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viernes, 29 de septiembre de 2023

En las encuestas en Eslovaquia y Polonia está en juego algo más que la democracia

 

En las encuestas en Eslovaquia y Polonia está en juego algo más que la democracia

Si los eslovacos y los polacos votan en fuerzas conservadoras y populistas, esto no sería un buen augurio para la unidad de la UE en Ucrania.

epa10856676 El ex primer ministro eslovaco y presidente del partido Smer-SD, Robert Fico, habla en el mitin de campaña electoral del partido en Nitra, Eslovaquia, el 12 de septiembre de 2023. Robert Fico, un populista de izquierda socialmente conservador y dos veces ex primer ministro, toma lidera las encuestas antes de las elecciones y su partido ha pedido que se detenga la ayuda militar a la vecina Ucrania.  Las elecciones parlamentarias en Eslovaquia se celebrarán el 30 de septiembre de 2023. EFE-EFE/MARTIN DIVISEK
El ex primer ministro eslovaco y presidente del partido Smer-SD, Robert Fico, habla en el mitin de campaña electoral del partido en Nitra, Eslovaquia, el 12 de septiembre de 2023 [Martin Divisek/EPA/EFE]

En los últimos años, el populismo, el nacionalismo y el iliberalismo han llegado a dominar cada vez más la política en Europa Central. El epítome de esta tendencia ha sido el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien, junto con su partido populista conservador Fidesz, ha estado en el poder desde 2010. Polonia también ha seguido el camino antiliberal, con el partido nacionalista-conservador Ley y Justicia (PiS). partido ha mantenido su control del poder durante los últimos ocho años.

El 15 de octubre, los polacos votarán en las elecciones parlamentarias, lo que podría prolongar el gobierno del PiS. Dos semanas antes, Eslovaquia, gobernada por un gobierno tecnocrático desde mediados de mayo tras la temprana desaparición de una caótica coalición de centro derecha, también acudirá a las urnas. El país también puede llevar al poder a una pequeña socialdemocracia conservadora y populista.

Si el PiS y la Smer-Socialdemocracia ganan en Polonia y Eslovaquia, respectivamente, esto fortalecería la tendencia populista y antiliberal en Europa Central y erosionaría la democratización poscomunista en la región. Peor aún, podría afectar la política exterior común de la Unión Europea hacia Ucrania, debilitando el apoyo a Kiev.

Retroceso democrático

El líder de Smer, Robert Fico, es el primer ministro con más años en el cargo en Eslovaquia, habiendo ocupado el puesto de primer ministro tres veces. Durante sus mandatos anteriores, el desarrollo democrático del país fue saboteado repetidamente.

Los gobiernos anteriores de Fico han sido acusados ​​de interferir con la independencia e integridad del poder judicial y la fiscalía. Durante su mandato, se alega que varios jueces, fiscales y otros funcionarios estuvieron involucrados en sobornos, abuso de poder y colusión con grupos delictivos organizados.

Fico y su partido a menudo atacaron e intimidaron a periodistas que criticaban sus políticas o exponían sus irregularidades. Él y sus aliados políticos también promovieron la discriminación contra las minorías y los inmigrantes.

Se creía comúnmente que los asesinatos en 2018 del periodista de investigación Jan Kuciak y su prometida y los graves cargos penales presentados contra muchos ex miembros de alto perfil del gabinete de Fico relacionados con el establecimiento y liderazgo de grupos criminales, abuso de cargos públicos y corrupción, sellaron el El destino político del primer ministro.

Pero regresó el año pasado, lanzando una campaña pública particularmente cruda y de mal gusto para aumentar su popularidad. Por ejemplo, justo antes de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, Fico criticó la presencia militar de la OTAN en Eslovaquia, aprovechando una ola de sentimiento prorruso. También atacó a la presidenta eslovaca, Zuzana Čaputová, calificándola de “agente estadounidense” para ganar puntos políticos con su electorado antisistema.

El regreso de Fico al poder no sería un buen augurio para la democracia eslovaca. Otro cargo de primer ministro para él afianzaría el mal uso de recursos públicos para recompensar a sus partidarios políticos y mantener el poder. Promovería el nepotismo y la corrupción, incluso dentro del poder judicial, lo que conduciría a una mayor erosión de la confianza pública en las instituciones estatales y el sistema legal.

El clientelismo y el favor institucional hacia ciertos oligarcas, que fue generalizado durante los mandatos anteriores de Fico, limitarían las oportunidades económicas para otros y empeorarían el ya significativo problema de la fuga de cerebros, dejando las muy necesarias reformas estructurales en un segundo plano.

La democracia de Polonia también está en juego. Bajo el liderazgo del conservador PiS, el país no ha cumplido los requisitos de la UE en materia de independencia judicial. Como resultado, Bruselas le ha impedido retirar unos 35.000 millones de euros (37.000 millones de dólares) de los fondos del Fondo de Recuperación y Resiliencia de la UE.

El gobierno polaco también ha socavado la libertad de prensa y restringido los derechos de las minorías, las mujeres y las personas LGBTQ+. Uno de los temas más controvertidos que ha provocado protestas en Polonia es la prohibición casi total del aborto impuesta en enero de 2021.

El PiS también ha intentado instrumentalizar la ley contra sus oponentes. En mayo, el parlamento polaco aprobó una legislación destinada a supuestamente investigar la influencia rusa en el país entre 2007 y 2022. Pero los críticos han señalado que podría usarse contra miembros de la oposición antes de las elecciones parlamentarias. La ley tensó aún más las relaciones con Bruselas, lo que desencadenó un procedimiento de infracción contra Varsovia.

Si el PiS gana las elecciones de octubre y encabeza otro gobierno en Polonia, seguirá adelante con su agenda antidemocrática, socavando la legitimidad del poder judicial, fortaleciendo su control sobre los medios de comunicación y restringiendo los derechos fundamentales y la protección de las minorías, las mujeres y las personas LGBTQ+.

Postura anti-Ucrania

En este otoño está en riesgo no sólo la democracia en Europa Central, sino también la posición de la región en Europa e incluso el futuro de Ucrania. La retórica pública de la Smer-Socialdemocracia y el PiS sobre Ucrania ha levantado cada vez más señales de alerta.

Fico basó su campaña electoral en la difusión de narrativas falsas a favor del Kremlin sobre la guerra en Ucrania. Ha llamado a los ucranianos “fascistas” y descartó cualquier posible ingreso de Ucrania a la OTAN, diciendo que el país debería seguir siendo un “amortiguador entre Rusia y la OTAN”. Ha amenazado con retirar el apoyo del gobierno eslovaco a Kiev y ha calificado a la UE de “suicida” por imponer sanciones a Rusia.

No está claro si Fico actuará ante alguna de estas amenazas si asume el poder. En el pasado, ha hecho declaraciones similares sin darles seguimiento con políticas sólidas. Por ejemplo, en 2016 pidió a la UE que levantara las sanciones contra Rusia solo para apoyarlas en los foros de la UE. Pero un gobierno eslovaco dirigido por él ciertamente no sería una buena noticia para Ucrania.

Si bien la postura proucraniana de Polonia parece firme, en las últimas semanas Kiev y Varsovia han intercambiado golpes sobre la importación de cereales ucranianos. La disputa surgió después de que la UE decidió levantar la prohibición de tales importaciones al mercado común europeo. Varsovia indicó que quería restablecer la prohibición para proteger los intereses de los agricultores polacos, cuyos beneficios se ven amenazados por los bajos precios de los cereales ucranianos. Kiev criticó estas políticas proteccionistas y dijo que favorecen a Rusia.

La disputa desembocó en una auténtica crisis diplomática: Polonia anunció que dejaría de suministrar armas a Ucrania y amenazó con prohibir otras importaciones procedentes de su vecino.

La retórica hostil del gobierno polaco puede indicar el deseo del PiS de asegurarse el apoyo de los votantes rurales y de extrema derecha para mejorar sus posibilidades de obtener una mayoría efectiva en las urnas. En este contexto –y dada la aversión duradera y profundamente arraigada de los polacos hacia Rusia– es poco probable que el desacuerdo con Kiev resulte en un giro dramático en la política exterior polaca.

Pero la disputa con Ucrania podría provocar una erosión de la confianza entre los dos países, debilitando la postura común de la UE contra Rusia. Si continúa, podría tener consecuencias negativas para Kiev desde el punto de vista financiero, político y estratégico.

Estos acontecimientos hacen que las elecciones en Eslovaquia y Polonia tengan consecuencias no sólo para los asuntos internos de los dos países. Las decisiones que tomen eslovacos y polacos en las urnas este otoño repercutirán mucho más allá de sus fronteras.

No sólo determinarán el futuro de la democracia en Europa Central, sino que también pueden afectar el delicado equilibrio en la región y el firme apoyo de la UE a Ucrania.

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