Rusia responde al sabotaje del puente de Kerch con múltiples misiles contra el corazón de Kiev
El ataque contra el centro de la capital ha causado al menos cinco muertos y 12 heridos. Moscú ha bombardeado también otras ciudades ucranias dos días después de la explosión en la principal infraestructura de la anexionada Crimea
El enviado especial de EL PAÍS a Ucrania informa desde Kiev de los ataques a la capital


Otras ciudades ucranias están siendo objetivo este lunes de la ofensiva rusa. Contra Lviv, ciudad en el oeste de Ucrania, cercana a la frontera con Polonia, se han disparado múltiples misiles, según ha informado el Ayuntamiento de la urbe. Estos proyectiles han causado graves daños en las infraestructuras ferroviarias. Grandes ciudades más próximas al frente como Mikolaiv, Dnipró o Zaporiyia también están siendo objetivo de los misiles rusos. Kirilo Timoshenko, asesor del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha concretado que los misiles tenían como principal objetivo instalaciones energéticas en 12 provincias del país. “Esto puede afectar la estabilidad del suministro energético”, ha admitido Timoshenko en un comunicado, un aviso de la amenaza rusa contra el suministro de electricidad y gas en los meses de frío que ya han empezado en Ucrania.
Zelenski ha enumerado a través de Telegram las provincias en las que han caído misiles: Kiev (centro-norte), Jmelnitski (oeste), Lviv (oeste), Dnipropetrovsk (este), Vínnitsia (centro), Ivano-Frankivsk (este), Zaporiyia (este), Sumi (norte), Járkov (noreste), Yitómir (norte) y Kirovogrado (centro). “Quieren caos y pánico, quieren destruir nuestro sistema energético”, ha escrito Zelenski. Además de las provincias citadas por Zelenzki, el gobernador de Poltava (norte-centro) también ha denunciado ataques contra infraestructuras energéticas de su territorio, con lo que al menos han sido 12 las provincias bombardeadas por Rusia.
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La vida en Kiev había recobrado cierta normalidad en los últimos meses, con el retorno de buena parte de la población que había huido al principio de la invasión. Desde el inicio de la guerra, en febrero y marzo, la capital no había sido golpeada con tanta dureza. La última agresión se produjo el pasado junio, cuando los cohetes del invasor impactaron en un barrio residencial. Por lo menos siete misiles han caído en varias localizaciones del centro de Kiev: en la sede del Ministerio de Educación, en el barrio universitario; en un rascacielos colindante a la estación central de tren, la sede de la empresa energética DTEK, propiedad del oligarca Rinat Akhmetov; en el famoso puente de Cristal, una atracción de una de las zonas verdes y de paseo más concurridas de la ciudad; en un parque infantil y en una avenida del barrio de sedes gubernamentales.
El ataque contra Kiev se ha producido en hora punta, lo que ha provocado un número de víctimas aún por concretar, sobre todo de transeúntes y personas que se dirigían a sus puestos de trabajo. En el barrio universitario se contaban una docena de vehículos destruidos, con restos de sangre de sus ocupantes, evacuados por los servicios de emergencia. “Estamos hablando de un Estado terrorista”, ha afirmado el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en un vídeo grabado en la calle de Bankova de Kiev, donde se ubica la sede presidencial: “El objetivo ruso han sido infraestructuras energéticas en todo el país y la población. Han seleccionado la hora y los lugares para causar el máximo daño posible”.
EL PAÍS ha podido confirmar visualmente que en el Ministerio de Educación han impactado misiles de velocidad de crucero Kalibr. También se han oído explosiones de misiles interceptados por los sistemas de defensa antiaérea. El jefe del Estado Mayor ucranio, Valeri Zaluzhni, ha informado de que el invasor había disparado 75 misiles, desde territorio ruso y desde el mar Negro (la mayor parte de los Kalibr se disparan desde los buques de la flota rusa). De estos 75 misiles, las defensas antiaéreas han interceptado 41, según Zaluzhni. Las autoridades ucranias han añadido que la agresión también se ha cometido con 17 drones de fabricación iraní, una de las armas que Rusia está utilizando con más intensidad en las últimas semanas, y que habrían despegado desde Crimea y desde Bielorrusia.
La ofensiva rusa se produce 48 horas después de que un camión bomba causara graves daños en el puente del Estrecho de Kerch, uno de los principales símbolos de la ocupación rusa de Crimea. El puente, una obra faraónica inaugurada en 2018 para integrar en Rusia la península anexionada ilegalmente en 2014, es una vía fundamental de suministro de recursos para las tropas invasoras en las provincias de Zaporiyia y de Jersón.
El presidente ruso, Vladímir Putin, y su Estado Mayor estaban siendo criticados en las últimas horas por parte de su entorno más ultranacionalista, reclamando venganza por el sabotaje en el puente de Crimea. Kiev no ha reconocido oficialmente la autoría de esta acción, aunque varios responsables del Gobierno han dado a entender que estaban detrás de él. De confirmarse la autoría ucrania, el golpe contra el puente de Kerch, una de las infraestructuras más protegidas del mundo, sería uno de los operativos más audaces de la defensa ucrania, que prueba que ningún activo ruso está seguro en los territorios invadidos.
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Sobre la firma

Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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