La
asombrosa manga de ignorantes del partido republicano de EEUU por su odio racial, así como en sus propuestas de política fiscal.
La
irreductible ignorancia
http://economia.elpais.com/economia/2016/03/23/actualidad/1458724332_015099.html
La idea del
crecimiento propiciado por las rebajas fiscales debería haber muerto
PAUL
KRUGMAN
26
MAR 2016 - 00:08 CET
El
presidente de la Cámara de Representantes de EE UU, Paul
Ryan. j. s. applewhite (ap)
Se acuerdan
de Paul Ryan? Antes, los medios de comunicación adoraban al presidente de la Cámara de Representantes, lo
trataban como si fuera el epítome del conservadurismo serio y sincero (sin
importar que algunos nos fijásemos de verdad en las cifras de sus presupuestos
y llegásemos a la conclusión de que era un embaucador).
Ahora, claro está, ha quedado en segundo plano por el Trumpocalipsis que se
avecina. Pero, aunque Donald Trump pueda llegar a la
Casa Blanca —o sufrir una derrota tan aplastante que hasta nuestro
sesgado sistema de distritos electorales, que favorece enormemente al Partido
Republicano, ponga la Cámara en manos demócratas—,
lo más probable es que, cuando llegue enero, Hillary
Clinton sea presidenta y Ryan siga presidiendo
la Cámara. Por eso me interesaba leer lo que Ryan dijo durante una
entrevista concedida hace poco a John Harwood. ¿Qué ha aprendido de los últimos
acontecimientos?
La
respuesta es nada.
Como casi
todos los demás integrantes de la cúpula republicana, Ryan se niega a admitir
la realidad sobre las raíces del trumpismo, sobre hasta qué punto el partido cultivó el odio y la violencia racial, y acabó perdiendo el control sobre el
monstruo que había creado. Pero lo que me ha llamado la atención de manera
especial son sus comentarios sobre la política fiscal.
Ya sé que es aburrido, pero permitan que me detenga en ello. Hay una moraleja
más general.
La visión
del mundo de los republicanos convencionales es igual de estrecha de miras que
la de Trump
Se podría
pensar que los líderes del pensamiento republicano estarían inmersos en una
especie de examen de conciencia sobre la
obsesión de su partido por bajarles los impuestos a los ricos.
¿Por qué unos candidatos que
arremeten contra los males del déficit presupuestario y la deuda federal se
sienten obligados a proponer unas rebajas fiscales para las grandes fortunas
—mucho mayores que las de George W. Bush— que reducirían la recaudación en
billones de dólares?
Y, dejando a
un lado la economía, ¿por qué ese apego
a una política que nunca ha gozado de gran apoyo, ni siquiera entre las propias
bases del partido, y que, desde una perspectiva política, resulta aún más
sospechosa en un momento de auge del populismo?
Pero esto es
lo que ha dicho Ryan sobre esas rebajas fiscales para el 1% que más dinero
gana: “No me gusta la idea de tragarme esas tablas de distribución. Usted se
refiere a lo que nosotros denominamos distribución estática. Es una idea
ridícula”. Ajá. El zombi de la movilidad de ingresos contraataca.
Desde que la
desigualdad de las rentas inició su pronunciado aumento durante la década de
1980, una de las excusas favoritas de los conservadores ha sido que eso no
significa nada, porque la posición económica cambia continuamente. La gente que
es rica este año podría no serlo el que viene, de modo que la diferencia entre
los ricos y los demás carece de importancia, ¿no es así?
Bueno, es
verdad que la gente sube y baja por la escala económica, y a los que hacen
apología de la desigualdad les encanta citar estadísticas que muestran que
muchas personas que en un determinado año se encuentran entre el 1% con más
ingresos ya no pertenecen a esa categoría al año siguiente.
Pero un
análisis más atento de los datos pone de manifiesto que esa observación tiene
menos consistencia de lo que parece. Hoy en día, se
necesitan unos ingresos de unos 400.000 dólares anuales para situarse entre el
1% más rico, y la mayor parte de las variaciones de rentas que vemos
corresponde a gente que pasa de, pongamos, 350.000 a 450.000 dólares o
viceversa. Como afirma un amplio estudio sobre el tema, “la mayor parte de la movilidad
económica tiene lugar en intervalos bastante pequeños de la distribución”.
Las rentas medias a lo largo de varios años están distribuidas casi con tanta
desigualdad como las rentas en cualquier año concreto, lo que significa que las
rebajas fiscales que benefician sobre todo a los ricos están, de hecho,
destinadas a un pequeño grupo de personas, no a los ciudadanos en general.
Y esta es la
cuestión: esta observación no es nueva. Se da la circunstancia de que yo,
personalmente, analicé el mismo argumento que utiliza Ryan —y demostré que era
erróneo— hace casi 25 años. Sin embargo, el hombre al que todos consideran líder intelectual del Partido Republicano
sigue diciendo lo mismo de siempre. Vale, puede que yo esté dando rienda a mi
indignación al centrarme en este asunto en concreto.
Pero la
pervivencia del zombi de la movilidad de ingresos, al igual que la del zombi
del crecimiento propiciado por las rebajas fiscales (zombis que deberían haber
muerto, de una vez por todas, tras los desastres de
Kansas y Louisiana), forma parte de un patrón.
Puede que
los horrorizados republicanos clamen contra la
ignorancia arrogante de Donald Trump. Pero ¿hasta qué punto son diferentes los dirigentes convencionales del
partido? Su visión del mundo, tan estrecha de
miras, tiene un barniz de respetabilidad y puede que vaya acompañada de
una apariencia reflexiva, pero en realidad es igual de inmune a las pruebas
fehacientes (puede que incluso más, porque tiene el poder del pensamiento
grupal tras ella). Esta es la razón por la que no deberían lamentar el estrepitoso fracaso político de Marco Rubio. Si Rubio
hubiese triunfado, se habría limitado a hacer creer a su partido que lo único
que necesita es un cambio de imagen cosmético (un rostro más joven y fresco que
siga vendiendo la misma ortodoxia caduca). Ah, y un cambio de tornas de última
hora que beneficiase a alguien como John Kasich tendría, a su manera,
consecuencias similares.
Lo que hemos
conseguido a cambio es, al menos, la posibilidad de que se produzca una
catarsis purificadora, un periodo en el desierto político que acabe obligando
al sistema republicano a replantearse sus premisas. Eso es algo positivo, o lo
sería, si no fuese también acompañado del riesgo de que Trump llegue a
presidente.
Paul
Krugman es Premio Nobel de Economía.
© New York Times News Service, 2016.
Nota del autor del blog: la verdad yo deseo que
gane Donald Trump para ver la guerra nuclear desde mi tele en las montañas de Perú comiendo pan
con tocino, aunque la verdad creo perderá 3 a 1, emm... las montañas no dejaran pasar el polonio 210 en la lluvia radiactiva.
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