Nobel
para la química computacional que simula incluso procesos biológicos
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Martin Karplus
Michael Levitt y
Arieh Warshl sentaron
las bases de los potentes programas informáticos que se utilizan para
comprender y predecir reacciones químicas
ALICIA RIVERA Madrid 9 OCT 2013 - 12:18 CET45
Tres
científicos que trabajan en EE UU
reciben el Premio Nobel de Química 2013 por el desarrollo, en los años setenta, de la química
computacional avanzada que permite
simular en ordenadores reacciones químicas complejas, incluso sistemas
biológicos. Martin Karplus Michael
Levitt y Arieh Warshl, químicos teóricos, “sentaron las bases de los
potentes programas que se utilizan para comprender y predecir los procesos
químicos”, destaca la Real Academia Sueca de Ciencias, que añade: “Los
modelos de ordenador que imitan la vida real son cruciales para la mayoría de
los avances de la química actual”.
Estos
modelos avanzados que ellos empezaron a crear hace 40 años “son herramientas que permiten
predecir la realidad, si una reacción va a ocurrir o no… incluso se utilizan
para inventar materiales, o fármacos con propiedades nuevas”, comenta
el experto español Fernando Martín, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. También se utilizan
estas potentes herramientas, como aplicación indirecta, para investigar, por
ejemplo, cómo responden determinadas proteínas a contaminantes o a fármacos. “Actualmente
estos modelos tiene tal poder predictivo que puedes hacer experimentos de
química en ordenador en lugar del laboratorio convencional”, añade
Martín.
Los tres
científicos galardonados tienen nacionalidad estadounidense, pero ninguno de
ellos nació en su país de adopción: Karplus es
austriaco de nacimiento (1930);
el
británico Levitt, nació en Suráfrica (1947) y
Warshel,
en Israel (1940). El
primero es de la Universidad de Estrasburgo (Francia) y de la de Harvard;
Levitt, de la Universidad de Stanford y Warchel, de la Universidad de
California del Sur en Los Ángeles.
Durante las
reacciones químicas, que se producen en fracciones de milisegundo, los electrones
saltan de un átomo a otro, lo que resultaba un reto difícil de abordar para la
química clásica porque es virtualmente imposible cartografiar experimentalmente
cada pequeño salto en un proceso químico. “Con la ayuda de los métodos ahora premiados
con el Nobel de Química, los científicos hicieron que los ordenadores
desvelaran los procesos químicos, como una purificación catalítica de gases de
combustión o la fotosíntesis en las hoja verdes”, continúa la Academia.
“Los
trabajos de Kurplus, Levitt y Warshel son fundamentales ya que lograron que la
física clásica de Newton funcionase junto con la fundamentalmente diferente
física cuántica”.
El primer
paso en esta dirección lo dio Karplus, en la Universidad de Harvard, al que, en
1970, se unió Warshel, que había trabajado con Levitt en Israel, utilizando un potente ordenador para desarrollar un
modelo basado en la física clásica que permitía modelizar todo tipo de
moléculas, incluso moléculas biológicas grandes.
En Harvard, empezaron a desarrollar un nuevo tipo de
programas y publicaron, en 1972, sus resultados: “Por primera vez alguien había
logrado una colaboración química relevante entre la física clásica y la
cuántica”, señala la Fundación Nobel. Dos años después, Warshel volvió
a trabajar con Levitt con el objetivo de “desarrollar un programa que pudiera
utilizarse para estudiar enzimas, proteínas que gobiernan y simplifican las
reacciones químicas en los organismos vivos”. Lo lograron, en 1976, con la publicación del primer modelo
computacional de una reacción enzimática.
Hasta las
aportaciones fundamentales de los tres galardonados, los químicos tenían que
elegir entre una u otra porque, mientras la primera, la física clásica, suponía
hacer cálculos simples y podía utilizarse para modelizar grandes moléculas, su
debilidad residía en que no permitía simular la dinámica de las reacciones
químicas. Para esto los científicos tenían que recurrir a la física cuántica,
pero entonces los cálculos exigían una
gran potencia de cómputo y se podía hacer solo para modelos pequeños. “Los
tres premiados en Química tomaron lo mejor de ambos mundos y concibieron
métodos que usan tanto la física clásica como la cuántica”, continúan
los académicos suecos. Así, por ejemplo, se logra simular cómo se acopla un
medicamento a su proteína diana en el organismo, y el ordenador realiza los
cálculos de los átomos de la proteína diana que interaccionan con el fármaco.
“Se trata de hacer
química en el ordenador”, resume el especialista Modesto
Orozco, catedrático de la Universidad de Barcelona, investigador del
Instituto de Investigación en Biomedicina, de Barcelona e investigador del programa ICREA. La biocomputación, especialidad
generada a partir de los trabajos de los tres laureados, "nos ha dotado, por ejemplo,
de la capacidad de entender cómo son, cómo se mueven y cómo interaccionan las
proteínas", continúa. “Esto permite abordar el diseño racional de
fármacos en lugar del método tradicional de sintetizar guiados por el azar o la
intuición decenas de miles de compuestos".
Orozco,
además, es el director del Departamento de Ciencias de
la Vida del Centro Nacional de Supercomputación, en Barcelona, y destaca
que precisamente los cálculos de dinámica molecular
son lo que más tiempo de cálculo consumen en el superordenador Marenostrum,
y de hecho, en muchos otros superordenadores del mundo. “Incluso se han hecho algunas de
estas máquinas específicamente para los cálculos de dinámica molecular”.
Esto permite, añade Orozco, “ver las proteínas como son, como máquinas
nanoscópicas en constante movimiento". Destaca como un logro reciente de ese tipo de
supercomputación química la modelización completa del virus que causa el sida,
el VIH, con decenas de millones de átomos o la representación del plegamiento
de proteínas.
“La descripción de un
sistema químico y un sistema biológico se puede hacer a priori, a partir de las
leyes de la mecánica cuántica con gran precisión, pero en la práctica, el
cálculo es tan costoso que solo se puede hacer con sistemas relativamente
pequeños",
explica Orozco. La aportación de Karplus, Levitt y Warshel “fue usar la física clásica
aproximándola a la física cuántica y lograr una buena descripción de los
sistemas con un coste computacional moderado. Sus trabajos permiten ajustar las
leyes clásicas para reproducir el comportamiento de los sistemas según las
leyes cuánticas y, a partir de ahí, estudiar sistemas químicos y biológicos de
enorme tamaño, obteniendo sobre ellos información de una calidad y detalle
impensable”.
Orozco
conoce bien a los tres galardonados hoy con el Nobel de Química -“los tres de
ciencia básica”- y apunta alguna pincelada de ellos: “Karplus empezó como
ornitólogo y, además, es un fotógrafo excepcional; Warshel nació y se crio en
un kibutz de Israel”. Todos ellos, dice, son personas con una enorme curiosidad
y han dedicado toda una vida a entender la naturaleza más intima de los
procesos químicos y biológicos.
Química
en el ciberespacio
La reacción
química de la fotosíntesis que se produce en las hojas verdes llena de oxígeno
la atmosfera y es un prerrequisito para la vida en la Tierra, recuerda la Real
Academia Sueca de Ciencias, que ha elegido este ejemplo para describir de qué
es capaz la biocomputación avanzada de la que Martin Karplus Michael Levitt y
Arieh Warshl pusieron las bases. El proceso, además, puede ser útil desde el
punto de vista energético.
El primer
paso del experimento de la fotosíntesis artificial consiste en buscar en
internet una imagen tridimensional de las proteínas que gobiernan la
fotosíntesis. Son moléculas gigantes con decenas de miles de átomos, pero en el
medio hay una pequeña región denominada centro de reacción que es donde las
moléculas de agua se dividen en oxígeno e hidrógeno. Solo unos pocos átomos
están directamente relacionados con la reacción. Iones de manganeso, uno de
calcio, varios átomos de oxígeno…. “La imagen muestra claramente cómo están
dispuesto los átomos y los iones en relación unos con otros, pero no dice nada
acerca de lo que hacen estos iones y átomos”. Y eso es lo que uno tiene
que descubrir en el ciberexperimento químico.
“Los
detalles del proceso son virtualmente imposibles de visualizar con métodos
tradicionales de química. Muchas cosas suceden en una fracción de un
milisegundo. Además, es difícil conjeturar los procesos de la reacción a partir
de la imagen del ordenador porque esta se tomó cuando la proteína estaba en
reposo, mientras que, cuando la luz del Sol da en las hojas, las proteínas se
llenan de energía y cambia toda la estructura atómica; es necesario saber cómo
es este estado lleno de energía para comprender la reacción química.
Esto es lo
que hacen los programas de ordenador que empezaron a desarrolalr los
galardonados hoy con el Nobel, porque si hasta entonces los modelos clásicos
solo presentaban las moléculas en estado de reposo, su trabajo permitió simular
las reacciones mostrando el rol específico de los átomos en diferentes fases de
la reacción.
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