Explicación sobre la guerra internacional en
Mali por el control francés sobre el uranio del Níger (extraído de Le Monde
diplomatique).
[Nota
del autor del Blog: hace unos años escribí una nota en mi blog
"Las guerras de la OTAN por el uranio del
Magreb", veo que todavía vale ]
¿Qué hace Francia en Malí?
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=e50c81aa-a40c-4ce9-b9cc-c8e93c649275
Ignacio
Ramonet
País: Níger, Francia, Malí, Sahel
Tema: Lucha
armada, Guerra, Relaciones internacionales, Tuaregs
El año 2013 ha comenzado, en Francia y en la región del
Sahel, al son de los cañones. El 11 de
enero, el presidente François Hollande, envió urgentemente a Malí un cuerpo
expedicionario para detener un ofensiva yihadista que amenazaba con
abalanzarse sobre Bamako. De manera simultánea,
en Somalia, las fuerzas especiales francesas lanzaban una operación para
intentar rescatar a un agente secreto tomado como rehén desde hacía tres años
por las milicias islamistas shabab,
que terminó en fiasco. Unos días más tarde, cerca de la ciudad argelina de In
Amenas, en la frontera con Libia, un comando salafista ocupaba un complejo gasístico y ejecutaba a varias
decenas de extranjeros antes de que Ejército
argelino lo aniquilara.
De un extremo al otro, repentinamente, el Sahara está
ardiendo.
¿Cuáles son las causas de tal situación?
En primer lugar se halla la reivindicación nacionalista tuareg. Los tuaregs, u “hombres
azules”, no son ni árabes ni bereberes. Son
los habitante históricos del Sahara, del que controlan, desde hace miles de
años, las rutas caravaneras. Pero el reparto entre las potencias coloniales
fragmentó su territorio a finales del siglo XIX. Y cuando las independencias,
en los años 1960, los nuevos Estados saharauis les negaron el reconocimiento,
aunque sólo fuera el de una autonomía territorial.
Razón por la cual, concretamente en el norte de Malí (denominado Azawad por los tuaregs) y en Níger, los
dos países donde se sitúan las principales comunidades tuaregs, aparecieron
muy pronto movimientos armados de reivindicación nacional.
Se
produjeron grandes rebeliones tuaregs en 1960-1962, después en 1990-1995, en
2006 y de nuevo en 2007.
En cada ocasión, conducidas por los Ejércitos maliense y
nigerino, las represiones fueron feroces.
Huyendo
de las masacres, numerosos combatientes tuaregs se enrolaron entonces, en Libia, en el seno de la Legión tuareg del
coronel Muamar el Gadafi…
-La segunda causa de la situación actual se encuentra en
la guerra civil argelina de principios de los años 1990. Tras la anulación de las elecciones de diciembre de 1991, virtualmente ganadas por los islamistas del
Frente Islámico de Salvación (FIS), esta guerra vio enfrentarse a las
Fuerzas Armadas argelinas contra los insurgentes del Grupo Islámico Armado
(GIA). Una organización muy aguerrida en la que había numerosos combatientes
que volvían de Afganistán –Ronald Reagan los calificó de “Freedom fighters”–
donde, junto a los muyaidines, habían hecho la guerra a los soviéticos con el
apoyo de Estados Unidos…
El conflicto argelino costó la vida a unas
100.000 personas.
Terminó con la victoria de las autoridades argelinas y la
rendición de las guerrillas islamistas. Sin embargo, una fracción disidente, el
Grupo Salafista para la Predicación y el Combate
(GSPC), decidió proseguir la lucha armada. Acosado por las fuerzas
argelinas, buscó entonces refugio en la inmensidad del Sahara, prestó lealtad a
Osama Ben Laden y a Al Qaeda en 2007, y adquirió el nombre de Al Qaeda en el Magreb
Islámico (AQMI). Sus principales acciones consisten, desde entonces, en
secuestrar a extranjeros a cambio de importantes rescates. Su terreno de caza
se sitúa en el Sahel, región árida y semidesértica que
se extiende desde Senegal hasta Chad, pasando por Mauritania, Malí, Burkina
Faso y Níger. De hecho, fue una katiba (brigada) del grupo Al Muwakaún
Bidam (“los que firman con su sangre”), fundado por un ex-dirigente de AQMI, el
argelino Mojtar Belmojtar, alias “el Tuerto”,
quien atacó el complejo gasístico de In Amenas y asesinó a decenas de
extranjeros.
Por último, la tercera causa
es el ataque de las fuerzas de la OTAN contra Libia, en
2011, y el derrocamiento del coronel Gadafi. Para conseguir este
objetivo, Francia y sus aliados (en
concreto Qatar) no dudaron en armar a los movimientos islamistas hostiles a
Gadafi. Movimientos que obtuvieron la victoria sobre el terreno.
Con tres consecuencias:
1/ el desmoronamiento y la
descomposición del Estado libio, que sigue siendo presa, hoy en día, de las luchas
mortíferas entre provincias, milicias y clanes;
2/ la distribución del arsenal militar de Gadafi entre
los movimientos yihadistas del conjunto del Sahel;
3/ la vuelta a Malí de una
parte de la Legión tuareg sobrearmada y entrenada.
También hay que tener en cuenta el telón de fondo
socioeconómico. Malí, al igual que los demás países del
Sahel, figura entre los Estados más pobres del mundo.
La mayoría de su población vive de la agricultura.
Durante estos últimos años, las reducciones de las ayudas al desarrollo
decididas por los países ricos han afectado particularmente al país. Su
principal producción, el algodón, se derrumbó a causa de las políticas de dumping que practica el primer exportador
mundial, Estados Unidos, así como por las sequías que sufre de manera regular el Sahel a causa del
calentamiento global. Por otra parte, las políticas neoliberales y las
privatizaciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) han
conducido a la reducción de los presupuestos sociales destinados a educación y
sanidad.
La pobreza y el malestar social se han agravado. Esto ha
presionado particularmente a una parte de los jóvenes a buscar una vía de
salvación en la emigración, mientras que otros, ante tanta angustia social, son
más sensibles a las llamadas de los salafistas que les ofrecen, sin mayor
dificultad, armas, poder y dinero.
Este es el contexto que hallaron los tuaregs de la
antigua Legión de Gadafi a su retorno al norte de Malí provenientes de Libia.
Por eso no tuvieron dificultades para reclutar. Y decidieron integrarse en el Movimiento Nacional para la Liberación de
Azawad (MNLA Movimiento).
De enero a abril de 2012, lanzaron ataques contra las
guarniciones malienses de las principales ciudades de la región (Tombuctú, Gao y Kidal). Mal equipado, el Ejército maliense
se descompuso y se batió en retirada. Humillados y exasperados por el abandono
del Gobierno, un grupo de jóvenes oficiales dirigidos
por el capitán Sanogo se sublevaron. Tomaron el poder en Bamako el 22 de marzo de 2012. Pero, boicoteados por los países
vecinos y las grandes cancillerías internacionales, estos golpistas se
mostraron incapaces de enderezar la situación. De hecho, Malí, como Estado, se
desmoronó.
Mientras tanto, en el norte de
Malí, el MNLA proclamaba la “independencia” de Azawad y se aliaba con dos organizaciones islamistas
radicales –provenientes de AQMI– que
preconizaban la instauración de la sharia:
el grupo
salafista Ançar Dine y
el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en
África Occidental (MUYAO). Estas dos organizaciones –que disponen de
muchos más medios financieros gracias a la ayuda que
les aportaría Qatar (1), a los rescates pagados (entre otros por España)
a cambio de rehenes occidentales y tráficos diversos (droga, contrabando)– terminaron por apartar a los tuaregs del MNLA.
Naciones Unidas condenó la secesión de Azawad, pero se
movilizó con demasiada lentitud. Hubo que esperar al 20 de diciembre de 2012
para que, a petición de Francia, la ONU decidiera finalmente crear la Misión
Internacional de Apoyo a Malí bajo Liderato Africano (AFISMA,
por sus siglas en inglés), la cual se ha confiado a los países de la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO,
por sus siglas en francés), que deberá “reconstituir la capacidad de las
Fuerzas Armadas malienses” para recuperar el control del norte de Malí. Francia
aseguró que sostendría este proyecto, pero François Hollande se comprometió a
no enviar tropas: “Soy terminante –declaró el presidente francés–, no tendremos
tropas de tierra” (2). Por su parte, los representantes de las fuerzas
políticas, sociales y religiosas de Malí, reunidos en Uagadugú
(Burkina Faso) para entablar conversaciones sobre el futuro de su país,
se opusieron a la intervención de fuerzas militares de la CEDEAO. De todas
formas, una eventual reactivación de la reconquista militar del norte de Malí
no estaba prevista antes de septiembre de 2013… Este dato no escapa a los
salafistas de Ançar Dine. No sólo son, sobre el terreno, los más fuertes, sino
que tienen ahora la certeza de que nadie los atacará en los próximos nueve
meses. Así pues, deciden aprovechar la oportunidad. Y lanzan una operación de
una temeraria audacia. Varios miles de
ellos, poderosamente armados, a bordo de unas 300 furgonetas
pick-up, se abalanzan por sorpresa, el 9 de enero de 2013, sobre la ciudad de Konna, cerrojo estratégico en el camino hacia
Bamako. Vencen al Ejército maliense, que se bate en retirada dejándoles el
campo libre hacia la ciudad de Mopti. Y, sobre
todo, hacia el cuartel general de operaciones del Ejército de Malí que se halla
instalado en el aeropuerto de Sevaré, el único
donde pueden aterrizar aviones de gran capacidad, indispensables para una
eventual reconquista del norte.
Ahí es cuando Francia, sin esperar la llamada de auxilio
del presidente interino maliense Dioncunda Traoré,
decide intervenir. François Hollande ordena que las tropas de elite del
Ejército francés situadas previamente en Níger intervengan inmediatamente.
Transportadas en aviones Transall C-160 y
apoyadas por helicópteros de combate, estas tropas atacan inmediatamente a las
columnas islamistas y detienen en seco su avance hacia Mopti y Bamako.
Así comienza la operación Serval,
con la participación de unos 2.500 soldados franceses calurosamente acogidos
por una gran parte de la población maliense. El objetivo declarado de esta
operación ha evolucionado a lo largo de los días. Antes de su puesta en marcha,
François Hollande afirmaba, tal y como vimos, que Francia no intervendría “en
ningún caso” (3). Al haber intervenido finalmente desde el 11 de enero, el
presidente minimizó el alcance de la operación explicando que se trataba
“esencialmente de bloquear la progresión hacia el sur de terroristas
criminales” y, factor determinante, de
“proteger a los aproximadamente 6.000 residentes franceses en Malí”. Pero
después, el 18 de enero, François Hollande reconoció una intención mucho más
ambiciosa: darse “el tiempo necesario
para que el terrorismo sea vencido en esta parte de África”. Por último, el
20 de enero, el ministro francés de Defensa admitió claramente: “El objetivo es la reconquista total de
Malí” (4).
En realidad, los verdaderos objetivos de Francia permanecen confusos.
En efecto, París
ha explicado que la operación Serval no hace sino responder a una llamada de
ayuda por parte de Bamako. Pero, dado que el Gobierno maliense procede de un
golpe de Estado, su legitimidad para requerir ayuda es discutible (5).
El otro argumento es que los salafistas de Ançar Dine
aplican la sharia en Tombuctú, destruyen monumentos antiguos y “cortan manos”.
Y que eso es “intolerable”. Cierto. Pero, cuando los salafistas se comportan de
ese modo simplemente obedecen a la doctrina wahabí que el “gran aliado de
Occidente”, Arabia Saudí, difunde, con la ayuda de Qatar –país igualmente
wahabí–, en el conjunto del mundo musulmán, y particularmente en el Sahel, a
golpe de millones de euros... Sin embargo, Francia tiene las mejores relaciones
del mundo con Arabia Saudí y Qatar, que incluso son sus aliados actualmente en
Siria para apoyar a los insurgentes islamistas y salafistas…
París no dice palabra de otros dos argumentos que
probablemente hayan contado a la hora de activar la operación Serval. Uno es
económico y estratégico: el control duradero de Azawad por organizaciones
salafistas habría entrañado, en mayor o menor plazo, una
ofensiva sobre el norte de Níger, donde se hallan las principales reservas de
uranio explotadas por la empresa gala Areva y de las cuales depende todo el sistema nuclear civil de
Francia. París no puede permitirlo.
El otro es geopolítico: cuando, por primera vez en la
historia, Alemania domina Europa y la dirige con mano de hierro, Francia, al
exhibir su fuerza en Malí, quiere mostrar que continúa siendo, por su parte, la
primera potencia militar europea. Y que hay que contar con ella.
(1) Léase el artículo “Notre ami’ du Qatar’ finance les
islamistes du Malí”, Le Canard enchaîné, París,
6 de junio de 2012. Léase
asimismo: Ségolène Allemandou, “Le Qatar a-t-il des intérêts au Mali ?”, France
24, París, 21 de enero de 2013 www.france24.com/ fr/20130121-qatar-nord-mali-groupes-islamistes
(2) Entrevista con François Soudan, Jeune Afrique, París,
22 de octubre de 2012.
http://www.jeuneafrique.com/Article/JA2701p010-011.xml1/
(3) Cf. France Info, 13 de noviembre de 2012.
http://www.franceinfo.fr/economie/les-principales-declarations-de-la-conference-de-presse-de-francois-hollande-801247-2012-11-13
(4) Declaraciones de Jean-Yves Le Drian, 19 de enero de
2013, en la emisión televisiva “C politique” de la cadena France 5.
(5) Cf. Le Monde, París, 23 de enero de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario