Error
mayúsculo del secretario de estado John Kerry deja sin argumentos la invasión de
USA contra Siria.
Kerry
abre una vía inesperada para Siria
El Gobierno estadounidense prometió
“estudiar minuciosamente” la propuesta de que Siria ponga bajo control de la
comunidad internacional su arsenal químico
ANTONIO CAÑO Washington 9 SEP 2013 - 21:09 CET166
El
secretario de Estado, John Kerry, responde a la prensa en Londres. / POOL
(REUTERS)r
Con “escepticismo” sobre las verdaderas
intenciones del régimen de Bachar el Asad, el Gobierno de Estados Unidos
prometió “estudiar minuciosamente” y discutir con el Gobierno ruso la propuesta
-surgida accidentalmente en una jornada
de verdadero caos diplomático- de que Siria
ponga bajo control de la comunidad internacional su arsenal nuclear a cambio de
que Barack Obama renuncie a sus planes de atacar ese país.
Nota del autor del blog:
desde ser un error de escritura no es nuclear sino de gases neurotóxicos.
Después de
una conversación con el presidente, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton
declaró que “si Asad renuncia a todas sus armas químicas de forma inmediata, sería
un paso importante, pero eso no debe de ser una excusa para retrasar ni
obstaculizar la intervención”.
Nota del autor del blog :
eso quiere decir que las armas químicas solo son un pretexto y que el deseo en
realidad es invadir a siria
Al comienzo
de una semana crucial para su estrategia en Siria, cuando más convicción debía
mostrar la Administración de que sus planes son los correctos, una tremenda
pifia del secretario de Estado, John
Kerry, provocó la confusión general sobre las verdaderas intenciones de EE UU
y obligó a los portavoces del Gobierno a
corregir malamente un descalabro que hará aún más difícil la posición de Obama
ante la opinión pública y en el Congreso, donde no tiene aún los votos que
le den luz verde.
Respondiendo
a una pregunta, durante una rueda de prensa en Londres, sobre si hay algo que
el régimen de Asad puede hacer todavía para impedir una intervención militar,
Kerry contestó: “Por supuesto, podría entregar hasta el último pedazo de sus armas
nucleares a la comunidad internacional en la próxima semana. Entregarlo todo,
sin dilación y permitiendo un recuento completo”.
Aunque
inmediatamente añadió que “eso no va a ocurrir, no puede hacerse,
obviamente”, ya había sido puesta en circulación la pista a la que,
rápidamente, se apuntaron otros.
Todo indica que no era esa la intención de
Kerry. Todavía en Londres, los asesores de Kerry aclararon a los periodistas
que la mención de su jefe había sido “retórica”
e improvisada. Posteriormente, en Washington, el Departamento de Estado
insistió en que el secretario “estaba aludiendo de forma retórica a algo que
creemos muy improbable que ocurra”. El portavoz de la
Casa Blanca, Jay Carney, sostuvo que Kerry había hablado
“hipotéticamente”.
En cualquier
caso, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia,
Sergei Lavrov, no perdió tiempo en convocar de urgencia una comparencia
ante la prensa para anunciar que su país estaba dispuesto a presionar a Siria
para que aceptase la idea de poner su arsenal químico en manos de la comunidad
internacional. El propio ministro de Exteriores sirio,
Walid al-Moallem, tras una reunión con Lavrov, dio por “bienvenida” la propuesta de su aliado, aunque sin
ofrecer otros detalles sobre su cumplimiento. El secretario general de la ONU, Ban ki-Moon,
se ofreció también de inmediato a respaldar esa idea ante el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas.
Todo esto
dejaba a la Casa Blanca ante la misión imposible de defender su estrategia
actual sin desautorizar groseramente al secretario de Estado. La fórmula
encontrada fue la de concederle a la propuesta rusa el inevitable tratamiento
de que “será estudiada”, pero dejando caer que no es viable ni creíble. “Llevamos
más de dos años hablando de este asunto y negociando con los rusos sin ningún
resultado”, recordó Carney.
Poner el
arsenal químico de Siria –que se supone el mayor del mundo- bajo control de la
comunidad internacional requiere la aprobación de la iniciativa en el Consejo
de Seguridad, la creación de una comisión de expertos que examine, evalúe, y
contabilice las armas que posee el régimen, con garantías de que ha podido
acceder al arsenal completo. En un país en guerra por los cuatro costados, eso,
de poder hacerse, llevaría muchos meses de trabajo. Como dijo este lunes el viceconsejero de Seguridad Nacional Tony Blinken, “la
primera necesidad sería la de crear un entorno bélico completamente diferente”.
Como un testimonio involuntario del
gigantesco error cometido por Kerry, mientras éste volaba desde Londres a Washington, su
antecesora estaba reunida con Obama y compareció después ante la prensa para
tratar de aclarar la situación. Sólo lo consiguió en parte, porque lo cierto es
que, en el instante actual, ya es difícil saber si el Gobierno de EE UU quiere
atacar o no quiere, y menos aún cómo quiere hacerlo. Basta como ejemplo la
promesa de Kerry, en uno de los días menos afortunados de su carrera, de que la
intervención será “increíblemente pequeña”.
Esas dos
palabras se convirtieron en seguida en motivo de preocupación, cuando no de
burla, de un Congreso “Increíblemente pequeño se convertirá en
increíblemente ineficaz”, en el que la Administración ya está bastante
carente de credibilidad. dijo el senador John McCain.
No es este
el mejor escenario para que Obama saque adelante su causa. El presidente
concede este lunes seis entrevistas a otros tantos canales informativos para
ablandar el terreno de cara a su trascendental discurso de esta noche. Todos
sus asesores –incluido Kerry, según se bajaba del avión- pasarán por ambas
cámaras en 48 horas para aportar nuevos datos y argumentos, una labor muy
complicada en un país en el que 59% cree que el
Congreso debe decirle no al presidente.
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