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miércoles, 27 de abril de 2016

Pocos lo creen, pero la inflación es una apuesta segura en EE.UU: el dólar dejo de subir y las materias primas dejaron de caer, y el desempleo está en 5 % por lo que hay presión sobre los aumentos de sueldos, pero los márgenes de ganancias de las empresas están en mínimos y la productividad no es tan alta.//Por KEN BROWN encontrado en el WSJ

Pocos lo creen, pero la inflación es una apuesta segura en EE.UU: el dólar dejo de subir y las materias primas dejaron de caer, y el desempleo está en 5 % por lo que hay presión sobre los aumentos de sueldos, pero los márgenes de ganancias  de las empresas están en mínimos y la productividad no es tan alta.

Pocos lo creen, pero la inflación es una apuesta segura en EE.UU.

http://lat.wsj.com/articles/SB11055792715040214616604582032594269437170?tesla=y





PHOTO: BRENDAN MCDERMID/REUTERS

Por KEN BROWN

miércoles, 27 de abril de 2016 19:47 EDT

La mitad del juego de la inversión es calcular qué factor ya está incorporado en los precios de los mercados. La otra mitad es entender dónde y por qué el mercado se equivocó.


El alza generalizada de los mercados este año ha simplificado la primera parte de la ecuación: los mercados esperan más políticas de relajación monetaria y no prevén grandes turbulencias provenientes de China y otros países.


Eso ha beneficiado a la economía así como a los mercados, pero ha hecho más difícil averiguar dónde están equivocados los inversionistas.
Las materias primas siguen siendo baratas, pero los enormes suministros las convierten en una apuesta perdedora. Los mercados emergentes dependen demasiado de China.


Luego está la inflación en Estados Unidos, donde los valores del Tesoro protegidos contra el alza de los precios (TIPS, por sus siglas en inglés), ofrecen dos ventajas importantes: casi todos los inversionistas están convencidos de que la inflación se mantendrá extremadamente baja por años y hay crecientes indicios de que están equivocados.


Este año, cuando había muchos temores sobre una recesión, los inversionistas estaban muy equivocados al apostar que la inflación en EE.UU. promediaría 1,2% durante la próxima década.
 Ahora prevén un alza de precios de 1,6%. Dentro de cinco años, según la tasa de expectativa de la inflación preferida de la Reserva Federal, los inversionistas proyectan un aumento de 1,7%.

La inflación no tendría que subir mucho para que esas apuestas estén equivocadas. La Fed ha fijado una meta de 2% a mediano plazo. No obstante, dado lo mucho que ha costado llegar a este nivel, y pese a que no lo diga, el banco central probablemente no tendrá objeciones si se topa con un período de alzas de precios de 2,5% o incluso 3%.






Los TIPS no lo harán rico, ya que no suelen ofrecer altos rendimientos. Sin embargo, si se materializa un sorpresivo aumento de la inflación debido a la creciente presión de los sueldos, estos bonos serían rentables por dos razones: su capital se ajustaría acorde con la inflación y los inversionistas repentinamente los considerarán atractivos. Superarían el desempeño de los bonos del Tesoro y de alta calificación. Las acciones y los bienes raíces, cuyos precios tienen en cuenta las bajas tasas de interés, también se verían vapuleados si la inflación sube más de lo previsto.


Las expectativas de inflación han sido más bajas en el pasado, pero no tanto durante un tiempo tan prolongado en las últimas décadas. Lo gracioso del debate sobre la inflación es que la gente estaba más preocupada por un alza de precios cuando la Fed trataba de estabilizar la tambaleante economía mediante la flexibilización cuantitativa. Ahora, cuando la economía ha ganado fortaleza y el mercado laboral es sólido, los inversionistas no creen que la Fed pueda estimular la inflación.

No obstante, hay tres factores que hacen que esta vez sea diferente. El dólar y los commodities han dejado de caer, y hay poca capacidad ociosa en el mercado laboral. Este último elemento hace que las cosas sean interesantes.
Nota  del autor del blog creo debería haber sido: el dólar ha dejado de subir
Muchos economistas consideran que la inflación ya habría aumentado si no fuera por el gran repunte del dólar y el declive generalizado de los commodities del año pasado. Un dólar más fuerte abarata las importaciones, lo que reduce la inflación, y la caída del petróleo y otros precios se filtró a lo largo la economía.

Eso nos deja con los salarios, un motor tradicional de la inflación. Ha habido pocos datos que indiquen un incremento de los sueldos, pero hay mucha evidencia de que el mercado laboral se ha vuelvo más ajustado. El desempleo se encuentra en 5%, las solicitudes iniciales de seguro de desempleo están en un mínimo de cuatro décadas, las ofertas de trabajo han aumentado, la tasa de despidos se halla en un mínimo récord y más personas están dejando sus empleos, una señal de que confían en conseguir otros.

“Nadie sabe dónde está el punto de inflexión en la inflación salarial”, dice Ethan Harris, economista global de Bank of America Merrill Lynch. “Pero el hecho de que los sueldos han mostrado señales de un repunte indica que estamos en el punto de inflexión de la inflación”.

Mientras los economistas esperan por las cifras, la presión salarial se empieza a notar. Wal-Mart Stores Inc. y McDonald’s Corp. subieron sus sueldos y apenas 3,3% de la fuerza laboral gana el mínimo federal de US$7,25 la hora, el menor porcentaje desde 2008 y 6% por debajo del nivel de 2010.

La Fed solía tomar en cuenta el número de trabajadores en huelga para tratar de predecir la inflación. Más allá de que los empleadores de Verizon Communications Inc. se hayan declarado en huelga, esa estrategia ya no funciona. Aun así, en medio de la campaña electoral y del debate sobre un aumento del sueldo mínimo a US$15 la hora, los trabajadores de bajos ingresos se encuentran en su mejor posición en muchos años.

“Lo único que sabemos es que estamos viendo más señales anecdóticas de una presión salarial”, apunta Torsten Sløk, economista internacional jefe de Deutsche Bank Securities.

Eso no tendría tanta importancia si la productividad fuera robusta y los márgenes de ganancias fueran amplios. No ocurre ninguna de las dos cosas, lo que significa que las empresas que se vean obligadas a pagar sueldos más altos probablemente subirán sus precios con mayor celeridad, si es que pueden hacerlo. Si todos sus competidores enfrentan el mismo dilema, será más fácil aumentar los precios.

Nada de esto quiere decir que la economía estadounidense esté en auge, o que no haya riesgos para el crecimiento o que la Fed eleve las tasas de interés más rápido de lo previsto. Sin embargo, dejar que la inflación suba complacería a la Fed al eliminar los temores deflacionarios al tiempo que ayuda a los deudores.


Los perdedores serían los inversionistas que se nieguen a creer que la inflación puede volver.

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