Detenciones, acusaciones de "traición y rebelión" y conspiraciones: ¿qué está pasando en el Ejército de Venezuela?
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Casi al final del teclado de emojis de WhatsApp hay unos símbolos violetas que representan los signos del zodiaco y que permiten a algunos militares en Venezuela escribir mensajes de forma encriptada.
"El personal involucrado está bajo investigación", alcanzo a leer tras entender el código.
El mensaje es de un miembro de la Fuerza Armada de Venezuela al que le pregunto por el ambiente en Fuerte Tiuna, centro del poder militar en Caracas.
Lo define como "hostil".
Su impresión refrenda que algo se está moviendo en los cuarteles de Venezuela, donde en las últimas semanas se han sucedido las detenciones y donde los uniformados padecen la crisis que golpea al resto de la población.
Son 34 los oficiales detenidos y presentados ante tribunales militares desde el inicio de año, según el abogado Alonso Medina, que defiende a seis de los nueve altos cargos arrestados el 2 de marzo. Entre ellos hay seis tenientes coroneles, de los que cuatro comandaban batallones importantes.
Se les imputan los cargos de traición a la patria e instigación a la rebelión, según le explica Medina a BBC Mundo. Sus defendidos niegan la acusación.
El 13 de marzo también fue detenido Miguel Rodríguez Torres, mayor general retirado, ministro del Interior de 2013 a 2014, compañero de armas de Hugo Chávez en el fallido intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 y desde hace algunos años crítico con el gobierno de Nicolás Maduro.
"Sólo dos personas tienen acceso a él", le dice a BBC Mundo una fuente próxima al exministro que afirma que sigue incomunicado y sin acceso a su familia ni a su defensa.
La información, asegura, se la suministran amigos que Rodríguez Torres tiene en el Servicio de Inteligencia (Sebin), organismo que lo detuvo el 13 de marzo en un hotel de Caracas y que el exministro dirigió de 2010 a 2014.
Rodríguez Torres forma parte de lo que se llama chavismo disidente, que se define como fiel al fallecido Hugo Chávez, pero crítico con Maduro.
Es el caso también de la destituida fiscal general Luisa Ortega Díaz y del que fuera "zar del petróleo" Rafael Ramírez, ambos en el exilio y acusados de corrupción.
Rodríguez Torres está "incurso en acciones contra la paz y la tranquilidad públicas, y en conjuras y complots que perseguían la intención aviesa de atentar contra la unidad monolítica de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana", dijo el gobierno en un comunicado tras su detención.
"Las acciones criminales (…) incluían actos armados y conspiraciones contra nuestra Constitución", añadió.
El exministro lidera el Movimiento Amplio Desafío de Todos, que se adhirió al llamado Frente Amplio, en el que convergen la oposición tradicional al chavismo y actores que estuvieron junto al comandante Chávez pero que reniegan de su sucesor, Maduro.
Rodríguez Torres, con ascendente aún en el Ejército, es (o fue) además amigo de Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, dos militares y hombres fuertes en el oficialismo.
La crisis llega al cuartel
Son días agitados que se prestan al análisis y a la pregunta de qué está sucediendo en el hermético mundo militar.
"Por primera vez hemos visto de manera clara y diáfana cómo está repercutiendo la crisis política en el ámbito militar", le dice a BBC Mundo Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano, especializada en seguridad y defensa.
La experta no veía una situación así desde 2002, año del intento frustrado de golpe de Estado contra Chávez.
Destaca el alto rango de los detenidos y su vinculación con el germen de la llamada revolución bolivariana que lideró Chávez.
San Miguel asegura, sin embargo, que "el generalato" sigue cerca de Maduro.
En los últimos años el presidente ha entregado a los militares operaciones trascendentales de gran poder y gestión de dinero como la importación de alimentos y la dirección de la petrolera estatal PDVSA, la joya de la corona y casi única fuente de ingresos del país.
"A la Fuerza Armada Nacional Bolivariana no la divide nadie por su fortaleza, (por) su conciencia patriótica nacional", dijo hace dos semanas Vladimir Padrino, ministro de Defensa, lanzando un mensaje de control.
"A los desesperados les digo: quédense tranquilos, aguanten ahí, no lo van a lograr", agregó.
El 28 de febrero, Maduro firmó dos decretos en los que degrada o expulsa del Ejército a un total de 24 miembros de la fuerza armada.
Entre las razones esgrimidas está "haber Intentado por medios violentos cambiar la forma republicana de la Nación".
El gobierno ha venido denunciando intentos de desestabilizar a las fuerzas armadas por parte de la oposición, que ha apelado a los militares en varias ocasiones ante la crisis económica y política que atraviesa el país.
Sectores descontentos
Todos los casos recientes refuerzan un descontento palpable desde hace tiempo.
La agencia Reuters publicó en julio del año pasado que al menos 123 miembros de las Fuerzas Armadas habían sido detenidos desde que en abril de 2017 comenzaron cuatro meses de protestas antigubernamentales. Los cargos iban desde traición y rebelión hasta robo y deserción, según documentos militares.
Este marzo, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) también ratificó la condena de ocho años por delitos como "instigación pública" a Raúl Baduel, otro exmilitar y exministro de Defensa de ascendente en el Ejército.
En Venezuela se le considera como el hombre que rescató a Chávez tras el golpe de Estado de abril de 2002. Por ello, Baduel conoció los mayores honores militares, pero luego abandonó el gobierno y se opuso al fallecido presidente.
En enero, el ex miembro de la policía científica Oscar Pérez y sus hombres murieron en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.
Llevaban meses en rebeldía tras el robo de un helicóptero en junio del año pasado. La oposición acusa al gobierno de que Pérez fue víctima de un asesinato extrajudicial.
Y en agosto de 2017, otro grupo de hombres liderados por el capitán Juan Carlos Caguaripano, ahora detenido, asaltó y robó armamento del Fuerte Paramacay, en la ciudad de Valencia.
- Quién es Juan Caguaripano, el capitán venezolano que se rebeló contra "la tiranía" de Nicolás Maduro
Antes del ataque los alzados publicaron un video en el que se veía a Caguaripano rodeado de unos 20 hombres uniformados. El capitán anunciaba una "acción cívica y militar para restablecer el orden constitucional" en el país.
El fantasma del golpe
Esta agitación en el mundo castrense se suma a la crisis económica de Venezuela y a las expectativas de cara a las elecciones presidenciales del 20 de mayo, en las que Maduro, pese a la hiperinflación y la escasez de productos básicos, podría imponerse a una oposición dividida entre el boicot y la participación.
Y por todo ello, como ocurre de forma recurrente dado el conflicto político existente, asoma el fantasma del golpe de Estado en un país de extensa tradición militarista que sólo en los últimos 26 años vivió tres intentos golpistas.
"El golpe es una posibilidad", dice la experta Rocío San Miguel, cuya ONG ha incluido por primera vez en seis años el alzamiento como un posible escenario.
"Hay poca probabilidad de desarrollo", matiza, "pero hay que ir monitoreando", añade.
"Hay un movimiento telúrico y hay que ver qué repercusiones hay en 2018", alerta.
El senador estadounidense Marco Rubio, quien parece estar detrás de la dura posición del presidente Donald Trump contra el gobierno de Venezuela, ha hablado abiertamente de respaldar una rebelión militar.
"El mundo apoyaría a las fuerzas armadas en Venezuela si deciden proteger al pueblo y restaurar la democracia derrocando al dictador", escribió Rubio en Twitter en febrero.
Y el líder opositor Leopoldo López, que cumple una controvertida condena en arresto domiciliario, aseguró recientemente al diario The New York Times que deben aumentar "las formas de presión".
"En 1958, hubo un golpe militar que comenzó la transición a la democracia. Y en otros países de América Latina hubo golpes de Estado que convocaron elecciones. Entonces no quiero descartar nada, porque la ventana electoral se ha cerrado", afirmó López.
La oposición institucional, sin embargo, rechaza esa posibilidad.
"No estamos alentando un golpe de Estado ni un alzamiento militar. Los civiles debemos resolver nuestros propios problemas", dijo hace dos semanas Edgar Zambrano, presidente de la Comisión Permanente de Defensa y Seguridad del Parlamento, de mayoría opositora.
El militar que me envía mensajes encriptados por WhatsApp no habla de golpe, sino de "intentona".
El ministro de Defensa, Padrino, lo verbaliza con más claridad. "Estoy en completo desacuerdo con esos golpes de Estado (…)", dijo hace dos semanas.
"Eso ya no tiene cabida en este siglo, tenemos que entenderlo, compatriotas, compañeros, actores políticos de la vida nacional", reclamó tras semanas agitadas en los cuarteles.
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