Alemania
se prepara para castigar a Suiza. Extraído del diario español El País.
Nota del autor del blog: La Unión Europea
es una creación de Alemania y en menor medida de Francia, todo ello se empieza a
derrumbar con el referendo en Suiza. Se supone que el castigo debe ser severo
para que no cunda el mal ejemplo y debe ser antes de las elecciones del
parlamento europeo. Un buen comienzo podría ser fiscalizar el dinero del paraíso
fiscal de los bancos suizos a la fuerza. Podrían acusarlos de ser los banqueros
de los nazis, de los narcotraficantes , de los dictadores de África, etc.
La
relación de la UE y Suiza se fractura
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/10/actualidad/1392063261_739157.html
LUCÍA ABELLÁN Bruselas 10
FEB 2014 - 23:37 CET611
La Unión Europea ha tomado como una
afrenta la decisión
del pueblo suizo de poner coto a la inmigración comunitaria. Diplomáticos y
funcionarios europeos revisan a toda prisa las consecuencias de una decisión
que quiebra el estrecho vínculo mantenido hasta ahora entre ambos territorios.
Acabar con la libre circulación de personas implica también la pérdida de otros
derechos, entre ellos la privilegiada relación comercial que existe con Suiza.
"No podemos aceptar esas restricciones en los movimientos sin que tengan
impacto en el resto de acuerdos que tenemos firmados", aseguró
ayer la portavoz de la Comisión Europea. Uno de cada tres francos de riqueza suiza
proviene de sus intercambios con la UE.
Fuente: Oficina Federal de
Estadística de Suiza. / EL PAÍS
La
confederación helvética es el Estado con el que la UE guarda una relación más
estrecha, con 120 acuerdos bilaterales.
Participa en las becas Erasmus, en los
programas de investigación, en el espacio Schengen de libre circulación y en la
información estadística de Eurostat.
Todo eso
puede ahora verse afectado por la crisis política que ha abierto el referéndum
celebrado el domingo contra la llamada inmigración de masas. Un ajustadísimo
50,3% de la población aprobó introducir cuotas a la entrada de europeos y
renegociar los acuerdos bilaterales entre ambos bloques.
Con ese
escenario en mente, los Estados miembros evidenciaron ayer su malestar contra
la iniciativa popular suiza. Uno de los más rotundos fue el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier:
"Si
Suiza se aprovecha de los beneficios, también tiene que aceptar los aspectos
negativos [de su relación con la UE]". La comunidad de
trabajadores extranjeros más numerosa en Suiza está compuesta por alemanes, que
se sienten concernidos por la decisión.
También el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, lo
consideró "un voto preocupante y paradójico porque implica el repliegue de
un país que realiza el 60% de su comercio exterior con la Unión Europea".
Los
ministros de Exteriores, reunidos en Bruselas, realizaron ayer un primer
análisis de este giro suizo a su política migratoria. Pese a las palabras de
rechazo vertidas, en última instancia el referéndum del país vecino enfrenta a
Europa con sus propias contradicciones.
Porque la
iniciativa sometida a referéndum es similar a las propuestas informales que ha
lanzado Reino Unido para imponer cuotas a los
propios ciudadanos comunitarios y se nutre de la creciente ola xenófoba y euroescéptica que recorre el continente.
Prueba de
ello fue la reacción de Marine Le Pen, líder del
ultraderechista francés Frente Nacional, que
saludó "la lucidez del pueblo suizo para luchar contra la inmigración
masiva", y aventuró que si los franceses fueran consultados sobre
la cuestión, "votarían masivamente a favor".
Nigel Farage, del populista británico UKIP,
lo consideró "una maravillosa
noticia" y el holandés de extrema derecha
Geert Wilders concluyó: "Eso que pueden hacer los suizos lo
podemos hacer también nosotros".
La realidad,
sin embargo, es mucho más compleja. Todos los estudios demuestran que la libre
circulación ha beneficiado enormemente a Suiza, un Estado de ocho millones de
habitantes —el 23% de ellos, extranjeros— cuya
economía estaba ralentizada en los noventa y comenzó a crecer con fuerza con la
desaparición de fronteras para los europeos en 2002.
Las empresas
del país necesitan mano de obra del exterior —en gran medida cualificada— para
atender sus necesidades de innovación.
Más de la mitad de los extranjeros en
Suiza tienen un título universitario.
Con este
trasfondo, a Bruselas le cuesta creer que los ciudadanos de ese país hayan
optado por renunciar a toda la relación bilateral. "No creo que en el debate
que ha habido en Suiza se hayan expuesto bien todas las consecuencias que
implica esa decisión", subraya un alto cargo europeo.
La
ultraderecha europea ha celebrado la victoria del sí
De momento,
Bruselas va a esperar a ver cómo el Gobierno suizo interpreta el voto del
pueblo, que tendrá que trasladar a una ley.
Pero la Comisión es consciente de que lo aprobado
(introducir cuotas, posibilidad de limitar las prestaciones sociales y
renegociar en tres años los acuerdos bilaterales contrarios a esta idea) ofrece
poco margen de maniobra. El Ejecutivo federal suizo tiene la intención de
empezar a aplicar ya el mandato del referéndum, aunque probablemente todo el
proceso legal consuma varios años.
No se
demorará tanto el impacto político de este nuevo escenario. Para empezar, la
Comisión congelará los contactos para que Suiza participe en el gran programa
de investigación europeo Horizonte 2020 y en las becas Erasmus de los próximos
años si Suiza paraliza un proceso que hasta ahora parecía puro trámite. Se
trata del acceso de Croacia, miembro comunitario desde el pasado julio, a la
libre circulación de personas. Es muy probable que las autoridades suizas
decidan frenarlo a la vista de que contraviene claramente lo aprobado este
domingo.
Alrededor de un millón de europeos
trabajan en territorio helvético
Los
representantes de los Estados miembros debían dar este mismo miércoles el visto
bueno para negociar un nuevo marco institucional que estrecha lazos entre Berna
y Bruselas. Todo está ahora en entredicho, ante el más que probable repliegue
suizo.
Las autoridades europeas mostraban
ayer más estupefacción que enfado ante el movimiento de sus vecinos.
Los diplomáticos —y la mayor parte de las
fuerzas políticas y económicas en Suiza— confiaron hasta última hora en que la
ciudadanía rechazaría algo que le perjudica económicamente. Alrededor de un
millón de europeos trabajan en territorio helvético y otros 230.000 cruzan la
frontera diariamente para trabajar en un país donde la tasa de paro no excede
del 3%.
Además,
otros 430.000 suizos viven en alguno de los 28 países de la UE. Todos estos ciudadanos quedan
ahora "en un limbo", según el citado alto cargo
comunitario, aunque otras fuentes aseguran que las novedades no se aplicarán de
manera retroactiva.
Una de las
mayores inquietudes para la UE consiste en aclarar cómo gestionar el espacio Schengen de libre circulación con la nueva
situación que impone Suiza. Aunque esa apertura de fronteras no está
directamente ligada a los cupos a extranjeros, fuentes comunitarias avanzan que
la UE denunciará los acuerdos en el momento en que Suiza empiece a realizar
controles fronterizos, algo contrario a las reglas del espacio Schengen.
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