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lunes, 29 de diciembre de 2025

He estudiado a cientos de niños muy exitosos: este estilo de crianza popular me preocupa: ¿en qué deberíamos centrarnos en lugar de...

 

He estudiado a cientos de niños muy exitosos: este estilo de crianza popular me preocupa: ¿en qué deberíamos centrarnos en lugar de...

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Padre caminando con su hijo adolescente en una ciudad.
Imágenes de medio punto | Momento | Getty Images

Pasé siete años estudiando a estudiantes de alto rendimiento y entrevistando a cientos de ellos y sus familias.

Muchos jóvenes que conocí describieron que revisaban sus calificaciones, clasificaciones y currículums como si evaluaran constantemente su valía. En algunas familias, el éxito adquirió una importancia desproporcionada, lo que llevó a algunos niños a preguntarse si el amor de sus padres estaba ligado a su buen desempeño.

Una crianza centrada en el logro promete abrir puertas, lo que sugiere que mejores calificaciones y títulos universitarios garantizan un futuro mejor. Sin embargo, cada vez más investigaciones demuestran que esta búsqueda incesante puede generar perfeccionismo, un rasgo vinculado a mayores tasas de ansiedad y depresión.

¿Qué puede hacer entonces un padre para protegerse de esta visión estrecha del éxito y la autoestima ?

Podemos ayudar a los jóvenes a enfocar su atención en sí mismos hacia el exterior. Cuando los niños pasan de ”¿Cómo lo estoy haciendo?” a ”¿Dónde puedo ser útil?”, desarrollan una identidad más fuerte, basada en la contribución más que en el rendimiento. Pequeñas maneras cotidianas de sentirse necesitados —ayudar a un vecino, que cuenten con ellos en casa, participar en un equipo— pueden contrarrestar esa dañina autoevaluación y fortalecer su autoestima.

Cuando los niños centran sus esfuerzos en algo más allá de sí mismos, las situaciones estresantes cotidianas se vuelven más manejables . Dejan de creer que solo son una nota o un puntaje, y empiezan a sentirse importantes en el mundo. Así es como:

1. Ayude a los niños a detectar las necesidades genuinas que los rodean. 

Hace poco, una mujer me contó que iba camino al parque con sus dos hijos pequeños cuando vio a su vecina mayor rastrillando el césped. La vecina desestimó la ayuda de la mujer, pero aun así, bajó a sus hijos del coche y tomaron rastrillos para amontonar hojas en bolsas.

Los niños hablaron de ello toda la tarde: lo feliz que estaba su vecino, lo bien que se lo pasaron y lo bien que se sentían al ser útiles. Experimentaban lo que los psicólogos llaman la “euforia del ayudante” y una creciente sensación de autonomía.

Para ayudar a los niños a ver más allá de sí mismos, pruebe con sugerencias como ”¿Qué crees que podría necesitar hoy?” o ​​”¿A quién le vendría bien una mano ahora mismo?”. Actos regulares, como ir a ver cómo está un vecino, llevar una comida y hacer voluntariado, fortalecen el sentido de pertenencia de los niños a su comunidad.

2. Incorporar la contribución a las rutinas diarias

Una madre que entrevisté pegó una hoja de papel en la puerta principal con una breve lista de tareas familiares. Cuando sus hijos llegaban de la escuela, les pedía que firmaran las que podían encargarse ese día. 

Con el tiempo, estos pequeños compromisos ayudaron a sus hijos a verse a sí mismos no sólo como niños que a veces ayudan, sino como contribuyentes a su familia.

Ese cambio hacia una identidad de ayudador es importante. En un estudio con 149 niños de 3 a 6 años, los investigadores descubrieron que agradecerles por “ser ayudantes” en lugar de “ayudar” aumentaba significativamente su disposición a colaborar. Les motivaba la idea de convertirse en alguien que ayuda. 

En varios estudios, las personas que se sienten útiles y conectadas muestran menor estrés y mayor resiliencia, lo que sugiere que la contribución es protectora.

3. Hacer visible el trabajo invisible del cuidado

Los niños aprenden generosidad observándonos. Pero ser un buen ejemplo no basta. Tenemos que hacer visible nuestro pensamiento. 

Cuando vayas a ver a un vecino, le lleves sopa a un amigo enfermo o ayudes a alguien que parece abrumado, narra el “por qué” detrás de tus acciones. 

Podrías decir: “Le traje sopa para que sepa que no está sola”. O podrías explicar: “Parecía que necesitaba ayuda con esas bolsas”, o “Le escribí porque presentí que hoy sería un día difícil”. Estas pequeñas explicaciones les dan a los niños un modelo mental de por qué los ayudamos y un guion interno que pueden usar ellos mismos.

En una cultura que muy a menudo reduce a los jóvenes a lo que logran, ayudarlos a mirar hacia afuera es uno de los antídotos más potentes que tenemos contra la presión excesiva. 

Cuando los jóvenes descubren formas de contribuir que no están ligadas a métricas externas, adquieren un sentido más sólido de quiénes son y del papel más importante que pueden desempeñar en el mundo.

Jennifer Breheny Wallace  es una periodista galardonada y autora del bestseller del New York Times ” Nunca es suficiente: Cuando la cultura del logro se vuelve tóxica y qué podemos hacer al respecto ”.Vive en Nueva York con su esposo y sus tres hijos adolescentes. Puedes seguirla en Instagram:  @jenniferbrehenywallace .  

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