Brasil (la sexta economía del mundo) se encamina a una
recesion a fines del 2012 o antes.
Buenas el
artículo no esta escrito así, pero lo deduzco pues sus principales socios
comerciales, Europa, EEUU, China, Argentina representan el 55% de sus
exportaciones y están muy mal, tal vez por eso devaluó estos días. Brasil es una de las sociedades mas injustas del planeta
su coeficiente Gini es uno de los peores del mundo , todavía no se
hace una reforma agraria y se reparte la tierra, hay un movimiento latente
denominado “Los sin tierra”.
Mapa Gini de la CIA World Factbook.del 2009
Brasil:
entre el espejismo y el oasis
http://razonpublica.com/index.php/recomendado/2936-brasil-entre-el-espejismo-y-el-oasis.html
Por
Franco Gamboa
Ya es la sexta economía del mundo.
Habla casi
de igual a igual con Estados Unidos. ¿Ejemplo para Colombia, amenaza hegemónica
o caso de estudio sobre la inequidad? Interesante y oportuna reflexión, ante el
surgimiento de una auténtica potencia media en América del Sur.
Toda
América Latina se pregunta cuál es el verdadero rol que juega la economía
brasileña en el Siglo XXI. Para algunos se trata de la emergencia de una nueva
hegemonía y un nuevo tipo de imperialismo, aunque para otros solamente
representa la preponderancia de un país que ha ganado un espacio en la
globalización, demostrando que podría adaptarse a los cambios contemporáneos de
manera imaginativa.
En este
sentido, el nuevo liderazgo de Brasil como la sexta economía del mundo, marca
un motivo de oportunidades y al mismo tiempo despierta algunas dudas para el conjunto de América Latina.
Entonces,
¿cuál es el sitio ideal de Brasil: convertirse en un referente de desarrollo y
éxito para el continente, o solamente es
una economía de mercado que aún no ha resuelto la desigualdad, ni tampoco ha
mostrado resultados contundentes en torno a la erradicación de la pobreza
para una población de 200 millones de habitantes?
¿Existe un posible proyecto
hegemónico?
Parece
estar claro que no es lo mismo someterse a las esferas de influencia de los
Estados Unidos, que vincularse a un liderazgo brasileño donde posiblemente
fructifiquen oportunidades de integración y mejoramiento, libres de toda
amenaza de explotación y fríos balances de poder que ahonden las desigualdades
entre los países latinoamericanos. Los nuevos rumbos abiertos por Brasil no
deben cometer viejos errores como la experiencia de los procesos económicos en
Argentina.
Recordemos
que cuando la fortuna sonríe más de dos veces y es vista como éxito calculado,
entonces, es de esperarse que la capacidad de previsión y aprendizaje histórico
permita a Brasil evitar lo ocurrido en la crisis financiera argentina del año
2001. En aquel momento, Juan Domingo Cavallo, (ex
Ministro de Economía en los gobiernos de los ex presidentes Carlos Saúl Menen y
Fernando de la Rúa ),
pasaba de ser un especialista de la economía de
mercado, a convertirse en un verdugo de las clases
medias y reproductor de la miseria en un abrir y cerrar de ojos.
Las clases
dominantes en el poder han mostrado que pueden entremezclar las demandas de
inversión extranjera directa, con la dinámica peligrosa de aumentar los niveles
de deuda externa y el déficit fiscal en las estructuras estatales. Es importante analizar de qué manera Brasil
está administrando la intervención del Estado con las acciones del empresariado
privado. Por un lado, se puede observar el predominio del Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social (BNDES), y por otro, las ventajas
otorgadas por los sucesivos gobiernos de Fernando Henrique Cardoso, Inácio Lula
Da Silva y Dilma Rousseff al
fortalecimiento de las élites empresariales que buscan aumentar su poder por
medio de nuevas transnacionales brasileñas. Brasil es una economía abierta
pensada desde el impulso del sector privado, convertido en el eje central que
es alimentado por la lógica externa de la globalización.
Por otra
parte, el coloso brasileño tiene un dato a destacar: sus políticas de mercado
se articulan con la carrera de préstamos, es decir, con la obsesión de tener dinero fresco de donde sea y a como dé lugar,
conseguir créditos, acceso libre a recursos para comprar armas, impulsando
proyectos de seguridad y aumentando los gastos militares y policiales. Los
problemas de seguridad adquieren una dinámica estratégica al mostrar que el
liderazgo económico se une directamente al poderío militar. Según el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (Stockholm
International Peace Research Institute, SIPRI), el
gasto militar de Brasil encabeza la lista en América del Sur, con un incremento
de 5,8% del total de su presupuesto en el año 2010.
Si
revisamos los datos del 2008, no debería sorprendernos el desorbitante flujo de
recursos que fueron destinados al armamentismo con
15.477 millones de dólares, cifra que ningún otro país latinoamericano
podría alcanzar. La consecuencia internacional del aumento en el gasto militar
de Brasil es la lenta y firme preparación de un proyecto emparentado con una
estrategia hegemónica y política en las Américas. Por ejemplo, en caso de la
existencia de un conflicto bélico en el continente, sería inevitable recurrir a
la alianza, mediación y arbitraje de Brasil como un referente de negociación en
materia de seguridad internacional para el Siglo XXI.
De
cualquier manera, el posible proyecto hegemónico carioca no tiene semejanzas
directas con las políticas intervencionistas del sistema americano, por el
contrario, la fortaleza militar
brasileña se abre terreno en medio de los sentimientos antiamericanos y el
lento declive de la hegemonía estadounidense en el mundo. El problema
principal radica en una pregunta: ¿podrá Brasil alentar la confianza en el
continente para que el resto de los países se acerquen a un nuevo aliado leal,
en función de construir inéditas estructuras de integración que favorezcan, por
igual, al conjunto de los latinoamericanos?
El despegue
económico y el ímpeto militar esbozan la ruta de una ambición hegemónica que va
a debilitar la competitividad de otros países más débiles en la región, aunque
también depende de Brasil la posibilidad de impulsar otras alternativas para
alcanzar desarrollo sostenible y equidad sin crear conflictos, como los que ya
han aparecido en la construcción de una carretera en la Amazonía boliviana y
algunas plantas hidroeléctricas en Paraguay y Perú.
Los
referentes del desarrollo: incertidumbres y espejismos
El
desarrollo económico brasileño prevé un crecimiento entre 5,3% y 6% para el
periodo 2012-2014,
aunque las contradicciones reaparecen cuando persisten los datos que no pueden
superar la desigualdad y la marginación socio-económica en la cotidianidad de millones
de personas de clases medias y populares que viven al día y en medio de la
inseguridad como en el mundo de las favelas; asimismo, se mantienen los riesgos
del incremento de la deuda externa.
El
crecimiento económico de Brasil podría constituir la envidia de muchos países
del Sur pero está teñido de una misteriosa ola de espejismos porque queda
incierto un nuevo estilo de desarrollo que se caracterice por patrones
totalmente novedosos en materia de políticas sociales, protección del medio
ambiente, distribución igualitaria de los recursos y armonía en el transcurso
de la vida diaria con certeras esperanzas sobre el futuro.
No es que
Brasil esté libre de un empresariado que podría fracasar a la hora de sostener
el crecimiento económico con equidad, ni tampoco debería confiarse en el
discurso que quiere hacernos ver la imagen de eficiencia en la administración
de la cosa pública, porque el aumento de la deuda externa carioca es un indicador de
probables futuros conflictos. Al mismo tiempo, la transferencia de recursos públicos hacia manos privadas no
garantiza, de hecho, un éxito definitivo para vencer la pobreza y mostrarse
como ejemplo para el conjunto de otros países que tratan de modernizar sus
políticas públicas.
Evolución
de la deuda externa brasileña (miles de millones de dólares) 2000-2011
Fuente: CIA
World Factbook.
Las
acciones políticas y la intencionalidad de las élites dirigentes, del ejército
o los partidos políticos han marcado el funcionamiento del Estado. Si bien es
muy difícil generalizar y extraer una teoría política universal para el
análisis del Estado en América Latina, es importante pensar que en Chile,
Uruguay y Colombia, los partidos son lo suficientemente fuertes como para
articular el poder del Estado, logrando una centralización importante en el
momento de tomar decisiones y generar políticas públicas.
Y no es
casual que el posicionamiento económico de Brasil en la globalización esté
unido a los siguientes elementos:
Apertura
total a la inversión extranjera.
Privatización
en sectores estratégicos.
Diseño de
políticas públicas en función de los resultados de la economía de mercado y el
desempeño de las inversiones externas.
Mecanismos
de control gubernamentales que tratan de mostrar resultados para sus
financiadores.
Compromisos
estatales de endeudamiento progresivo.
El
resultado inmediato es un modelo de desarrollo articulado hacia las prioridades
del orbe internacional
y los estándares de competitividad que
reducen la posibilidad de pensar en un liderazgo brasileño que pueda generar
directrices desde adentro de la sociedad, la cultura y la nación
Hablar de
Brasil es pensar en el Carnaval, el fútbol y la alegría de Río de Janeiro. Todo
es un negocio y completamente mediado por la lógica empresarial donde destacan
también los medios de comunicación como la todopoderosa red de televisión O’ Globo, que en
algún momento se permitió afirmar que fue “capaz de hacer presidente a Fernando
Collor de Mello, así como haberlo depuesto con sólo haber movido un dedo”.
Esta
simulada alegría carnavalera genera,
aproximadamente, unos 850.000 turistas, quienes gastan alrededor de 640
millones de dólares, los cuales producen 250.000 empleos, de acuerdo con el
departamento municipal de desarrollo económico. Pero la popular fiesta suele
dejar una resaca de peor magnitud con un saldo de 850 toneladas de basura por las calles, un alto índice de criminalidad
y el aumento del contagio de VIH Sida, entre otras consecuencias que no se
las quiere revelar, deteriorando constantemente la calidad de vida. Lo más alarmante es que los recursos obtenidos, o la mayor
parte de ellos, van a parar a pocas manos y fugan hacia los bancos extranjeros.
Cabe preguntarnos: ¿a costa de quiénes
se enriquecen algunos, favoreciéndose de la tradición y de un falso espíritu de
alegría? Este es el espejismo que se vende,
se lo ve, se lo admira y envidia.
Una de las
manifestaciones de este espejismo nos revela cómo los organizadores del
Carnaval recurren al patrocinio de empresas y gobiernos del exterior, quienes
lucran de las Escolas do Samba, que por el impacto de la crisis económica
redujeron drásticamente en la gestión 2012 lo exuberante de la fascinación de
los trajes y vestuarios, construcción de carros alegóricos y otros insumos que
no podían ser costeados, por lo que quedaron sometidos a la venta y alquiler de
la cultura de este país. Brasil se
internacionaliza bajo el influjo de los euros que benefician a quienes
patrocinan dicho Carnaval. La agrupación Grande Rio recibió dinero
proveniente del Gobierno francés para divulgar el Año de Francia en Brasil en
el Sambódromo carioca de Río.
América
Latina está observando la consolidación de Brasil como la economía que está
buscando expandir sus mercados, a partir de una estrategia geopolítica
caracterizada por múltiples capacidades de exportación, compra de insumos y
venta de productos refinados a los países del continente, Estados Unidos y
Europa. La economía brasileña posee una ventaja fundamental: la gran diversidad
de su aparato productivo, así como de sus mercados de
exportación. Los más importantes son: Europa, con 24% de las exportaciones;
Estados Unidos con 15%; Argentina con 9%; y China con 7%.(los cuales estan muy mal )
La dinámica
de la economía brasileña nos muestra que 34
de sus compañías se encuentran entre las 2.000 más grandes del mundo, con
un valor en la Bolsa
de Nueva York de 795.000 millones de dólares;
entre las compañías figuran el fabricante de aviones Embraer, las empresas
mineras Vale do Rio y Votorantim, así como Petrobras. En el sistema financiero
destaca la unión de dos entes: los bancos Itaú y Unibanco, como una respuesta a la
crisis desatada en los Estados Unidos que traerá como ganancia el aumento
considerable de la Bolsa
de valores de Sao Paulo y una mayor confianza en el sistema financiero de ese
país, con la perspectiva de convertirse en lo que será el banco más grande de
toda América Latina, el sexto más grande de las Américas y uno de los 20 más
grandes del mundo.
La
consecuencia inmediata de este escenario convierte a Brasil en el líder
regional más importante. Sin embargo, es posible que
también sea solamente un oasis económico que no constituya una fuerza
autónoma de competición, sino que más bien dependa de
un sistema global, específicamente de los mercados de Europa, Estados Unidos y
China. Queda claro, entonces, que las estructuras brasileñas,
imprescindiblemente, necesitan del intercambio de experiencias y conocimientos
en los rubros económicos, motivo por el cual reaparecería una dependencia del
sistema mundial de mercados, otorgando prioridad al conjunto de estándares y
fuerzas externas de la globalización.
¿Qué
representa Brasil para el conjunto de los países en vías de desarrollo o menos
aventajados de América Latina? No es la garantía ni el paradigma de triunfo asegurado, sino
sencillamente un aliado útil. Lo que está por verse es si el oasis
brasileño podrá marcar nuevas pautas contestatarias a las políticas del Acuerdo
de Libre Comercio para las Américas (ALCA), fomentando una verdadera
transferencia de conocimientos hacia los países que realmente lo necesitan y
que, a su vez, transmita experiencias de socorro y solidaridad con nuevas
formas de integración y multilateralismo que impacten de manera justa en el
sistema económico latinoamericano.
Finalmente,
la estrategia estatal en la conducción de la economía brasileña y su proyecto
de progreso ambicioso, se encuentran directamente conectados con la iniciativa
privada. Al mismo tiempo, la economía de mercado y las acciones del sector
privado han intentado obtener ganancias colaterales por medio de estratégicas
políticas sociales, impulsadas por el Gobierno del Partido de los Trabajadores
(PT).
Las
reformas al sistema previsional y el proyecto Hambre Cero fueron propuestas
ideales en materia de política social pero muy difíciles de implementar al
carecer de diagnósticos precisos sobre otras políticas universales como
educación básica, salud y saneamiento, que pudieran servir de base para la
definición de directrices y prioridades de acción, a la misma altura de las
políticas de impulso al sector privado y transnacional.
En este
contexto, también se están generando mecanismos de integración con los países
exportadores de materias primas que Brasil requiere para sus industrias; de
esta forma podrían existir un equilibrio de justo pago y solidaridad con los
países vecinos porque tanto Brasil como el conjunto del orbe sudamericano necesitan
de estas relaciones instrumentales; sin embargo, es fundamental incorporar un
aspecto adicional: el apoyo a los sectores sociales más excluidos junto con
metodologías regionales y propuestas de políticas efectivas para erradicar la
pobreza.
De aquí que el Estado brasileño
requiere mayores inversiones en las distintas áreas sociales que satisfagan
mínimamente el acceso a la salud, educación, empleo y otros ámbitos de
protección social. Si no se logra un equilibrio entre la
inversión y satisfacción de necesidades para combatir la pobreza y construir
equidad, junto con un plan económico rentable y sustentable, entonces el
liderazgo brasileño será una experiencia más de entrega de su economía a la
dependencia casi exclusiva del sistema internacional. Brasil, por
ahora, se debate en un vaivén de espejismos, ambiciones y esperanzadoras
señales que atraen a todos como un oasis, el cual queda pequeño frente a los
grandes dilemas de América Latina.
Artículo
publicado en
“Folio Político Las Américas” Boletín de Análisis Estratégico. Vol. 1, No. 4, La Paz , Bolivia, Abril de 2012.
Sociólogo
político especializado en gestión pública y relaciones internacionales.
Actualmente es miembro de Yale World Fellows Program en
Yale University y responsable del programa de negociación internacional
y democracias andinas en Santiago de Chile.
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