Los
cómplices del Estado Islámico : Siria quería presentase como mal menor y libero
cientos de Yihadistas; Irán los uso para que EEUU le conceda concesiones en sus
acuerdos de cooperación nuclear, Arabia Saudita los usa para combatir a Irán ; EEUU
se hizo de la vista gorda para que el naciente Estado Islámico aniquile a Al Qaeda;
Turquía no vio nada y dejo que pasen miles de yihadistas europeos a que destruyan
a los Kurdos; el sectarismo de Maliki en
Irak unió a los sunies en torno al Estado Islámico.
Los
cómplices del Estado Islámico
http://elpais.com/elpais/2015/11/20/opinion/1448027490_349119.html
El
autoproclamado califato dispone de mayores apoyos de los imaginados. Si bien es
cierto que representa una amenaza global de primera magnitud, también lo es que
algunos actores lo consideran un instrumento de utilidad que conviene preservar
IGNACIO
ÁLVAREZ-OSSORIO
23
NOV 2015 - 00:00 CET
EVA VÁZQUEZ
Los
atentados de París han trasladado al corazón de Europa la barbarie con la que
conviven los ciudadanos de Siria e Irak desde hace años. Con este ataque
terrorista, el Daesh (las siglas en árabe del autodenominado Estado Islámico)
da un salto cualitativo en su estrategia al abrir un nuevo frente para golpear
al enemigo exterior. Se trata de una derivación sumamente peligrosa, sobre todo
si el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) replica este patrón a
otros objetivos.
Pero si hay
algo inquietante en estos atentados es que demuestran que la capacidad
operativa del ISIS sigue intacta. Los 8.000 ataques
aéreos lanzados por la coalición internacional contra sus feudos en
territorio iraquí y sirio han logrado frenar su avance, pero no han impedido la
consolidación de su administración.
El hecho de que las principales potencias
internacionales sean incapaces de derrotar a una organización que apenas cuenta
con 50.000 efectivos nos invita a pensar que se carece de una estrategia
adecuada para derrotar a este enemigo no convencional.
La
resiliencia del ISIS nos indica, al mismo tiempo, que dicho grupo dispone de
mayores apoyos de los imaginados. En realidad, su fulgurante expansión no
hubiera sido factible de no haber contado con la complicidad de algunos actores
clave de la región. Si bien es cierto que, hoy por hoy, el ISIS representa una
amenaza global de primera magnitud, también lo es que algunos actores lo siguen
considerando un instrumento de utilidad que conviene preservar.
El
régimen sirio siempre ha
considerado a los yihadistas un enemigo
útil, susceptible de ser manipulado cuando llegase la ocasión. El tiempo
parece haberle dado la razón, puesto que su expansión ha sido respondida con el establecimiento de una coalición que está
haciendo el trabajo sucio que Bachar el Asad ha rehusado asumir en los últimos
años. No debemos olvidar que fue el
presidente sirio quien dio la orden de liberar a centenares de yihadistas de
las cárceles en los primeros compases de la revuelta, precisamente para
tener una coartada para reprimir dichas manifestaciones.
Entre los
liberados estaban los actuales responsables del Frente Al
Nusra (la rama siria de Al Qaeda) y Ahrar Al Sham (la principal milicia
salafista).
Bachar ha
evitado atacar las posiciones del ISIS, labor que tuvieron que asumir las
fuerzas rebeldes que comprendieron que se trataba de un grupo parasitario que
pretendía aprovechar el caos bélico para implantarse sobre suelo sirio. El ISIS siempre fue contemplado por el
presidente sirio como un enemigo útil que le permitía presentarse como un mal menor ante la comunidad internacional. Por esta
razón, el régimen necesita mantener con vida al ISIS, ya que se ha convertido
en el salvoconducto que podría garantizar su propia supervivencia.
Bachar el
Asad ordenó liberar a yihadistas de las cárceles en los primeros compases de la
revuelta
También el Gobierno iraquí tiene un papel determinante en el
nacimiento y expansión del ISIS.
La
intervención norteamericana permitió que los partidos chiíes se hicieran con el
poder e instauraran un Gobierno abiertamente sectario.
El ex primer ministro Nuri Al Maliki auspició la
formación de batallones de la muerte que actuaron con absoluta impunidad, y las
milicias chiíes se hicieron con el control del Ejército.
La herencia
dejada por la ocupación norteamericana, el sectarismo
de Maliki y el yihadismo de Al Qaeda es desoladora: violencia
institucionalizada, corrupción endémica, pobreza estructural y frustración
generalizada. No nos debe extrañar, por tanto, que en 2006 Abu Bakr al-Bagdadi
lograra granjearse el apoyo de la castigada comunidad suní y, en especial, de
destacados dirigentes baazistas que rápidamente se unieron a sus filas tratando
de recuperar el poder perdido.
Por último,
debemos referirnos a las potencias regionales
que han tenido un papel decisivo en el agravamiento de la situación en Siria e
Irak. Algunas petromonarquías del golfo Pérsico
se han guiado por la máxima del “enemigo de mi enemigo es mi amigo”,
lo que les ha llevado a financiar generosamente a una pléyade de grupos
yihadistas con una agenda abiertamente sectaria, todo ello con la voluntad de
debilitar a las autoridades de Damasco y Bagdad. Arabia
Saudí e Irán, que están librando una guerra fría por el control de
Oriente Próximo, son los principales responsables de la deriva sectaria que
azota la región. El primer país tiene una dilatada historia de colaboración con
los movimientos yihadistas, que, a su vez, se consideran puntas de lanza del
wahabismo en el mundo árabe. En el pasado, importantes
jeques contribuyeron a la financiación de Al Qaeda; en el presente, Riad considera la rama local de dicha organización en el
Yemen como un aliado en su guerra contra los Huthis. Irán, por su parte,
ha movilizado a diversas milicias chiíes libanesas e iraquíes, así como a su
Guardia Republicana, para apuntalar a El Asad. Aunque
Irán sea un enemigo declarado del ISIS, lo cierto es que también ha sabido
rentabilizar su existencia en las negociaciones en torno al acuerdo nuclear,
ya que EE UU es plenamente consciente de que la contribución iraní será
imprescindible para estabilizar el caótico Oriente Próximo.
Otra de las
potencias regionales que han jugado a esta ruleta rusa ha sido Turquía, que permitió que sus fronteras se
convirtiesen en un auténtico coladero por el cual se infiltraban miles de
yihadistas a territorio sirio. Al hacerlo pretendía acelerar la caída del
régimen, pero también impedir la consolidación de la autonomía de Rojava, el Kurdistán sirio. De esta manera, creía
matar dos pájaros de un tiro. Tan sólo la creciente beligerancia del ISIS, que
asesinó a más de un centenar de personas en Ankara en plena campaña electoral,
parece haber modificado dicha política, aunque se han aprovechado los
bombardeos contra el ISIS para destruir las bases de los peshmergas kurdos,
como si los dos grupos formaran parte de un mismo fenómeno.
Arabia
Saudí e Irán son los
mayores responsables de la deriva
sectaria que
azota la región
En último
término no debemos soslayar la responsabilidad de EE UU
en la irrupción del ISIS. Su invasión de Irak no sólo destruyó al
régimen, sino que además desmontó el andamiaje estatal al desmovilizar al
Ejército y disolver el Baaz. En ese terreno abonado nació el ISIS, que llegó a
ser visto por algunos elementos de la Administración americana como un
instrumento que podía debilitar a Al Qaeda, su enemigo público número uno desde
los atentados del 11-S. Tras el estallido de la guerra
siria en 2011, EE UU y los países occidentales prefirieron mirar hacia otro
lado, mientras el ISIS extendía sus tentáculos y se incubaba la mayor
catástrofe humanitaria que ha vivido la región desde hace un siglo. Ni los unos
ni los otros estaban interesados en correr riesgos y se mantuvieron impasibles
ante las carnicerías cotidianas de una guerra que ha devastado el país y ha
provocado la muerte de, al menos, 330.000 personas y la desaparición de otras
65.000. Ahora recogemos la cosecha de esta errática estrategia.
Ignacio
Álvarez-Ossorio es
profesor de Estudios Árabes en la Universidad de Alicante y coordinador de
Oriente Próximo y Magreb en la Fundación Alternativas.
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