que se describe a sí mismo como reformado—, lidera actualmente el gobierno de transición del país.
Siria sigue sometida a innumerables sanciones internacionales, pero las impuestas por Estados Unidos son las más severas, ya que se aplican también a terceros, disuadiendo a otros países y grupos de realizar transacciones con el país.
Más recientemente, desde el levantamiento oficial de las sanciones por parte de Trump en junio, Siria ha recibido delegaciones de varios países, incluyendo Estados Unidos y los países ricos del Golfo, que han prometido apoyo e inversión para la reconstrucción. Al mismo tiempo, se ha visto azotada por brotes de violencia sectaria en diferentes partes del país y oleadas de bombardeos israelíes.
Según organizaciones de ayuda humanitaria, más de dos tercios de la red eléctrica siria no funciona , y ciudades importantes como Alepo y Damasco sufren apagones durante más de 20 horas al día. En muchas zonas rurales y asoladas por el conflicto, no hay electricidad.
“Esta no es una economía en apuros, sino una economía que, durante los últimos meses, parece estar casi constantemente al borde del colapso, a menos que se tomen medidas muy activas para apuntalarla y darle la oportunidad de recuperarse”, dijo HA Hellyer, investigador principal del Royal United Services Institute en Londres.
“Por eso, cualquier paso que se desvíe de eso, creo, es muy peligroso”.
Qatar anunció recientemente un proyecto mediante el cual su fondo de desarrollo comprará gas y lo proporcionará a Siria —transportado a través de Azerbaiyán y Turquía— para apoyar a más de 5 millones de personas, con la expectativa de mejorar el suministro diario de energía hasta en un 40%.
Fahad Al-Sulaiti, director general del Fondo de Qatar para el Desarrollo, describió cómo Damasco necesitará apoyarse fuertemente en la ayuda de Qatar, Arabia Saudita y las Naciones Unidas, particularmente ahora que los aranceles dañarán la posibilidad de desarrollar lazos comerciales beneficiosos con los EE. UU. También dijo que Qatar estaba en estrecho contacto con el gobierno de Estados Unidos para permitir el apoyo a Siria.
“Trabajamos en estrecha colaboración con nuestros socios en Estados Unidos. Por eso, desde el primer día... trabajamos en estrecha colaboración con el Departamento del Tesoro... estamos trabajando con ellos para crear un buen sistema económico”, declaró Al-Sulaiti a la CNBC.
¿Una ‘correa’ para el nuevo gobierno de Siria?
Los observadores económicos señalan que el arancel del 41% tendrá poco impacto real en la devastada economía de Siria, ya que el comercio bilateral entre los dos países es insignificante.
“Pero el simbolismo detrás de esta decisión tiene un peso mucho mayor del que sugieren las cifras comerciales”, dijo Cafiero.
El hecho de que Siria haya sido señalada con los aranceles más altos, incluso después de la flexibilización de la mayoría de las sanciones, envía un mensaje claro y calculado de la administración Trump: Washington está dispuesto a relajar su control económico sobre una Siria posterior al cambio de régimen, pero solo bajo las condiciones definidas por la Casa Blanca.
Una interpretación, sugirió Cafiero, es que los aranceles podrían ser una forma de presionar a Damasco para que normalice las relaciones con Israel, que ha estado atacando y ocupando partes de Siria.
“En este sentido”, dijo, “la política económica se asemeja a una especie de ‘correa’, diseñada para ajustarse en respuesta al comportamiento político del gobierno de al-Sharaa y a los acontecimientos más generales sobre el terreno”.
Los analistas de seguridad advierten que la inestabilidad en algunas partes del país podría llevarlo nuevamente a una guerra abierta y a una crisis humanitaria mucho mayor si no recibe el apoyo (económico, humanitario y diplomático) que necesita.
El enviado de Estados Unidos a Siria, Tom Barrack, ha expresado su pleno apoyo y el de Washington a Siria y al gobierno de Al Sharaa, y recientemente anunció iniciativas de inversión respaldadas por Estados Unidos y Qatar en el país.
No está claro si apoya la imposición de aranceles al país por parte de su administración; el Departamento de Estado y la Casa Blanca no respondieron a las solicitudes de comentarios de CNBC.
En última instancia, los aranceles en sí mismos pueden tener consecuencias económicas inmediatas limitadas, pero «no debe subestimarse su impacto psicológico y diplomático», advirtió Cafiero. «En mi opinión, reflejan la intención de Washington de mantener su influencia sobre el futuro de Siria».
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