Sendero
luminoso propone un método para democratizar
la democracia de la que se narra en le Monde Diplomatique (un partido comunista
militarizado que sirva al proletariado nacional y mundial y no sea un instrumento
de ajedrez de las diversas potencias imperialistas) Las democracias son una farsa, el 90 % (de 60 países democráticos) piensan que los
gobiernos no los representan
La revolución francesa
la revolución Rusa
la revolución d e Mao Tse Tung en China
Nota del autor del blog; Si bien no está
en el Corán debiera meditarlo todo buen yihadista como cultura general,
Y aunque parece que asistimos al
triunfo generalizado de la democracia, más bien asistimos al ocaso de sus
éxitos
Democratizar
la democracia (editorial de Noviembre del 2015)
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=2ef9e37c-bc32-483f-b47b-dff79d6603f1
Ignacio
Ramonet
En el marco
de la globalización económica, el sistema democrático se enfrenta a una
paradoja: los ciudadanos se desinteresan de la política, tal y como lo
demuestra el incremento de la abstención en muchas elecciones. Pero, por otra
parte, esos mismos ciudadanos desean controlar mejor la acción pública y participar
más en la elaboración de proyectos que les conciernen directamente. ¿Cómo
conciliar estas dos tendencias?
Por primera
vez, hay en el planeta más sistemas democráticos y más alternancias
democráticas de Gobierno que nunca. Hace cuarenta años, durante la transición
en España, había apenas unas 30 democracias. Actualmente, el número de países
democráticos –en distintas fases de consolidación– es superior, según la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), a 85. O sea, la democracia se ha
convertido en el sistema de Gobierno con mayor legitimidad en el mundo global.
Sin embargo, nunca hemos estado tan descontentos con la democracia. Los
síntomas de este malestar son cada día más visibles. El número de posibles electores que decide no votar es cada vez mayor.
Según una encuesta realizada por Gallup Internacional en 60 países “democráticos”, sólo uno de
cada diez encuestados pensaba que “el Gobierno de su país obedecía a la
voluntad del pueblo”.
En muchos
Estados democráticos se observa también el (re)surgimiento de partidos de
tradición antiparlamentaria, en su mayoría de derecha populista o de
extrema-derecha. Países de indiscutible tradición democrática –Suiza, Dinamarca, Finlandia– están hoy gobernados por
(o gracias al apoyo de) partidos de extrema derecha que cuestionan la
legitimidad del funcionamiento democrático actual. Pero también muchos
ciudadanos corrientes, brutalmente golpeados por la crisis (véase, en España,
el Movimiento 15-M), cuestionan la sumisión del sistema democrático a los nuevos
megapoderes financieros y mediáticos. Existe, pues, un rechazo respecto del
funcionamiento actual de la democracia. La confianza en los representantes
políticos y en los partidos se está erosionando. El sistema representativo
parece incapaz de dar respuesta a las nuevas exigencias políticas. Y un sector
importante de población ya no se contenta con la emisión de su voto cada tantos
años, sino que quiere participación.
En esta
situación, resulta cada vez más difícil llevar a cabo reformas o tomar decisiones
políticas de cierto alcance. Los intereses de poderosos lobbies o grupos de
presión, las campañas mediáticas, pero también la defensa de derechos legítimos
adquiridos por parte de determinados grupos de ciudadanos, dificultan los
cambios. La política ya no se atreve a tocar ciertos temas y, si lo hace, tiene
a veces que enfrentarse a fuertes resistencias; en muchos casos debe dar marcha
atrás.
La mayoría
de los ciudadanos están convencidos de que la democracia es la mejor fórmula de
Gobierno existente pero, por otro lado, en mayoría también, desconfían de sus
representantes políticos y de los partidos. Recordemos lo que decía nuestro
amigo José Saramago: “Es verdad que podemos votar. Es verdad que podemos, por
delegación de la partícula de soberanía que se nos reconoce como ciudadanos con
voto y normalmente a través de un partido, escoger a nuestros representantes en
el Parlamento. Es cierto, en fin, que de la relevancia numérica de tales
representaciones y de las combinaciones políticas que la necesidad de una
mayoría impone, siempre resultará un Gobierno. Todo esto es cierto, pero es
igualmente cierto que la posibilidad de acción democrática comienza y acaba
ahí. El elector podrá quitar del poder a un Gobierno que no le agrade y poner
otro en su lugar, pero su voto no ha tenido, no tiene y nunca tendrá un efecto
visible sobre la única fuerza real que gobierna el mundo, y por lo tanto, su
país y su persona: me refiero, obviamente, al poder económico, en particular a
la parte del mismo, siempre en aumento, regida por las empresas multinacionales
de acuerdo con estrategias de dominio que nada tienen que ver con aquel bien
común al que, por definición, aspira la democracia”.
Es decir,
estamos frente a una paradoja dramática: nunca
hemos tenido tanta democracia, pero tampoco nunca ha habido tanta desafección y
tanta desconfianza con respecto a la democracia representativa.
Entre las
causas de esa desafección podríamos citar las diez siguientes:
1)
Demasiadas desigualdades (ricos cada vez más ricos, pobres más pobres).
2) Crisis
del Estado y de lo público, atacados por las teorías neoliberales adictas al
“Estado mínimo”.
3) Carencia de una sólida cultura democrática.
4) Nefasto
efecto de los casos de corrupción de políticos (tan frecuentes en España).
5) Dificultades
en la relación entre los partidos y el resto de la sociedad civil.
6)
Subordinación de la actividad política a los poderes fácticos (mediáticos,
económicos, financieros).
7) Sumisión de los Gobiernos a las decisiones de organizaciones supranacionales (y no
democráticas) como el Banco Central europeo (BCE), el G-20, el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización Mundial del Comercio (OMC), etc.
8) Incremento
de los enfrentamientos entre la sociedad civil y los Gobiernos.
9)
Discriminaciones o exclusiones hacia categorías sociales o de género
(inmigrantes, homosexuales, sin papeles, mujeres, gitanos, musulmanes, etc.).
10)
Dominación ideológica de grupos mediáticos que asumen el papel de oposición, y
defienden sus intereses y no los de los ciudadanos.
En muchos
países, el crecimiento macroeconómico no se traduce en mejoras en el nivel de
vida de la población humilde, lo que crea malestar microsocial. Existe un dato
alarmante: una investigación realizada en América Latina por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
reveló que el 45% de los latinoamericanos decía preferir someterse a una
dictadura que les garantizase empleo y salario suficiente a vivir en una
democracia que no los sacara de la miseria...
Esto
significa que muchos de los desafíos para la democracia vienen de la pobreza y
de la desigualdad. Tocamos ahí el núcleo fundacional del pensamiento
democrático moderno. Jean Jacques Rousseau decía, en El Contrato Social, que “el Estado social
será ventajoso para los seres humanos sólo cuando todos posean algo y ninguno
tenga demasiado”.
Por otra
parte, en el marco de la globalización neoliberal, el Estado pierde capacidad
reguladora sobre un mercado que, a su vez, deja de ser nacional. Las empresas
transnacionales y los mercados financieros dejan de necesitar al Estado como
soporte. De esta manera, lo característico hoy es el debilitamiento de los
Estados. La era de los Estados nacionales, y sobre todo, la era del Estado
democrático, culminó con la aparición de realidades políticas como los partidos
de masas, la cultura de masas y el convencimiento colectivo de que los súbditos
dejaban de ser súbditos (a los cuales se ordena) para convertirse en ciudadanos
(a los cuales hay que convencer).
Hoy, el
Estado nacional cede parte de sus poderes a instancias supranacionales (por
ejemplo, la Unión Europea) y también a instancias subnacionales (en España, las
autonomías), dado que globalización y descentralización se dan, universalmente,
como dos procesos coetáneos. La globalización vuelve a la democracia menos
relevante pues cada día son menos las decisiones importantes que se toman
dentro del ámbito de los Estados nacionales. La “democracia realmente
existente” vive, de ese modo, un conjunto de transformaciones que la sitúan muy
lejos de sus tres modelos matrices: la reforma parlamentaria británica de 1689, la revolución
americana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789.
El elector deja de ser un ciudadano (que hay que convencer) para convertirse en un
consumidor (al cual hay que seducir). En este panorama cultural, el
ejercicio de la democracia representativa deja de ser una actividad llena de
sentido para convertirse, a ojos de los ciudadanos, en un espectáculo
interpretado por una “casta” ajena, en el que no participa realmente.
Tenemos así
una doble transformación. Por un lado, la globalización ha disminuido el peso
del Estado nacional y la relevancia de la vida política democrática. Y, por
otro lado, la transformación cultural, que lleva a la “tele-video-política”, ha
erosionado la relación entre los ciudadanos y la cosa pública.
Podemos
decir que estamos, pues, en una situación en la que los instrumentos de la
democracia forjados durante dos siglos dejan de ser eficaces. Y aunque parece
que asistimos al triunfo generalizado de la democracia, más bien asistimos al
ocaso de sus éxitos. Porque prevalece una marcada exclusión de la mayoría de la
población con respecto a la toma de decisiones sobre los asuntos públicos. De
manera que el consenso se reduce a minorías (la “casta”) no representativas de
la pluralidad de intereses de una sociedad.
Así han
emergido las exigencias de una “democracia directa” y de la participación
ciudadana en la gestión pública, que pueden verse como las dos caras de la
democracia participativa. Después de América Latina, Europa vive hoy un debate
entre democracia representativa y democracia participativa. La principal
expresión de la democracia participativa es la “participación ciudadana”, un
proceso mediante el cual el ciudadano se suma, de forma individual o colectiva,
a la toma de decisiones, al control y a la ejecución de las decisiones en los
asuntos públicos.
La sociedad
civil y algunos movimientos sociales estiman que los partidos son los
principales causantes de la desafección ciudadana frente a la democracia. Es un
debate, en nuestra opinión, estéril: no hay democracia sin partidos y los males
de los partidos son, en parte, los mismos que aquejan a otros sectores de la
sociedad. Pero los partidos deben asumir que ellos solos ya no son suficientes
para hacer democracia. Tienen que reconstruir su legitimidad a base de
transparencia y de democracia interna. Y admitir que a la gente ya no le basta
con depositar un voto en las urnas cada cuatro o cinco años... Los ciudadanos
ya no aceptan ver su papel en el debate público limitado a eso.
Las
Constituciones de Venezuela (1999), de Ecuador (2008) y de Bolivia (2009),
entre las más avanzadas del mundo en esta materia, hablan de “democracia
participativa” y ya no de democracia representativa. Porque se proponen, en
efecto, democratizar la democracia. Aunque, en general, hay consenso en torno a
la necesidad de conservar la democracia representativa, aparece ahora de forma
evidente la necesidad de fortalecer, dentro de ella, los mecanismo de
participación para tratar de superar el divorcio entre política y ciudadanía.
Recordemos
que la introducción de mecanismos de democracia directa (la iniciativa
legislativa popular y la consulta popular mediante plebiscito o referéndum) no
debilita a la democracia representativa. Lo demuestra el hecho de que esos
mecanismos existen, por ejemplo, en Suiza, en Italia,
en Estados Unidos y, cada vez más, en la Unión Europea. Existe también
el “mandato revocatorio”, que sólo se ha establecido, a escala nacional, en
Venezuela (incluso para el Presidente de la República). Venezuela es el único
país del mundo en el que se ha efectuado, en 2005, una consulta popular para
revocar el mandato presidencial. Ganada, por cierto, por el Presidente Hugo
Chávez. Pero la revocatoria local sí que existe para instancias subnacionales
(regionales, municipales) en otros Estados latinoamericanos: Argentina,
Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, etc.
Finalmente,
lo que debe quedar claro es que nuestras democracias necesitan nuevos pactos
sociales y constitucionales (urgencia, en España, de una nueva
Constitución federal) para construir democracias de ciudadanos –y no sólo
democracias electorales– en la que no puede haber exclusiones. Además, el
modelo representativo no ha dado respuestas satisfactorias a temas tan actuales
como los problemas del medio ambiente, las amenazas a la biodiversidad, el
calentamiento global, el desempleo, el envejecimiento demográfico de las
sociedades europeas, la cibervigilancia masiva, las migraciones, la marginación
y la pobreza del mundo.
Si la
democracia sigue siendo el modelo que mejor promueve el debate y el diálogo
como mecanismos de resolución de los conflictos sociales, el sistema
representativo impide una participación real y eficiente de la ciudadanía.
Resulta evidente, por consiguiente, que la defensa del bien común a largo plazo
sólo es posible con –y no contra– los movimientos sociales y los ciudadanos. De
ahí la urgencia de democratizar la democracia.
………………………………………
Sendero
Luminoso propone fundar partidos comunistas militarizados por todo el mundo
para solucionar el problema de la democracia representativa.
http://www.solrojo.org/mpp_doc/mpp_20151007.html
Octubre
del 2015
VIVA EL
LXXXVII ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN
DEL PARTIDO
COMUNISTA DEL PERU!
(CITAS)
Sobre
Mariátegui: ( un ideólogo peruano
muerto joven)
"En el
año 75 se publicó "Retomar a Mariátegui y reconstituir su Partido";
en ese breve documento demostramos, frente a la negación de muchos que hoy se
dicen mariateguistas, que Mariátegui era marxista-leninista "convicto y
confeso" como él mismo, con justeza y razón, dijera; hemos planteado los
cinco elementos constitutivos de su línea política general. Hemos hecho ver que
en Mariátegui se encuentran tesis similares a las del Presidente Mao, basta
recordar cuestiones referentes al frente único o al importante problema de la
violencia. Mariátegui dice "el Poder se conquista con la violencia y se
defiende con la dictadura", "la revolución es el parto sangriento del presente"
y a lo largo de muchos años de su gloriosa vida reiteró persistentemente el
papel de la violencia revolucionaria y de la dictadura; también decía que por más mayoría que se pudiera tener en un parlamento
podría servir para licenciar un gabinete pero nunca a la clase burguesa,
sumamente claro; asimismo debemos destacar porque es clave en su pensamiento:
Mariátegui era antirrevisionista."
(Entrevista al Presidente Gonzalo, CC - PCP 1988)
Sobre la militarización de
los Partidos Comunistas:
"El
Presidente Gonzalo plantea la tesis de que a los Partidos
Comunistas del mundo les corresponde militarizarse (...)
Primero, porque estamos en la ofensiva estratégica de la revolución mundial, vivimos el
barrimiento del imperialismo y la reacción de la faz de la Tierra en los
próximos 50 a 100 años, época signada por la violencia en que se expresan todo
tipo de guerras, vemos cómo la reacción está militarizándose cada vez más,
militarizando los viejos Estados, su economía, desarrollando guerras de
agresión, traficando con las luchas de los pueblos y apuntando a una guerra
mundial, pero siendo la revolución la tendencia principal en el mundo la tarea
de los Partidos Comunistas es enarbolar la revolución plasmando la forma
principal de lucha: la guerra popular, para oponer la
guerra revolucionaria mundial a la guerra contrarrevolucionaria mundial."
(Línea de la construcción de los tres instrumentos de la
revolución, PCP 1988)
Sobre
las lecciones de la reconstitución del Partido:
"¿Qué
lecciones podríamos sacar? La primera lección, la importancia de la base de
unidad partidaria y su relación con la lucha de dos líneas; sin esta base y sus
tres elementos
[1)
marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo,
2) programa
y
3) línea política general] no hay sustento
para la construcción ideológico-política del Partido; pero sin lucha de dos
líneas no hay base de unidad partidaria. Sin una firme y sagaz lucha de dos
líneas en el Partido no puede cogerse firmemente la ideología, no puede
establecerse el programa ni la línea política general así como tampoco
defenderlos, aplicarlos y menos desarrollarlos. La lucha de dos líneas para
nosotros es fundamental y tiene que ver con concebir el Partido como una
contradicción en concordancia con el carácter universal de la ley de la
contradicción.
Una
segunda lección, la
importancia de la guerra popular; un Partido
Comunista tiene como tarea central la conquista del Poder para la clase y el
pueblo; un Partido una vez constituido y considerando las condiciones concretas
tiene que bregar por plasmar esa conquista y solamente puede hacerlo mediante
la guerra popular.
Tercera
lección importante es la
forja de una dirección, la dirección es clave;
y, una dirección no se improvisa, requiere de largo tiempo, dura brega, ardua
lucha para forjar una dirección, particularmente para que sea una dirección de la guerra popular.
Una
cuarta lección que
podríamos sacar es la necesidad de construir la conquista del Poder, porque así
como se hace la guerra popular para conquistar el Poder, hay que también
construir esa conquista del Poder; ¿qué queremos decir?, que hay que generar
organismos superiores a los de la reacción. Creemos que éstas son importantes
lecciones. Una final es el internacionalismo proletario, en siempre
desenvolverse como parte del proletariado internacional, siempre concebir la revolución como parte de la revolución
mundial, desarrollar la guerra popular -como dice la consigna
partidaria- sirviendo a la revolución mundial; ¿por qué?, porque un Partido
Comunista al fin y al cabo tiene una meta final insustituible: el comunismo, y
a él, como ha sido establecido, ingresamos todos o no ingresa nadie. Creemos
que éstas son las más saltantes lecciones que podríamos plantear."
(Entrevista al Presidente Gonzalo, CC - PCP 1988)
Sobre
la fracción roja:
"Esta
lucha llevó a que la fracción asuma sola la Reconstitución del Partido. Lenin
dice que llegado un momento una fracción que es consecuente tiene que
reconstruir el Partido; ésa fue la tarea que asumió la fracción. Aquí cabría
preguntarse: por qué la fracción asumió la Reconstitución del Partido, por qué
no se fundó otro como era la moda y lo sigue siendo hoy. La primera razón,
porque el Partido fue fundado el 28 sobre claras bases marxista-leninistas y
tenía entonces una gran experiencia, experiencia que está hecha de lecciones
positivas y negativas, de ambas; pero hay algo más, Lenin nos dice que cuando
uno está en un Partido que se desvía, se desenrumba o despeña en el
oportunismo, tiene la obligación de bregar por reenrumbarlo y no hacerlo es un
crimen político. Así, la fracción tiene la importancia de haber cumplido ese
papel, de haber servido a la Reconstitución del Partido a partir de su
construcción ideológico-política, basándose en el maoísmo, que entonces
llamábamos pensamiento maotsetung y en el establecimiento de una línea política
general. La fracción tiene el gran mérito de haber reconstituido el Partido y
teniéndolo había ya el instrumento, el "heroico combatiente", el
Partido Comunista de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta, la vanguardia
política organizada, y no la "organización político-militar" como
erróneamente suelen decir, el Partido necesario para lanzarse a la conquista
del Poder con las armas en la mano a través de la guerra popular."
(Entrevista
al Presidente Gonzalo, CC - PCP 1988)
¡Servir
al pueblo, al proletariado y a la revolución mundial!:
"Hoy a
un año, el histórico y magistral discurso del Presidente Gonzalo resplandece
victorioso y desafiante ante el mundo, sus contundentes y vigentes palabras
elevan aún más el optimismo de los comunistas y el pueblo y estremecen de pavor
a los reaccionarios que como bestias heridas de muerte se hunden en medio del
genocidio y lanzan furibundas y ridículas embestidas con las que pretenden
encubrir que están podridos hasta el tuétano y que se aproximan a su fin, en
tanto que nosotros los revolucionarios nos acercamos a la victoria, a la
Conquista del Poder, pues la palabra del Partido es palabra cumplida y nosotros
somos firmes seguidores de lo que el Presidente Gonzalo estableció: "En una ocasión prometimos solemnemente no dejar las armas
hasta el comunismo, persistir en la brega por el comunismo así vinieran las
superpotencias o potencias armadas hasta los dientes, con sus poderosas armas,
los comunistas sabemos lo que queremos y por qué luchamos, nada debe ni puede
detenernos en el cumplimiento de los objetivos del Partido, para servir al
pueblo, al proletariado y a la revolución mundial". Al celebrar el 65
Aniversario de nuestro glorioso Partido, reafirmamos nuestra decisión
inquebrantable de guiándonos por el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento
Gonzalo proseguir la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial y nuestro
compromiso de dar la vida por el Presidente Gonzalo, el Partido y la
Revolución."
(Declaración,
CC - PCP, 1993)
¡VIVA EL
GLORIOSO PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ, SU COMITÉ CENTRAL Y TODO SU SISTEMA DE DIRECCIÓN!
¡VIVA EL
PRESIDENTE GONZALO Y SU TODOPODEROSO PENSAMIENTO!
¡VIVA EL
MARXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO, PRINCIPALMENTE EL MAOÍSMO!
¡POR LA
RECONSTITUCIÓN DE LOS PARTIDOS COMUNISTAS COMO PARTIDOS
MARXISTAS-LENINISTAS-MAOÍSTAS MILITARIZADOS!
¡APLASTAR A
LA LOD Y A LA LOI DESARROLLANDO LA GUERRA POPULAR!
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