Peligro económico mundial: China al borde de
una mega revolución inminente ante el
nepotismo y la corrupción generalizada parte I (extraído del diario español El
País).
Pekín extrema hasta la paranoia la seguridad ante el congreso
comunista.
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/11/05/actualidad/1352131911_846441.html
China ha prohibido
los vuelos de palomas adiestradas, de aviones
de aeromodelismo de control remoto y de globos.
Además, ha ordenado bloquear
las ventanillas de los taxis y los
supermercados y tiendas han retirado de las estanterías los cuchillos
Jose Reinoso Pekín 5 NOV 2012 - 17:40 CET22
Dos policías paramilitares atraviesan la plaza pequinesa
de Tiananmen para ir al Gran Palacio del Pueblo. / WANG ZHAO (AFP)
Los turistas que estos
días visiten Pekín no podrán ver, salvo que tengan suerte, el vuelo de las
palomas pastoreadas por alguno de los muchos ciudadanos de la capital que
disfrutan con este pasatiempo al caer la tarde.
Tampoco
podrán bajar la ventanilla del taxi, salvo que den con un
conductor rebelde, porque las manivelas han sido extraídas y los botones
eléctricos pueden ser bloqueados para evitar que el pasajero arroje octavillas.
Y si quieren comprar un helicóptero con radiocontrol, tendrán que identificarse
o directamente no encontrarán quién se lo venda.
Estas son algunas de las medidas de seguridad –algunas
llegan a extremos nunca vistos- que ha desplegado el Gobierno de cara a la
celebración del XVIII Congreso del Partido Comunista
Chino (PCCh), que comienza este
jueves.
“Nos han ordenado que quitemos las manivelas y las
entreguemos a la empresa para que los pasajeros no puedan arrojar panfletos, y nos han dicho que evitemos ir a Changan (la
avenida que cruza la plaza Tiananmen de este a oeste)”, dice enojado un
taxista, cuyo coche tiene ventanillas eléctricas. “Qué tiene que ver todo esto
con mi vida. Los nuevos líderes no van a rebajar la cantidad que tengo que
pagar todos los meses a la compañía. No me interesa lo más mínimo la política.
Es asunto suyo”.
Los cónclaves del partido, que se celebran cada cinco
años, y la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional, en marzo, son siempre
épocas sensibles en Pekín. Pero en pocas ocasiones los dirigentes chinos
parecen haber estado tan nerviosos como en vísperas de este congreso. En él
tendrá lugar uno de los procesos de transición de poder más importantes de las
últimas décadas, en un contexto complicado: la economía afectada por las crisis
global, las desigualdades sociales en un nivel que algunos expertos consideran
peligroso, las demandas de cambio por parte de la población en alza y con un número de protestas ciudadanas sin
precedente por motivos que van desde los problemas medioambientales a las
expropiaciones forzosas de suelo y el precio de la vivienda.
El Gobierno ha obligado a algunos disidentes y activistas
a abandonar la capital
Además, el cónclave se produce en medio de uno de los
mayores escándalos políticos que ha vivido China desde las manifestaciones de
Tiananmen, en 1989: la expulsión del partido de Bo
Xilai, exsecretario del PCCh en la municipalidad de Chongqing y estrella
ascendente de la política china hasta que fue defenestrado hace varios meses.
Bo, que se perfilaba como claro candidato a entrar en el Comité Permanente del
Politburó en el congreso, va a ser juzgado por corrupción, abuso de poder,
recibir sobornos e intentar ocultar el asesinato de un ciudadano británico por
parte de su mujer; cargos que, según sus partidarios, son consecuencia de las
luchas de poder entre las diferentes facciones del PCCh.
Un total de 1,4
millones de personas –muchas de ellas, voluntarios- han sido movilizadas en
Pekín, según la agencia oficial Xinhua, para garantizar oídos y ojos por
toda la ciudad que informen a la policía en caso de detectar algo sospechoso.
Muchas de ellas –jubilados y pensionistas- actúan habitualmente de vigilantes
sociales, pero estos días se han unido jóvenes, sentados en cruces y calles,
identificados igualmente con brazaletes rojos.
El Gobierno ha puesto bajo vigilancia a un gran número de
activistas y disidentes y ha forzado a algunos como Hu
Jia y la escritora tibetana Woeser a
dejar la capital. Hu Jia, que ha tenido que irse a casa de su familia en la
provincia de Anhui hasta que finalice el congreso, ha calificado las medidas
adoptadas de algo nunca visto y “absurdas”. “Han alcanzado un nuevo nivel de
psicosis”, ha afirmado, informa Reuters.
La policía ha incrementado la vigilancia en los trenes
que vienen de la provincia de Xinjiang, hogar de la
minoría musulmana uigur. En el núcleo de transporte en la calle
Dongzhimen, los agentes controlaban hace unos días la identidad de algunos
jóvenes, pero solo varones, según cuenta una testigo.
Las medidas adoptadas con los taxis no afectan solo a las
ventanillas, que, según aseguran algunos conductores, deben permanecer cerradas
si cruzan la plaza Tiananmen, sede del Gran Palacio del Pueblo, donde se
celebra el congreso. Otros dicen que han recibido instrucciones
de que pidan a los clientes que rellenen un papel con sus datos personales y el
destino de la carrera. Otros aseguran que les han indicado que no
admitan a pasajeros con bolsas y que si alguno de los muchos peticionarios que
suelen viajar a Pekín durante los congresos para reivindicar sus casos se sube
en su coche no lo lleven a las oficinas de quejas gubernamentales sino a la
policía. Las ventanillas de los autobuses que pasan por “centros políticos”
deben estar cerradas para evitar “el lanzamiento de octavillas y otros
problemas”, ha informado la influyente revista económica Caixin.
Pekín ha prohibido también los globos y el vuelo de
aviones de aeromodelismo de control remoto. Y, como ha ocurrido en otras
ocasiones, supermercados y tiendas han retirado de las estanterías los
cuchillos para limitar la posibilidad de incidentes y ataques.
La campaña de seguridad ha afectado incluso a las palomas
que crían muchos pequineses en jaulas sobre sus viviendas, especialmente en el
casco antiguo, para hacerlas volar en grupos que llegan a varias docenas de
ejemplares. A finales de la década de 1990, algunos disidentes soltaron en el sur
de China palomas con cintas con eslóganes atadas en las patas.
Las medidas de control han
afectado en particular a Internet, cuya velocidad desde hace días ha
caído a niveles aún más bajos de los habituales, debido, según algunas
informaciones, al incremento del barrido de la Red por parte de los censores
para eliminar contenidos considerados subversivos. El término XVIII Congreso
del Partido ha sido censurado en Sina Weibo, servicio de mensajes cortos
similar a Twitter, pero los internautas sortean la prohibición con la palabra
Sparta, que en chino suena parecido. Las autoridades también han vetado el uso de términos como “muerte”, “morir” y “abajo”
en las canciones en la televisión porque son considerados de “mala suerte”,
según ha escrito en su microblog el compositor Gao
Xiaosong.
La mordaza ha llegado incluso a las
universidades, donde algunos académicos e investigadores, que en los
últimos años hablan cada vez con mayor libertad, permanecen callados estos
días. “En estos momentos, no es conveniente dar entrevistas. Es mejor
llamarme cuando finalice el congreso”, afirmaba este lunes un
profesor de la Universidad del Pueblo, en Pekín, que en fechas menos sensibles
ha respondido a las preguntas de este periódico. En el congreso, que durará
alrededor de una semana, está previsto que Xi Jinping, actual vicepresidente del país, suceda
a Hu Jintao como
secretario general del PCCh.
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