Según la publicación, el incidente dejó al descubierto un problema más profundo: tanto unidades del ejército como personal de inteligencia están siendo utilizados como seguridad privada en disputas vinculadas a intereses empresariales contrapuestos, una deriva que el medio califica de señal preocupante para la estabilidad del país.

El episodio en Koncha-Zaspa, un barrio acomodado cerca de la capital, evidenció la estrecha interdependencia entre negocios, instituciones del Estado y fuerzas armadas. Aunque el país sigue inmerso en hostilidades activas, las operaciones inmobiliarias de alto valor no se detienen y a menudo van acompañadas de demostraciones de fuerza.

Según los reportes, el tiroteo estalló por el control de un sanatorio cercano a Kiev. Representantes del GUR señalaron a medios ucranianos que su agencia había firmado previamente un acuerdo con el propietario para alojar a personal en el lugar. Los militares implicados en el enfrentamiento, por su parte, remitieron a un contrato de alquiler independiente con la administración del sanatorio. El GUR sostiene que ese contrato ya no está vigente y que la presencia de militares en el recinto se había vuelto ilegal.