Nº: 209
Marzo 2013
Buenas ha habido cambios en la dirección del diario ahora es una mujer la líder .saludos
Revolución ciudadana
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=5d34d005-a0bf-42e6-b01f-9102ed4b1df9
Ignacio
Ramonet
País: Ecuador
Tema: Democracia,
Elecciones, Democracia participativa
Un país endeudado y sometido a los dictados de organismos
financieros internacionales; con una clase política mediocre, corroída por la
corrupción y detestada por la opinión pública; una desconfianza general hacia
las instituciones; un Estado desprovisto de soberanía monetaria; con un sistema
bancario estafador y ladrón; un paro masivo; una infame ley de hipotecas y
miles de desahucios... ¿Hablamos de la
España de hoy? No, del Ecuador de antes de 2006, de antes de la “revolución
ciudadana” impulsada por Rafael Correa,
brillantemente reelegido presidente el pasado 17 de
febrero (1).
Cuando Correa triunfó por primera vez, en noviembre de
2006, el Ecuador estaba saliendo de una década de crisis, protestas e
inestabilidad. Con tres presidentes (Abdalá Bucaram,
Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez) derrocados por insurrecciones populares, una quiebra masiva del sistema financiero,
una banca corrupta, un endeudamiento colosal, huelgas generales, insurrecciones
indígenas y revueltas sociales de todo tipo.
El país parecía ingobernable. Hasta que llegó este economista poco convencional, forjado en el trabajo
social y solidario cerca de los pueblos originarios, impregnado de las tesis de
justicia de la Teología de la liberación, formado en universidades
de Bélgica y Estados Unidos, simpatizante y asiduo del Foro Social
Mundial y adversario declarado de la política de “ajustes estructurales”
impulsada, en los años 1990, por el
Fondo Monetario Internacional (FMI) en toda América Latina.
Para su primera campaña electoral, Rafael Correa fundó el
movimiento Alianza PAIS (Patria Altiva i Soberana)
y propuso un referéndum para una Asamblea constituyente que redactase una nueva
Constitución. Ganó. Y en su discurso de toma de posesión anunció con claridad
cuál sería su proyecto para Ecuador: “La lucha por una ‘Revolución Ciudadana’,
consistente en el cambio radical, profundo y rápido del sistema político,
económico y social vigente”.
Y cumplió su promesa. Lo que le valió, el 30 de
septiembre de 2010, una tentativa de golpe de Estado que a punto estuvo de
costarle la vida (2). Pero también le deparó el apoyo arrasador de la mayoría
de los ecuatorianos. Entre elecciones y referendos, la del 17 de febrero es la
novena victoria en las urnas de Rafael Correa. De tal modo que este joven
presidente, que aún no ha cumplido los cincuenta años (nació en abril de 1963),
se ha convertido en uno de los líderes indiscutibles de la nueva América
Latina. En sus seis años de gobierno, “refundó –como dice él– la patria” con la
nueva Constitución (aprobada por referéndum en 2008), inició la era del ‘Buen Vivir’ (3), renegoció con
éxito la deuda externa de su país y frenó los estragos del neoliberalismo
confiriéndole al Estado un papel decisivo en lo económico y lo político. Ahora,
su mandato irá hasta 2017, y entonces cumplirá una década en el poder.
Nos encontramos con él, en Quito, unos días antes del
escrutinio. En una reunión con los observadores independientes internacionales
invitados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para dar testimonio de la
pulcritud democrática de la elección (4).
Con el objetivo de consagrarse plenamente a la campaña y
no ser acusado de usar bienes públicos, Rafael Correa decidió descargarse de la
función ejecutiva de la Presidencia y solicitar a la Asamblea nacional una
licencia de 30 días durante los cuales esa función sería ejercida por el vicepresidente Lénin Moreno. Un rasgo de honradez
política que, a escala internacional, resulta insólito y ejemplar. Ninguna ley
lo conminaba a ello. Excepto su propia exigencia ética.
Empieza su conversación citando a Eloy Alfaro (5): “No
buscamos nada para nosotros, todo para el pueblo”. “Aquí –añade Correa– ya no
manda el FMI, ni la oligarquía; aquí ahora manda el pueblo. Y si éste nos apoya
es que hemos hecho lo que prometimos: escuelas, hospitales, carreteras,
puentes, aeropuertos... A pesar de las campañas mediáticas de deslegitimización
contra nosotros y de los ataques de una prensa sin escrúpulos, vamos a ganar
estas elecciones –las más democráticas y transparentes de la historia del
Ecuador– de manera arrolladora. Pero no las vamos a ganar para recrearnos en el
éxito; las vamos a ganar para gobernar mejor y para ahondar los cambios que
venimos impulsando”.
En sus seis años de gobierno, Rafael Correa ha
transformado efectivamente su país. Como ningún otro gobernante ecuatoriano
antes que él. Cuatro indicadores
económicos resumen, mejor que mil palabras, el triunfo de su política: en
toda la historia de Ecuador,
la tasa de inflación nunca fue más baja; .
el crecimiento nunca tan elevado; .
el desempleo tan reducido y.
el
salario real tan alto. .
Los emigrantes que, huyendo del derrumbe español,
regresan a Ecuador sienten mejor que nadie el nuevo bienestar económico.
Constatan que se acabó el caos, el desmadre y la fragmentación política; que
hay estabilidad y equidad social con dignidad; un gobierno de verdad que ha
disciplinado a las clases pudientes; un
gobierno de izquierdas pero desprovisto de los excesos ilusorios del izquierdismo
palabrero; en suma, un gobierno de izquierdas que está tranformando para
siempre el Ecuador.
Bastaba pasearse por las calles de Quito o de otros
lugares del país, asistir a algún mítin del presidente Correa para sentir el
excepcional efecto de su carisma, el fervor de la gente, la bulliciosa adhesión
popular a su persona, a su programa y a los principios de la “revolución
ciudadana”.
“Aquí –dice Correa– todo se había convertido en
mercancía. Mandaban los bancos y los inversores extranjeros. Se había privatizado la sanidad, la enseñanza, los transportes,...
¡todo! Eso se terminó. Volvió el
Estado y ahora garantiza los servicios públicos. Estamos invirtiendo el
triple en presupuestos sociales, salud, escuela, hospitales gratuitos.... Hemos
acabado con el neoliberalismo. Una
izquierda moderna no puede odiar el mercado, pero el mercado no puede ser
totalitario. Por eso hemos cambiado radicalmente la economía, ahora es la
sociedad la que dirige el mercado y no lo inverso. El ser humano es lo primero,
antes que el capital. Cambiamos la ley de hipotecas,
que era igual que la española, y pusimos fin a los desahucios.
Dijimos: ‘¡No pagamos la deuda!’, y conseguimos rescatarla por el 30%
de lo que nos pedían. Hoy Ecuador es la economía que más reduce la
desigualdad. Queremos vencer la pobreza. Hemos consolidado los derechos
laborales de los asalariados y acabado con la tercerización, esa forma de
esclavismo contemporáneo. Estamos haciendo una ‘revolución ética’, combatiendo
la corrupción con mayor ahinco que nunca y con una consigna fundamental a todos
los niveles: ‘¡Manos limpias!’. Ya no se permite la evasión fiscal. Nuestra
revolución es también integracionista y latinoamericana porque estamos
decididos a construir la Patria Grande soñada por Bolívar. Es asimismo una
revolución ambiental. Nuestra Constitución es una de las pocas en el mundo
–quizás la única– que reconoce los derechos de la naturaleza. Como lo digo a
menudo: no estamos viviendo tiempos de cambio, sino un cambio de época. No se
trata de superar el neoliberalismo, se trata, sencillamente, de cambiar de
sistema. Y ese cambio exige la modificación de la relación de poder. Ir hacia
un poder popular”.
Los resultados electorales obtenidos el 17 de febrero (más de 33 puntos de ventaja con respecto a su inmediato
adversario) demuestran, primero, que las campañas de los opositores fueron
mediocres, débiles, inexistentes (6). Y, sobre todo, que el apoyo al presidente Correa fue
interclasista. No se limitó a una sola categoría social, subió en todos los
sectores. “Porque esto –explica Rafael Correa con su voz extenuada y rota
después de centenares de discursos– es un proyecto de unidad nacional. Estamos
construyendo patria. Hemos hecho mucho –y nos hemos equivocado también, y
mucho– pero lo principal se ha logrado. Aquí ya no manda la bancocracia, ya no
manda la partidocracia, ya no manda el poder mediático, ya no manda ningún
poder fáctico en función de intereses grupales, ya no manda el Fondo Monetario,
ni las burocracias internacionales; aquí ya no mandan países hegemónicos. Hemos
ganado con una presencia física en las calles, no sólo mía sino de todo el
Movimiento Alianza País, recorriendo barrios y pueblos, valles y montañas,
sierras y junglas. Hemos manejado la campaña con claridad. Lo he repetido y
suplicado: ‘¡No me dejen solo!’, porque un presidente sin una mayoría neta en
la Asamblea, es un presidente disminuido”.
En eso también, los electores le han respondido con un
sostén arrasador. El presidente, que no tenía mayoría
en la Cámara, dispondrá ahora del soporte de más de los dos tercios de los
diputados... Con lo que podrá por fin hacer votar proyectos fundamentales como
la ley de tierras,.
la ley
de agua,.
la ley
de cultura,.
la ley
de medios de comunicación..
. En una palabra: gobernar para, como lo prometió en su
campaña, “profundizar el cambio”.
(1) Los resultados de la elección presidencial, aún no
definitivos a la hora del cierre de esta edición, son los siguientes: Rafael Correa (Alianza País) 57%; Guillermo Lasso
(CREO, Creando Oportunidades) 23%; Lucio
Gutiérrez (PSP, Partido Sociedad Patriótica) 6%; Mauricio Rodas (Movimiento
SUMA, Sociedad Unida Más Acción) 4%; Alvaro Noboa (PRIAN, Partido Renovador
Institucional Acción Nacional) 3,7%; Alberto Acosta (Unidad Plurinacional de
las Izquierdas) 3,2%; Norman Wray (Movimiento Ruptura) 1,3%; Nelson Zavala
(PRE, Partido Roldosista Ecuatoriano) 1,2%.
(2) Léase Ignacio Ramonet, “Entrevista con Rafael
Correa”, Le Monde diplomatique en español, enero de 2011.
(3) El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, definió
este concepto de la siguiente manera: “La ‘Revolución Ciudadana’ que vive el
Ecuador está marcada por una premisa fundamental: la concepción y ejecución del
‘Buen Vivir’, una filosofía heredada de nuestras raíces indígenas y que
encierra una enseñanza muy valiosa para estos tiempos convulsionados y
agresivos con el entorno: el ‘Buen Vivir’ se funda en una relación armónica
entre el hombre y la naturaleza”.
(4) El Consejo Nacional Electoral (http://www.cne.gob.ec)
es un organismo público, independiente del gobierno, que, junto con el Tribunal
Contencioso Electoral (http://www.tce.gob.ec/jml/), tiene la misión de organizar
las elecciones en Ecuador y garantizar su carácter democrático respetando la
Ley orgánica electoral
(http://aceproject.org/ero-en/regions/americas/EC/ecuador-ley-organica-electoral-codigo-de-la/view).
(5) Eloy Alfaro (1842-1912), militar, guerrillero y
presidente de Ecuador en dos ocasiones (1895-1901 y 1906-1911), principal dirigente de la
revolución liberal ecuatoriana.
(6) La del izquierdista
Alberto Acosta (uno de los redactores del proyecto de ‘revolución
ciudadana’, ex presidente de la Asamblea Nacional y antes muy cercano a Rafael
Correa) fue particularmente decepcionante por sus gratuitas e insistentes
acusaciones de “fraude electoral” y de “falta de democracia”.
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