Un
nuevo método radical de aprendizaje podría desatar una generación de genios. Parte
2
http://www.wired.com/business/2013/11/aprendizaje-independiente/2/
BY POR JOSHUA DAVIS, TRADUCCIÓN POR DANIELA
HERNÁNDEZ11.11.133:00 PM
Los alumnos
de Brooklyn Free School dirigen su propio
aprendizaje. No hay calificaciones ni tareas formales. Brian Finke
Los
psicólogos evolucionarios han empezado a explorar este tipo de teorías.
Peter
Gray, un investigador en Boston College quien estudia la forma natural de los niños de aprender,
dice que la maquinaria cognitiva humana es fundamentalmente incompatible con la
educación tradicional.
Gray señala que los niños pequeños, motivados
por la curiosidad y un carácter juguetón, aprenden solos una cantidad tremenda
sobre el mundo.
Y sin
embargo, cuando llegan a la edad de ir a la escuela, les quitamos esa motivación
innata de aprender con un programa impuesto. “Le estamos enseñando al niño que
sus preguntas no importan, que lo que importa son las materias del programa.
Eso no es como la selección natural nos diseñó para aprender. Nos diseñó a
resolver problemas y descifrar cosas que son parte de nuestras vidas.”
Algunos
sistemas escolares han empezado a adaptar esta nueva filosofía—con resultados
enormes.
En los 1990s, Finlandia redujo el programa de matemáticas
para las escuelas primarias de 25 a cuatro páginas, cortó el día escolar por
una hora, y se enfocó en el aprendizaje activo e independiente.
Para el
2003, los alumnos finlandeses habían ascendido al primer lugar en clasificación internacional entre países desarrollados
después de haber estado casi en últimos lugares.
Nicholas
Negroponte, co-fundador del Media Lab en el Instituto Tecnológico de
Massachusetts, está
llevando este método más lejos con su proyecto, “Una computadora portátil por
niño.”
El año
pasado la organización llevó 40 tabletas a niños en dos aldeas remotas en Etiopía.
El equipo de
Negroponte no les explicó como funcionaban los dispositivos ni como abrir las
cajas.
Sin embargo,
los niños aprendieron rápido como escuchar la canción del alfabeto y
aprendieron como escribir cartas. También descubrieron como usar la cámara.
Esto fue impresionante porque la organización la había desactivado. “Hackearon
Android,” Negroponte dice.
Un día
Juárez Correa fue hacia su pizarra y escribió “1 = 1.00.” Normalmente, en este
momento, hubiera empezado a explicar el concepto de fracciones y decimales. En
vez de eso, escribió “1/2 = ?” y “1/4 = ?”
“Piensen
sobre eso por un segundo,” dijo, y salió del salón.
Mientras los
niños murmuraban, Juárez Corea fue a la cafetería de la escuela, donde los
niños podían comprar desayuno y almuerzo barato. Pidió prestado como 10 pesos
en monedas – el equivalente de 75 centavos de dólar – y regresó a su salón,
donde distribuyó un peso en monedas en cada mesa. Se dió cuenta que Paloma ya
había escrito .50 y .25 en un papel.
“Un peso es
un peso,” dijo. “¿Cuanto es una mitad?”
JUÁREZ
CORREA SINTIÓ ESCALOFRÍOS. JAMÁS SE HABÍA ENCONTRADO CON UN ESTUDIANTE CON
TANTA CAPACIDAD NATURAL.
Al comenzar,
algunos niños dividieron las monedas en partes obviamente desiguales. Esto echó
a andar un debate entre los alumnos sobre lo que significaba el concepto de una
mitad. Su entrenamiento como maestro le decía a Juárez Correa que tenía que
intervenir. Pero se acordó del trabajo de Mitra y se resistió. Observó a Alma
Delia Juárez Flores explicarle a sus compañeros que mitad quería decir
porciones iguales. Contó 50 centavos. “Entonces la respuesta es .50,” dijo la
niña. Los otros niños cabecearon que sí. Tenía sentido lo que había dicho.
Para Juárez Correa, todo esto fue simultáneamente
emocionante y un poco aterrador.
En
Finlandia, los maestros tenían años de entrenamiento para aprender como
orquestar este tipo de aprendizaje. El lo estaba improvisando todo.
Empezó a
experimentar con diferentes formas de hacer preguntas sin respuestas fijas,
acerca de temas desde el volumen de los cubos hasta como multiplicar
fracciones. “El volumen de un prisma con base cuadrada es el área de la base por la
altura. El volumen de una pirámide con base cuadrada es esa fórmula dividida
por tres,” les dijo una mañana. “¿Por que creen que sea así?”
Caminó por
el salón, callado. Le fascinó observar a los niños llegar a la respuesta.
Estaban trabajando en equipos y tenían modelos con varias formas para
experimentar. El equipo liderado por Usiel Lemos
Aquino, un niño bajito con una expresión siempre esperanzada, dió con la
idea de dibujar diferentes formas – prismas y pirámides. Al acomodar sus
dibujos uno arriba del otro, su grupo empezó a adivinar la respuesta. Juárez
Correa dejó que los niños platicaran cuanto quisieran. El salón se convirtió en
un ambiente ruidoso y un poco caótico—exactamente sin la disciplina típica que
los maestros según tenían que imponer. Pero en menos de 20 minutos, los alumnos
ya tenían la respuesta.
“Tres pirámides caben
en un prisma,”
Usiel observó, hablando por el resto de su grupo. “Entonces el volumen de una
pirámide tiene que ser el volumen de un prisma dividido por tres.”
Juárez
Correa se quedó impresionado. Pero estaba todavía aún más intrigado por Paloma.
Durante estos experimentos, se había dado cuenta que ella casi siempre sacaba
la respuesta inmediatamente. A veces les explicaba a sus compañeros, otras se
quedaba callada. Nadie le había dicho que ella tenía un talento tan especial.
Pero aún cuando le hacía preguntas muy difíciles a la clase, ella anotaba las
respuestas rápidamente. Para ver que tanto podía, retó a sus alumnos con un
problema que estaba él seguro la sorprendería. Juárez Correa les contó la
historia de Carl Friedrich Gauss, el famoso
matemático alemán quien nació en 1777.
Cuando Gauss
era apenas un estudiante, uno de sus maestros le dijo a su clase que sumaran
todos los números entre 1 y 100. Debería haber tomado una hora, pero Gauss
terminó casi instantáneamente.
“¿Alguien
sabe como hizo esto?” Juárez Correa preguntó.
Algunos de
sus alumnos empezaron a sumar los números solo para darse cuenta que les
tomaría bastante tiempo terminar. Paloma, con su grupo, escribió algunas
secuencias de números cuidadosamente y las analizó por un momento. Después alzó
la mano.
“La respuesta
es 5,050,” dijo. “Hay 50 pares de 101.”
Juárez
Correa sintió escalofríos. Jamás se había encontrado con un estudiante con
tanta capacidad natural. Se agachó junto a ella y le preguntó por qué nunca
había expresado mucho interés en las matemáticas antes ya que obviamente tenía
mucha facilidad.
“Porque
nadie lo había hecho tan interesante,” dijo Paloma.
NUESTRO
SISTEMA DE EDUACIÓN TIENE RAÍCES EN LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. VALORA LA
PUNTUALIDAD, LA REGULARIDAD, LA ATENCIÓN, Y EL SILENCIO SOBRE TODO.
El papá de
Paloma se puso mas enfermo.
Siguió
trabajando, pero tenía fiebres y le dolía mucho la cabeza.
Finalmente,
lo internaron en el hospital, donde su condición empeoró.
El 27 de
febrero del 2012, falleció de cáncer de pulmón. Durante la última visita de
Paloma antes de él morir, ella se sentó junto a él y le agarró la mano. “Eres
muy lista,” su papá le dijo. “Estudia y hazme muy orgulloso.”
Paloma faltó
a la escuela cuatro días por el funeral.
Sus amigos
podían ver que estaba deshecha, pero ella enterró su dolor. Quería cumplir el
último deseo de su padre. Y el nuevo estilo de Juárez Correa de retar a sus
alumnos con problemas de matemáticas se convirtió en un refugio perfecto.
Mientras Juárez Correa cedía más control de su salón, Paloma se hizo más y más
responsable sobre su propia educación. El les enseñó a sus alumnos sobre la
democracia, dejándolos que eligieran líderes que decidieran como manejar el
salón y sobre cuestiones de disciplina. Los niños eligieron cinco
representantes, incluyendo a Paloma y a Usiel. Cuando dos niños se empezaron a
dar empujones, los representantes los regañaron, y esto no volvió a pasar otra
vez.
Juárez
Correa se pasaba las noches viendo videos sobre la educación.
Leía
polémicas por el dibujante mexicano Eduardo del Rio (conocido
como Rius), quien decía que los niños deberían tener la libertad de
explorar lo que quisieran.
También se
quedó impresionado con Mitra, quien hablaba de dejar que los niños “naveguen
sin rumbo alrededor de las ideas.” Juárez Correa empezó a tener debates
regularmente en su clase, sin darle vuelta a los temas controversiales.
Les preguntó
a los niños si creían que la homosexualidad y el aborto deberían de ser
permitidos.
Les dijo que
propusieran que debería hacer el gobierno mexicano sobre la inmigración a
Estados Unidos.
Después de
hacerles una pregunta, los dejaba que conversaran entre si mismos.
Una
pieza crítica de la teoría de Mitra es el acceso al internet, pero eso no era nada fácil para los
alumnos de Juárez Correa.
El estado
pagaba por un profesor de tecnología quien iba al salón una vez por semana,
pero no tenía mucha tecnología que enseñar. Solo les mostraba una tanda de
cartelones con teclados, joysticks, y disquetes. Les mostraba los cartelones y
les decía cosas como, “Esto es un teclado. Se usa para escribir a máquina.”
Juárez
Correa se convirtió en un conducto al internet lento. Cuando los niños querían
saber por qué solo se podía ver solo un lado de la luna, por ejemplo, se iba a
casa, se metía a Google y les traía la respuesta al otro día. Cuando le
preguntaban sobre eclipses y el equinoccio, les decía que lo averiguaría y que
se reportaría con ellos con la información.
El trabajo
de Sugata Mitra sobre el aprendizaje
independiente inspiró a Juárez Correa.
Mark Pinder
Juárez
Correa también les trajo a los niños algo más del internet: la fábula de un
burro atrapado al fondo de un pozo. Porque ladrones se habían metido a la
escuela y abierto la conexión eléctrica del proyector (seguramente para vender
su cobre), no les pudo enseñar el video. Solo se los describió.
Un día, el
burro se cayó al pozo, empezó a contarles Juárez Correa. No se lastimó, pero no
podía salirse. Su dueño decidió que el animal viejo ya no valía la pena, y como
el pozo estaba seco, los enterraría a ambos. Empezó a llenar el pozo con
tierra. El burro chilló, pero el hombre continuó. Eventualmente, el burro se
calló. El hombre pensó que el animal se había muerto, y se sorprendió, cuando
después de haber tirado bastante tierra adentro del pozo, el animal brincó para
afuera. Se había sacudido cada pala de tierra y trepó sobre el montón de tierra
hasta que pudo salir.
Juárez
Correa se quedó mirando a sus alumnos. “Somos como ese burro,” les dijo. “Todo lo
que nos avientan es una oportunidad de salir del pozo en el que estamos.”
Cuando la
prueba nacional se llevó acabo en junio de 2012, Juárez Correa la vió como solo
otro montón de tierra tirado hacia los niños.
Era un paso
atrás a como había sido la escuela para ellos antes: mecánica y aburrida.
Para
prevenir que hicieran trampa, un coordinador de la Secretaría de Educación
Pública supervisó el examen y se encargó de recoger las respuestas al final.
El ambiente
era como de un ejercicio militar, pero mientras los niños atacaban las
preguntas, se dieron cuenta de que todo era muy fácil, como si les estuvieran
pidiendo hacer algo muy básico.
Ricardo
Zavala Hernández, el
director asistente de la escuela José Urbina López, toma una taza de café casi
todas las mañanas mientras navega el internet en el edificio administrativo,
una estructura de cemento donde están las únicas dos computadoras de la escuela
que sirven.
Un día en
septiembre del 2012, se metió a la página de La Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares
(ENLACE), y vió que los resultados del examen de junio ya estaban
listos.
Zavala
Hernández dejó su café.
La mayoría
de las clases habían mejorado un poco, pero el grupo de Paloma era otra
historia.
El año pasado, 45 por ciento habían reprobado
en matemáticas y el 31 por ciento español.
Esta vez, solo 7 por ciento reprobaron matemáticas
y 3.5 español. Ninguno había sacado
Excelente antes, y ahora 63 por ciento de ellos
lo habían logrado.
Las
calificaciones de español eran muy altas. Igualmente las más bajas eran más
altas que el promedio nacional. Y después vió los resultados de matemáticas. La
calificación más alta en la clase de Juárez Correa era 921.
Zavala Hernández después vió la calificación más alta del estado: era 921.
Cuando vió lo que seguía, se le pararon los pelos del brazo. La calificación
más alta en todo el país era 921.
Imprimió la
página y caminó rápidamente al salón de Juárez Correa. Los alumnos se
levantaron cuando el entró.
“Mira esto,”
Zavala Hernández le dijo a Juárez Correa al darle los resultados.
Juárez
Correa examinó los resultados y después alzó la mirada. “¿Es de verdad esto?” le
preguntó.
“Lo acabo de
imprimir de la página de ENLACE,” le dijo el director. “Es de verdad.”
Juárez
Correa se dió cuenta que los alumnos se le quedaron viendo, pero quería estar
seguro que había entendido bien los resultados. Lo leyó otra vez, cabeceó, y se
voltio hacia los niños.
“Tenemos los
resultados de la prueba de ENLACE,” les dijo. “Es solo un examen, y no es uno
muy bueno.”
Algunos de
sus alumnos se empezaron a sentir tristes. Seguramente les había ido muy mal.
“Pero tenemos un alumno
en esta clase que saca el primer lugar en México,” les dijo, sonriendo.
Paloma sacó
la calificación más alta en todo el país, pero los otros alumnos no se quedaron
muy atrás. Diez sacaron calificaciones en matemáticas que los pusieron en el
porcentaje 99.99 de todo México. Tres lograron
lo mismo en español.
Los resultados desataron la atención
del gobierno y de la prensa en México, casi toda enfocada en Paloma.
La llevaron
a la Ciudad de México para que apareciera en un programa de televisión popular
y recibió varios regalos, incluyendo una computadora portátil y una bicicleta.
Casi nadie
reconoció lo que hizo Juárez Correa por sus alumnos aunque casi la mitad había
obtenido resultados de un nivel muy alto y aún los más bajos mejoraron
bastante.
A sus otros
alumnos los festejaron sus amigos y familias.
Los padres
de Carlos Rodríguez Lamas, quien obtuvo una calificación en el porcentaje 99.99
en matemáticas, le compraron tres tacos de bistec.
Ésta fue su
primera vez en un restaurante.
Keila
Francisco Rodríguez recibió 10 pesos de sus padres.
Se compró
una bolsa de Cheetos.
Los niños
estaban muy entusiasmados.
Hablaban de
ser doctores, maestros y políticos.
Juárez
Correa tenía sentimientos encontrados sobre el examen.
Sus alumnos
habían tenido mucho éxito porque él había usado un nuevo método de educación,
uno que está acoplado al modo en que los niños aprenden.
Este es un
modelo que le pone énfasis al trabajo en grupos, competencia, creatividad y un
ambiente en cual los estudiantes están al frente.
Era irónico
que los niños se hubieran distinguido por una prueba convencional. “Estos
exámenes son como límites para los maestros,” dice Juárez Correa. “Prueban lo
que sabes, no lo que puedes hacer, y estoy más interesado en lo que mis alumnos
pueden hacer.”
Como Juárez
Correa, muchos innovadores en el sector de educación están teniendo éxito fuera
de la corriente.
Por ejemplo,
11 escuelas secundarias del “Internationals Network” en Nueva York reportan
que tienen un tasa de graduación más alta que el promedio de la ciudad entre
demográficas equivalentes.
Logran ésto
enfocándose en colaboración y aprendizaje liderado por los mismos estudiantes.
En la coalición de escuelas “Big
Picture Learning”—56 escuelas a través de Estados Unidos y 64 otros
países—los maestros sirven como consejeros que sugieren temas de interés.
Los
estudiantes también trabajan con mentores de la comunidad y de negocios,
quienes los ayudan a adquirir prácticas.
Mientras la
tasa de graduación a tiempo en los Estados Unidos se queda estancada al 75 por ciento, “Big Picture” gradúa a más del 90 por ciento de sus estudiantes.
Pero estos
ejemplos de solo miles de alumnos son una excepción. El sistema de educación en
total educa a millones y no reconoce o acepta innovaciones exitosas
rápidamente.
Es un
sistema construido casi hace dos siglos para satisfacer las necesidades de la
era industrial.
Ahora que
nuestra sociedad y nuestra economía han evolucionado, nuestras escuelas también
se tienen que reinventar.
Por ahora,
podemos ver trozos del futuro en lugares como el salón de Juárez Correa.
También
podemos ver que el cambio no será fácil.
Aunque la
clase de Juárez Correa logró resultados impresionantes, no ha cambiado mucho.
Francisco
Sánchez Salazar, el jefe del Centro Regional Educativo de Matamoros, hasta fue
despectivo. “El método de enseñanza hace poca diferencia,” dice. Tampoco cree
que el éxito de los estudiantes justifique más apoyo. “La inteligencia nace de
la necesidad,” dice. “Salen adelante sin tener recursos.”
Más que
nunca, Juárez Correa se sintió como el animal de la historia. Pero después se
acordó de Paloma. Ella había perdido a su padre y estaba creciendo al lado de
un basurero. En circunstancias normales, su futuro sería limitado. Pero como el
burro, ella se estaba sacudiendo la tierra; ya había empezado a trepar hacia
arriba.
Nota del autor del blog: me da la impresión
que la niña es un genio. Pero el método del profesor si es fuera de serie , es
creo la educación del futuro , pero el niño debe ser responsable y no usar la
CPU solo para jugar DOTA em ... me llego del correo de social- democratas de Peru del sr PABZ gracias.
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