¿Se polariza la sociedad turca hacia la guerra civil?
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Nota del autor del blog :Buenas la clase media de Estambul que representa la mitad del PBI de Turquía, no creo desee una guerra civil o estar dispuesta a pelear militarmente , pero podrían entrar a tallar otros actores predecibles o impredecibles.Por lo pronto creo le ha llegado a Turquía la época de las vacas flacas.
El
primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se ha visto desafiado ante
los ojos del mundo y ahora busca acallar las protestas en las calles incitando
la confrontación entre sus seguidores y los manifestantes.
Las primeras protestas en el corazón de Estambul
fueron manifestaciones de descontento por los planes de destruir un parque, el
último pulmón vegetal en el centro de la ciudad, para construir un centro
comercial.
Pero
la desproporcionada violencia policial empleada para reprimir a los manifestantes
caldeó los ánimos e incitó a muchas más personas a tomar las calles en otras
ciudades y a quejarse por el estilo de mando autoritario del Gobierno.
De pronto, el primer
ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se encontró sumido en una
crisis política interna y se vio desafiado ante los ojos del mundo por sus
propios compatriotas. Desde hace dos semanas, el mandatario busca extinguir los
focos de protesta –concentrados sobre todo en Estambul– apelando a palabras
duras y, últimamente, incitando la confrontación entre sus seguidores y los
manifestantes. El diálogo que mantuvo con los últimos sobre el futuro del
parque Gezi fue infructuoso.
Divide y vencerás…
Manifestación
de apoyo a la figura del primer ministro turco, celebrada el 15 de junio de
2013.
Este sábado (15.6.2013), los defensores de esa área
verde anunciaron que no abandonarían las calles y, en respuesta, el partido de
Gobierno, AKP, convocó a los incondicionales de Erdogan
–que los tiene y por montones– a una manifestación de apoyo al primer
ministro. Eso despierta entre muchos turcos la sensación de que el hombre
fuerte de Ankara está buscando polarizar a la sociedad,
dividiéndola entre quienes comparten sus valores islámicos conservadores y los
que no lo hacen.
Hace una semana, en un mitin celebrado en el
aeropuerto de Estambul, Erdogan elogió a sus acólitos por no unirse al
recurrente concierto de cacerolazos con que sus opositores demuestran rechazo
hacia la intransigencia del Estado. Y al dirigirse a su audiencia, el jefe de
Gobierno no pierde oportunidad alguna para apelar a la sensibilidad religiosa
de quienes lo respaldan, acusando a los
manifestantes del parque Gezi y la plaza Taksim de incurrir en actos contrarios
a la moral musulmana.
Continúan las protestas en Turquía
“El
Gobierno intenta presentar las protestas en su contra como la declaración de
una guerra, como una guerra de culturas entre los
musulmanes y los villanos, cuando, en realidad, los manifestantes de la
plaza Taksim son un grupo muy heterogéneo; todos los estratos sociales están
representados allí”, sostiene el
politólogo Yasar Adanali en entrevista con DW
e insiste en que sucesos lamentables pero puntuales se generalizan y son
descritos como típicos del movimiento social de protesta.
“¿Por qué queman los autobuses y los cajeros
automáticos de los bancos? Todo eso lo pagamos con nuestros impuestos”, critica
Turgay Gülsen, propietario de un
restaurante en el vecindario de Zeytinburnu, en Estambul. Gülsen dice reconocer
el derecho de los manifestantes a protestar, pero no entiende la destrucción de
los bienes públicos o la propiedad privada como expresión de malestar. Como
Gülsen piensan muchos en territorio turco.
Rastros
de cohesión social
El jefe de
Gobierno no pierde oportunidad alguna para apelar a la sensibilidad religiosa
de quienes lo respaldan.
Los
logros de la administración Erdogan en materia económica son innegables,
dice Gülsen, relativizando los reproches que se la han hecho al primer ministro
en los últimos días; a sus ojos, ni en Turquía ni en ninguna parte del mundo se
disfrutaba de condiciones democráticas ideales.
Lo
que el empresario de Estambul sí se apuró en condenar fue el hecho de que el
jefe de Gobierno se inmiscuyera en la vida privada de los manifestantes con
intenciones difamantes.
“Quien
quiera usar un velo, que lo lleve; quien quiera ponerse una minifalda, que se
la ponga”, dijo este musulmán practicante; un
testimonio que refuerza el argumento de que, si acaso existen divisiones en el
seno de la sociedad turca, éstas no son de naturaleza meramente religiosa. “En
el parque Gezi le damos la bienvenida a cualquiera”, dice una manifestante al
ser consultada al respecto.
Autor: Senada
Sokollu / Evan Romero-Castillo
Editor: José
Ospina-Valencia
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