Análisis
pro iraní dice que lo que sucede en Irak es un complot entre las fuerzas suníes
y Kurdas con ayuda de Israel.
¿Occidente contra terrorismo o contra Irak?
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03/07/2014
04:17
por Mikail Alvarez
Cuando se
conoció la toma de la ciudad de Mosul por terroristas de Estado Islámico de
Irak y el Levante (EIIL), el presidente del Gobierno iraquí, Nuri al-Maliki,
manifestó que los acontecimientos que llevaron a la fulminante caída de Mosul
fueron fruto de una conspiración y una serie de traiciones.
A primera
vista, esta declaración más podía verse como un intento de auto justificación
que otra cosa, pero la realidad no tardó mucho -simplemente horas- para
demostrar que tal vez Al-Maliki no fuera tan descaminado, ya que casi de inmediato pudimos comprobar como la
caída de Mosul no fue la toma de la ciudad como consecuencia de un ataque
armado por parte de los militantes del EIIL, sino que tras ellos había
urdido una red de alianzas en las que jugaban un papel fundamental elementos del Partido Baas, señores
tribales de la zona, y el menos citado pero posiblemente más importante, el
elemento kurdo.
La caída de
Mosul que dio pie al inicio de lo que estos días ocurre en Irak, se debió al sabotaje interno en el propio Ejército
iraquí, infiltrado hasta los huesos en esa zona por elementos afines al
antiguo régimen, cuyos oficiales abandonaron a sus tropas dejándolas sin
dirección ante el ataque takfirí del
EIIL y sus aliados de Ejército Naqshabandi
(dirigido por miembros del Partido Baas), al tiempo que elementos
armados de la Peshmerga kurda engañaron a esas
tropas propiciando su desmovilización (aprovechando, como no, para incautarse
del material y armamento de esas tropas). Así es como unos cientos de
insurgentes se hicieron con el control de la segunda ciudad de Irak, con una
población de 2 millones de habitantes y
supuestamente defendida por unos 30.000 efectivos,
prácticamente sin combatir.
La “teoría de la
conspiración” siguió ganando fuerza cuando al
día siguiente a la caída de Mosul, los kurdos ocuparon la ciudad de Kirkuk, rica
ciudad petrolera multiétnica reclamada históricamente para sumarla a sus
posiciones por el gobierno pseudoindependiente del Kurdistán iraquí, y que
parece haber sido la contraprestación dada a los kurdos por los “insurgentes”
como pago de su colaboración.
Por último,
a nivel interno, la conspiración pareció llegar al propio parlamento iraquí,
cuando los grupos kurdos y suníes
boicotearon la sesión parlamentaria convocada a iniciativa del Gobierno
para poder proclamar el estado de emergencia en el país, para de esta forma
ayudar a contrarrestar el avance de los sublevados, dando la impresión de que
con ese boicot, tanto los grupos suníes como kurdos pretendían poner trabas al
propio gobierno en su lucha contra los sublevados.
Hagamos un
paréntesis para recordar quienes son algunos de los protagonistas de esta
historia, y de esa manera comprender mejor algunas cosas.
El ideólogo
en el interior del ataque y la sublevación parece ser Ezzat Ibrahim al-Duri, antiguo brazo
derecho de Saddam Husein y fiel aliado de la política
saudí, quien durante años supo llevar una política de infiltración de
partidarios del antiguo régimen en los distintos aparatos del Estado en la zona de su bastión de Mosul, al tiempo
que formó el llamado Ejército Naqshabandi con el
que emprendió acciones armadas contra el Gobierno iraquí.
Por su
parte, el presidente del pseudoindependiente Kurdistán
iraquí es Masud Barzani, jefe del Partido
Democrático Kurdo, quien también fue en su momento colaborador del depuesto Saddam Husein a quien facilitó la lucha
contra sus rivales políticos kurdos, y de quien se benefició para alcanzar la
hegemonía política en las provincias kurdas. Barzani,
que únicamente aspira a que en algún momento los EE.UU. le den el visto bueno para
proclamar la independencia efectiva del Kurdistán iraquí, ha venido
manteniendo política de chantaje continuo hacia el Gobierno iraquí,
beneficiándose sobremanera de la debilidad de este gobierno.
Athil
al-Nuyaifi es el Gobernador de la provincia de Nínive cuya capital es
Mosul, y hermano de Osama al-Nuyaifi, Presidente
del Parlamento iraquí y líder de la minoría suní. Desde que la capital de su
provincia fue tomada por los sublevados, ha venido produciendo toda una serie
de manifestaciones en las que siempre acusa al gobierno iraquí de la situación
y se muestra comprensivo con las tribus sublevadas locales.
Curiosamente
Athil al-Nuyaifi se encuentra refugiado en Erbil, la
capital del Kurdistán iraquí, y también ha hecho ya manifestaciones a
favor de la interesada propuesta kurda de dividir Irak en tres regiones.
De vuelta al
tema de la conspiración, a los pocos días del comienzo de la sublevación otro
elemento apareció en escena, al unísono, desde diferentes lugares, desde prensa
y dirigentes políticos, poco a poco, hasta hacerse clamor en estos días. Un
runrún, un mantra que nada espontáneo parece.
Desde
los EE.UU., desde Francia, desde el Reino Unido, desde Arabia, desde Catar, curiosamente desde todos esos
lugares en los que de una manera u otra por una parte se ha estado torpedeando
la labor del Gobierno iraquí, y por otra se ha estado propiciando el auge del
terrorismo takfirí en el mundo como instrumento de su política internacional.
Y como todo
mantra, los lemas son simples, pero repetidos machaconamente una y otra vez
hasta hacerlos realidad en la conciencia de las gentes; “el culpable de la situación es
Al-Maliki”, “el gobierno chií de Irak encabezado por Al-Maliki ha desarrollado una
política sectaria contra los suníes y los kurdos”, “Al-Maliki deber irse”, “debe
formarse un gobierno de inclusión”, “gobierno de inclusión”, “gobierno de
inclusión”…
Curioso este
apoyo político mediático desde el exterior que no preocupado por el avance de
los sublevados encabezados aparentemente por uno grupo EIIL cuya criminalidad
pocos ponen en duda, parece que lo único que persigue a cualquier precio es la
caída del Gobierno iraquí, y el ascenso a este de elementos más proclives a la
política de esos países independientemente de lo que dijeran la urnas en la
elecciones del mes pasado.
Será cierto
o no, pero esta campaña político mediática más parece una fase más del ataque
que en su momento emprendieron por la vía armada los sublevados en Mosul que
otra cosa. Como si todo estuviera coordinado.
Pero, ¿hay
algo de cierto en esas acusaciones de “sectarismo”? Vemos, Irak es un país
mayoritariamente árabe (entre el 75 y 80 % de la población) que tiene una
significativa presencia kurda (sobre el 15 %) y que cuenta con algunas minorías
turcomanas y asirias que pueden llegar al 5 %. Religiosamente los iraquíes se
dividen principalmente entre un 97 % de musulmanes y un 3 % de cristianos,
dividiéndose los musulmanes entre un 70 % de chiíes duodecimamos y un 30 % de
suníes.
Cuando los
calificativos religiosos se utilizan para la designación de grupos o tendencias
político-étnicas, se producen trastornos, equívocos, y fácilmente se puede
utilizar el “adjetivo” como instrumento de demagogia, pero muchas veces es
inevitable utilizar estos adjetivos en ese sentido, simplemente porque son el
“lenguaje común” con el que se habla de determinados temas, como en este caso
la política iraquí.
En este
sentido podemos decir también que Irak se divide en
tres grandes grupos político-étnicos; los chiíes (60 %), los suníes (20 %) y
los kurdos (17 %). Realmente, a pesar de las denominaciones, en esta
división político-étnica el tema religioso queda en un segundo plano frente al
político, dándose esto especialmente en el caso kurdo, donde la población
religiosamente es muy mayoritariamente suní, pero nunca se la considera
integrante del grupo suní de Irak, sino como integrante del propio grupo kurdo.
Cuando ahora
algunos llaman a formar un “gobierno de inclusión” como solución a la actual
crisis, olvidan interesadamente que desde la caída de Saddam Husein en Irak
siempre han habido “gobiernos de inclusión” independientemente de lo que la
urnas hubiesen dictado en cada momento.
Ese tipo de
gobiernos que en su momento se pensó que podrían ser la solución para que los
diferentes sectores se sintiesen integrados en el nuevo Estado, han demostrado
ser el mayor de los fracasos, pues al aglutinar en un mismo gobierno a gentes
con intereses opuestos, lejos de colaborar conjuntamente por un interés
nacional común, en muchos casos estos grupos han utilizado ese poder
sobrevalorado únicamente para apuntalar intereses propios, chantajeando
constantemente al propio gobierno y haciendo inoperante cualquier labor
gubernamental.
Cuando estos
sectores acusan al gobierno iraquí de sectario y de discriminatorio de las
comunidades suníes y kurdas, olvidan interesadamente que por ejemplo en la
actualidad el gobierno iraquí está compuesto por sólo alrededor de un 47 % de
ministros chiíes, mientras que los grupos kurdos controlan el 17 % de los
ministerios y los suníes el 8% de los mismos, estando el resto de los
ministerios en manos de grupos que podríamos llamar no adscritos “étnicamente”.
Pero además
olvidan que aunque el Presidente del Gobierno, Nuri al-Maliki, es chií, el
Vicepresidente 1º es un suní y el Vicepresidente 2º es un kurdo. Igualmente
olvidan que el Presidente de la República, que es elegido por el Parlamento
donde las fuerzas mayoritarias son chiíes como resultado de la voluntad
popular, es un kurdo, y el Vicepresidente 1º un suní, y solo el Vicepresidente
2º es un chií. ¿Dónde está entonces la discriminación y el rodillo chií?
Si el
“gobierno de inclusión” siempre ha existido en Irak desde la caída del régimen
del Partido Baas, ¿a qué se refieren esos que ahora llaman a crear un “gobierno
de inclusión?. Simplemente es una manera de condicionar a la opinión pública
mundial hacia un objetivo concreto, en este caso hacer creer que el gobierno
iraquí es un gobierno discriminatorio y opresor, para enmascarar los verdaderos
objetivos coloniales de quienes promueven estos bulos, como en otras ocasiones
en el propio Irak hablaron de “las armas de destrucción masiva”, o en otros
lugares han utilizado otros falsos mantras según les conviniera.
Pero ¿por
qué ahora esto? Precisamente el mes pasado hubo elecciones generales en Irak, y
el vencedor de las mismas con notable diferencia fue el grupo de Nuri al-Maliki
con 95 escaños, seguido como segunda fuerza por otro grupo chií con 31. El
resumen de estas elecciones es que los grupos chiíes han alcanzado 170 escaños,
los suníes 61 y los kurdos 53 (los otros 44 escaños podríamos considerarlos
como no adscritos). Este es el resultado de la voluntad popular, de la
democracia, esa de la que tanto cacarean algunos, pero que les produce
sarpullidos cuando el resultado de la misma no coincide con el de sus
intereses.
Precisamente
el lema de la campaña de Nuri al-Maliki era la formación de un gobierno fuerte
en base a la unidad política de sus componentes (lo que no quiere decir
uniconfesional, sino unidireccional políticamente hablando), como única medida
para hacer frente a la inacción de los gobiernos anteriores motivada por el
chantaje y sabotaje interno que provocaba la inclusión en esos gobiernos de
grupos radicalmente opuestos. Gobiernos estos, que han mantenido al país en un
constante estado de impotencia que no le permitió jamás levantar la cabeza y
empezar a prosperar tras las décadas de dictaduras, guerras y ocupaciones.
Precisamente
este estado, en el que no hay un gobierno que pueda ejercer su autoridad en la
totalidad del territorio nacional y está constantemente amenazado desde dentro,
es el que mejor conviene a las potencias foráneas que buscan el saqueo de Irak.
Véase un ejemplo también de estos días; como se ha mencionado más arriba, el gobierno del Kurdistán iraquí ignora
totalmente la autoridad del gobierno central y se comporta de facto como si de
un gobierno independiente se tratase, lo que entre otras cosas le lleva a
exportar el petróleo de las provincias del Kurdistán sin ningún tipo de
autorización por parte del gobierno iraquí, habiéndose dado el caso que la
primera de esas exportaciones ilegales para las que cuenta con la colaboración
del gobierno Turco, ha tenido como destinatario ni más ni menos al ente sionista de Israel.
Estaría por
ver si la propuesta de Al-Maliki, de llevarse a efecto hubiera tenido el
resultado previsto, pero parece que las potencias que temen perder hegemonía en
Irak si este país alguna vez encauza la vía de un futuro próspero e
independiente, han querido poner una vacuna ante tal posibilidad y han dado vía
libre al levantamiento contra el gobierno iraquí.
Lo que
ocurre en Irak estos días no es diferente a lo que ocurre en Siria, donde también se ha tratado de derribar a su
gobierno a través de los mismos elementos y protagonistas con los que hoy se
intenta derribar al gobierno iraquí, y ambos a su vez forman
parte de la guerra no declarada contra Irán, país al que estas potencias
consideran ganador en el caso de que Irak pudiera alejarse del lastre del
chantaje político de los grupos minoritarios que ellos amparan y patrocinan.
Resulta
curioso observar como, por ejemplo, el régimen de
Arabia llama a la formación de un “gobierno de inclusión” para que la
minoría suní no se sienta discriminada ni oprimida por los chiíes en Irak,
cuando en su cortijo-estado se acaba de sentenciar a muerte a 26 personas tan
solo por hacer discursos contrarios al régimen. ¿Por qué no integra el rey
saudí en su gobierno a representantes de la minoría chií de Arabia para que no
se sientan discriminados? Es curioso ver como Arabia clama por la formación de
un “gobierno de inclusión” en Irak cuando sus fuerzas
armadas acudieron a Baréin para soportar al
régimen de Al-Jalifa, donde una minoría suní
ejerce el poder absoluto sobre una mayoría chií a la que ni tan siquiera se le
conceden los mínimos derechos de ciudadanía, ¿por qué no le pide el rey saudí a
su homólogo bahreiní que incluya en su gobierno a representantes de la mayoría
chií para que esta no se sienta discriminada? ¿Por qué no integra Obama en su
gobierno a representantes de Partido Republicano?, ¿por qué no integra el
gobierno del Reino Unido a representantes del IRA para que los irlandeses no se
sientan discriminados?, ¿Por qué no integra el napoleoncito francés François
Hollande en su gobierno a representantes de la minorías argelinas o africanas
de Marsella o de los barrios periféricos de París, quienes se sienten
discriminados por el gobierno francés?, ¿o por qué no incluye Benyamin
Netanyahu en su gobierno a representantes de Al-Fatah, Hamas o la Yihad
Islámica para que los palestinos no se sientan discriminados?.
Es gracioso
que estos que tanto llaman a la democracia sean tan adversarios de ella en
realidad. La pretensión de formar un gobierno políticamente unido en Irak se
presenta como un ejercicio de discriminación a los que pudieran quedar fuera de
ese gobierno, cuando todos en nuestros países estamos acostumbrados a que tras
cada una de las elecciones, sean en el ámbito que sean, se conformen diferentes
mayorías de gobierno en función de los resultados de esas elecciones y en base
a una política unitaria, sin que a nadie se le ocurra calificar a esas mayorías
como discriminatorias por no incluir a todas las fuerzas políticas en el
gobierno.
En España tenemos casos muy parecidos para
poner como ejemplo. En la actualidad vemos que como resultado de las últimas
Elecciones Generales el Partido Popular alcanzó la mayoría absoluta, con lo
cual encabeza un gobierno monocolor y tiene la Presidencia del Congreso y el
Senado y controla todas las demás instituciones dependientes del gobierno
central. A nadie, guste más o menos el PP, se le ocurre decir que el de España
es un gobierno opresor ni discriminador simplemente porque haciendo caso al
resultado electoral no incluye ministros de otros partidos en su gobierno, ni
reparte el control de las demás instituciones con los perdedores de las elecciones.
Lo que se pretende con Irak es como si en España se pretendiese que
independientemente el resultado obtenido por el PP en las últimas elecciones, y
para evitar que nadie pueda sentirse discriminado, los representantes de los
otros partidos nacionales deben tener por fuerza una representación en el
gobierno y que esta mucho mayor incluso al porcentaje de votos obtenido, y que
además, por narices, también tiene que haber ministros de la minoría catalana y
vasca que por supuesto controlen ministerios de importancia, y que además el
Presidente del Congreso sea un miembro de ETA y el del Senado de Esquerra.
Esto que
parece tan kafkiano es lo que ni más ni menos significa el “gobierno de
inclusión” que algunos exigen para Irak.
Por supuesto
que los EE.UU, ni el Reino Unido, ni Francia, ni
siquiera Arabia, quieren un triunfo de los terroristas de EIIL en Irak, como tampoco la quieren en Siria.
Lo único que a estas potencias
imperiales y a sus cómplices les interesa es tener a estos países sumidos en
una continua inestabilidad que les permita su saqueo y les impida oponerse de manera efectiva a las
políticas de estos países en la zona, cuyo trasfondo siempre es, además del
control de los recursos petrolíferos, el apoyo al ente sionista de Israel.
Así que
cuando Nuri al-Maliki habló de complot tras la ocupación de Mosul, tal vez no
sólo no iba desencaminado, sino que posiblemente se quedó corto es su
apreciación, pues este complot lejos de ser un asunto local como él parecía
indicar, muy posiblemente los sea, pero a nivel internacional. -
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