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jueves, 28 de abril de 2016

El virus del zika es un castigo divino de Allah para exterminar a las poblaciones católicas por estar bombardeando a indefensas poblaciones árabes; como la iglesia prohíbe el aborto y el virus se come el cerebro de los fetos de su propia feligresía, en 20 años la población católica de América con respecto al mundo pasara de 50 % a 10 % y con una gigantesca carga económica de niños descerebrados, no habrá progreso alguno en América y en las poblaciones católicas del África central.

El virus del zika es un castigo divino de Allah para exterminar a las poblaciones católicas por estar bombardeando a indefensas poblaciones árabes; como la iglesia prohíbe el aborto y el virus se come el cerebro de los fetos de su propia feligresía, en 20 años la población católica de América con respecto al mundo pasara de 50 % a 10 % y con una gigantesca carga económica de niños descerebrados, no habrá progreso alguno en América y en  las poblaciones católicas del África central.

El daño cerebral en los bebés con zika es mucho peor de lo que se creía

http://lat.wsj.com/articles/SB10977839675679644140504582034704168788234?tesla=y


 


PHOTO: PERCIO CAMPOS FOR THE WALL STREE
Por

Luciana Magalhaes y

 Betsy McKay

jueves, 28 de abril de 2016 18:42 EDT
SALVADOR, Brasil—Ana Gabriela do Prado Paschoal se sentó en un escritorio en un pequeño consultorio médico y dio inicio a un ritual tan conocido como desgarrador. La cabeza de su bebé es más chica de lo normal, le dijo a una madre ansiosa que había contraído el virus del zika mientras estaba embarazada.


Su hija de tres meses, Maria Luiza, también tenía lesiones en su cerebro. Sus músculos eran más rígidos de lo normal, una señal de daño cerebral. Maria Luiza demoraría más de lo habitual para caminar y hablar, le dijo a la madre, una trabajadora agrícola de 24 años. Era probable que el bebé sufriera complicaciones más graves, pero la doctora consideró que ya había dado suficiente información por un día.


La escala y la severidad del daño prenatal producido por el zika son mucho peores que los defectos previos asociados con la microcefalia, una condición caracterizada por una cabeza pequeña y anormalidades en el cerebro.
Las tomografías, las resonancias magnéticas y las autopsias muestran que el zika consume parte del cerebro fetal.

Reduce o destruye los lóbulos que controlan el pensamiento, la vista y otras funciones básicas. También impide el desarrollo de partes del cerebro que no se han desarrollado por completo.

 Clicia Nunes Santos Ferreira examina a Geovanna, nacida con microcefalia, en el Instituto Bahiano de Rehabilitación.




Clicia Nunes Santos Ferreira examina a Geovanna, nacida con microcefalia, en el Instituto Bahiano de Rehabilitación. PHOTO: LUCIANA MAGALHAES


“No es sólo microcefalia, como una cabeza más chica. La estructura cerebral es muy anómala”, manifestó Jeanne Sheffield, directora de medicina materna fetal de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, quien ha estado asesorando a las embarazadas sobre la microcefalia durante dos décadas.


La microcefalia, un defecto de nacimiento poco común que en Estados Unidos, afecta a cerca de seis de cada 10.000 bebés, se asocia normalmente con retrasos de desarrollo y discapacidades intelectuales. Algunos niños, no obstante, tienen variantes muy leves. Casi todos los casos en Brasil vinculados al zika implican un daño cerebral significativo.


Los casos más graves en Brasil han muerto antes del parto u horas después del nacimiento. Nadie sabe cuánto vivirán los sobrevivientes ni cuánto se les podrá ayudar en los próximos años.





Brasil se prepara para una segunda etapa de la crisis de los seis meses: cuidar a infantes con una amplia gama de discapacidades. Los expertos han denominado a la constelación de males ligados al virus Síndrome de Zika Congénito para describir los bebés nacidos con discapacidades más severas que las de los casos típicos de microcefalia. A menudo, líquido llena los espacios donde no hay tejido cerebral.

“Hay áreas del cerebro que ni siquiera se han formado”, dice Janeusa Primo Chagas, directora de neuropediatría de un hospital operado por Sister Dulce, una organización filantrópica, donde la doctora Paschoal también trabaja.


 Silvia Leandra de Jesus Pinheiro y su hija Geovanna de Jesus Pinheiro.

Silvia Leandra de Jesus Pinheiro y su hija Geovanna de Jesus Pinheiro. PHOTO: LUCIANA MAGALHAES


Maria Luiza es una de más de mil recién nacidos desde octubre con defectos cerebrales que, se sospecha, estarían ligados al virus del zika, que es transmitido por los mosquitos. Es probable que muchos de los 130 infantes que son pacientes de las doctoras Chagas y Paschoal nunca aprendan a hablar o caminar, dijo Chagas. Algunos podrían tener problemas para ver y muchos podrían desarrollar epilepsia.

“Se podría decir sin temor a equivocarnos que casi todos ellos requerirán atención continua y de largo plazo”, indicó Edwin Trevathan, profesor de neurociencia de la Universidad de Baylor, en Texas, y ex director del centro de defectos de nacimiento y discapacidades de desarrollo de los Centros de EE.UU. para el Control y la Prevención de Enfermedades.

 Janeusa Primo Chagas directora de neuropediatría en Sister Dulce, en Salvador.



Janeusa Primo Chagas directora de neuropediatría en Sister Dulce, en Salvador. PHOTO: LUCIANA MAGALHAES



Contarles las malas noticias a las flamantes madres es difícil para los médicos. Las madres a veces llegan contentas porque las cabezas de sus hijos han crecido. Chagas tiene la tarea de explicarles que el crecimiento no es un signo de mejora, sino la acumulación de líquido en la cabeza que debe ser drenado.


Paschoal, una residente de neuropediatría, intenta con frecuencia atenuar el impacto de la noticia como lo hizo con la madre de Maria Luiza, Eliane Moreira de Carvalho, porque es imposible conocer a ciencia cierta la severidad de los defectos congénitos que se empiezan a manifestar. Carvalho estaba optimista después de la consulta. “Ahora tenemos que seguir adelante y cuidarla”, señaló.


La joven madre dijo que no tendrá más hijos y se abocará a atender a Maria Luiza. Su marido también trabaja en el agro y la familia recibe asistencia financiera del gobierno.


Maria Luiza tiene varias anomalías en su cerebro. El corpus callosum (cuerpo calloso), que conecta los dos hemisferios del cerebro y permite la comunicación entre ellos, nunca terminó de formarse. Su ojo derecho podría no funcionar adecuadamente, otro síntoma de daño cerebral.

“Somos cuidadosos cuando hablamos con ellas porque nadie quiere recibir esta clase de noticia”, dijo Paschoal.





La doctora cuenta que después de ver los primeros casos a fines del año pasado quería ponerse a llorar. La residente médica de 29 años tiene miedo de tener sus propios hijos, reconoce. “Quiero tenerlos, pero uno no piensa en algo como esto”.

Nuevos riesgos

Los científicos intentan entender cómo un virus que parecía benigno desde que fuera identificado hace 70 años puede ahora representar un riesgo tan serio. Una posibilidad, sostienen, es que las complicaciones pasaron mayormente desapercibidas mientras el virus se propagaba de África a Asia y las islas del Pacífico. Las infecciones podrían haber pasado de un país a otro sin ser seguidas de cerca en forma efectiva o los brotes pueden haber sido mucho más pequeños, dificultando la detección de las complicaciones.


Los científicos también exploran si las mutaciones desarrolladas en el virus aumentaron su virulencia o facilitaron su transmisión mientras pasaba de un país a otro.


Los expertos en desarrollo infantil señalan que el virus del zika podría provocar otros defectos congénitos que no serán detectados hasta después de que los bebés crezcan.


Sin que exista una vacuna contra el virus, las autoridades de salud pública tratan de controlar la transmisión del virus. Proveen repelentes de mosquitos y, en algunos lugares, anticonceptivos a las mujeres en edad de quedar embarazadas. Desde el año pasado, se han reportado brotes por primera vez en 42 países y territorios, la mayoría en América Latina, según la Organización Mundial de la Salud.


Las autoridades de salud y los expertos creen que la epidemia en Brasil se aproxima a alcanzar su punto más alto y se prevé una caída de los casos de zika en los próximos meses. La proyección se basa la trayectoria del dengue, que es transmitido por el mismo mosquito (Aedes aegypti) que acarrea el zika, que habitualmente decrece en mayo cuando las temperaturas bajan a medida que el hemisferio sur entra en la temporada de invierno.



La preocupación de las autoridades de salud es que Brasil marque el comienzo de una oleada de niños nacidos con defectos de nacimiento en América Latina y el Caribe.

Ya se han reportado casos en Colombia y el virus se ha propagado rápidamente desde Paraguay hasta México. Una gran preocupación son los países pobres que carecen de un sistema de atención de salud avanzado para las embarazadas, repelentes, y otras protecciones contra los mosquitos.






El gobierno brasileño prometió gastar 796 millones de reales este año (S$225 millones), con el fin de diagnosticar y tratar bebés con microcefalia. Los organismos de salud pública, no obstante, calculan que necesitarán más.

Silvia Leandra de Jesús Pinheiro dice que su vida cambió para siempre desde que su hija Geovanna nació con microcefalia en octubre. “Todavía estaba en la camilla” recuerda, cuando se enteró, aunque algo sospechaba porque tuvo fiebre durante su séptimo mes de embarazo el año pasado.

El genetista Diego Miguel, que trató a Geovanna a fines de marzo, consideró su caso como relacionado al zika porque nació durante el brote y sus defectos genéticos calzan con el cuadro generalizado de la enfermedad. La cabeza de Geovanna midió 29,5 centímetros cuando nació, dos centímetros menos de lo normal. Los ventrículos en su cerebro están dilatados y tiene lesiones en el lóbulo frontal, según las resonancias magnéticas que se le hicieron al nacer. Sus piernas están tiesas y mantiene sus puños cerrados.

Pinheiro, una profesora de primaria de 33 años, cuenta que pudo renunciar a su empleo para dedicarse a cuidar a su hija porque su marido posee una pequeña empresa de reparación de celulares. Lleva a Geovanna a sesiones de fisioterapia dos veces a la semana. Los médicos le han advertido que su hija puede tener dificultades de lenguaje y movimiento. “Sé que habrá retrasos, pero albergo la esperanza de que se desarrolle, aunque demore más que el resto”, explicó.


Clicia Nunes Santos Ferreira, una doctora especializada en terapia física y rehabilitación del Instituto Bahiano, cuenta que había tratado 10 casos de microcefalia durante nueve años antes del brote del zika. “Algunos se desarrollarán, pero otros no”, asevera. “Todo esto es muy nuevo. No sabemos lo que va a pasar con este generación”.

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