Oriente
Medio en el invierno árabe
http://elpais.com/elpais/2013/12/03/opinion/1386069702_095085.html
Obama
obtendría un triunfo histórico si logra el cambio del ‘statu quo’ en la zona
JOSCHKA FISCHER 16 DIC 2013 - 00:00 CET
Los viajes
abren la mente, dice el viejo dicho. Esto es especialmente válido en el caso de
Oriente Próximo. Pero viajar allí hoy en día puede resultar extremadamente
desconcertante; de hecho, se han producido acontecimientos imposibles de
imaginar hace apenas unos meses y que hoy se vuelven una realidad.
La revuelta
juvenil que comenzó en Túnez y El Cairo en 2010-2011 ha terminado (al menos por
el momento), aunque, gracias a ella, la región ha cambiado radicalmente.
La victoria de la contrarrevolución y
la política del poder, como en Egipto, solo
pareció restaurar el antiguo orden; los cimientos políticos del régimen actual
son, lisa y llanamente, demasiado frágiles.
Igualmente
destacable ha sido el giro permanente del eje estratégico-político de la
región. Irán, con sus ambiciones nucleares y
hegemónicas, es el centro actual, mientras que el antiguo centro —el conflicto palestino-israelí— ha quedado marginado,
dando lugar a alianzas de intereses completamente nuevas. Arabia Saudí e Israel (que
no tienen relaciones diplomáticas formales) están unidos contra Irán —y contra una tregua entre Estados Unidos
e Irán—.
En términos
ideológicos, el conflicto central entre Irán y sus vecinos se basa en el
conflicto sectario entre el islam sunita y el islam chiita. La devastadora
guerra civil siria ya se está librando según estas líneas. Y, en vista de las
señales de un impasse militar y político, esas líneas podrían convertirse en el
origen de una división permanente del país, como en Bosnia.
Si esto
sucede, Irak, el Líbano y Jordania no saldrían ilesos.
El
Oriente Próximo anglo-francés, diseñado por el Acuerdo Sykes-Picot en
mayo de 1916, habría desaparecido definitivamente. Es más, ha resurgido la cuestión kurda —y podría influir indirectamente en la
cuestión palestina y volver a radicalizarla—. Desafortunadamente, no hay mucha
evidencia de que un acuerdo palestino-israelí basado en una solución de dos
Estados vaya a evitar que esto suceda.
Luego está
la cuestión de las consecuencias a largo plazo del renacimiento de Al Qaeda en Siria, Yemen y el
norte y este de África.
Las
monarquías del Golfo están intentando tomar las riendas contra Irán. ¿Pero qué
sucederá cuando, un día, descubran que están ejerciendo el papel del aprendiz
de brujo?
¿Acaso este viento de fanatismo volverá a
soplar en la península árabe?
¿Y las
instituciones domésticas de estas sociedades podrían tolerar semejante ataque?
EE
UU es una potencia
exhausta para establecer el orden en la región
En
todo Oriente Próximo, la
mayor parte de la élite política sigue atrapada dentro de una visión del mundo
definida por la política de poder y las nociones de soberanía del siglo XIX.
Sus consignas estratégicas son rivalidad
nacional, equilibrio y hegemonía —conceptos que no ofrecen ninguna solución
para el futuro de las naciones y los Estados de la región—. La cooperación económica intrarregional,
esencial para alcanzar un crecimiento sostenido y desarrollo social —mucho
menos un marco de seguridad regional para asegurar la paz y la estabilidad—, sigue siendo una idea extraña.
En esencia, Oriente Próximo está experimentando una
crisis de modernización. La juventud rebelde que lideró las demandas populares
de cambio está quieta (o ha sido acorralada); pero, dada la parálisis
intelectual de los gobernantes de la región podemos esperar una erupción aún más violenta. Como en
el pasado, Egipto desempeñará un
papel influyente para toda la región (lo desee o no).
A la crisis
de modernización de la región se suma el retiro parcial de una fuerza exhausta
para establecer el orden, Estados Unidos. Esto
alimenta una enorme ansiedad en la región y ha contribuido al derrocamiento de
alianzas existentes y a la búsqueda de otras nuevas. El presidente Barack Obama ha puesto fin a las guerras ruinosas de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Sobre todo, la
guerra en Irak —y en consecuencia el expresidente George W. Bush y sus asesores
neoconservadores— fue la que llevó a Irán a su posición actual de fuerza
estratégica. Sin embargo, es Obama a quien hoy se considera débil en Oriente
Próximo.
Obama es muy
criticado por no haber intervenido militarmente en Siria, a pesar de que su
amenaza de hacerlo obligó al Gobierno del presidente Bachar el Asad a entregar
sus armas químicas. De la misma manera, lejos de fortalecer aún más a Irán,
Obama arrinconó a la república islámica al liderar la presión global para
implementar sanciones económicas estrictas.
Muchos
aspectos de la política de Obama en la región son dignos de crítica —sobre
todo, la actitud defensiva con la que la presenta su Gobierno—. Pero, más que
una debilidad, lo que más temen los aliados tradicionales de Estados Unidos en
Oriente Próximo es el cambio de amplio alcance en el statu quo.
Y la
política de Obama efectivamente parece apuntar precisamente a eso: una tregua nuclear con Irán, el fin de la guerra civil
de Siria por medio de una arquitectura de seguridad regional y una solución de dos Estados para el conflicto
palestino-israelí. Es una política que suena casi utópica, en vista de
la enorme fuerza inercial de los problemas de la región. Pero si, contra todos
los pronósticos, Obama tiene éxito, su logro será histórico. ¿Y si fracasa?
Oriente Próximo continuará su caída en el caos —coincidiendo, de manera
perversa, con el inminente centenario del estallido de la Primera Guerra
Mundial—.
Joschka
Fischer, ministro de
Relaciones Exteriores y vicecanciller de Alemania
de 1998 a 2005, fue líder del Partido Verde alemán durante casi 20 años.
©
Project Syndicate/Institute for Human Sciences, 2013.
www.project-syndicate.org
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