El
ocaso de la economía global
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Tecnologia/59089/
Por Germán Gorraiz López
10 julio 2014
El fenómeno
de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales
de la economía estén inter-relacionados entre sí debido a la consolidación de
los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos
corporativos, por lo que la irrupción de la crisis económica en la aldea global
ha provocado la aparición de nuevos retos para gobiernos e instituciones
sumidas en el desconcierto y en la incredulidad, retornando lenta pero
inexorablemente a escenarios económicos desconocidos
desde la II Guerra Mundial.
La sustitución de la doctrina económica de Equilibrio
presupuestario de los Estados por la del déficit endémico, (práctica que
por mimetismo, adoptarán las economías domésticas y las empresas y organismos
públicos y privados), ha contribuido a
la desaparición de la cultura del ahorro, endeudamiento crónico y excesiva
dependencia de la Financiación Exterior.
Asimismo, la política suicida en la concesión de créditos
e hipotecas de alto riesgo de las principales entidades bancarias mundiales
que inmersos en la vorágine expansiva de la economía mundial del último decenio
y en aras de optimizar su cuenta de resultados, habrían actuado obviando las más elementales normas de
prudencia crediticia, convirtiéndose en meros brokers especulativos y
descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e Insolvencia.
Ello, unido
a la falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias de los
índices de solvencia de las entidades bancarias, originó la crisis de las
subprime de EE.UU., seguida de un goteo incesante de insolvencias bancarias,
una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante falta de
liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras.
A ello se
sumaría la instauración del consumismo
compulsivo en los países desarrollados, favorecido por el bombardeo
incesante de la publicidad, el uso
irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de créditos instantáneos con sangrantes intereses y la
invasión de una marea de productos manufacturados de calidad dudosa y precios
sin competencia, provenientes de los países emergentes, pues la obsesión
paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales, por
maximizar los beneficios, (debido al apetito insaciable de sus accionistas, al
exigir incrementos constantes en los dividendos), les habría inducido a
endeudarse peligrosamente en aras del gigantismo, mediante OPAS hostiles e intensificando la política de deslocalización
de empresas a países emergentes, en aras de reducir los costes de producción,
(dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de
los trabajadores).
Finalmente,
el brutal incremento del consumo de materias primas y productos elaborados por
parte de los países emergentes, (debido a sus espectaculares crecimientos de
los PIB anuales en el último decenio) coadyuvado por la intervención de los
brokers especulativos, ha conllevado una espiral de aumentos de precios
imposibles de asumir por las economías del Primer Mundo, (al no poder
revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes de
producción) y como consecuencia, se ha producido una sensible pérdida de su competitividad, estancamiento de sus
exportaciones y aumento de los Déficits
por Cuenta Corriente y Deuda Externa, dibujándose un escenario a cinco años en el que asistiremos a
la implementación del proteccionismo económico, con la consiguiente contracción del comercio mundial, subsiguiente finiquito a la globalización económica y
retorno a escenarios económicos de compartimentos estancos.
Radiografía
del estancamiento económico mundial
En los
países desarrollados, el finiquito del consumismo compulsivo imperante en la
pasada década provocado por las tasas de paro galopantes y la pérdida del poder
adquisitivo de los trabajadores unido al deterioro progresivo de las
condiciones laborales, provocará frecuentes estallidos
de conflictividad laboral y la agudización de la fractura social,
quedando diluidos los efectos benéficos de sus anunciadas medidas sociales al dar por finiquitado el estado asistencial, lo que
obligará a amplias capas de la población a depender de los subsidios sociales.
Además, el
esperado anuncio de la Fed del final de la
implementación de medidas cuantitativas (Quantitative Easing) para incrementar
la base monetaria y la previsible subida de tipos de
interés en el 2015 aunado con el rally alcista del precio del petróleo
debido a factores geopolíticos desestabilizadores (Ucrania,
Libia, Irak), podría provocar un nuevo crash bursátil mundial pues el
nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y
multiplicadores mínimos), se movería en la horquilla de los 11.000-12.000 en Mercados
Bursátiles como el Dow Jones, a años luz de los estratosféricos techos
actuales, superando valores de octubre del 2008.
Dicho
estallido provocará la consiguiente inanición financiera de las empresas y
subsiguiente devaluación de sus monedas
para incrementar sus exportaciones y tendrá como efectos benéficos el
obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar
sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la
crisis bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales
la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces
de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el
consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras e incrementos de la
tasa de paro hasta niveles desconocidos
desde la época de la II Guerra mundial aunado con incrementos
espectaculares del déficit Público y de la Deuda Externa y un agudo
estancamiento de las economías globales.
En cuanto a
los países emergentes (BRICS, México, Corea de Sur y
Tigres asiáticos), sufrirán un severo estancamiento de sus economías con
crecimientos anuales del PIB inferiores al 5%
(después de un decenio espectacular con tasas de crecimiento de dos dígitos),
debido a la brutal constricción de las exportaciones por la contracción del
consumo mundial y a la elevación de los
parámetros de calidad exigidos por los países del Primer Mundo,
implantación por los países emergentes de leyes laborales y medioambientales más estrictas, lo que conllevará una
drástica reducción de sus Superávit.
Asimismo,
deberán padecer tasas de inflación desbocadas, debido al rally alcista de los
precios del crudo y a la necesidad imperiosa de importar cantidades ingentes de
alimentos para abastecer a sus habitantes ante la alarmante carestía de
productos agrícolas básicos para su alimentación, lo que acelerará la
agudización de la fractura social, el incremento de la inestabilidad social y
un severo retroceso de sus incipientes
libertades democráticas.
Respecto a
los países del Tercer mundo, el estrangulamiento
de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas a causa del
estancamiento económico global (caída del 2,9% del PIB
de EEUU en el primer trimestre del 2014) con la consiguiente contracción
de la demanda mundial de materias, obligará a una gran parte de su población a
vivir por debajo del umbral de la pobreza al sufrir tasas de inflación desbocadas cercanas a los dos dígitos e incrementos
espectaculares de la Deuda Exterior.
Así, el
cambio de patrones de consumo de los países emergentes, el rally alcista de los
precios del crudo (rondando los 115 $) aunado
con inusuales sequías e inundaciones y la
aplicación de restricciones a la
exportación de los principales productores mundiales para asegurar su
autoabastecimiento, conseguirá desabastecer los mercados mundiales de
productos agrícolas básicos para la alimentación (trigo, maíz, mijo, sorgo y arroz) , elevar sus precios hasta
niveles estratosféricos y provocar una nueva crisis alimentaria mundial que irá
"in crescendo" hasta alcanzar su cenit en el
horizonte del 2.020 y afectará especialmente a las Antillas, América Central, México, Colombia, Venezuela,
Egipto, Corea de Norte, India, China, Bangladesh y Sudeste Asiático,
ensañándose con especial virulencia con el África
Subsahariana y pudiendo pasar la población
atrapada en la hambruna de los 1.000 millones actuales a los 2.000 millones
estimados por los analistas.
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