Nº: 218 Diciembre
2013
Ecuador
y
la
"mano sucia" de Chevron
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=29b31be1-9930-457c-8f44-0304a1e1798d
Ignacio Ramonet
Durante su
reciente visita oficial a Francia, el presidente
de Ecuador, Rafael Correa, se reunió
en París con un grupo de intelectuales para exponerles una de las
preocupaciones de su país: el conflicto que opone varias comunidades indígenas
de la Amazonia ecuatoriana a la empresa petrolera
estadounidense Chevron, acusada de destrucción medioambiental y de daños
a la salud de miles de personas. A escala internacional, este conflicto
ecológico ha adquirido un carácter muy emblemático.
Ecuador
–primer país del mundo en reconocer, en su Constitución, los inalienables
derechos de la naturaleza, convirtiendo a esta en sujeto de derecho–, se
enfrenta a una multinacional petrolera, la Chevron Corporation, que es la
segunda más importante de Estados Unidos y la sexta del mundo, denunciada por
múltiples casos de contaminación medioambiental en diversos lugares del
planeta.
“Todo empezó
en 1964 –nos explica Rafael Correa–, cuando la
empresa estadounidense Texaco [adquirida en 2001 por Chevron] inició
su explotación petrolera en una amplia zona de la Amazonia ecuatoriana. Esa
actividad duró hasta 1992. Al año siguiente, 1993, las comunidades amazónicas
de la provincia de Sucumbíos presentaron, en Estados Unidos, una demanda contra
la petrolera Texaco por contaminación medioambiental y atentado a la salud de
los habitantes. O sea, debe quedar claro que no es el Estado ecuatoriano quien
lleva a los tribunales a Texaco-Chevron, sino un grupo de ciudadanos víctimas
de un crimen medioambiental. Chevron
heredó esa demanda cuando compró y absorbió Texaco en 2001. Poco después, a
petición de la propia empresa, el caso –que los tribunales de Estados Unidos se
negaron a juzgar– fue trasladado a una corte de Ecuador.”
“Hay que
añadir –precisa el canciller ecuatoriano,
Ricardo Patiño, presente también en esa reunión parisina junto al
presidente Correa– que Texaco, antes de retirarse definitivamente de Ecuador en
1992, dijo haber ‘limpiado’ los dos millones de hectáreas de selva virgen
en los que operó. Lo cual no solo es inverosímil sino falso. Porque todos esos
terrenos, como cualquier testigo puede comprobar, se hallan totalmente
degradados, con decenas de abominables vertederos de alquitrán que han
contaminado ríos y acuíferos. El agua,
en toda esa región, es ahora no apta para el consumo. Y se ha multiplicado
el número de cánceres entre la población. En toda esa selva, la excepcional
biodiversidad ha sido sencillamente asesinada.”
“Y lo peor –añade
Rafael Correa– es que el Gobierno ecuatoriano de la época le firmó a Texaco, en
1998, un ‘acto de finiquito’ en el que reconocía que la empresa estadounidense
lo había dejado ‘todo limpio’, y la exoneraba de cualquier responsabilidad
sobre consecuencias futuras de sus desmanes petroleros. Esto es muy importante. Ese ‘acto de
finiquito’ le da un argumento enorme a Texaco-Chevron. En caso de demanda
contra ella, la empresa puede decir –¡y con todo cinismo, lo dice!–: ‘Yo lo
entregué todo limpio. Así me lo reconoció oficialmente el Estado ecuatoriano.
En consecuencia: cualquier condena contra mí debe ser asumida por el Estado de
Ecuador porque él es responsable de lo que ocurrió en esos terrenos después de
mi partida...’
Hay que
saber –sigue exponiendo el presidente Correa– que la Corte Provincial de
Sucumbíos, en enero de 2012, condenó a Chevron a pagar una indemnización de 9.500 millones de dólares por haber causado uno de los
‘mayores desastres medioambientales del mundo’ entre 1964 y 1990. Una suma que
se duplicaría –¡y alcanzaría los 19.000 millones de
dólares!– en caso de que la empresa no presentase excusas a los
damnificados en las semanas siguientes a la sentencia. Pero Chevron, para
desprestigiar esa decisión judicial y evadir su responsabilidad, alegó que, en
ese juicio, los abogados de los demandantes habían falsificado los datos y
presionado a los peritos científicos para encontrar contaminación donde no la
había. Y presentó un recurso de casación ante la Corte Nacional de Justicia
(1).”
“Ante esa
situación –prosigue ahora el canciller Ricardo Patiño– Chevron decidió
ampararse en el Tratado de protección recíproca de inversiones firmado entre
Ecuador y Estados Unidos, y que entró en vigor en 1997. Pero este tratado, en
nuestra opinión, no concierne a este caso, pues la demanda de las comunidades
indígenas contra Chevron es de 1992, y el tratado, establecido en fecha
posterior, 1997, no contempla aplicación retroactiva.”
“Con ese
argumento –nos explica el presidente Rafael Correa– Chevron acudió a la Corte
Permanente de Arbitraje de La Haya, la cual nombró, como es habitual en estos
casos, un Tribunal específico para este asunto. Este Tribunal está compuesto
por tres jueces, designados (y pagados) por las partes en litigio; uno por la
empresa, otro por el país y el tercero por estos dos jueces anteriores. Aquí
también el poder judicial ecuatoriano cometió un error, porque designó a uno de
los jueces, con lo cual implícitamente dio la impresión de que Ecuador aceptaba
ese Tribunal de arbitraje. Cuando, en realidad, nuestro Gobierno rechaza ese
Tribunal, no lo considera competente.”
“El caso es
que ese Tribunal –agrega el canciller Ricardo Patiño– concluyó, en 2012, que
Ecuador ‘incumple leyes internacionales al no tratar de impedir’ la ejecución
de un fallo contra Chevron que obliga a esta empresa a pagar miles de millones
de dólares a varias comunidades indígenas por la contaminación de la Amazonia.
El Tribunal insiste en que ambas partes –el Estado de Ecuador y Chevron– habían
alcanzado previamente un acuerdo, mediante un ‘acto de finiquito’, que
exoneraba a Texaco-Chevron de responsabilidades medioambientales futuras.
El Tribunal
de arbitraje también alega que Ecuador ha violado el Tratado bilateral de
inversiones entre Quito y Washington, según el cual Ecuador debe ‘tomar todas
las medidas a su alcance para suspender o hacer que se suspenda la ejecución o
el reconocimiento dentro o fuera de Ecuador de cualquier sentencia contra una
firma estadounidense’.
En
resoluciones anteriores, ese Tribunal ya había advertido, además, de que
‘cualquier pérdida surgida de la ejecución de la sentencia de la Corte de
Sucumbíos sería una pérdida por la que el Estado ecuatoriano sería responsable
ante Chevron, bajo el derecho internacional’.”
El
presidente Rafael Correa retoma entonces la palabra para explicar que “las decisiones del Tribunal de arbitraje de La Haya
han sido rechazadas por nuestro Gobierno. Primero, porque Ecuador, como Estado,
no está implicado, repito, en esta querella. Defendemos los derechos de las
comunidades indígenas afectadas por la contaminación y víctimas de los desmanes
de una multinacional petrolera. Pero no somos parte en el pleito. Y por respeto
al principio democrático de la separación de poderes, no queremos inmiscuirnos
en asuntos de la rama judicial.
Sin embargo,
por otra parte, observamos que, en el marco actual del despojo de la soberanía
de los Estados, los tribunales de arbitraje tienen cada día más poder. Cada vez
más, los tribunales de arbitraje están fallando a favor de las corporaciones
multinacionales. Y si no acatamos el fallo del Tribunal de arbitraje (que aún
no es definitivo), Ecuador podría quedar aislado comercial y políticamente.
Todo esto es
triplemente escandaloso, porque si la decisión del Tribunal de arbitraje se
aplicase, Ecuador estaría violando su propia Constitución pues significaría que
nuestro Gobierno estaría interfiriendo con el Poder Judicial. Chevron no solo
quedaría exonerada de pagar por la limpieza de la selva y la reparación a las
comunidades afectadas, sino que podría demandar pagos al pueblo ecuatoriano por
el costo legal del litigio...
Nosotros
consideramos que este caso no es jurídico, sino político: contra nuestro
gobierno –concluye el presidente Rafael Correa–. Por eso apelamos a la
solidaridad internacional. En todas partes se están constituyendo Comités de
apoyo a nuestra Revolución Ciudadana. E invitamos a todos nuestros amigos y
amigas, de Europa y del mundo, a expresar igualmente su rechazo a la prepotencia
de aquellas empresas multinacionales que destrozan el medio ambiente y quieren
luego lavarse las manos. La ‘mano sucia’ de Chevron no debe quedar impune.”
(1) El pasado 12 de noviembre, esa Corte
Nacional de Justicia de Ecuador emitió un fallo en el que confirmó la condena
de la petrolera estadounidense Chevron a pagar 9.500 millones de dólares “por
contaminación ambiental en la Amazonia ecuatoriana”.
Nota del autor del blog y ¿porque no
se hace extensivo el juicio a los anteriores gobiernos ecuatorianos por complicidad
para encubrir el daño causado me refiero a todo el anterior ejecutivo para que ayude a
pagar o por lo menos ayudar a descontaminar?
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