La
tercera guerra (el
artículo se refiere a que sigilosamente China está tratando de controlar militarmente
toda su área de influencia mientras los ojos del mundo se fijan en el califato
de Irak y el Levante y en Ucrania)
http://elpais.com/elpais/2014/07/02/opinion/1404306680_495296.html
Japón se aleja del pacifismo.
China afirma
su presencia en los mares circundantes.
Crecen los
presupuestos de defensa, junto al verbalismo nacionalista.
De ahí que
el Mar del Sur de la China sea ya la zona del planeta con mayor riesgo bélico
convencional.
LLUÍS
BASSETS
3
JUL 2014 - 00:00 CEST
EVA
VÁZQUEZ
Nuestro
mapamundi, viejo al menos de 70 años, ha sufrido en poco tiempo dos severas e
inesperadas desgarraduras, bien visibles en las primeras páginas de los
periódicos, que presagian un geografía política llena de novedades, incluso en
las fronteras y en el número de los países que la componen.
Esos dos
sietes que se han abierto en las costuras del mundo de ayer son la anexión de Crimea por Rusia y la más que probable e
inminente partición de Irak, con la consiguiente
aparición de un nuevo país independiente como Kurdistán.
Ambas son
facturas diferidas de la caída de dos imperios y también del precario orden
creado a continuación, a partir de 1989 por iniciativa de la Unión Europea y EE UU, en el caso de los países del
antiguo bloque soviético, Ucrania incluida; y de 1919 por la de Francia y Gran Bretaña, que se repartieron y trazaron
las fronteras sobre los territorios del extinto imperio otomano.
Una tercera desgarradura aparece simultáneamente en este
mapamundi en refacción del siglo XXI, aunque de momento sea poco visible,
porque está amortiguada incluso por su remota localización y su carácter
marítimo.
Esta no
corresponde a la disolución de un imperio, sino al
ascenso al parecer imparable de otro.
Se trata de
la formidable y constante presión ejercida por China
para cambiar el estatu quo en sus mares adyacentes, el Mar
de China Oriental, donde compite con Corea del
Sur y Japón, y el Mar del Sur de la China, donde se disputa con seis
países nada menos que dos centenares de peñascos e islotes con sus
correspondientes aguas territoriales.
En la fachada marítima oriental de
Asia se produce además la mayor acumulación de medios militares, y
concretamente de capacidad de fuego, de todo el planeta.
Todos los
países de la zona incrementan sus gastos de defensa y hay una auténtica
escalada, que se concreta en la instalación de misiles de todos los alcances,
crecimiento de las flotas navales, especialmente submarinas, y aumento de las
maniobras y actividades de vigilancia, que en numerosos casos se convierten en
incidentes y momentos de alto riesgo de enfrentamiento bélico. El área
geográfica circundante es, de añadidura, la que cuenta con la concentración de mayor número de potencias nucleares: China, Rusia, India y
Pakistán, el Estado gamberro de Corea del Norte, y por supuesto EE UU, a
través de sus bases y de su flota, todavía muy superior a la china.
La China de
Xi Jinping, más todavía que la de su antecesor Hu Jintao, está reafirmándose en
sus confines marítimos y pone a prueba a sus vecinos, mediante una presión
minimalista pero constante sobre cualquier pedazo de tierra emergida. Apenas se
habla ya del ascenso pacífico patrocinado por Hu y mucho más en cambio del
sueño chino de Xi, paralelo del sueño americano.
Pekín ha
declarado una zona de identificación aérea obligatoria sobre el Mar de la China Oriental, y ha ido todavía más lejos
en el Mar del Sur de la China, donde sus mapas marítimos incluyen una línea de
puntos, que oscila entre nueve y once trazos, que se adentra como una lengua
hasta llegar a las aguas territoriales de cada uno de los vecinos: Vietnam, Filipinas, Taiwan, Singapur, Malasia y Brunei. Dentro
de la lengua de vaca quedan incluidas los archipiélagos
de las Paracelso y las Spratley, además de numerosos arrecifes, algunos sumergidos y utilizados para crear
estructuras portuarias.
La zona fue convertida en 2012 en una prefectura, con capital en Shansa, en una de las Paracelso, con una población allí
trasladada de apenas unos centenares de pescadores, funcionarios y militares.
China se
inspira en el ascenso de Estados Unidos como potencia americana a finales del
siglo XIX
Ninguno de
los peñascos, ni siquiera el más disputado de las Senkaku en el Mar de China
Oriental, tiene interés en sí mismo. Mucho mayor es el que ofrecen sus fondos
pesqueros y no digamos ya los hipotéticos yacimientos de gas y petróleo, sobre
todo para un país necesitado de energía a espuertas como es China.
En todo
caso, la voracidad de Pekín respecto a la zona se explica por su interés
geopolítico, que la ha convertido, según explica Robert
Kaplan en su reciente libro La olla asiática,
en el nodo marítimo de mayor valor estratégico del planeta.
Nota del autor del blog ver articulo de sendero luminoso sobre esto en creo sol rojo numero 35 escrito en internet desde hace 4
años . Y falta poner el Estrecho de Malaca.
Por sus aguas pasa una tercera parte del
tráfico marítimo mundial con la mitad de la carga de mercancías que se
transporta en el mundo, tres veces más que el Canal de
Suez y quince más que el de Panamá. Para
China, dominar ambos mares, algo que ni Japón ni Estados Unidos pueden
permitir, significaría dominar la región entera.
China se
inspira en el ascenso de Estados Unidos como potencia americana a finales del
siglo XIX. El primer paso es hacerse con los mares adyacentes, como hizo
Washington con el Caribe. Y la premisa es alejar a las otras potencias de la
zona. A ello se dedican las inversiones militares chinas, centradas en la
estrategia denominada A2/AD (antiacceso, denegación de
área) para evitar la presencia y la proyección del poder ajeno en las
zonas marítimas o aéreas propias. También sirven las armas retóricas:
Pekín
utiliza su propia Doctrina Monroe (Asia para los asiáticos, al igual que
América para los americanos) para resolver las querellas entre asiáticos y buscar la resolución
bilateral, de fuerte a débil, en vez del marco multilateral de las
instituciones internacionales.
“La regla china frente
el poder de las reglas”, según el enunciado del debate que se celebró en Roma el
pasado 13 de junio en la reunión anual del think tank paneuropeo ECFR (European
Council on Foreign Relations).
Este es el
contexto en que el Gobierno de Shinzo Abe ha
aprobado una nueva interpretación de la Constitución japonesa que relaja las
restricciones pacifistas impuestas al término de la Segunda Guerra Mundial.
A Japón le
interesa reforzar la garantía de mutua defensa en caso de ataque dentro su
alianza militar con Estados Unidos, principalmente para disuadir a China
respecto a una ocupación de las islas Senkaku, Diaoyu
en chino, situadas al norte de Taiwan en el Mar
de China Oriental; pero también para hacer todavía más creíble la
disuasión sobre Corea del Norte.
La actual interpretación de la
Constitución solo contempla la autodefensa, es decir la defensa del territorio japonés, mientras que con el nuevo concepto Japón
podría interceptar un misil dirigido a un aliado o responder directamente
contra el ataque a otro socio.
A 100 años
de la Primera Guerra Mundial, vemos en Asia cosas similares a las que pasaban
en Europa
Todo esto
pilla muy lejos a Europa y a unos europeos a los que ya nos cuesta sentirnos
concernidos con las dos desgarraduras más próximas, Ucrania e Irak, y que más
directamente nos afectan.
En aquellos
peñascos marítimos en disputa ni siquiera hay poblaciones a proteger.
Tampoco hay aparentemente confrontación de
valores democráticos y libertades, como los que acostumbran a polarizar en
Europa. Está, sin embargo, la cuestión crucial del derecho y del imperio de la
ley como guía en las relaciones internacionales y, por supuesto, la ausencia de
modelos de cooperación y de integración regional de los que Europa ha sido el
espejo en algún momento, aunque ahora no pueda precisamente hacer exhibición de
ellos.
También
cuenta el riesgo bélico, cada vez más
alto según los expertos, que señalan hacia una tercera guerra, con más tecnología y menos milicia que en Irak y en Ucrania, y
por tanto más peligrosa.
A 100 años de la Primera Guerra
Mundial, vemos en Asia cosas similares a las que pasaban en Europa entonces, como son el incrementos de
presupuestos de defensa, la escalada de armamento o la intensificación de la
retórica nacionalista, aunque también hay argumentos en dirección contraria: no
ha habido guerras abiertas desde 1979 y la interdependencia económica es muy
sólida.
En
el continente del futuro que es Asia se percibe, quizás con más intensidad que en cualquier otra zona
del planeta, la dificultad de la Unión Europea
para existir como actor global.
Para
China y Japón, basta con Alemania y algo de Francia y Reino Unido para resolver la ecuación europea,
sobre todo en el plano económico, que es el que más les interesa.
Según François Godement, director del programa Asia-China
del ECFR, “Europa es la región de gran tamaño menos interdependiente de China,
gracias a las tiranía de la distancia, a la ausencia de una moneda compartida y
a la limitada cantidad de deuda pública y de activos financieros europeos en
manos chinas”. De ahí los esfuerzos del think tank paneuropeo para abrir una
reflexión sobre el futuro de Asia y especialmente sobre el papel que las
instituciones europeas deben jugar en la configuración de este nuevo equilibrio
de poder asiático, que a su vez determinará también el nuevo equilibrio de
poder mundial.
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