Contraofensiva estratégica de los talibán mata
a 4.100 miembros de las fuerzas armadas y de seguridad afganas en medio año y
se apoderan de 11 distritos después del asedio a Kunduz
Nota del autor del blog: en ese contexto El estado islámico al atacar a los talibanes de Al Qaeda refuerza la posición de EEUU ,la unión hace la fuerza ¿no? y la desunión las debilita y solo sale ganando EEUU
en anaranjado las zonas de ataque taliban y en amarillo las zonas de simpatizantes note abajo la zona de Zabul que es donde han colisionado los talibanes de Al Qaeda contra la rama del Estado islámico en Afganistán
Desarrollo
actual de la insurgencia talibán y el terrorismo yihadista en Afganistán;
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/web/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/comentario-vicente-desarrollo-actual-insurgencia-taliban-terrorismo-yihadista-afganistan
Álvaro
Vicente. Comentario Elcano 55/2016 - 16/10/2015
Zonas
bajo ataque e influencia talibán en Afganistán en septiembre de 2015.
Mapa: New York Times.
Eclipsado
por los acontecimientos que se suceden en Oriente Medio, desde las tensiones
geopolíticas entre EEUU y Rusia hasta los
atentados terroristas en Turquía e Israel, el
deterioro de la situación de seguridad en Afganistán apenas ha atraído
momentáneamente la atención de los medios de comunicación internacionales.
La conquista
temporal por los talibán de Kunduz, ciudad
próxima a Tayikistán, ha tenido una fuerte
resonancia por cuanto se trata de la primera capital de provincia que cae en
poder de los insurgentes afganos desde su derrocamiento en 2001, pero menor
interés ha despertado su expansión, días después, hacia
11 distritos de varias provincias del nordeste, oeste y sur de Afganistán.
“Entre enero y junio de
2015 unos 4.100 miembros de las fuerzas armadas y de seguridad afganas
perdieron la vida”
Desde que se
produjo el repliegue a finales de 2014 de la mayor parte de las tropas
internacionales de la ISAF (International Security Assistance Force)
desplegadas en el país, los militantes del Emirato Islámico de Afganistán, como
los talibán denominan a su propio movimiento armado, han extendido su dominio a
más de 30 distritos.
A menudo, en
colaboración con organizaciones afines como la Unión para la Yihad Islámica, que
participó en el asedio a Kunduz, o la denominada Red Haqqani, integrada con los talibán
en la misma Shura de Quetta y especialmente activa
en el este de Afganistán y en Kabul.
Como
consecuencia de esta intensificación de su ofensiva, entre enero y junio de 2015 unos 4.100 miembros de las fuerzas
armadas y de seguridad afganas perdieron la vida y aproximadamente 7.800 resultaron heridos; en conjunto, ello supone un
50% más que durante el mismo período del
año anterior.
Nada indica
que estas cifras vayan a verse reducidas en los próximos meses. La progresión
de los talibán se ha acelerado en las últimas semanas en un intento por proyectar
una imagen de unidad en torno a su nuevo líder, Akhtar
Mohammed Mansour, elegido, no sin fricciones internas, después de que la
inteligencia afgana revelara la muerte de su predecesor, el mulá Omar. Mansour
no tardó en adjudicarse la “inmensa conquista” de Kunduz, probablemente
tratando de reforzar su recién adquirido liderazgo, en un comunicado en el que
exhortaba a sus seguidores a proteger
las vidas, la propiedad y el honor de los habitantes de la ciudad.
Sin embargo,
la población local es el blanco habitual de la insurgencia talibán en general y del terrorismo yihadista en particular.
De acuerdo
con los datos proporcionados por la misión de Naciones
Unidas en Afganistán (UNAMA, por sus siglas en inglés), 1.592 civiles
perdieron la vida en el país a lo largo del primer semestre de 2015, en su
inmensa mayoría a causa de dicha violencia.
Siete de
cada 10 víctimas mortales fallecieron como consecuencia de asesinatos
individuales premeditados, atentados con artefactos explosivos, acciones
suicidas y otras tácticas terroristas utilizadas por elementos
antigubernamentales.
Al menos en
los últimos cinco años, los atentados terroristas predominan en el repertorio
de violencia de los insurgentes afganos y constituyen su principal recurso para
imponer un control efectivo sobre la población mediante la intimidación y el
miedo.
Así, por
ejemplo, durante el primer semestre de 2015
murieron como consecuencia de atentados individuales
premeditados 412 civiles afganos, por lo común funcionarios, personal
humanitario, jueces, fiscales y líderes tribales o
religiosos afines al gobierno. La cifra de víctimas mortales provocadas
por este tipo de atentados se ha incrementado un 36,1%
respecto a la primera mitad de 2014 y un 24% en comparación con idéntico
período de 2013.
A su vez,
los atentados suicidas en Afganistán ocasionaron 183 víctimas mortales en el
primer semestre de 2015, un 14,8% más que entre enero y junio de 2014, cuando a
su vez se incrementaron un 4,5% respecto al mismo período de 2013. Pero la
variación anual en la frecuencia de atentados suicidas, durante el primer
semestre de esos tres últimos años, no ha sido lineal.
Entre enero y junio de 2015 se registraron 45,
51 en 2014 y 40 en 2013, según datos de la Suicide Attack Database de la
Universidad de Chicago. Ocurre que las tasas de letalidad han variado también.
En el primer
semestre de 2015 hubo cuatro muertos por atentado suicida, tres en 2014 y 3,7
en 2013. Todo ello pondría de manifiesto la influencia que, como force
multiplier, continúa ejerciendo al-Qaeda sobre la
insurgencia talibán. Es reseñable, en este sentido, que entre el 7 y 11
de octubre pasados, el ejército estadounidense bombardeara dos campos de
entrenamiento de al-Qaeda en la provincia de Kandahar,
en el sur de Afganistán.
Por otra parte, la insurgencia
talibán y el terrorismo yihadista inherente a la misma se encuentran en estos
momentos extendidos a la totalidad de Afganistán.
Ahora bien,
la mayor parte de los muertos civiles que provoca se concentran en las regiones
en las que los talibán y sus asociados han adquirido control territorial y
desafían más seriamente al gobierno central. Así, durante los seis primeros
meses de 2015, el 25,6% de las muertes provocadas por las acciones de los
talibán tuvieron lugar en el tradicional escenario preferente de su presencia,
en el sur del país, donde han ocupado varias
demarcaciones de las provincias de Kandahar, Helmand y Uruzghan. Hasta
un 34,3% de las víctimas mortales se registraron en el este y sudeste,
territorio en el que los radicales afganos dominan varios distritos de Kunar, Paktika y Ghazni.
“La progresión de los
talibán se está viendo obstaculizada
desde el año pasado por el avance de los seguidores del Estado Islámico”
Con todo, la
progresión de los talibán se está viendo obstaculizada desde el año pasado, en
esas tres demarcaciones del país surasiático y en las dos regiones a las que
pertenecen, por el avance de los seguidores del denominado Estado Islámico, sobre todo escindidos del Emirato Islámico de Afganistán y especialmente activos
en las áreas fronterizas con Pakistán, ámbito
donde se han hecho con el control de al menos seis distritos y recurren a una
violencia de extraordinaria brutalidad.
Por otra
parte, el 12,5% de las muertes de civiles se registraron en la región central,
donde se ubica Kabul, sacudida desde la segunda mitad de 2014 por una escalada
de atentados dirigidos a menudo contra blancos tales como sedes gubernamentales
e intereses occidentales, aunque la población civil sea con frecuencia su
principal víctima.
Resulta poco
probable que el ejército afgano sea capaz, con los medios y las aptitudes que
está poniendo de manifiesto, de contener y revertir por sí mismo la ofensiva de
los yihadistas y su dinámica terrorista en el noreste del país y otras zonas
del mismo. EEUU acaba de anunciar que mantendrá en Afganistán un contingente de
tropas superior al inicialmente fijado para 2016 mientras
Rusia ha comenzado a reforzar su presencia militar en Tayikistán tras lo
sucedido en Kunduz. Está por ver que estas reacciones de las dos potencias que
se consideran más directamente concernidas por la situación, muy especialmente
en lo que se refiere a los norteamericanos, conlleven la implementación a
tiempo de medidas eficaces para frenar el avance de los talibán y sus asociados
hacia el norte o impedir que abran otros frentes de insurgencia.
Álvaro
Vicente
Colaborador del
Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano | @rielcano
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