Daniel
Yergin: por qué en 2034 la energía se parecerá a lo que es hoy
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Las sorpresas de la energía tienden a
confirmar las mejores predicciones
Por Daniel Yergin
July
8, 2014 12:02 a.m. ET
Pronto, el
mundo se quedará sin su fuente de energía más importante porque el suministro
"se está agotando". Para evitar la catástrofe, se requiere un giro
rápido a la energía eólica.
No, la
advertencia no es de este año, sino de 1881
—ocho años antes de que las primeras páginas de The
Wall Street Journal salieran por primera vez de la imprenta—, y provino
de nadie menos que Lord Kelvin, uno de los
científicos más grandes del siglo XIX.
Se trata de
un buen recordatorio de cómo el verdadero "futuro de la energía" puede
frustrar las mejores predicciones acerca del "presente de la
energía". Y los recordatorios siguen apareciendo.
Hace
apenas seis años, Estados Unidos se preparaba para invertir US$100.000
millones al año en la importación de gas natural licuado, o GNL, debido
al encarecimiento y alza de los costos y la aparente escasez del gas nacional.
Ahora, el país está a apenas dos años de convertirse en un
exportador de GNL.
La industria
europea, mientras tanto, está migrando a EE.UU. para aprovechar el gas natural
barato.
Para
2021, EE.UU. será uno de los tres principales exportadores de GNL del mundo.
Dos
lecciones: "las sorpresas"
energéticas ocurren y se repiten.
Y los mercados importan. Con esas dos advertencias
presentes,
¿cómo se perfila el mundo de la
energía dentro de 20 años?
La respuesta
más probable, desde la perspectiva presente, es "más grande, pero no muy
diferente", y por dos razones:
Cambios lentos
En primer
lugar, en el negocio energético, dada la escala de la infraestructura presente
y el cronograma de inversiones, 20 años
no son muchos.
En segundo lugar, casi todo el crecimiento en la
demanda en los próximos 20 años se concentrará en los países de mercados emergentes, que en su mayoría
se inclinarán hacia la energía convencional. En dos décadas, el mercado de
autos nuevos en China probablemente alcanzará los 41 millones de vehículos al
año, frente a los 17 millones de EE.UU.
Para ser más
específicos: aproximadamente en dos
décadas, en lo que llamamos nuestro escenario de "rediseño
global", el mundo utilizará entre 35% y 40% más
energía. Ese es el resultado del crecimiento económico global y el
aumento de los ingresos en el mundo en desarrollo.
Hoy en día, el crudo, el gas natural y el carbón proveen 82% de la
energía del mundo.
Dentro de 20 años, su
aporte será ligeramente menor: entre 75% y 80%. Pero habrá, en cambio,
una gran variación en la combinación de esos combustibles convencionales.
Mientras se reduce el uso del carbón en EE.UU., su consumo se elevará en países
como China e India, que utilizarán el combustible como una alternativa barata
para generar electricidad. El gas natural ganará participación de mercado
alrededor del mundo.
En la década
del 50, el petróleo derrocó al rey carbón del primer lugar. Para la década del 2030, el reinado del crudo llegará a su fin
y se enfrentará codo a codo con el carbón y el gas natural. Para fines de
esa década, es probable que el gas natural avance para convertirse en el
combustible número uno del mundo.
Los países
de mercados emergentes siguen adelante con nuevas plantas nucleares. Pero en
Alemania, la flota se acabará para principios de la próxima década. Solo
algunas plantas nucleares en Japón volverán a operar y parte de la flota nuclear estadounidense pasará al retiro antes de lo
planeado. Por lo tanto, la energía nuclear se
mantendría constante en alrededor de 6% de la energía total, a menos que
nuevos diseños, como reactores modulares pequeños empiecen a entrar al mercado.
Eventos
decisivos
¿Qué podría
cambiar este escenario? La tecnología, obviamente. El viento está pasando de la
categoría "alternativa" a la
"convencional". Una reducción en los costos podría acelerar su
adopción. Los costos de la energía solar se han reducido de manera radical en
los últimos años. Un declive mayor podría acelerar el ingreso de esta fuente de
energía al mercado. Adelantos en almacenamiento de electricidad le darían un
impulso extra a las energías eólicas y solar al superar su dependencia presente
en los vientos y sol brillante.
¿Y el auto
eléctrico? China se ha impuesto la meta de tener un millón de autos eléctricos
en su parque automotor para 2020, un objetivo que está lejos de alcanzar. En
este momento, EE.UU. está por encima de China. Pero incluso si las metas de
costos se alcanzan y el auto eléctrico se dispara en grandes volúmenes, la
flota de vehículos será tan grande que el efecto sobre el consumo de
combustible no se sentiría de verdad hasta la década del 2030.
Pero las
políticas, y su interacción con los eventos, cuentan mucho.
¿Qué clases de incentivos y subsidios
se requieren para producir una transición de los combustibles convencionales?
Hasta ahora,
Alemania se consideró a sí misma el modelo global de la introducción veloz de
renovables. Pero ahora se está convirtiendo casi en el antimodelo, a medida que
los costos de los subsidios amenazan con reducir su competitividad global, lo
que presenta el riesgo de, en las mismas palabras del ministro de Economía
alemán, "una desindustrialización radical".
Aun así, los
combustibles renovables podrían despegar por una combinación de sucesos: varios
años de "clima extremo", que alienta un consenso mucho más fuerte
sobre los riesgos inminentes del cambio climático, y una severa crisis de seguridad
que altera el flujo del crudo.
Bajo esas
circunstancias, los gobiernos, presionados por públicos alarmados, se
apresurarán a establecer nuevas políticas.
Subsidios vulnerables
Por
supuesto, los eventos pueden tener el efecto contrario también. Durante la recesión global, los gobiernos
europeos redujeron generosos subsidios para los renovables. Otra
desaceleración económica profunda tendría un efecto similar, lo que
significaría un gran revés para la industria de renovables.
¿Qué
pasará después de 2030?
En años
recientes, la burbuja de investigación científica e innovación tecnológica
alrededor de la energía se ha estado inflando con rapidez. La lección general
es que la innovación energética toma un largo tiempo en alcanzar el mercado.
En
esta ola de innovación, habrá decepciones. Pero algunas partes de estos esfuerzos seguramente harán
efecto en algún momento de 2030. Quizás serán pequeños en número pero podrían
ser extensos en términos de impacto. Y entonces la composición de la canasta de
energía podría empezar a cambiar de verdad.
Daniel
Yergin es vicepresidente
de la junta de IHS, una compañía de
investigación e información. Su más reciente libro es The Quest (La búsqueda).
Recibió el Premio Pulitzer por "La historia del
petróleo".
.........................
Nota del autor del blog: Según la wikipedia tiene la opinión en contra
de sus predicciones del sr :
Jean
Laherrère
http://en.wikipedia.org/wiki/Jean_Laherrere
Jean H.
Laherrère es un ingeniero de petróleo y consultor, más conocido como el
co-autor de un 1998 influyente Scientific American artículo
titulado "El fin del petróleo barato". [1] Laherrere trabajó durante
37 años con Total SA , una compañía petrolera francesa . Su trabajo sobre
encuestas de refracción sísmica contribuyó al descubrimiento del yacimiento de
petróleo más grande de África. [1]
Desde que se
retiró del total, Laherrere ha consultado a nivel mundial sobre el futuro de la
exploración y producción de petróleo y gas natural . Él es un miembro activo de
la Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo y
Gas , y sigue contribuyendo análisis y proyecciones del futuro del mundo
detallados producción de energía . [2]
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