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jueves, 27 de febrero de 2025

Trump recibe a Starmer cerrando la puerta de la OTAN a Ucrania, pero comprometiéndose a "recuperar todo el territorio" invadido "que sea posible"

 GEOPOLÍTICA

Trump recibe a Starmer cerrando la puerta de la OTAN a Ucrania, pero comprometiéndose a "recuperar todo el territorio" invadido "que sea posible"

Baja el tono con Zelenski, que irá a la Casa Blanca el viernes, diciendo que no puede creer que lo llama dictador y destacando que tienen "una magnífica relación" y "ha sido muy valiente"

Keir Starmer entrega una invitación del rey Carlos III a Donald Trump, este jueves, en Washington.
Keir Starmer entrega una invitación del rey Carlos III a Donald Trump, este jueves, en Washington.AP
Actualizado 

El lunes, Emmanuel Macron visitó la Casa Blanca. Este jueves lo ha hecho Keir Starmer. Francia y Reino Unido, dos de las principales potencias europeas, la dos únicas potencias nucleares, las dos naciones que se han comprometido a enviar tropas a Ucrania para garantizar que si hay un acuerdo de paz con Rusia esta vez sea de verdad, "justo y permanente". El presidente Donald Trump los ha recibido a ambos, ha mostrado sintonía, sobre todo con el británico, y optimismo. Y aunque Trump es Trump, incontrolable, imprevisible, movido por impulsos más que por razones, inclinado a la exageración y a historias que no tienen mucho que ver con la realidad, y su posición sobre Ucrania y Rusia tiene muy poco que ver con la de los socios europeos, esta semana al menos se ha notado un pequeño cambio de tono.

Sobre la guerra la paz y los líderes. De Volodimir Zelenski, al que ha criticado e insultado reiteradamente, sólo buenas palabras. "Vamos a tener una muy buena reunión mañana por la mañana. Nos vamos a llevar muy bien. Tengo mucho respeto por él. Le hemos dado mucho equipamiento y mucho dinero, pero han luchado con mucha valentía, no importa cómo lo mires. Han luchado de verdad. Alguien tiene que usar ese equipamiento, y han sido muy valientes", ha elogiado.

Este jueves, Trump ha insistido en que la puerta de la OTAN está cerrada para Ucrania, porque no ve posible que Rusia lo acepte en ningún caso, pero también porque él mismo cree que una de las causas de la anexión de Crimea o la invasión total de 2022 es el miedo ruso a la Alianza Atlántica. Pero a cambio, en las últimas 24 horas ha insistido en algo que hasta entonces no parecía preocuparle mucho: "Vamos a hacer todo lo que podamos para que Ucrania recupere tanto territorio ocupado como sea posible".

Hasta en dos ocasiones lo ha repetido en una comparecencia ante las cámaras. Importante por el mensaje y el momento, ya que justo hoy jueves, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha reiterado que Rusia no está dispuesta a renunciar a las cuatro provincias ocupadas -Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia-, independientemente de dónde esté ahora la línea del frente. "Los territorios que se han convertido en parte de Rusia, que están contemplados en nuestra Constitución, son parte íntegra de Rusia. Este hecho no está abierto a discusión", ha avisado.

Starmer, igual que Macron, ha optado por elogiar al presidente y jugar en sus términos. Aplaudiéndole, dándole las gracias por su "liderazgo" y por apostar por la paz. Ha evitado discrepar cuando los periodistas británicos han buscado fisuras hablando de Canadá o Gaza. Y le ha seducido  dándole la carta del Rey Carlos y haciéndole sentir "especial" y protagonista de "algo histórico". Y ha funcionado.

Pero el laborista también ha interrumpido en dos ocasiones a sus anfitriones. La primera, como el galo, para decir que la ayuda de Europa a Ucrania es como la estadounidense, fundamentalmente a fondo perdido. O para defender que en su país hay libertad de expresión, tras las críticas de J.D. Vance. Y ha aprovechado para introducir el mensaje que quiere que cale en Trump: "Señor presidente, acojo con satisfacción su profundo y personal compromiso de lograr la paz y poner fin a las matanzas. Ha creado un momento de tremenda oportunidad para alcanzar un acuerdo de paz histórico. Pero tenemos que hacerlo bien. Hay un famoso lema en el Reino Unido de después de la Segunda Guerra Mundial que dice que tenemos que ganar la paz, y eso es lo que debemos hacer ahora, porque no puede ser una paz que recompense al agresor o que dé aliento a regímenes como el de Irán. Estamos de acuerdo en que la historia debe estar del lado del pacificador, no del invasor".

Muchas de las ideas de Trump son fijas y, da igual lo que pase, no se va a mover. Cree que si él hubiera sido presidente en 2022, la guerra no se hubiera producido. Cree que conoce muy bien a Vladimir Putin, que lo entiende y que éste lo respeta y admira. Está convencido de que la OTAN tuvo parte de culpa y que no se tendría siquiera que haber expulsado a Rusia del G-8. Y simpatiza con Putin personalmente. Por su carácter, porque aprecia su estilo de liderazgo y porque cree que ambos fueron víctima de una conspiración del Partido Demócrata, Hillary Clinton, y el "estado profundo de EEUU" para perjudicarle, por las investigaciones sobre las relaciones de su equipo, su campaña y muchos asesores con Moscú. Que llevó a varios de ellos a prisión. "He hablado con él. Lo conozco desde hace mucho tiempo. Tuvimos que pasar juntos por el escándalo ruso. Eso no fue bueno. No es justo. Fue un trato amañado y no tuvo nada que ver con Rusia. Fue un trato amañado... y ellos tuvieron que soportarlo también", ha dicho sobre aquel escándalo.

Pero aunque Trump seguramente sobreestima sus capacidades, también parece aceptar algunas cláusulas de control. "No creo que vaya a faltar a su palabra. No creo que vuelva [a atacar] cuando lleguemos a un acuerdo. Creo que el acuerdo se va a mantener ahora. Van a tener seguridad", ha insistido, garantizando que habrá un acuerdo duradero. Pero esta vez, ante la insistencia en si de verdad se fiaba de él, ha usado la expresión "trust but verify" ("confía pero verifica"), un viejo adagio político popularizado por Ronald Reagan, el símbolo de una posición dura frente a Moscú y profeta de la disuasión.

Hay en la administración dos escuelas diferentes. El enviado especial para el conflicto, el general Kellogg, encabeza junto a Marco Rubio el ala más crítica y desconfiada de Putin y Rusia. Al otro lado, el enviado especial Steve Witkoff, que cenó con Putin hace unas semanas y también presume ahora de conocerlo muy bien, el vicepresidente J.D. Vance y la familia de Trump. Su hijo Donald Jr., que no pierde ocasión de insultar o despreciar a Zelenski, afirmó ayer [miércoles] mismo que era absurdo coger el bando de Ucrania si enfrente estaba Rusia, una potencia nuclear y el país más grande del mundo: "Estados Unidos tendría que haberle mandado armas a Rusia".

Pero Trump ha visto una oportunidad comercial con ambas partes, y cree que eso será suficiente para aplacar las ansias imperiales rusas. Zelenski vendrá el viernes a Washington, y allanando el terreno, y burlándose de todo y de todos como le gusta hacer, Trump afirmó este jueves que su "relación es magnífica" y que no puede "creer que yo haya dicho eso", en referencia a cuando calificó al ucraniano de "dictador". Y ha prorrogado un año más las sanciones a Rusia, pese a toda su retórica.

Trump a un periodista: "¿Dije eso? No puedo creer que yo dijera que Zelenski es un dictador"

Estará en la Casa Blanca para firmar un acuerdo que Kiev, asfixiada, apremiada, chantajeada, no ha tenido más remedio que aceptar, con cesiones dolorosas de sus potenciales recursos minerales a Washington a cambio de su ayuda. Trump lo define como una parte esencial del acuerdo de paz, puesto que, en su visión, cuando las empresas americanas se encarguen de esos recursos, Rusia no atacará más. Y que se sentará con Estados Unidos para venderle también sus preciados minerales raros.

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