El
gobierno de México asegura estar preparado para la presidencia de Trump
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Un
trabajador organiza ejemplares recién impresos de ‘El Diario de Juárez’. PHOTO:
JOSE LUIS GONZALEZ/REUTERS
Por Santiago Pérez y
José de Córdoba
Actualizado
miércoles, 9 de noviembre de 2016 11:01 EDT
CIUDAD
DE MÉXICO—El gobierno de México, ante una caída récord del peso tras la sorpresiva victoria de Donald Trump
en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, salió rápidamente a
tranquilizar tanto a sus propios ciudadanos como a los inversionistas
extranjeros asegurando que el país está listo para enfrentar la nueva realidad
política en su vecino al norte.
“México está en una
posición de fortaleza para enfrentar el nuevo entorno”, dijo el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, en una conferencia de prensa
convocada a primera hora del miércoles, subrayando la estabilidad
macroeconómica del país, incluyendo una baja inflación baja y finanzas públicas
relativamente sólidas.
El
presidente Enrique Peña Nieto destacó que los dos países tienen un interés
compartido en mantener una economía norteamericana globalmente competitiva, y
la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, dijo que la
“relación estratégica” de ambos países seguirá siendo fuerte.
La
victoria de Trump ha
impactado profundamente en un país que comparte una frontera de más de 3.000 kilómetros con EE.UU. y que ha sido un blanco
frecuente durante la campaña del candidato republicano. Su promesa de romper el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta,
por sus siglas en inglés) y construir un muro divisorio amenaza con socavar la
exitosa relación bilateral que ha tenido con México durante los últimos 25 años
bajo gobiernos tanto republicanos como demócratas en EE.UU.
El
peso fue una de las monedas más golpeadas del mundo por la noticia del triunfo de Trump,
al llegar a caer cerca de 12% respecto del cierre del martes, a un mínimo
histórico de 20,7 unidades por dólar, si bien
más tarde se recuperó a 19,7988.
“Pesadilla”,
fue el titular del periódico mexicano El Economista.
Agustín
Carstens, gobernador del Banco de México, dijo que la entidad se reunirá la próxima semana para
decidir si aumentar o no las tasas de interés en respuesta a las elecciones de
EE.UU. Los aumentos de la tasa podrían ayudar a evitar
una venta generalizada de bonos del gobierno en pesos.
“En el margen, uno
tiene que estar muy, muy preocupado por el futuro de México en este momento”, dice Win Thin, jefe global de
estrategia de divisas de mercados emergentes de Brown Brothers Harriman. “Puede
que haya una calma nerviosa durante un tiempo, pero no creo que haya pasado la
tormenta”.
La
inflación anual subió ligeramente por encima de la meta de 3% del banco central en octubre,
informó el miércoles la agencia estatal de estadísticas, alimentando las
preocupaciones de que la debilidad del peso está comenzando a tener un impacto
en los precios.
Es la primera
vez desde abril de 2015 que la inflación anual subió por encima de la meta, lo
que eleva las probabilidades de un aumento de la tasa la próxima semana.
La duración y el alcance final de la caída del
peso, y el impacto más amplio de la victoria de Trump en el tercer socio
comercial más grande de EE.UU., dependerá en gran medida de si el presidente
electo cumple sus promesas de castigar con aranceles a las empresas
estadounidenses que trasladen fábricas a México y de renegociar el Nafta, que
se ha convertido en el motor de la economía mexicana.
Armando
Santacruz, un empresario mexicano, cuenta que dos posibles acuerdos para
expandir su negocio de distribución de productos químicos, uno en la región del
Nafta y otro en América del Sur, podrían postergarse a raíz de la victoria de
Trump.
“La incertidumbre es el
mayor problema”,
dice. “Ahora todo está en espera. No hay manera de tomar una sola decisión de
inversión”.
Algunos
en México creen que la retórica anticomercial de Trump resultará ser más
ladrido que mordedura. “Noventa por ciento de las empresas de Fortune 500
tienen inversiones en México y seguramente, como empresario, Trump las
escuchará”, afirma Guillermo
Ortiz, ex gobernador del banco central mexicano y jefe de la unidad mexicana
del banco de inversión brasileño BTG Pactual.
Hasta que
las intenciones de Trump se aclaren, las semanas que faltan antes de que asuma
el cargo serán accidentadas para el peso. Como la décima divisa más transada
del mundo por volumen y la segunda más negociada entre las de los mercados
emergentes después del yuan chino, el peso es a menudo la primera moneda que se
vende en episodios de aversión al riesgo mundial.
La capacidad
de respuesta del gobierno mexicano podría ser limitada.
El Banco de México ya subió las tasas de interés tres veces este año. El
gobierno, por su parte, recortó el presupuesto dos veces y ha propuesto nuevas
reducciones del gasto para 2017.
Es poco probable
que el banco central intente gastar reservas de dólares para defender el peso,
dado el enorme volumen diario de transacción de éste, de US$112.000 millones,
dijeron analistas.
Cuando Trump
visitó México en agosto, habló sobre la protección de los empleos en América
del Norte de la competencia china. Fue música para los oídos de los políticos
mexicanos.
“Es importante seguir
hablando de los beneficios del Nafta. Ha sido demonizado cuando realmente ha
sido un beneficio para ambos países “, dice Alonso Cervera, economista jefe de América
Latina en Credit Suisse.
Si
Trump se embarca en una guerra comercial, es probable que México responda de la forma en que lo hizo en 2011, cuando EE.UU. se negó a cumplir con una
vieja estipulación del Nafta que abría las
carreteras estadounidenses a camiones mexicanos. México aplicó aranceles de
represalia a una gama de productos, como manzanas, para las cuales México es el
principal mercado de exportación de EE.UU. Las dos partes firmaron un acuerdo
para resolver el asunto en cuestión de meses.
Sin el
Nafta, los aranceles para los productos industriales y agrícolas de EE.UU. que
entran a México serían al menos inicialmente más altos que los de los productos
mexicanos que pasan al norte, 7,7% contra 1,9% para los bienes industriales y
38,4% frente a 7,7% para los productos agrícolas.
—Juan
Montes contribuyó a este
artículo.
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