Hungría
reescribe la ocupación nazi
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/10/actualidad/1392033115_510844.html
El 70º
aniversario del Holocausto se convierte en una polémica sobre el papel de los
colaboracionistas. La principal organización judía boicotea los actos
SILVIA BLANCO Madrid 10 FEB 2014 - 18:35 CET14
Una mujer
llora ante el muro de víctimas del museo del Holocausto de Budapest en enero. /
FERENC ISZA (REUTERS)
A
Viktor Orbán se le está
torciendo por minutos el plan para conmemorar del 70º aniversario del
Holocausto. Su Gobierno lleva meses publicitando los actos que organizará a lo
largo de este año, que además pueden servir para neutralizar las reiteradas
acusaciones de no hacer lo suficiente para atajar el auge del antisemitismo.
Lejos de
eso, el ejercicio de memoria se ha convertido –y 2014 acaba de arrancar— en una
tensa bronca sobre la responsabilidad de
Hungría en el asesinato de medio millón de sus ciudadanos en 1944.
El conflicto
empezó a finales de enero con una estatua. O más bien, con un proyecto de
estatua que el Gobierno populista de derechas pretende colocar en la capital
para recordar “a las víctimas de la ocupación nazi”, según lo definió Orbán. En
el boceto, un águila con las alas
extendidas se lanza sobre el arcángel San Gabriel.
En el
reparto de papeles, el brutal Tercer
Reich ataca a una inocente Hungría.
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Heroes_Square_Budapest_2010_01.jpg
esta figura es de la Wikipedia y según lo que leo el arcángel sera reemplazado por un águila (la Alemania nazi) atacando al arcángel (Hungria.)
Historiadores
y representantes de la comunidad judía húngara ven en el monumento un afán de
reescribir la historia.
De
contar el cuento de una Hungría que no tenía nada que ver con los nazis, y que
tras la ocupación no pudo hacer nada por evitar la deportación a Auschwitz de medio millón de húngaros.
El Gobierno
de Orbán se expone al absurdo de recordar a las víctimas de la Shoah sin el apoyo de la principal organización judía
del país, la federación Mazsihisz, que decidió
el domingo boicotear el programa de eventos a menos que el Ejecutivo deseche,
entre otras cosas, la idea de erigir la estatua. Está previsto que el propio
primer ministro dé una respuesta esta semana.
Antes ya
había habido protestas muy sonoras, como la de Randolph
L. Braham, una eminencia en el estudio del Holocausto húngaro.
El profesor emérito de la Universidad de Nueva
York mostró su indignación por la “campaña de limpieza de la historia llevada
a cabo en los últimos años” para “absolver a Hungría por el papel activo que
desempeñó” en el Holocausto.
Sus padres y
muchos miembros de su familia fueron asesinados por los nazis. Como
superviviente e historiador, devolvió hace dos semanas una alta distinción del
Estado húngaro y pidió que retiraran su nombre de la biblioteca del Centro en
recuerdo del Holocausto de Budapest. Dice en una carta abierta que el monumento
es la gota que ha colmado el vaso, “un
cobarde intento de distraer la atención de la implicación del régimen de
[Miklós] Horthy [el regente entre 1920 y 1944] en la destrucción de los judíos (...)”, y
recuerda que la ocupación alemana “no solo no tuvo oposición, sino que fue
generalmente aplaudida”.
Este gesto
ha debido de doler en el Gobierno de Orbán, al que hace dos años otro
reconocido superviviente del Holocausto, el escritor y nobel de la Paz Elie Wiesel, devolvió otra condecoración por similares
razones. Solo un día más tarde, y durante la jornada internacional en memoria
del genocidio, el presidente húngaro, János Áder,
había reconocido la responsabilidad de su país en las deportaciones. Fue un
discurso claro e inusitado, igual que el del embajador húngaro ante la ONU, que
dijo: “Debemos una disculpa a las víctimas porque el Estado húngaro fue
culpable en el Holocausto”.
Esta
aparente contradicción —querer hacer un monumento criticado por exculpar el
papel de Hungría en el Holocausto y al mismo tiempo pedir perdón por el papel
del Estado en la matanza— no es extraña en el Gobierno
y su partido Fidesz, que controla
dos tercios del Parlamento.
Por eso Orbán habla de "tolerancia
cero" con el auge del antisemitismo siempre que tiene ocasión, pero no
condena el enaltecimiento de Horthy —aliado de Hitler, promulgó leyes
antisemitas y es el responsable último de las deportaciones— o nombra
director de un instituto histórico, Veritas, a
un profesor que en enero calificó de “acción policial contra extranjeros”
la deportación de Kamenets-Podolskii, cuando
miles de judíos fueron enviados, ya en 1941, a Ucrania
y luego fueron asesinados. Días después, Sándor Szakály se disculpó por sus
palabras y sigue en su puesto.
A dos meses de las elecciones legislativas,
el debate puede ser un guiño más de Fidesz —que encabeza los sondeos— a los
votantes de la extrema derecha de Jobbik, la tercera fuerza política, racista y
antisemita.
Pero es un
fenómeno más amplio. “En Hungría hay en marcha una revisión de la
historia por parte de Fidesz desde hace tiempo”, explica el historiador
Julián Casanova, que conoce bien el país ya que,
durante seis meses al año, da clase en la Central
European University de Budapest. Además, no solo se trata de estatuas o
símbolos aislados: “Es una operación
cultural que se extiende también a los libros de texto y en los medios de
comunicación afines”, indica Casanova.
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