Por: Juan Mendoza (@JMendoza_Peru)
El exnegociador del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo con el Perú de 1987 a 1993, Ricardo Lago, explica a Exitosa el panorama económico mundial y los efectos que tendrá en la economía peruana. Apunta que el país requiere de profundas reformas en educación y justicia para crecer de forma sostenida.
¿Qué tan saludable se encuentra la economía mundial?
El titular de periódico es que la economía mundial crece de forma generalizada y  coordinada. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha proyectado 3.9% de crecimiento para el 2018 y 2019. Pero, creo que es muy probable que se dé un cambio brusco para peor y que este cambio esté a la vuelta de la esquina.
¿Avizoras una nueva crisis financiera internacional?
Sin duda. Recordemos primero que la crisis del 2008 se desató por un exceso de endeudamiento. Y la supuesta cura para la crisis era que las deudas se redujeran de forma paulatina. Pero, si examinas los datos, el mundo está más endeudado hoy que en 2007. La proporción de deuda sobre PBI de los gobiernos y empresas es mayor que hace una década.
Pero, los índices de las principales bolsas están cerca de los máximos históricos. ¿No sería ello reflejo de empresas y economías en buenas condiciones?
Al contrario. Hay una clara sobrevaloración en las bolsas y en los precios de los activos financieros y los “commodities”. La razón es que, como respuesta a la crisis financiera del 2008, los bancos centrales de los países desarrollados inyectaron una enorme cantidad de liquidez. Ello evitó el colapso de la producción y el comercio internacionales. Pero, esta liquidez sigue con nosotros y se ha ido a la compra de bonos, acciones y derivados financieros. Se ha creado una riqueza de papel. El índice S&P 500 de la bolsa de Estados Unidos está cerca de 2,700. Pero, si aplicas el promedio histórico desde 1870, debería estar en alrededor de 1,300. Se han inflado los mercados de capitales. Pero no se han resuelto los problemas estructurales: la deuda, la insostenibilidad de los sistemas de pensiones, la poca flexibilidad laboral en Europa, para mencionar algunos.
¿Cuánto podrían caer las acciones?
Estimo que entre 50% y 60%. Esta estimación está en línea con el análisis del premio Nobel Robert Shiller, uno de los pocos que advirtió sobre la sobrevaloración de los activos financieros a inicios de la década pasada.
¿Estaría el mundo mejor preparado para enfrentar una nueva crisis financiera?
Lamentablemente no. Por el lado monetario, se han agotado todas las municiones. Los principales bancos centrales han inyectado liquidez por cerca del 25% del Producto Bruto Interno (PBI) de sus países. Por el lado fiscal, la deuda pública como proporción del PBI ha aumentado en la mayoría de las economías: 100% en Estados Unidos y España, todavía más en Japón e Italia.
¿Cuándo estima que podría iniciarse esta nueva crisis?
Es imposible predecir el momento preciso. Pero hay algo que sé, te va a interesar intelectualmente. Y esto es mirar cuánto han durado los ciclos expansivos. En el caso de los precios de los acciones, llevamos 108 meses de alza. La máxima expansión en las bolsas fue de 113 meses entre 1990 y el 2000. En el caso de la producción, llevamos 105 meses de crecimiento. Históricamente, el ciclo más largo de crecimiento duró 120 meses.  Ahora, estas no son leyes exactas pero hay una dinámica en los ciclos económicos que ha sido estudiada y documentada. Y estamos entrando a tiempo de descuento.
¿Es razonable afirmar que hay una alta probabilidad de que la economía mundial entre en crisis en los siguientes 24 meses?
Sin duda, en los siguientes 24 meses habremos entrado en una nueva recesión.
La quiebra de Lehman (compañía global de servicios financieros de Estados Unidos) fue la chispa que encendió la crisis en 2008. ¿Cuál sería la chispa de la próxima crisis?
El detonante, intuyo, podría ser una subida súbita en las primas de riesgo de los bonos de la deuda pública de Italia, España o Portugal.
¿A cuánto caería el crecimiento mundial y cómo afectaría al Perú?
El próximo “bear market” (caída en las bolsas) y la próxima recesión no van a ser normales o tolerables. Estoy convencido de que vamos hacia una crisis igual o peor que en 2008. En lo macroeconómico, Perú está mejor preparado para una crisis internacional que la mayoría de los países emergentes. La deuda pública todavía está bajo control y las reservas internacionales son amplias. Ello ha sido mérito de los sucesivos ministros de economía y de nuestro mutuo amigo Julio Velarde en el Banco Central de Reservas. Pero, un país pequeño no se puede aislar de una crisis internacional. El efecto sobre la economía peruana de esta crisis va a ser brutal. Caerían las exportaciones, los precios de los metales, se cortarían las líneas de crédito del exterior, aumentarían las tasas de interés y habría una recesión de -2% a -3%.
¿Cuánto cree que crecerá la economía peruana el 2018 y en lo que queda del presente gobierno?
En el corto plazo, el cuello de botella es la incertidumbre política. Esa es la razón por la cual el Perú solo ha crecido 2.5% el 2017 con precios de los metales tan favorables. No se sabe qué va a pasar con este gobierno y ello aletarga las decisiones de consumo e inversión. Percibo también un gran hartazgo por el escándalo Lava Jato que, al salpicar a los más importantes partidos políticos y grupos empresariales, genera mucha incertidumbre de cara al 2021.
Tuviste un papel decisivo en la reinserción financiera internacional en los años noventa. ¿Cuáles son los éxitos y fracasos del Perú en los últimos 25 años?
El gran éxito de Perú es haber mantenido la estabilidad macroeconómica.  Pero, en lo estructural, Perú no ha cambiado mucho. La educación sigue siendo mala. La justicia (el cumplimiento de los contratos, la seguridad en la propiedad, la criminalidad) no es mejor que la que había en los años 80. Y sin mejoras en educación o justicia, Perú no va a poder crecer de forma sostenida. La corrupción se deriva de la falta de justicia y de la poca cultura cívica.
¿Por qué se paralizaron las reformas estructurales?
Sin quitar mérito a los ministros y al Presidente de ese entonces, las reformas se hicieron con mucha presión internacional. Pero, desde 1996, cuando terminó la reinserción financiera, no ha habido reformas de importancia y más bien ha habido retrocesos. La banca de fomento, una de los motivos de la hiperinflación, se consiguió liquidar en 1993 con el exministro Carlos Boloña y mi propia intervención. Pero, en el 2001 la banca de fomento regresó con Agro Banco. Muchos de los proyectos estafa, como el Gasoducto del Sur, los financiaba Cofide. Odebrecht y otros no ponían ni un mango.
¿Cómo cree que le va a ir al Perú en los siguientes 25 años?
Dejé de trabajar con Perú en 1993. Cuando volaba de regreso a Estados Unidos, me imaginaba en el escenario optimista que si las reformas se mantenían, Perú podía convertirse en un país como Singapur. Hoy no creo que Perú pueda alcanzar el nivel de desarrollo de Singapur en el siguiente cuarto de siglo. El despilfarro en los proyectos públicos, los gravísimos problemas de corrupción y el querer taparlo todo, subir el salario mínimo de buenas a primeras, los esfuerzos por poner trabas al comercio internacional, permitir que haya una mayor concentración en las farmacias, las estaciones de gasolina y las AFP, son señales preocupantes. Cada vez hay menos competencia. Hay un riesgo considerable del regreso de modelo populista de los años setenta y ochenta.