Chipre debe cambiar su modelo de negocio por Javier
Solana del diario El País
Javier Solana es presidente de ESADEgeo, el Centro de Geopolítica y
Economía Global de ESADE, y colaborador distinguido en la Brookings Institution.
© Project Syndicate, 2013.
Un sector bancario sobredimensionado ha demostrado ser
insostenible y ha provocado el rescate pactado con la UE. Pero la pequeña isla
tiene una tabla de salvación en el gas que yace debajo de las aguas del
Mediterráneo
JAVIER
SOLANA 26 MAR 2013 - 00:01 CET
Las elecciones presidenciales de febrero de este año en
Chipre han tenido una peculiaridad notable. Por primera vez desde hace muchos
años ha sido la economía, y no la reunificación, el tema central de la campaña.
Nikos Anastasiadis empezó su presidencia hace solo tres semanas con un mandato
claramente económico que ahora pasa por su momento más crítico. El principio de
acuerdo entre la troika y el Gobierno significa que quizá lo peor ha pasado ya.
Las condiciones, cuantiosas quitas
en los grandes depósitos y el cierre del segundo mayor banco del país, serán
duras. Sin embargo, más allá del rescate, hay algunos focos de esperanza para
esta pequeña y dividida isla: una enorme fuente de riqueza energética que, con
las políticas adecuadas, podría ser aprovechada una vez que la calma vuelva al
país.
Chipre es el último ejemplo de la crisis económica que
afecta a las naciones mediterráneas. Durante
años, el país ha creado una inmensa burbuja bancaria, cuyo tamaño se estima que
sea unas siete veces el tamaño anual de la economía chipriota. El sector
bancario se alimentó con dinero extranjero atraído por un impuesto de
sociedades muy bajo y altos rendimientos en los depósitos, que convertían a
Chipre en un paraíso fiscal. Todo ello en el cómodo marco de seguridad jurídica
de la zona euro.
Este sector bancario sobredimensionado demostró ser
insostenible. Mucho más teniendo en cuenta la sobreexposición de los bancos a la deuda tóxica de la vecina Grecia.
En 2011, mientras la prima de riesgo subía y la situación empeoraba, Rusia —de
donde proviene un tercio de los 68.000
millones de euros depositados en los bancos chipriotas— ofreció a Nicosia
un parche en forma de préstamo por un total de 2.500 millones de euros a lo largo
de cinco años.
Esta primera intervención fue solo un arreglo temporal,
ya que el rescate que necesitaba la isla ascendía hasta los 17.000 millones de
euros. Sin embargo, un paquete de ayuda financiero por esta cantidad habría
llevado la deuda pública de Chipre hasta el
140% del PIB. Es una cifra que el FMI considera insostenible. El rescate
acordado el 16 de marzo en Bruselas, y rechazado por el Parlamento chipriota,
era de 10.000 millones. Para recaudar el resto hubo que pensar en medidas
excepcionales. La fórmula, diseñada en
Bruselas en circunstancias no muy claras, se basaba en un impuesto a todos los
depósitos bancarios de la isla. Como hemos visto, ha demostrado ser un
remedio peor que la enfermedad, pese a no ser aplicada al final.
El país podía haberse convertido en lugar de lavado de
dinero negro de corporaciones rusas
El diseño del primer rescate fue moldeado por las
presiones internas a las que están sometidos algunos líderes de la eurozona. La
naturaleza excepcional de la burbuja bancaria de Chipre ha hecho sospechar a
otros Estados europeos que la isla se había convertido un lugar de lavado de
dinero negro de corporaciones rusas. El riesgo de que el precedente sentado por
el primer acuerdo tenga efectos secundarios en el sur de Europa es muy alto,
tanto para los Gobiernos regionales como para los pequeños y grandes
ahorradores.
Más allá de este innegable embrollo económico, es
importante poner sobre la mesa otros
valiosísimos activos que tiene Chipre y que sin duda pueden contribuir a
aliviar su situación económica. Para esta pequeña isla, su tabla de
salvación yace debajo de las aguas del Mediterráneo. En diciembre de 2011 la compañía estadounidense Noble anunció que había
descubierto unos yacimientos de 200.000 millones de metros cúbicos de gas en el
Mediterráneo oriental. El yacimiento se ha denominado Afrodita y según el Gobierno chipriota
podría tener un valor en torno a 80.000 millones de euros. Ya han comenzado
las excavaciones para extraerlo y su producción podría empezar en 2018. Según
los expertos, la isla podría garantizar su independencia energética durante los
próximos 100 años. Para Europa, con una enorme dependencia energética,
significa una fuente de abastecimiento crucial. Los futuros ingresos de estos
activos empiezan ahora, de hecho, a ser considerados como posibles garantías
para un paquete de rescate aceptable.
Según las estimaciones del Servicio
Geológico de Estados Unidos las reservas en la zona que se extiende entre las aguas de Chipre,
Líbano e Israel podrían llegar a albergar 3,45
billones de metros cúbicos de gas y 1.700 millones de barriles de petróleo. Dada la situación geográfica de las reservas, la
explotación, extracción y exportación de la energía solo se puede hacer por la
vía de la cooperación interestatal.
Para Europa, de enorme dependencia energética, significa
una fuente de abastecimiento crucial
Como ocurre con otros depósitos de gas y petróleo, el
derecho del mar es crucial. Teniendo en cuenta el tamaño de las riquezas, la
competición es una opción que puede parecer lucrativa al principio, pero la
cooperación tendría efectos multiplicadores. Además, los acuerdos económicos
pueden ser clave para establecer la cooperación en otras áreas. De hecho, los
asuntos energéticos han contribuido a estrechar las relaciones de Israel y Chipre, como demuestra el acuerdo
firmado en 2010 que delimita formalmente las respectivas zonas económicas
exclusivas. No es fácil, pero tampoco es descartable, que este tipo de
cooperación se extienda a otros vecinos que rodean las reservas.
La buena noticia es que el recién elegido presidente
chipriota, Nikos Anastasiadis, podría ser partidario de este acercamiento con
los vecinos. Dependerá, naturalmente, del rol presidencial en el nuevo diseño
del paquete de rescate. Anastasiadis, miembro del partido europeísta y
conservador Dimokratikós Sinayermós, ganó con el
57% de los votos otorgados en clave económica. La economía es sin duda la
primera prioridad del nuevo Gobierno, pero una mirada más detallada, más allá
del rescate, a la historia política de Anastasiadis abre la puerta a la
esperanza.
En 2004, Anastasiadis fue
partidario del plan del entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan,
desarrollado por Naciones Unidas y apoyado por la Unión Europea, para resolver
la cuestión de la integridad territorial de la isla. La propuesta de
reunificación pasaba por una república formada por la federación de los dos
Estados, el grecochipriota y el turcochipriota. Cuando se hizo el referéndum,
fue apoyado por dos tercios de los 250.000 habitantes de la parte turca, pero
rechazado por tres cuartos de los grecochipriotas. No es inconcebible, por
tanto, que el nuevo presidente avance en el deshielo de las negociaciones y
abra el diálogo sobre este antiguo conflicto que envenena también las relaciones
de la UE con Turquía —pendientes, claro, de la resolución de los problemas
económicos—.
Esta apertura sería un importantísimo avance para Chipre
y la región en su conjunto. Una situación menos tensa facilitaría la posición
de Chipre en la UE y mejoraría las
relaciones entre Grecia y Turquía. Los efectos económicos positivos se
extenderían por todo el este del Mediterráneo.
Una relajación en las condiciones de seguridad del mar
Egeo permitiría tanto a Grecia como a Turquía rebajar su gasto militar, aunque
haya otras variables geopolíticas que lo condicionen. Recordemos que Grecia es hoy el segundo país de la UE que más dinero
destina a defensa en términos relativos. Dada la coyuntura económica, el
ahorro militar supondría un importante alivio presupuestario. Dentro de este
panorama, el reciente alto el fuego declarado por la guerrilla kurda del PKK es
un síntoma esperanzador para Turquía.
Las tensiones entre Grecia y Turquía han mostrado signos
de mejora. La visita de Antonis Samarás a Tayyip Erdogan en Estambul a
principios de este mes es un buen ejemplo. Una cooperación más profunda en el
Mediterráneo oriental puede proporcionar un amplio abanico de opciones
económicas, sobre todo en lo relativo a la explotación de los recursos
energéticos.
Anastasiadis lleva menos de un mes en el cargo y ya está
en el centro de la tormenta económica perfecta. Más allá de la crisis, sin
embargo, hay algo de luz en el horizonte. Esperemos que la pequeña isla y el
resto de vecinos del Mediterráneo oriental sepan construir los puentes para
alcanzarlo.
Javier Solana es presidente de ESADEgeo, el Centro de Geopolítica y
Economía Global de ESADE, y colaborador distinguido en la Brookings Institution.
© Project Syndicate, 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario