“La primera persona que vivirá 150 años ya nació”, aseguró David Sinclair, genetista de Harvard y experto en longevidad
El científico impulsa investigaciones para revertir el envejecimiento y extender la esperanza de vida mediante terapias innovadores
“Imagina que en 10 años simplemente tomas una píldora tres veces por semana durante un mes y rejuveneces”, aseguró en entrevista con el podcast “Moonshots” David Sinclair, genetista de la Universidad de Harvard. El científico no dudó en afirmar que es un futuro muy cercano: “La primera persona que vivirá 150 años ya ha nacido”.
Apoyado en desarrollos recientes de la biotecnología, Sinclair sostiene que, en menos de una década, terapias basadas en reprogramación genética permitirán revertir el envejecimiento y redefinir la experiencia de la vejez como nunca antes en la historia.
La apuesta por revertir el envejecimiento

Ciencia, controversia y dilemas éticos
Los avances científicos recientes respaldan parcialmente la visión optimista de Sinclair. Publicaciones en Nature Aging informaron sobre rejuvenecimiento de órganos en ratones y la activación de circuitos celulares que extienden la vida en experimentos controlados.

Inteligencia artificial y competencia biotecnológica
La integración de inteligencia artificial (IA) constituye el motor de la nueva biotecnología de la longevidad. La IA permite analizar enormes cantidades de datos genéticos, identificar correlaciones ocultas y acelerar el descubrimiento de moléculas capaces de impactar sobre el envejecimiento. Laboratorios y empresas biotecnológicas de Estados Unidos, Europa y Asia invierten sumas millonarias para liderar una carrera global cuyos frutos aún están en etapa experimental.
La competencia incluye la búsqueda de soluciones tanto farmacológicas como genéticas y una carrera a contrarreloj por obtener patentes y respaldo regulatorio. Si bien Sinclair y otros científicos predicen avances importantes hacia 2035, la incertidumbre regulatoria persiste: las agencias deberán comprobar la seguridad y el impacto real de estos tratamientos en seres humanos, proceso que podría demorar años o décadas antes de que estén disponibles de forma generalizada.
Longevidad global: hábitos y perspectiva histórica
La expectativa de una vida prolongada no depende únicamente de la genética o las nuevas tecnologías. En la actualidad, la esperanza de vida mundial promedia 73,4 años, con Japón a la cabeza con 84,3 años. Algunas zonas, conocidas como “zonas azules”, demuestran que la alimentación equilibrada, la actividad física, el apoyo social y la baja incidencia de estrés pueden permitir que la población alcance edades avanzadas, como ocurre en regiones de Japón, Italia, Costa Rica y Grecia.

Gobiernos de Japón, Alemania, Singapur, Reino Unido e Israel destinan partidas presupuestarias a políticas nacionales de longevidad, invirtiendo en investigación básica y en programas tecnológicos para el cuidado de la población adulta mayor.
Sin embargo, la ambición de vivir más tiempo es un anhelo tan antiguo como la cultura humana. Desde los alquimistas medievales hasta las más recientes intervenciones de la medicina moderna, la longevidad ha sido objeto de deseo y de mitos. El récord verificado de vida pertenece a Jeanne Calment, con 122 años.
Desafíos regulatorios, debate social y futuro común
La llegada de terapias para revertir el envejecimiento enfrenta trabas regulatorias fundamentales. Los organismos oficiales exigen comprobaciones rigurosas en distintas fases de ensayo antes de autorizar la comercialización. Se espera que estas etapas de validación sean particularmente estrictas, considerando los riesgos de generar expectativas desmedidas o de provocar efectos adversos impredecibles.
La discusión alcanza niveles sociales y filosóficos. ¿Qué implicaría una vida de 120, 130 o 150 años? Los sistemas de salud y jubilación podrían verse desbordados, y el acceso desigual a tratamientos avanzados profundizaría la brecha social. Sinclair insiste en que el objetivo de la longevidad debe ser garantizar años adicionales de salud física y mental, no solo prolongar la vida de manera cronológica.
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