El
fascismo se come a Europa parte VIII Suiza da un portazo a la Unión Europea extraído
del diario español El País.
Suiza
da un portazo a la Unión Europea
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/09/actualidad/1391942183_207520.html
Los
ciudadanos votan acabar con la libre circulación por una ajustada mayoría del 50,3%
La medida
abre una crisis política con Bruselas.
LUCÍA ABELLÁN
Bruselas 9 FEB 2014 - 23:16 CET1282
Un hombre
pasa junto a un cartel electoral en Zúrich donde se lee: "Alto a la inmigración
masiva". / MICHAEL BUHOLZER (AFP)
Suiza ha abierto una brecha en la estrecha relación que hasta ahora mantenía
con la Unión Europea.
Los
ciudadanos de este país han aprobado este domingo en referéndum un ataque
frontal a sus socios comunitarios.
Por una estrecha mayoría del 50,3%, los suizos decidieron imponer cuotas de entrada
a los vecinos europeos y acabar así con la libre circulación de personas que
rige entre ambos territorios desde 2002. Bruselas se apresuró a lamentar la
decisión y a avisar de que estudiará su impacto sobre la relación bilateral.
El texto
refrendado en las urnas ofrece poco margen a la interpretación. Impulsada en
solitario por la Unión Democrática de Centro, partido
de extrema derecha, la iniciativa insta a reintroducir un sistema de
cupos que permita además limitar el acceso a los beneficios sociales y el
derecho a la reagrupación familiar de los europeos. Consciente de que esa
exigencia vulnera los acuerdos que vinculan a Suiza con la UE, el texto obliga
a renegociarlos en el plazo de tres años.
“El Consejo federal [el
equivalente al Gobierno central en Suiza] trabajará para aplicar estas
decisiones sin dilación”, garantizó la responsable de Justicia, Simonetta Sommaruga, que no obstante advirtió de las “consecuencias
de largo alcance” que implica el resultado. El máximo órgano de
gobierno de la confederación helvética se había opuesto a la iniciativa con un
estudiado argumentario que ha quedado sepultado por las urnas.
El
referéndum es un ejemplo claro de la irracionalidad
que se ha apoderado del debate migratorio
en todo el continente. La economía suiza experimentó un gran auge a raíz de
la entrada en vigor de la libre circulación —entre otras cosas porque también
llevaba asociado el acceso de los productos suizos al mercado único europeo—,
el paro se ha mantenido en un modestísimo 3%, los salarios han crecido un 0,6% anual y el control de las condiciones laborales es mayor que nunca.
Pero el
malestar de la población ante problemas solo lejanamente ligados a la
inmigración (el
23% de los habitantes en Suiza) y el recelo al extranjero que
resuena en Europa se han impuesto a las cifras. “Es una votación ligada a las
emociones. Todos los estudios demuestran que la libre circulación ha
beneficiado a Suiza y en cuanto a los salarios, precisamente se han reducido
las desigualdades porque han subido más los sueldos medios y bajos”,
razona Yves Flückiger, vicerrector de la Universidad de Ginebra y experto en la
materia.
“Con el sistema de
cuotas tendremos dificultades para encontrar la mano de obra que necesitamos en
un país con mucha innovación y que necesita trabajadores muy cualificados”, admite Cristina
Gaggini, directora de la patronal Économiesuisse
para la parte francófona del país. Gaggini teme el periodo de incertidumbre que
se abrirá y advierte de que la limitación de europeos “no es la solución para los
problemas que manifiestan los suizos”.
Pocas veces
coinciden en un mismo diagnóstico voces tan opuestas. Mischa
Von Arb, portavoz del sindicato Unia, alerta de que la protección de los
trabajadores empeorará con el fin de la libre movilidad. Porque esta vino
aparejada de un sistema de control de las condiciones laborales que prevé
fuertes multas cuando se viola la legislación. Von Arb subraya, además, el
error de diagnóstico de la ciudadanía: “Antes, la inmigración en Suiza consistía
más en ciudadanos de España, de Italia o la ex Yugoslavia que trabajaban en
sectores menos cualificados, con salarios bajos. Pero ahora son en buena medida
alemanes de clase media. Y los que trabajan en sectores menos cualificados
hacen el trabajo que los suizos no quieren hacer”, alega.
Paradójicamente,
ni siquiera los impulsores de la iniciativa discuten las cifras. Fabienne Despot, presidenta del partido UDC en el
cantón de Vaud, uno de los 26 que componen el país, concede que las empresas
necesitan mano de obra extranjera, pero animan a buscar “primero entre los suizos y
luego, entre los extranjeros que ya hay” antes de reclutar a otros. Esa
es otra de las novedades que impone la iniciativa aprobada en las urnas. “Hay
una concentración demográfica muy fuerte en Suiza. Se podrían construir
edificios más altos o hacer habitables terrenos agrícolas, pero mucha gente se
opone. Además, la red de transportes está muy presionada y eso se debe al
efecto migratorio”, abunda Despot. Unos argumentos que resultan
demasiado débiles ante la magnitud del terremoto que puede provocar la decisión
suiza.
Porque
anular la libre circulación implica hacer lo mismo con los otros seis acuerdos que vinculan a ambos territorios desde
2002. Entre ellos, la desaparición de barreras
comerciales, la integración de las políticas de transportes y el acceso
que tiene Suiza (a cambio de una contribución al presupuesto comunitario) a los
programas de investigación de la UE.
Bruselas
ya había dado
indicaciones para que cualquier nueva decisión sobre la participación suiza en
esos programas se condicionase al referéndum, aseguran fuentes comunitarias.
La razón por
la que la suspensión de un acuerdo implica la caída del resto obedece a la
llamada cláusula guillotina, que Bruselas introdujo ante el temor de que los
suizos, que ya anteriormente habían convocado referendos antiinmigración,
plantearan algo similar. Ese supuesto se ha dado y probablemente los perjuicios
que pueda provocarle a Suiza la desaparición de todo ese marco normativo sobrepasen
de lejos los beneficios de regular la entrada de europeos.
El voto de ayer genera, además, una
desconfianza política en Bruselas cuyos efectos son difíciles de calibrar. Uno de los
elementos que podrían verse afectados es la pertenencia de Suiza al espacio Schengen de libre circulación. Aunque legalmente es
posible volver al sistema de cuotas de trabajadores y mantener las fronteras
abiertas, en la práctica resulta complejo de gestionar.
Bruselas “examinará
las implicaciones que tiene esta iniciativa en el conjunto de la relación entre
la UE y Suiza”, anunció la Comisión Europea
en un comunicado. El Ejecutivo comunitario deja entrever su malestar al avisar
de que la decisión del Gobierno, dispuesto a aplicar la iniciativa votada, “será
tenida en cuenta”.
Consciente
del sentir de la población, el Gobierno suizo ya se
había enfrentado a Bruselas al imponer cuotas para los permisos de
trabajo de larga duración a los europeos (primero a los
del Este, en 2012, y luego a todos en 2013). Pero esa posibilidad se
agotaba ya en mayo de este año para volver de nuevo a la libre circulación
(excepto para rumanos y búlgaros,
limitados hasta 2019). A la luz de lo votado esta noche, esa movilidad sin
trabas será transitoria.
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