Por
qué EE.UU. merece que se rebaje su calificación
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Por Michael J. Casey
El mundo ha perdido la fe en Estados
Unidos. Ya no merece tener una calificación crediticia "AAA".
Esta
percepción se vio reflejada en los gestos de aprobación observados el viernes
pasado en una concurrida conferencia de banqueros internacionales en
Washington, cuando el presidente ejecutivo de
BlackRock, Laurence Fink, dijo visiblemente molesto a los asistentes que
EE.UU. no es una "nación con principios".
Un empleado
del servicio de parques retira el aviso de "cerrado" del monumento a
los caídos en la Guerra de Corea.
Cuando los
hombres y las mujeres que controlan decenas de billones de dólares en
inversiones estadounidenses dicen que están perdiendo la fe en EE.UU., surge la
interrogante de si el país merece estar al centro de las finanzas mundiales.
Entonces, ya sea que Fitch Ratings mantenga o no
el status de "observación negativa" en que colocó el martes la máxima
calificación crediticia de EE.UU., está claro que el sistema político
disfuncional estadounidense ya no justifica una calificación "AAA".
No importa
que EE.UU. haya llegado a un acuerdo para extender su límite de deuda y evitar
una cesación de pagos. Los países con
calificación "AAA" no se comportan de esta manera.
En los países con la máxima
calificación, los políticos no usan instrumentos como el límite de la deuda
federal como herramienta política de extorsión. Al permitir esto, EE.UU. está
evadiendo sus responsabilidades como emisor de la moneda de reserva del mundo y
protector de la "tasa libre de riesgo".
Las
interminables confrontaciones políticas ya son negativas. Lo que empeora la
situación es que la deuda bruta del
gobierno se encuentra en 109% del producto
interno bruto, un nivel incómodamente alto, según estimaciones del Fondo
Monetario Internacional. En tanto, la
Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que los pagos para programas de
seguridad social y salud crecerán en forma exponencial durante las décadas
venideras.
Con tanto en
juego, EE.UU. no puede depender de inversionistas extranjeros para renovar sus
deudas solo porque la condición de moneda de reserva del dólar los mantiene
atados a ese tipo de operaciones. No es coincidencia que la agencia china de noticias Xinhua publicara el lunes una columna de
opinión en que pide un "mundo
des-Americanizado".
Las calificaciones son conceptos
relativos. La de
EE.UU. solo puede ser considerada en contraposición con las de otros países.
Y si uno mira las cerca de 15 calificaciones soberanas
"AAA" de Standard & Poor's Ratings, Moody's MCO +1.74% Investors
Service y Fitch, se encuentra con sistemas políticos y programas de gestión de
deuda que generan mucha más confianza que los de EE.UU.
En Australia, por ejemplo, donde el FMI estima que la
deuda pública bruta llega a solo 27,6% del PIB, las contribuciones obligatorias
para empleadores y empleados han acumulado US$1,5
billones en activos de pensiones privadas -la cuarta reserva más grade de su
tipo en el mundo después de las economías estadounidense, japonesa y británica,
que son mucho más grandes.
Luego está Noruega, que no
tiene deuda, sino solo activos: US$785.000 millones para ser exactos, más de
150% del PIB. Ese dinero, procedente de las gigantescas reservas petroleras
del país, es invertido por un fondo soberano administrado en forma
independiente cuyas reglas lo obligan a invertir pensando en el largo plazo e
impone estrictos límites a la forma en que puede gastar sus ganancias.
Y en Alemania, los políticos están dando una lección a
los estadounidenses sobre cómo llegar a acuerdos. Aunque la recientemente
reelecta canciller Angela Merkel tendrá que
hacer algunas concesiones políticas al opositor Partido
Socialdemócrata, nadie duda que su colectividad, la Unión Demócrata Cristiana, será capaz de formar un gobierno
de coalición estable y eficiente con su rival.
El
contrapunto a esto es un argumento del principal
analista de riesgo soberano de la agencia
calificadora canadiense DBRS Inc., Fergus McCormick. Aunque DBRS se
adelantó a Fitch al poner a EE.UU. en observación para una posible rebaja la
semana pasada, McCormick argumenta que la naturaleza profundamente
"institucionalizada" del sistema financiero estadounidense -la
centralidad del dólar en el sistema mundial y la profundidad de sus mercados de
capitales- en definitiva justifican su calificación "AAA". Por tanto,
McCormick estima que EE.UU. debería, por ahora, ser rebajado solo en caso de
una cesación de pagos efectiva sobre su deuda.
Fitch piensa de otra forma, y, a mi
juicio, es correcta. Este es el párrafo más importante de su comunicado del
martes: Las "prolongadas negociaciones para elevar el techo de la deuda
(...) riesgos que socavan la confianza en el rol del dólar como la principal
moneda de reserva mundial, al plantear dudas sobre la plena fe y crédito de
EE.UU. Esta 'fe' es la principal razón porque la calificación 'AAA' de EE.UU.
puede tolerar un nivel sustancialmente más alto de deuda pública que otros
países con calificación 'AAA'". Fitch cree que EE.UU. puede
merecer una rebaja, aunque finalmente pague sus deudas, simplemente porque ya
no se puede confiar en él.
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