Muere
Fidel Castro, ¿el político más astuto del siglo XX?
http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-38114567
Jon
Lee Anderson
Especial
para BBC
Mundo
26
noviembre 2016
Fidel
CastroImage copyrightAFP
El
reconocido periodista Jon Lee Anderson, quien
está trabajando en una exhaustiva biografía de Fidel Castro, elaboró para BBC
Mundo este retrato de líder de la revolución cubana. Castro
murió a las 22:30 de este viernes hora local (03:30 GMT).
El fallecido
escritor colombiano Gabriel García Márquez escribió que en una ocasión vio a
Fidel Castro, gran amante de los helados, comerse no menos de 28 bolas en una
sola sentada.
Probablemente
se trataba de una historia apócrifa, pero en su exageración García Márquez dijo
una verdad fundamental sobre el comportamiento legendario de Castro, que
alimentaba el estatus cuasi mitológico del que gozó durante gran parte de su
vida adulta.
Después de
que su Ejército Rebelde derrocara al dictador Fulgencio
Batista en 1959, Castro no perdió tiempo en hacer sentir su presencia
más allá de los confines de su isla natal. Su principal estrategia fue desafiar
de manera abierta, con palabras y hechos, la hegemonía de Estados Unidos en
América Latina.
Esa postura
lo convirtió rápidamente en una figura clave de la Guerra Fría, ganándole
legiones de fervientes seguidores y jurados enemigos y garantizándole un lugar
protagónico en el escenario internacional, algo que aprovechó a fondo durante
el siguiente medio siglo.
Fidel
CastroImage copyrightGETTY IMAGES
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caption
Fidel Castro era el cuentista por
antonomasia, el más astuto de todos, dice Lee Anderson.
En 2008,
cuando debido a su delicado estado de salud se retiró oficialmente de su puesto
como jefe máximo de Cuba, Fidel Castro era el dirigente de la era moderna que
más tiempo había estado en el poder: 49 años.
"En la URSS Fidel Castro era tan grande como
Yuri Gagarin"
Muere Fidel Castro: cómo fue su
relación de "piedra en el zapato" o "mano amiga" con
América Latina
Desde Bahía Cochinos y la Crisis de los Misiles, hasta las
intervenciones militares cubanas en Etiopía y Angola,
en este período había logrado hacer de su isla una superpotencia en el
imaginario mundial.
En casi
cinco décadas, había visto ir y venir a diez presidentes estadounidenses, desde
Dwight Eisenhower a George W. Bush, y sobrevivido a la una vez aparentemente
invencible Unión Soviética, que fue su patrocinador más duradero.
Los
autos de La Habana
Aunque con
cierta reticencia, dentro de Cuba incluso sus adversarios solían mostrar
admiración por el hombre que gobernó sus vidas por tantos años.
Así anunció
el presidente de Cuba, Raúl Castro, la muerte de su hermano Fidel
No importaba
cuánto lo odiaran, la mayoría reconocía en él al prototipo del cubano, a un hombre que poseía cantidades superlativas de cualidades
que admiraban.
La
"cubanía", como la mayoría de los nacionalismos, es un saco en el que
caben muchos conceptos, pero en esencia tiene que ver con ser ingenioso, astuto
y valiente, cualidades de las que Castro era un ejemplo viviente.
Las
increíbles maneras en que EE.UU. intentó matar a Fidel Castro
Muere Fidel
Castro: su vida en 22 números
En un país
donde "vivir del cuento" es una máxima, Fidel Castro era el cuentista
por antonomasia, el más astuto de todos.
Durante los
años en que gobernó, los cubanos convirtieron en un pasatiempo nacional el
intercambiar historias sobre sus astutas proezas.
A mediados
de los 90, un amigo me señaló los automóviles Fiat de la década del 70 que aún
circulaban por las calles de La Habana.
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Fidel
Castro murió a la edad de 90 años.
Dándose
palmadas de gozo en las rodillas, me contó cómo miles de esos vehículos, recién
fabricados en Argentina, habían sido enviados a Cuba a cambio de un pagaré
firmado por Castro.
"¿Te
imaginas?", me preguntaba mientras reía al borde de las lágrimas.
"¡Le tomaron la palabra!".
Por supuesto,
los autos nunca fueron pagados, pero gracias a Fidel miles de cubanos
disfrutaron de ellos durante años.
"Centenares"
de Barbudos
Ya antes de
tomar el poder, Castro había dado muestras de su ingenio: a principios de 1957,
el periodista de The New York Times Herbert
Matthews fue a visitarlo a él y a sus hombres a la Sierra Maestra.
Habían
pasado apenas dos meses del desastroso desembarco del yate Granma en las playas
del este de Cuba y la emboscada que costó la vida a más de 50 de los 82 guerrilleros del grupo original que lo seguía.
En ese
momento Fidel sólo contaba con 17 combatientes, incluido él mismo.
Los momentos
que marcaron los 49 años en el poder de Fidel Castro
Su cacareado Ejército Rebelde estaba
en un estado desastroso y él sabía que era vital dar una apariencia de fuerza y
confianza.
Durante la
entrevista con Matthews hizo declaraciones grandilocuentes sobre el poder de su
ejército y es leyenda que ordenó marchar varias veces a sus hombres
frente al reportero para crear la ilusión de que eran mucho más
"barbudos" de los que en realidad había.
Funcionó.
Matthews escribió una entusiasta descripción de Fidel y sus "centenares" de seguidores.
AlmendrónImage
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Los autos de
"colección" por las calles de La Habana se volvieron algo corriente.
Entre ellos, algunos comprados en los 70 a una fábrica en Argentina a cambio de
un pagaré... que nunca se pagó. "¿Te imaginas? Le tomaron la palabra (a
Fidel)", le dijo un amigo al autor.
Sobre sus
planes futuros para Cuba, el periodista señaló: "Tiene ideas muy firmes
sobre libertad, democracia, justicia social, la necesidad de restaurar la
Constitución y realizar elecciones".
Tiempo
después Castro reconocería públicamente que había engañado a Matthews de forma
intencional, pero se justificó argumentando que lo hizo por un bien superior.
¿Humanista o marxista?
En abril de
1959, durante su primera visita a Estados Unidos como líder de Cuba, Castro
continuó simulando moderación política, afirmando ante la prensa que su
revolución era "humanista".
"Nuestra
revolución es humanista porque humaniza al hombre", aseveró.
No eran más
que sofismas. De hecho, Castro ya tenía una cohorte de camaradas marxistas
-entre ellos su amigo argentino Ernesto Che Guevara- diseñando planes para un
gobierno radical de izquierda que pronto reemplazaría al tibio régimen liberal
que había instalado luego de tomar el poder.
Dos años
después, en abril de 1961, en medio de una creciente tensión con Washington, Castro declararía que su revolución tendría desde entonces un
"carácter socialista".
La astucia y
el engaño, como Maquiavelo famosamente escribió, son esenciales para el
ejercicio del poder y quizás en Castro, más que en cualquier otro gobernante de
su tiempo, esos rasgos eran como una marca registrada.
Tiros
por la culata
Cuando Fidel
enviaba a sus cuadros guerrilleros a misiones en el extranjero, se les daban
identidades falsas y autobiografías a las que llamaban "leyendas",
las cuales debían memorizar.
Usualmente
las estratagemas funcionaban a su favor, pero hubo veces en que el tiro le
salió por la culata.
Fidel
CastroImage copyrightGETTY IMAGES
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Miles de
cubanos acudían a escucharlo espontáneamente en los años 60. Hacia el final de
su vida había mermado notablemente el entusiasmo.
Durante los
furtivos preparativos para la guerra de guerrillas que
el Che llevaría a cabo en Bolivia, Castro le mintió a Mario Monje -el escéptico líder del Partido Comunista
boliviano- sobre la verdadera naturaleza de la misión Guevara en su país.
El líder
cubano le aseguró que el Che sólo necesitaba un paso seguro a través de Bolivia
para empezar un levantamiento en la vecina Argentina.
Monje
percibió el engaño y se molestó profundamente, tanto que cuando el grupo liderado por el Che llegó
a Bolivia, le retiró el apoyo de su partido, lo que
tuvo consecuencias desastrosas.
Nota del autor del blog: Mario Monge era un revisionista y un falso marxista en la wikipedia dice que se postulaba para presidente o algo asi y obtuvo el partido 3 % de votos , y la lucha por el socialismo no puede ser con elecciones , eso Lenin lo define como cretinismo parlamentario además de lo que leo la wikipedia lo más probable es que traicionara al Che
Sin embargo,
el mayor fracaso de las artimañas de Castro fue, sin duda, la revelación de su acuerdo secreto para instalar misiles nucleares soviéticos en
Cuba, que en octubre de 1962 condujo a la Crisis de los Misiles que tuvo
a Estados Unidos y la Unión Soviética al borde de una guerra nuclear.
El
hechizo soviético y la aventura africana
Ni siquiera los soviéticos se salvaron del "cubaneo"
de Castro (otro modismo que significa, básicamente, hechizar a un extranjero
con palabras seductoras y sex-appeal para convencerlo de hacer lo que uno
quiera).
En
1964, convenció al Kremlin de financiar su régimen pagando por el azúcar de la
isla precios muy superiores a los del mercado, un arreglo preferencial que ningún otro satélite
soviético consiguió, y que se mantuvo por dos décadas y media.
Un tiempo
después, Castro también empujó a los dubitativos soviéticos a apoyar -y en
última instancia pagar- sus aventuras militares en Angola en los años 70.
Guerrilla
del CheImage copyrightGETTY IMAGES
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El envío del Che Guevara (en la foto, segundo de izquierda a
derecha) a Bolivia fue uno de esos tiros que le
salieron por la culata a Fidel.
Esa misión, que
eventualmente involucró a 35 mil soldados
cubanos, fue el resultado de una decisión unilateral de Castro de jugar un papel más destacado en el tablero del ajedrez geopolítico,
enviando a soldados de la isla a luchar junto a la
guerrilla marxista angoleña que, tras el retiro de los portugueses en
1975, se disputaba el poder con grupos respaldados por
la CIA y Sudáfrica.
Más
adelante, mientras la Guerra Fría entre Estados Unidos
y la Unión Soviética se hacía sentir en conflictos entre terceros, los
cubanos siguieron peleando a nombre del régimen
marxista angoleño y en 1987-1988 se enfrentaron en grandes batallas con
las tropas sudafricanas desplegadas en Angola, lo que finalizó con el retiro de
Pretoria.
Posteriormente,
Castro se jactó de que ese fue el
comienzo del fin del régimen de apartheid sudafricano.
Nelson
Mandela parecía estar de
acuerdo. En 1991, poco después de salir de prisión, voló a La Habana para
agradecer personalmente a Castro por lo que describió como el apoyo crucial de
Cuba en la liberación de los sudafricanos del apartheid.
Fidel
CastroImage copyrightGETTY IMAGES
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Castro
convenció a los soviéticos de pagar precios muy superiores a los del mercado
por el azúcar cubano. Y de muchas otras cosas.
Angola bien
puede haber sido el momento más brillante de Castro como estratega: según se
supo después, había dirigido personalmente desde un búnker en Cuba la mayoría
de las principales batallas en el lejano país africano.
La
historia de los "Marielitos"
De todos los
"cubaneos" de Fidel, el éxodo del Mariel, en 1980, fue uno de los más
épicos
.
Empezó
cuando un pequeño grupo de disidentes ingresó de manera violenta a la embajada de Perú en La Habana y pidió asilo político
y se salió de control cuando miles cubanos desesperados por dejar el país
siguieron sus pasos.
Tras un
embarazoso tira y afloja, Castro superó la crisis dando permiso para que todo
el que quisiera irse de Cuba lo hiciera.
Mientras
decenas de botes navegaban desde Miami hacia Mariel,
el lugar designado para recoger a los emigrantes, Fidel ordenó sacar a cientos de presos de las cárceles cubanas y
llevarlos en buses al puerto, donde fueron obligados a abordar las
embarcaciones que llegaron y abandonar el país.
Se calcula
que más de cien mil cubanos dejaron la isla en busca de
una nueva vida en Estados Unidos, entre ellos un
número no determinado de los criminales más violentos y perturbados de Cuba.
A
las autoridades estadounidenses les tomó un tiempo darse cuenta de lo que
Castro había hecho y
para entonces ya era demasiado tarde.
Dondequiera
que los exconvictos "Marielitos" se
establecían en Estados Unidos, los índices de criminalidad se disparaban.
Tony Montana, el personaje sociópata de la película Cara Cortada (Scarface,
1983), representa precisamente a un Marielito.
Una
vez más, Fidel había engañado a sus enemigos a través de una jugada maestra.
Balsa
cubanaImage copyrightAP
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Más de
100.000 cubanos salieron de la isla con destino a Miami durante el "éxodo
de Mariel". Entre ellos, cientos de presos que Fidel ordenó dejar libres e
hizo embarcar camino de La Florida.
El
objetivo final
El enorme
ego de Castro, claro está, no siempre lo favoreció a él ni tampoco a sus
compatriotas, pero será la historia la que juzgue el peso de su legado.
Tras el
colapso de la Unión Soviética en 1991, su orgullo lo llevó a bregar solo con su
propia versión del socialismo, forzando a los cubanos a soportar años de
penurias.
Al final, Castro se vio forzado a aceptar ciertas inversiones foráneas,
permitir algunas empresas capitalistas y promover el turismo extranjero para
atraer divisas a la isla.
Si mantener
su régimen en el poder era su objetivo final, lo consiguió.
Pero si
-como argumentaba- era preservar las "conquistas del socialismo",
como la salud, la educación y la asistencia social estatales, entonces sus
logros son más debatibles.
Esos pilares del sistema cubano se deterioraron de sobremanera a lo
largo de los años, mientras que el influjo de turistas y sus dólares
introdujeron nuevas tensiones sociales y desigualdades económicas.
Mercado
cubanoImage copyrightGETTY IMAGES
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caption
Los cubanos
tuvieron que soportar años de penurias tras el colapso de la Unión Soviética.
El
factor Chávez
En su década
final en el poder, Castro se las arregló para revivir la suerte de Cuba gracias
a su habilidad para hechizar a un nuevo patrocinador: el presidente de
Venezuela, Hugo Chávez Frías.
Desde el
momento en que llegó al poder en 1999 hasta su muerte por cáncer en 2013,
Chávez se convirtió en el más leal amigo de Castro y en el mayor benefactor de
la isla, abasteciéndola con el equivalente a miles de
millones de dólares en petróleo subsidiado a cambio del envío regular de médicos y maestros cubanos a Venezuela.
La
generosidad de Chávez le permitió a Fidel Castro perpetuar la idea de que Cuba
seguía siendo un Estado revolucionario y verdaderamente socialista. Y en la
medida en que no había libertad política para decir o hacer lo contrario, en
cierto sentido lo era.
Fidel y
ChávezImage copyrightGETTY IMAGES
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Fidel jugó
beisbol con Chávez en más de una ocasión. Se convirtieron en amigos leales.
Sin
esperanzas
En sus años
finales, los jóvenes de la isla veían mayormente con cinismo y desconfianza la
revolución del viejo dirigente.
Habían
crecido durante los 90, en los penosos y moralmente contradictorios años de la
era post soviética conocidos como el Período Especial.
Fue una
época en que la retórica política de Fidel parecía pueril y la frustración
aumentaba a medida que los jóvenes crecían y se enfrentaban a la realidad de no
encontrar trabajo ni los medios para mantener vivas sus esperanzas de un futuro
mejor.
Muchos
profesionales con buen nivel educativo sólo soñaban con
abandonar Cuba, y muchos lo
consiguieron, para terminar trabajando como botones, prostitutas o rebuscándose
la vida en las calles de distintas ciudades del mundo.
Nota del autor del blog , Ese buen nivel educativo se los había
dado el gobierno de Fidel sino su nivel educativo seria el de Haití
Otros
muchos, sin embargo, careciendo de los recursos o las conexiones necesarias, no
pudieron dejar la isla y simplemente languidecieron en ella.
Cartel de
Fidel CastroImage copyrightGETTY IMAGES
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En el
Período Especial, muchos profesionales consiguieron abandonar Cuba para
terminar trabajando como botones, prostitutas o rebúscandose la vida en las
calles de distintas ciudades del mundo.
La batalla
final
En la
primera década del nuevo siglo, financiado por el petróleo de Chávez, Fidel
libró su batalla final para salvar el corazón y alma de su demacrada
revolución.
Con su
"batalla de ideas" intentó en vano revigorizar entre los jóvenes el
ideario socialista que había alimentado su régimen por tantos años.
Pero ya
estaba viejo y, exceptuando la ayuda de Venezuela, la economía cubana estaba
realmente estancada y la juventud ya no le creía.
En una
exposición de arte en La Habana en 2006, una instalación que parecía decirlo
todo mostraba el rostro de Fidel encima de un tocadiscos que reproducía uno de
sus viejos discursos y un cartel que decía: "Sólo háblame de pelota
(béisbol)".
Por la misma
época, miles de jóvenes fueron llevados por las autoridades escolares a una
aparición pública de Castro en el estadio deportivo de la capital cubana.
Fidel
CastroImage copyrightGETTY IMAGES
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La
"batalla de las ideas" de principios de este siglo intentó
revigorizar los valores del socialismo entre los jóvenes, pero ellos ya no le
creían.
Cuando
llevaba más de una hora hablando, los jóvenes empezaron a moverse incómodos y a
conversar abiertamente entre ellos.
El nivel del
ruido creció hasta niveles embarazosos, pero los burócratas que lo rodeaban
parecían de piedra, como si nada ocurriera. El propio Castro seguía inmutable.
Salvavidas
Pocos meses después, durante un viaje con su protegido Hugo Chávez, cayó
gravemente enfermo y entregó las riendas del poder diario a su hermano
menor, Raúl.
Al principio
nada cambió mucho. Pero en 2008, luego de sucederlo formalmente, Raúl empezó a
deshacerse de lo que todavía quedaba del "Estado socialista" de su
hermano.
Las nuevas
medidas incluyeron el fin de los
alimentos subsidiados, el despido masivo de funcionarios públicos y la
autorización para que los cubanos viajaran sin tanto trámite y pudieran empezar
sus propios negocios, así como comprar y vender bienes, incluidos vehículos y
viviendas.
Fidel y
RaúlImage copyrightGETTY IMAGES
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Raúl Castro
comenzó a deshacerse de lo que quedaba del Estado socialista de su hermano.
En La Habana
se veían vallas publicitarias, como en los tiempos de Fidel, asegurando que "Los
Cambios" -como se denominaron las nuevas medidas- eran para garantizar
"MÁS Socialismo". Pero nadie lo creía.
Raúl
no tenía la estatura mitológica de Fidel ni sus pretensiones idealistas, así que todos entendían que
lo que trataba de hacer era crear un bote salvavidas para el zozobrante galeón
de su hermano.
Nada
igual
Con los
cambios de Raúl llegaron bienvenidas mejoras materiales para muchos cubanos,
pero también nuevas y duras realidades y con ellas la palpable reducción de la
ambición nacional.
Por
medio siglo, la habilidad de Fidel para dar zancadas en el escenario mundial lo
hicieron parecer por momentos un semidiós.
Y durante
esos años, fuera que lo amaran o lo despreciaran, la mayoría de los cubanos
había compartido la sensación de que ellos también eran especiales.
Ahora que no
está, Cuba parece empequeñecerse, convertirse en un estado post-socialista más,
plagado de problemas mundanos y contradicciones, aunque imbuido en una pátina
de exotismo, y hasta de cierto romanticismo histórico por el país que fue bajo
la égida de Fidel.
Sin él, nada
en Cuba volverá a ser igual.
Derechos
Reservados, Jon Lee Anderson. Jon Lee Anderson
es autor de "Che Guevara: A Revolutionary Life" (Bantam Books).
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