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viernes, 28 de marzo de 2025

El futuro del petróleo: mitos, conceptos erróneos y demanda mundial cambiante

 

El futuro del petróleo: mitos, conceptos erróneos y demanda mundial cambiante

Dr. Ibrahim al-Muhanna
Dr. Ibrahim al-Muhanna
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En los últimos cuatro años, expertos y organizaciones internacionales han pronosticado que el futuro del petróleo se cuestiona. Predicen que la demanda alcanzará su punto máximo en 2030 o 2035, tras lo cual comenzará a disminuir gradualmente, o quizás a colapsar por completo, de modo que para 2050, la demanda podría caer a 40 o 50 millones de barriles diarios, una caída de aproximadamente el 60 % con respecto a los niveles actuales.

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El futuro del petróleo, desde que se convirtió en un elemento clave de la política, la economía y la vida cotidiana nacional e internacional a principios del siglo XX, ha estado sujeto a dudas. Han persistido ideas y especulaciones negativas entre algunos economistas, expertos, medios de comunicación e incluso políticos.

Entre las ideas que alguna vez prevalecieron y luego se desvanecieron:

Primero: Las cantidades limitadas de petróleo extraíble, lo que implica que el petróleo está camino de agotarse, y a menudo se cita un año específico para indicar cuándo eso ocurriría.

Esta idea surgió varias veces durante el siglo XX, más notablemente con la predicción del geólogo estadounidense Marion King Hubbert en 1956 de que la producción de petróleo de Estados Unidos alcanzaría su pico máximo en la década de 1960 o antes.

La idea resurgió varias veces en períodos posteriores, la más reciente en la década de 1970 con el informe del Club de Roma, elaborado por reconocidos expertos mundiales, que predijo el agotamiento de las materias primas, incluido el petróleo. A este le siguió un informe del gobierno estadounidense en 1980 que estimaba que el agotamiento del petróleo comenzaría en el año 2000.

Segundo: La idea de que el petróleo saudí se estaba agotando surgió a principios del siglo XXI y fue adoptada por el experto e inversor estadounidense Matthew Simmons. En 2005, publicó un libro titulado "Crepúsculo en el desierto: La inminente crisis del petróleo saudí y la economía mundial". Esta afirmación atrajo la atención mundial, con numerosos artículos, estudios y libros publicados al respecto, pero no duró más de cinco años, ya que la realidad demostró que era errónea.

Tercero: La idea de que la producción mundial de petróleo alcanzaría su punto máximo y luego comenzaría a declinar. A principios del siglo XXI, concretamente en 2001, el profesor y experto petrolero estadounidense Kenneth Deffeyes publicó un libro cuya introducción afirmaba: «La producción mundial de petróleo alcanzará su punto máximo durante esta década... y después, caerá y nunca volverá a subir».

Para que conste, la producción mundial de petróleo en aquel entonces era de 85 millones de barriles diarios. ¡Hoy es de 105 millones de barriles!

Cuarto: La idea recurrente de que el consumo de petróleo alcanzará su punto máximo y luego disminuirá. Esta idea comenzó a circular a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, cuando los países occidentales, en respuesta a la influencia de la OPEP en el mercado, decidieron reducir su consumo de petróleo mediante diversos métodos, en particular reduciendo el consumo de petróleo y energía mediante medidas como la limitación de velocidad para los automóviles y el fomento del uso del carbón y la energía nuclear para la generación de energía.

La idea predominante actualmente es reducir el uso de petróleo, gas y carbón (combustibles fósiles), o incluso eliminarlos significativamente, y cambiar a fuentes de energía renovables como la solar, la eólica e incluso la nuclear para combatir el calentamiento global.

Estas ideas surgen y caen: a veces predominan y a veces se desvanecen. Y este fenómeno no se limita a la energía y el petróleo, sino que también se aplica a otros ámbitos: político, económico, cultural e incluso artístico y literario.

En lo que respecta al futuro del petróleo, hay pesimistas, detractores, quienes buscan atención y quienes se dejan llevar por agendas políticas. El futuro del uso del petróleo no se define por deseos ni anhelos, sino por la lógica, el desarrollo económico global y local, la búsqueda de prosperidad por parte de la gente y, sobre todo, los intereses nacionales definidos por las élites gobernantes. Hoy, por ejemplo, vemos cómo el gobierno estadounidense deja de subvencionar las energías renovables mediante financiación y legislación, y, en cambio, promueve la producción y las exportaciones de petróleo y gas, considerándolas fuentes importantes del poder y el beneficio de Estados Unidos.

Pero más importantes que todo lo anterior son las regiones con crecimiento económico global, que también impulsan la creciente demanda de petróleo. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el consumo de petróleo se disparó, los países occidentales (Estados Unidos y Europa Occidental) fueron los principales centros del crecimiento económico global y, por ende, del consumo de petróleo. Les siguió el bloque soviético (Rusia y Europa del Este). En las décadas de 1980 y 1990, el foco del crecimiento económico global y la demanda de petróleo se desplazó al Sudeste Asiático, especialmente a Japón y Corea del Sur. En la década siguiente, China se convirtió en el principal motor de la economía global y un factor clave en el crecimiento de la demanda de petróleo, pasando de ser un exportador a ser el segundo mayor consumidor y el principal importador. Otros países asiáticos también adquirieron una importancia creciente y probablemente seguirán haciéndolo, en particular India, Indonesia, Bangladesh, Vietnam y otros.

A modo de comparación, el consumo anual per cápita de combustibles fósiles –principalmente petróleo– alcanza los 62.000 kilovatios en Estados Unidos, 27.000 en China, 6.000 en la India y mucho menos en el África subsahariana.

Mientras tanto, la demanda mundial de electricidad aumenta aproximadamente un 4 % anual, impulsada por los países en desarrollo, especialmente en África, donde actualmente alrededor de 600 millones de personas en el África subsahariana carecen de acceso a la electricidad. El futuro parece estar en África, en particular en el África subsahariana, que posee los ingredientes clave para convertirse en el nuevo centro del crecimiento económico mundial y, en consecuencia, de una mayor demanda de energía y petróleo.

Entre estos factores se encuentran las tasas de crecimiento económico más altas, superiores al 5 % en muchos países, y tasas de crecimiento poblacional que alcanzan el 4,5 %, mientras que la población está disminuyendo en otras regiones del mundo, como Europa, Japón y Corea. Una fuerza laboral joven y capacitada seguirá siendo un motor fundamental del crecimiento económico en todos los sectores, y muchos países africanos también poseen importantes y valiosos recursos minerales.

De esto podemos concluir que el crecimiento económico mundial continuará, con un impulso que se desplazará de una región a otra, y lo mismo ocurrirá con el crecimiento de la demanda de petróleo y de todas las demás fuentes de energía, especialmente las renovables, aunque el nivel puede variar de un año a otro.

Puede haber shocks, como el de 2020 causado por el coronavirus, que afectó tanto al sector del transporte local como al global. Sin embargo, estos shocks suelen ser de corta duración, y la demanda tiende a repuntar, alcanzando potencialmente más de 120 millones de barriles diarios para 2050. Esto nos lleva a un segundo desafío: cómo satisfacer la creciente demanda en medio de la incertidumbre actual, que podría afectar negativamente a la inversión y, posteriormente, a la disponibilidad futura de suministro.

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