¿Por
qué Perú está en la cola en calidad
universitaria?
http://puraciencia.lamula.pe/2013/12/11/por-que-estamos-en-la-cola-en-calidad-universitaria/modestomontoya/
Como si lo
hubiéramos planeado
Las
universidades peruanas estarán siempre en la cola de las evaluaciones
internacionales mientras se siga con política de rechazo a los potenciales
investigadores.
Modesto
Montoya
MODESTO
MONTOYA I PURA CIENCIA
PUBLICADO:
HACE 6 HORAS
A los jóvenes investigadores los
empujamos a partir del país. ¿Cómo?
Algunos de
los científicos que vienen del extranjero para participar en el Encuentro
Científico Internacional 2014 de verano (2 – 4 de enero 2014) nos recuerda
cómo.
Primera técnica:
Cuando un
joven termina su bachillerato en ciencias, debe hacer su tesis. Las
universidades estatales del Perú les cobran, y luego les cobran para sustentar
sus tesis. Si quieren hacer su maestría: les cobran más. Y para mantenerse
tienen que trabajar en temas alejados a su tema de investigación.
¿Cómo reaccionan?
Se van. Por
ejemplo a Brasil. En ese país no les cobran: les pagan para hacer sus
maestrías. Luego se quedan.
Es el caso
de Nancy Baygorrea, que ahora hace su doctorado en ciencias de la computación.
Ella, terminó sus estudios en la Universidad Nacional del Callao. Ante las
dificultades para seguir sus estudios en Lima, se fue a Campinas, Brasil. Pasó
un examen, luego del cual recibió una beca para hacer su maestría. Ahora tiene
otra para hacer su doctorado.
¿Regresar a
Perú? No hay política de repatriación. En los institutos está prohibido el
ingreso de nueva gente.
Segunda técnica:
Un recién
doctorado regresa al Perú para echar lazos con el país. Quiere hacer un
posdoctorado con apoyo del Perú. Las condiciones que colocamos es que tenga 4
publicaciones internacionales. A un recién graduado! No cumple con las
condiciones y se siente ninguneado por el Estado. Buscan conductos extranjeros
y se van.
Es el caso
de José Antonio Morán, quien investigó sobre un tema de punta, el grafeno, en
la Comisión de Energía Atómica de Francia. Regresó luego de su doctorado. Tiene
un contrato temporal. Quiere hacer su posdoctorado y ve que el Estado le niega.
Tercera técnica:
Pagar a los
burócratas de la ciencia 5 veces más que a los investigadores de laboratorio, a
través de sistemas SERVIR. Investigadores como Jorge Chau (IGP) se van al
extranjero.
Cuarta técnica:
Dar fondos
para la investigación (Canon minero) pero prohibir asignar retribuciones para
los que responsables de la eventual investigación. Como resultado abandonan la
investigación.
¿Qué hacer?
Entre otras
medidas, establecer políticas de retención y atracción de talentos, mediante la
carrera del investigador.
Participe
gratuitamente en el Encuentro Científico Internacional 2014 de verano.
5ta técnica
Te obligan a
publicar en medios extranjeros, sabiendo que es pura argolla y solo publican lo que les
interesa a ellos o a su país o a presiones de los gobiernos o de obtener un mejor
ranking universitario de las universidades que patrocinan a las revistas.
Ver articulo
del diario el país
¿Y
si la ciencia no es eso que tú crees?
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/11/actualidad/1386797483_412515.html
El Nobel de Medicina critica la
“tiranía” de las revistas especializadas en la carrera investigadora Las publicaciones defienden su
seriedad
Por qué
revistas como ‘Nature’, y ‘Science’ hacen daño a
la ciencia
JAVIER SAMPEDRO 12 DIC
2013 - 00:01 CET4
Nuestro
mundo se rige por la ciencia en mayor medida de lo que creemos. Un gobernante
puede creer que su raza —o su aldea, ya puestos— es superior a las demás, pero
no podrá salirse con la suya sin una ciencia independiente y de calidad que lo
apoye; un magnate pagará un montón de dinero para hacer creer a la gente que su
pasta de dientes, su fuente de energía o sus medios de comunicación son
superiores a los demás, pero fracasará si no puede aportar evidencias
científicas. Los alimentos que comemos, la información que creemos y los
medicamentos que tragamos dependen crucialmente de una ciencia solvente,
honrada y evaluada con criterio y
transparencia.¿La tenemos?
El último premio
Nobel de Medicina, Randy Schekman, cree que no.
Y no se engañen: la mayoría de los galardonados con esa cima de las
distinciones científicas dedican su visita a Estocolmo a mayor gloria de sí
mismos, o simplemente a hacer turismo. Schekman ha preferido montar un pollo, y
uno bien importante, si hemos de ser justos. En una columna publicada por The
Guardian y reproducida íntegramente bajo este artículo, Schekman sostiene que
las revistas científicas de élite, en particular Nature,
Science y Cell, distorsionan el proceso científico o, peor aún, ejercen
una “tiranía” sobre él que no solo desfigura la imagen pública de la ciencia,
sino incluso sus prioridades y su funcionamiento diario.
El premiado
dice que no publicará más ‘papers’ en estas cabeceras
Para
reforzar su punto de vista, el premio Nobel —que recogió ayer su galardón en la
capital sueca— ha anunciado su decisión solemne de no publicar nunca más en
Nature, Science y Cell, las tres revistas científicas con más índice de
impacto, una medida de su influencia en otros científicos. Schekman admite que
ha publicado todo lo que ha podido en esas tres revistas, incluidos los papers
(artículos técnicos) que le acaban de valer el premio Nobel. Pero que, ahora
que se lo han dado, ya no va a publicar más ahí.
Su intención
es denunciar —con unas dosis de autocrítica que se echan de menos en la clase
política y otras— las distorsiones que
esas grandes editoriales científicas ejercen sobre el progreso del
conocimiento. Schekman denuncia que la admisión de un texto puede estar sujeta
a consideraciones de política científica, presiones o incluso contactos
personales.
Schekman ha
fundado su propia revista electrónica, eLife (), una de las publicaciones
científicas “en abierto” que pretenden estimular una nueva era en la
evaluación, presentación y divulgación del progreso científico, o una ciencia
tres punto cero.
Dos de los
tres objetivos prioritarios de Schekman. Las revistas Nature y Science, son
premio Príncipe de Asturias de las ciencias. Pero hay otro galardonado con el
mismo premio, el biólogo Peter Lawrence de la Universidad de Cambridge, que no
solo apoya a Schekman, sino que viene sosteniendo posturas similares desde hace
10 años. “Este asunto viene de lejos y se ha ido volviendo peor en los últimos
años”, dice a EL PAÍS desde Cambridge.
Busca
denunciar las distorsiones de las editoriales sobre el avance del saber
Lawrence y
otros científicos han escrito artículos en las revistas científicas y
presentado quejas ante los centros de decisión, pero no han logrado gran cosa,
ni siquiera elevar el tema a la opinión pública. El científico de Cambridge se
confiesa contento de que Schekman haya aprovechado su premio Nobel para remar
contra corriente e intentar empujar lo que considera una buena causa. La
autocrítica es inmanente a la ciencia: es lo que mejora sus experimentos y
teorías, y lo que puede mejorar sus formas, su financiación y su comunicación
pública.
“Muchos
investigadores son plenamente conscientes de cómo la evaluación del trabajo
científico y su tasación por los burócratas está asesinando la ciencia”, dice
Lawrence con característica elocuencia. “Por supuesto que todos somos culpables
de haber representado nuestro papel, y así lo admite el propio Randy
(Schekman); pero es bueno que esté utilizando su premio Nobel para publicitar
sus opiniones, y espero que ello incremente la percepción pública de por qué la
ciencia ha perdido su corazón”.
Lawrence
escribió un artículo de referencia sobre este asunto hace diez años,
curiosamente en la propia revista Nature
(http://making-of-a-fly.me/files/pdf/politics.pdf). “Cuando lo escribí en 2003,
recibí casi 200 cartas, en su mayoría de jóvenes que sentían que los sueños que
les habían llevado a convertirse en científicos habían sido rapiñados; el punto
principal, entonces y ahora, es que los artículos científicos se han vuelto
símbolos para el progreso en la profesión científica, y los verdaderos
propósitos de comunicación y registro están desapareciendo”.
Otro
científico relevante que apoya la protesta del Nobel Schekman es Michael Eisen,
profesor de la Universidad de California en Berkeley y uno de los fundadores de
Public Library of Science (PLoS), la primera y principal colección de revistas
científicas publicadas en abierto, y con una voluntad de transparencia que les
ha llevado, por ejemplo, a hacer pública la identidad de los dos o tres
científicos, o reviewers, que revisan los manuscritos y deciden sobre su
publicación.
El biólogo
Peter Lawrence lleva 10 años protestando por esto mismo
“Lo que ha
dicho Randy (Schekman) es importante”, dice Eisen a EL PAÍS. “Si otros
científicos siguieran esa vía, podrían enmendar muchos problemas de la
comunicación científica en un solo movimiento”. Pero el investigador y editor
no alberga grandes esperanzas: “Hablando como alguien que ya abandonó esas
revistas (Nature, Science y Cell) hace 13 años, y que ha estado intentando
convencer a sus colegas para que hagan lo mismo desde entonces, me temo que la
estructura de incentivos que Randy denuncia es tan poderosa y ubicua que ni
siquiera el liderazgo de un premio Nobel tan brillante y respetado podrá
disolverla”.
Eisen no
cree que un boicot a esas tres revistas de élite sirva de mucho. “Si realmente
queremos arreglar las cosas”, concluye, “necesitamos que todos los científicos
ataquen el uso de las publicaciones para evaluar a los investigadores, y que lo
hagan siempre que tengan ocasión: cuando contraten científicos para su propio
laboratorio o departamento, cuando revisen las solicitudes de financiación o
juzguen a los candidatos a una plaza”.
Este diario
ha solicitado su perspectiva a los editores de Nature, Science y Cell, los
principales objetivos de los dardos de Schekman. Lo que sigue son sus
respuestas.
“Si otros
científicos siguieran esta vía se podría enmendar”, dice Michael Eisen
“Nuestra
política de aceptación no se rige por consideraciones de impacto”, dice a EL
PAÍS Monica Bradford, editora ejecutiva de Science, “sino por el compromiso
editorial de proveer acceso a investigaciones interesantes, innovadoras,
importantes y que estimulen el pensamiento en todas las disciplinas
científicas”. La revista Science, prosigue explicando Bradford, se publica por
la AAAS (Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, siglas en inglés),
que es una organización sin ánimo de lucro, “y trabaja duro para garantizar que
la información científica revisada por pares se distribuye al mayor público
posible”.
Las revistas
de primera fila reciben tal cantidad de manuscritos cada semana que, por
simples consideraciones materiales, tienen que rechazar cerca del 90% de esos
trabajos. La cuestión sería un mero dilema editorial si no fuera porque la
carrera de cualquier científico, sobre todo de los jóvenes, depende
estrictamente del número de publicaciones que consiga con su investigación, en
particular en las grandes revistas de más impacto. Pese a ello, Bradford
asegura que “los presupuestos para el número de páginas y los niveles de
aceptación de manuscritos han ido de la mano históricamente; tenemos una gran
difusión, e imprimir artículos adicionales tiene un gran coste económico”.
Emilie
Marcus, editora de Cell, comenta más específicamente sobre el desafío del Nobel
Schekman. “Desde su lanzamiento hace casi 40 años”, dice, “la revista Cell se
ha concentrado en una visión editorial fuerte, un servicio al autor de primera
fila en su clase con editores profesionales informados y accesibles, una
revisión por pares rápida y rigurosa por investigadores académicos de primera
línea, y una calidad sofisticada de producción”.
“La razón de
ser de Cell”, prosigue Marcus, “es servir a la ciencia y a los científicos, y
si no logramos ofrecer esos valores a nuestros autores y lectores, la revista
no prosperará; para nosotros esto no es un lujo, sino un principio
fundacional”.
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