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martes, 29 de noviembre de 2016

Texas espera que Trump no cumpla sus amenazas contra el Nafta.// Por Dan Frosch en Fort Worth, Texas, y Dudley Althaus en Laredo, Texas encontrado en el WSJ

Texas espera que Trump no cumpla sus amenazas contra el Nafta




http://lat.wsj.com/articles/SB11267533023767423685804582467262593520058?tesla=y

El pacto de libre comercio de EE.UU. con Canadá y México convirtió a ese estado en el mayor exportador del país

 Rick Chevalier, gerente de distribución de Mother Parkers Tea & Coffee, en un centro de distribución en Fort Worth que hace de eje entre México y Canadá.

Rick Chevalier, gerente de distribución de Mother Parkers Tea & Coffee, en un centro de distribución en Fort Worth que hace de eje entre México y Canadá. PHOTO: MISTY KEASLER FOR THE WALL STREET JOURNAL


Por

Dan Frosch en Fort Worth, Texas, y

Dudley Althaus en Laredo, Texas

martes, 29 de noviembre de 2016 18:36 EDT
Cuando Rick Chevalier quiere enviar materias primas de México a su planta tostadora de café en Canadá, todo lo que tiene que hacer es mandar un rápido correo electrónico.

Como gerente de distribución en Estados Unidos de Mother Parkers Tea & Coffee, Chevalier coordina la contratación de una firma de transporte terrestre o ferroviario que lleve esas materias primas —que serán luego usadas en cápsulas para cafeteras— desde el estado de Querétaro en México a Ontario, Canadá, atravesando todo EE.UU.


Gracias al Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), lo que alguna vez fue un viaje de siete días se redujo a cinco, lo cual le permite a su compañía ahorrar dinero, dice Chevalier.


“El libre comercio lo simplifica”, señala el gerente, quien trabaja desde Fort Worth, donde Mother Parkers tiene una planta tostadora con 300 empleados.


Al contrario de lo que ocurre con las fábricas abandonadas del Medio Oeste estadounidense, donde la ira sobre los acuerdos comerciales y la transferencia de empleos a otros países ayudó a catapultar a Donald Trump a la victoria, la economía de Texas es potenciada por el Nafta. Como candidato, el presidente electo criticó y prometió reformar el pacto de 22 años de antigüedad que permite el movimiento de bienes a través de las fronteras de sus tres países socios sin pagar aranceles.


Este es un desafío para el entrante mandatario de EE.UU., quien debe sopesar sus promesas de campaña de enderezar la economía manufacturera de la región industrial del país sin desacelerar la maquinaria comercial de Texas. Muchos empresarios de ese estado que temen lo que pueda pasar con el Nafta y que, como Chevalier, votaron por Trump, tienen ahora la esperanza de que el próximo presidente, guiado por su experiencia como empresario, no cumpla sus amenazas.

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“¿Cómo va a llegar y poner fin a un acuerdo que ha estado vigente por más de 20 años [y gracias al cual] la economía del norte de Texas está tan entrelazada con las economías de Canadá y México?”, pregunta S. Kerry Tassopoulos, vicepresidente de relaciones con el gobierno de Mary Kay Inc., una empresa de cosméticos de Dallas que envía productos a México y Canadá.



Desde la próspera ciudad fronteriza de Laredo hasta el congestionado eje comercial de Dallas-Fort Worth, Texas se ha convertido en el principal exportador de bienes de EE.UU., según el Banco de la Reserva Federal de Dallas, y México es su mayor cliente. Cerca de 382.000 empleos del estado dependen del comercio con su vecino del sur, según datos de 2014 dados a conocer este mes por el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, un grupo de investigación global sin afiliación política. Los bienes exportados desde Texas ayudan a mantener más de un millón de empleos en todo EE.UU., según el Departamento del Comercio de este país.

La mayoría de dichos empleos están en el sector manufacturero. De acuerdo con datos del gobierno estadounidense, las cinco principales exportaciones de Texas (claves para mantener empleos locales)
son computadoras y productos electrónicos,
 petróleo y productos de carbón,
químicos,
maquinaria y
 equipos de transporte.

“Esperamos que el presidente electo tenga en cuenta estos beneficios cuando revise las alianzas comerciales globales”, dice Bill Thornton, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Fort Worth, quien se quiere reunir con el nuevo gobierno para hablar sobre el Nafta.

Incluso mientras la economía de Texas sufre con el bajón del petróleo, el Nafta ha mantenido encendido su motor financiero. Salir del Nafta “tendría potencialmente consecuencias desastrosas no sólo para nuestro estado, sino para EE.UU. y los países a nuestro alrededor”, afirma Pam Villarreal, economista y miembro del Centro Nacional para Análisis de Políticas, un centro de estudio sobre el libre comercio con sede en Dallas.


Una vocera de Trump no respondió a solicitudes de comentarios.


Durante una reciente conferencia en Fort Worth y Dallas organizada por Estrategia para la Competitividad de América del Norte, un grupo que apoya el Nafta, líderes empresariales y diplomáticos, incluyendo George W. Bush, ex presidente de EE.UU. y ex gobernador de Texas, hicieron énfasis en la huella económica del pacto a lo largo del estado.


El área de Dallas-Fort Worth es sede de más de 20 grandes empresas mexicanas y de decenas de negocios estadounidenses con filiales en México, según la Cámara Regional de Dallas, un gremio empresarial. Áreas metropolitanas más pequeñas en el estado han prosperado también, pocas más que Laredo y otras ciudades a lo largo del río Bravo.

“Esa es nuestra base. Somos una ciudad Nafta”, dice Pete Saenz, alcalde de Laredo. La urbe texana se ubica como el tercer puerto más importante de EE.UU. en valor total en dólares después del de Los Ángeles y el de Nueva York, según datos de aduanas. Unos 14.000 camiones y 1.100 vagones de ferrocarril cruzan el río cada día entre la ciudad estadounidense y Nuevo Laredo, en México, según cifras del estado de Texas.

Desde que el Nafta entró en vigor en 1994, la población de Laredo ha crecido exponencialmente a unas 270.000 personas. Nuevos barrios de clase media aparecieron en todas direcciones, desde el histórico centro de la ribera hasta los antiguos ranchos repletos de mezquite.

El comercio de mercancías que atraviesa los cinco puentes internacionales del área de Laredo —uno de los cuales alimenta la interestatal 35, conocida como la Autopista Nafta— contribuye con alrededor de US$52.000 millones a la economía del estado anualmente, dijo el contralor de Texas, Glenn Hegar, durante una visita a la ciudad en noviembre.

Ese nivel de comercio —que apoya directamente empleos en bodegas de almacenamiento, empresas de transporte, agencias aduaneras y de forma indirecta en restaurantes, hoteles y tiendas— obligará al gobierno entrante a prestar atención, dicen muchos.

“Tenemos que esperar hasta que los vientos se aquieten para ver qué pasa”, asevera J.O. Alvarez Jr., de 62 años, un agente de aduanas de tercera generación que tradicionalmente ha votado por republicanos y cuya empresa familiar ha prosperado bajo el Nafta. “La gente tiene que darse cuenta de que la Autopista Nafta es una vía comercial en ambos sentidos. Significa empleos en EE.UU. y empleos en México”.

Gerry Schwebel, vicepresidente ejecutivo de International Bank of Commerce en Laredo, que ayuda a financiar el comercio transfronterizo, dice que la renegociación de partes del Nafta para ayudar a comunidades en problemas en otras partes del país no sería del todo mala, siempre y cuando participen las empresas.


“A medida que hablamos de los beneficios de esta relación, el acuerdo mismo es un marco”, señala Schwebel, quien apoyó a Trump. “La intención [del Nafta] no fue ser una solución para todos, y tenemos que ser sensibles a eso”.

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