Película anti iraní con mensajes subliminales
gana el Oscar.
Buenas
no estoy muy seguro pero me parece que cuando el tema es de agrado de los judíos
esa película gana varios oscares como Ben Hur o el pianista o la lista de Schindler.
El verdadero espía de "Argo" cuenta su increíble historia
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/02/130220_oscar_el_verdadero_argo.shtml
Naveena
Kottoor
BBC
Domingo, 24 de febrero de 2013
Argo,
una película sobre el audaz rescate de seis estadounidenses que se escondían en
Teherán después de la toma de la embajada en noviembre de 1979,
es una de las favoritas de los premios Oscar.
El agente de la
CIA Tony Méndez, encarnado en la pantalla grande
por Ben Affleck, explica cómo se formuló el plan
de rescate.
Advertencia: detalles importantes de la trama -real y de
la
El verdadero espía de "Argo" cuenta su
increíble historia
Los seis estadounidenses habían escapado por la puerta
trasera de la embajada en momentos en que los revolucionarios iraníes se abrían
paso, y se refugiaron en la casa del embajador de Canadá. Pero corrían el
riesgo de ser descubiertos, bien sea por los revolucionarios o por los medios
de comunicación.
Mucha de la atención estaba sobre las varias decenas de
empleados de la embajada que habían caído como rehenes del nuevo régimen revolucionario
iraní.
Del grupo de 66 personas, 13 habían sido liberadas dos
semanas después.
Pero el presidente de EE.UU.
Jimmy Carter se encontraba bajo una enorme presión para lograr el
retorno de todos los rehenes, incluidos aquellos de cuya existencia no se
habían enterado los revolucionarios.
Entrar y salir
Tony Méndez tenía que encontrar una manera de sacarlos
del país, pero primero tenía que hallar la forma de entrar a Irán sin levantar
sospecha.
"Normalmente usamos una excusa muy aburrida.
Pero no podíamos ir como maestros, porque las escuelas
internacionales estaban cerradas.
No podíamos ir como técnicos de hidrocarburos. No
podíamos ir como nutricionistas que venían a inspeccionar cultivos", le
dijo a la BBC.
Méndez también tenía que tomar en cuenta que, a
diferencia de él, los seis rehenes no tenían ningún entrenamiento en asuntos
clandestinos.
El espía se encontraba en Otawa, en conversaciones con el
gobierno de Canadá, cuando decidió "revertir
las reglas y crear una distracción".
Un total de 66 rehenes fueron capturados por los
revolucionarios.
Su plan era viajar a Teherán como supuesto integrante de
un equipo de investigación de locaciones cinematográficas, que trabajaba en una película de ciencia ficción.
"Todo el mundo sabe que la gente de Hollywood va
donde quiere, sin importar el momento histórico. No toman en cuenta las
circunstancias políticas ni los peligros", dice.
En enero de 1980 voló a Los Ángeles con US$10.000 en el
bolsillo. La CIA y Hollywood tenían un largo
historial de colaboración, en especial cuando se trataba de crear disfraces.
Méndez contrató a un guionista, que empezó a trabajar
inmediatamente, y alquiló una oficina para su compañía de producción falsa,
Studio 6, el mismo número de personas que planeaba rescatar.
En dos días el guión de una nueva producción estaba
listo. Se llamaba "Argo". La historia
era parecida a la trilogía de ciencia ficción La Guerra de las Galaxias, un
gran éxito de taquilla de la época, y se desarrollaba en un lugar mítico con un
bazar exótico.
Studio 6 contactó a revistas como Hollywood Reporter y
Variety para generar un revuelo en los medios acerca del nuevo largometraje.
Méndez quería que sonara tan creíble como fuera posible, en caso de que el
régimen iraní decidiera chequear su historia.
El riesgo de fallar
Le tomó varias semanas convencer a sus superiores en la
CIA y a integrantes de los gobiernos canadiense y estadounidense de que le
dieran luz verde.
La situación era
impredecible en el terreno, y discusiones sobre si los rehenes debían recibir
pasaportes falsos estadounidenses, canadienses o de otra nacionalidad
consumieron largas horas.
La liberación se convirtió en una prioridad para el
presidente Jimmy Carter.
Un fracaso hubiera sido terriblemente vergonzoso para los
gobiernos. Y peligroso para los rehenes.
"No había plan B. Generalmente uno tiene un plan de
escape, pero no tendríamos un automóvil esperándonos con el motor
encendido", dice Méndez. Era una misión "peliaguda", como dice
él.
Cuando finalmente estaba listo para viajar a Teherán, ni
siquiera su esposa Jonna Méndez, también
empleada de la CIA, sabía en qué misión se estaba embarcando.
El presidente Carter había sido informado, y le envió a
Méndez una nota especial: "Buena suerte", decía, aunque es muy
inusual que un presidente haga contacto directo con agentes de la CIA, dice el
exespía.
Cuando llegó a la capital iraní, la ciudad parecía tierra
de nadie, recuerda.
"En la noche, los guardias revolucionarios se
divertían manejando por las calles y disparando su armas hacia los edificios.
Todas las convenciones sociales aceptadas parecían estar en suspenso".
"No había plan B. Generalmente uno tiene un paln de
escape, pero no tendríamos un automóvil esperándonos con el motor
encendido"
Ser identificado como ciudadano estadounidense en las
calles de Teherán era muy arriesgado.
Pero cuando Méndez y su colega Julio, que hablaba farsi, se perdieron y le preguntaron a un
guardia revolucionario el camino a la embajada canadiense, tuvieron suerte. Él
lo atribuye a su coartada exótica: "veníamos de Hollywood. Éramos más
interesantes que nadie".
El 25 de enero de 1980, Méndez y su colega finalmente
conocieron al personal refugiado en la residencia de Teherán, donde se habían
estado escondiendo por 86 días.
"Ya se estaban preocupando", dice.
El ayatola Jomeini ordenó la liberación de 13 rehenes.
Méndez les informó el plan, les dio tarjetas de
presentación de Studio 6 y ropa que los hiciera parecer "más
Hollywood".
El gobierno de Canadá había acordado entregarles
pasaportes falsos. Las siguientes 48 horas las pasaron practicando técnicas de
interrogatorio hostil.
Todos sabían que el plan de escape era peligroso,
recuerda Méndez.
"Los
iraníes podían haber decidido decapitarnos. O nos podían haber llevado
arrastrados por un jeep. Todo era posible",
dice.
Un "juego"
Para lograr que se relajaran, trató de hacer de los
preparativos una especie de juego.
"Esperaba
que de esta manera se soltaran y disfrutaran de la operación. Puede sonar
extraño, pero uno puede distraer a la gente mucho más fácil con diversión, en
vez de con susto. Con uno de los invitados tuve que recurrir al licor -a un
trago de Cointreau- para intentar ponerlo contento".
El lunes 28 de enero, el grupo se dirigió al aeropuerto
de Teherán para tomar el vuelo de las 07:00 a Zurich.
"Hubo momentos en que pasamos por puntos de control
en que no estábamos seguros de si íbamos a lograrlo", dice Méndez.
Él y sus colegas decidieron viajar con Swissair, la
aerolínea que consideraban más eficiente y confiable, y con ayuda de
información de inteligencia sobre el personal en el aeropuerto, el grupo
reservó para salir en el vuelo matutino.
Méndez esperaba que si llegaban de madrugada, se
encontrarían con oficiales y revolucionarios soñolientos, demasiado cansados
como para prestarle atención al grupo. Y funcionó.
El avión despegó sin problemas. Al llegar a Zurich, los
seis estadounidenses fueron escoltados por personal del departamento de Estado.
"No hubo tiempo para gracias y despedidas, así que
Julio y yo fuimos a almorzar", dice Méndez.
El supuesto productor de Hollywood, ahora material de
película.
En marzo de 1980, después de un encuentro en persona con
el presidente Carter en el Despacho Oval, la CIA le otorgó un reconocimiento a
Méndez, la Intelligence Star, pero como la
misión era clasificada, se vio obligado a regresarla inmediatamente. Ni
siquiera su familia pudo asistir a la ceremonia.
Por 17 años, la operación se mantuvo en secreto.
Implicaba información tan sensible que no podía ser referida ni en la revista
interna de la CIA, "Estudios en Inteligencia".
Al final, fue George Tenet,
director de la CIA entre 1997 y 2004, quien animó a Méndez a compartir
la historia de la operación, que se convirtió en la inspiración de la película
"Argo".
Y lo demás es historia. En los libros y la pantalla
grande.
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