Weidel, una radical euroescéptica sin posibilidades de entrar al Gobierno por el momento
Clara Palma
Berlín, 19 feb (EFE).- Alice Weidel, una economista euroescéptica y ultraliberal de 45 años, es la primera candidata formal a la Cancillería que presenta la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) desde su fundación en 2013, en unos comicios en los que se anticipa que quede en un segundo puesto con aproximadamente uno de cada cinco votos, por detrás de los democristianos.
Colíder de AfD desde 2022 junto con Tino Chrupalla, a primera vista Weidel, con su doctorado, su carrera internacional y una mujer como pareja, aparenta ser la cara más liberal y presentable en sociedad de un partido clasificado en parte como extremista por las autoridades alemanas, algunas de cuyas facciones coquetean abiertamente con el neonazismo.
Sin embargo, la candidata a la Cancillería -que no tiene posibilidades de entrar al Gobierno mientras se mantenga el «cordón sanitario» extendido por el resto de partidos-, no se queda a la zaga en cuanto a radicalismo.
En un correo electrónico filtrado de 2013, Weidel se refirió al Gobierno de la entonces canciller Angela Merkel como «cerdos» y «marionetas de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial», que intentan sofocar al pueblo alemán a través de la importación de extranjeros, una narrativa frecuente de los extremistas de derechas en Alemania.
En público, ha llamado a cerrar las fronteras ante la «turba de migrantes importados que merodean, soban, pegan y apuñalan», ha apoyado durante la pandemia al movimiento de protesta contra las restricciones -en parte, de signo negacionista-, y ha criticado el «culto a la culpa» alemán en alusión a los crímenes del Tercer Reich.
En política exterior, promete poner fin a la ayuda militar y económica a Ucrania, mientras que ha negado la existencia del cambio climático.
Euroescéptica y ultraliberal, Weidel (1979, Gütersloh) estudió Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Bayreuth y trabajó como analista de Goldman Sachs, para después trasladarse a China y doctorarse con una tesis sobre el futuro del sistema de pensiones en ese país.
Posteriormente trabajó para la gestora de inversiones Allianz Global Investors y de forma autónoma como asesora.
Weidel ingresó en la AfD en 2013, el año en el que el partido surgió centrado en el euroescepticismo que había provocado en algunos círculos alemanes el rescate de Grecia durante la crisis del euro y fue elegida diputada en 2017, cuando empezó a codirigir el grupo parlamentario de la formación.
Fue elegida copresidenta de la AfD en 2022 junto con Chrupalla y refrendada de nuevo en verano de 2024 con un 79,88 % de los votos de los delegados.
Pese a la intranquilidad que han causado este tipo de declaraciones en los mercados, el año pasado Weidel reiteró su llamamiento a salir de la Unión Europea -el llamado ‘Déxit’- como Plan B, si no es posible reformarla a gusto de la AfD.
En este sentido, el programa de la AfD para las elecciones llama a reemplazar la UE por una «unión de naciones europeas», una especie de comunidad de intereses económicos y políticos, y a salir del euro con la vuelta al marco alemán.
Además, es partidaria de impulsar la economía germana con desregularizaciones, bajadas de impuestos y energía barata, esta última sobre la base de una reactivación de las centrales nucleares y de las importaciones de gas ruso.
Su modelo político, afirma, es la ex primera ministra británica Margaret Thatcher.
Como hipotética canciller, Weidel ha dicho que viajaría a Washington y a Moscú para aproximar el fin de la guerra de Ucrania, ya que Kiev ha renunciado a tomar una decisión en este sentido, y critica una escalada bélica que según ella pone en peligro a Alemania.
No ve contradicción con su vida privada
La pareja de Weidel desde hace 15 años es Sarah Bossard, una suiza con raíces esrilanquesas, con la que tiene dos hijos.
«Yo no veo el color de la piel» dijo recientemente, preguntada por la contradicción entre su propia vida y los valores «tradicionales» y en ocasiones abiertamente racistas de una buena parte de su partido, que se opuso en 2017 a la introducción del matrimonio homosexual en Alemania.
Cuando salió del armario públicamente en un acto público, en 2017, afirmó que no era parte de AfD «a pesar de su homosexualidad, sino precisamente por ella», ya que el partido es el único que habla del peligro que suponen los musulmanes para los homosexuales.
En otras ocasiones ha cargado contra el Estado por «inmiscuirse» en la vida personal de la gente con su supuesto ideario LGTBQ y ha pedido que la «dejen en paz» con «las cosas de género». EFE
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